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El pasado 16 de abril se cumplía un año desde la sesión constitutiva de la X legislatura del Parlamento “de Andalucía”i.
No es mi intención en estas líneas hacer un balance general de estos
trece meses marcados por la servidumbre de todos los grupos
parlamentarios a sus estrategias y cálculos estatales situando a
Andalucía, de nuevo, en la dependencia y la colonialidad más absolutas.
A
pesar de no haber en el parlamento resultante de las elecciones del 22M
representación política de ninguna fuerza de carácter nacional andaluz,
sí que hay presencia de dos diputadas (María García y Libertad Benítez)
de la CUT, integradas en Podemos tras la salida definitiva de esta
formación de Izquierda Unida a principios 2015. Precisamente al análisis
de su participación en el Parlamento durante estos trece meses dedicaré
estas líneas.
La
importancia de la Candidatura Unitaria de Trabajadores/as (a partir de
ahora, CUT) radica en que este partido ha sido, en la coyuntura política
reciente, el valedor político de la integración de la izquierda
soberanista andaluza (a partir de ahora, ISA) bajo las siglas y las
estrategias de la izquierda estatalista reformista y socialdemócrata.
Una organización que se define a sí misma como “organización política de la izquierda transformadora andaluza, anticapitalista, revolucionaria y nacionalista”, que
ha hecho bandera de lo que a partir de aquí llamaremos
“integracionismo”, como expresión de aquellos planteamientos que
propugnan la constitución de la ISA como proyecto político
complementario e integrado en un otro de ámbito estatal y de carácter
socialdemócrata.
A
pesar de los anuncios de que, tras su salida de Izquierda Unida (a
partir de ahora, IU), la CUT “apostaría por un proyecto propio”, lo
cierto es que volvió a hacer la misma jugada ya hiciera décadas atrás al
integrarse en Izquierda Unida, entrando en las listas de Podemos unos
días más tarde. Incluso antes de la anunciada salida de IU ya era
evidente que lo único cierto es que se iba a constituir en corriente
interna de Podemos. La CUT ha sustituido su dependencia histórica de IU
(de hecho Juan Manuel Sánchez Gordillo fue parlamentario por IU en los
periodos 1994-2000 y 2008-2014) por una nueva subordinación a otra
organización estatal del mismo perfil ideológico (conciliadora con el
Régimen del 78, en lo que a la unidad de España se refiere,
socialdemócrata en lo económico y reformista en la metodología), pero
empapada de la postmodernidad propia del siglo XXI: Podemos.
Tras
un año de legislatura parece conveniente alternar el debate de ideas
sobre el “entrismo” de la izquierda soberanista andaluza en
organizaciones estatales con algunos datos sobre el trabajo que las dos
parlamentarias de la CUT (una formación que, según se afirma en el
artículo 1 de sus estatutos: “persigue
para Andalucía la consecución de sus Derechos Nacionales -soberanía y
emancipación nacional- en la búsqueda de una República Popular Andaluza,
en un nuevo orden internacional socialista”) han
realizado en este primer año de legislatura. Justo ahora que por
primera vez dispone de 2 actas parlamentarias, nada mejor que analizar
la práctica durante trece meses de quienes han hecho seña de identidad
política de la integración en la izquierda estatal para discutir la
validez de dicha estrategia en la lucha por la liberación de Andalucía.
Para
valorar estos trece meses hemos de comenzar haciéndonos un par de
preguntas: ¿ha actuado la CUT como una fuerza de izquierda soberanista
en el debate parlamentario, planteando propuestas, debates y reflexiones
propias en la cámara, aprovechando las dos parlamentarias que posee
para intentar esbozar un discurso nacional propio (aunque sea en el
ámbito de lo estrictamente simbólico)? ¿Ha habido diferencias entre el
comportamiento político de Libertad y María y el del resto de
parlamentari@s de Podemos que permitan hablar de una visión política
diferenciada y centrada en la realidad nacional andaluza?
Por
desgracia, a ambas preguntas hemos de responder un rotundo NO. Un NO
que se plasma de forma concreta en los siguientes aspectos:
- No se ha hecho pública, ni tenemos constancia de que haya existido, posición política alguna de ambas parlamentarias a propósito del carácter nacional de Andalucía. Si miramos el diario de sesiones del Parlamento de Andalucía en este X legislatura, no encontraremos una iniciativa propia ni un posicionamiento político que responda a esa declaración soberanista andaluza que hemos visto que la CUT defendía en su página web, pero que, en la práctica cotidiana de esta formación política, paradójicamente, no parece ponerse en práctica ni tener relevancia alguna.
- Si observamos las votaciones que en este año de legislatura se han realizado en el Parlamento “de Andalucía”, las parlamentarias de la CUT no ejercen, ni más ni menos, que como parlamentarias de Podemos: de las casi 400 votaciones que ha habido durante este primer año de sesiones, tan sólo en una ocasión una parlamentaria de la CUT (María García) votó en un sentido distinto al resto del grupo parlamentario de Podemos (votación referida a la constitución de la mesa del Parlamento, 16 de abril de 2015). Y, en ese caso, la votación de una sola de las parlamentarias no indica precisamente que respondiera a una estrategia de consensuada de su partido, sino probablemente a un despiste personal a la hora de votar.
- Las votaciones nos indican cómo las parlamentarias de la CUT han seguido, al contrario, una disciplina de voto (con la excepción de la votación del 16 de abril de 2015, es decir, del 0,3% de las votaciones en la cámara) que no ejercen ni siquiera algunos de los propios parlamentarios “originales” de Podemos, que disienten en diversas ocasiones del voto del resto del grupo.
- La actividad de las parlamentarias de la CUT (preguntas, solicitudes de información…) se circunscribe a las comisiones parlamentarias de las que forman parte, participando de un reparto de tareas en el seno del grupo parlamentario de Podemos y evidenciando su carácter subalterno y complementario al proyecto estatal.
- Durante este año de legislatura no se ha presentado por su parte una sola propuesta a propósito del carácter nacional de Andalucía o de su opresión por parte del Estado español. En ningún caso las parlamentarias de la CUT han aprovechado el debate de los proyectos legislativos o proposiciones no de ley del grupo parlamentario de Podemos o de otros grupos para poner encima de la mesa el carácter colonial de Andalucía, relacionar los múltiples aspectos en los que este carácter colonial se manifiesta en la vida cotidiana del Pueblo Trabajador Andaluz con la opresión nacional andaluza y manifestar, por tanto, la necesidad de recuperar la soberanía política como requisito indispensable para liberar Andalucía.
- No satisfechas con este balance, las parlamentarias de la CUT votaron favorablemente en diciembre de 2015 a la proposición no de ley que presentó Podemos y que hacía pasar por “Patrimonio Constitucional Andaluz” el actual régimen de dependencia andaluz (disfrazado de autonomía en base a una simple descentralización administrativa) y que se pronunciaba contra “reformas asimétricas del Estado español”, dándole cobertura al nacionalismo de Estado que se practica desde la izquierda españolista (IU-PODEMOS) y los social-liberales del PSOE (pinchar aquí para ver).
A
la vista de los hechos, podemos afirmar que la CUT ha instituido una
práctica de entrismo institucional en el Parlamento “de Andalucía”
dentro del partido español Podemos (como lo hizo antes con Izquierda
Unida), cuyo único fin en sí mismo parece ser poseer esas dos actas
parlamentarias. Un entrismo que (muy al contrario de las prácticas del
entrismo que acuñaron las corrientes troskistas) no está destinado a
visualizar un programa político distinto al de la dirección del partido
del que es objeto, ni tampoco de someter la diversidad programática al
calor de la lucha de clases con el fin de desbordar a las direcciones
políticas de los partidos que lo sufren, sino que está destinado a la
supervivencia de la propia CUT y a encontrar en ella, a su vez, la
justificación de su entrismo.
De
este análisis de las prácticas de la CUT, adalid del “integracionismo”
de la ISA durante estos trece meses de legislatura, podemos extraer las
siguientes conclusiones:
a)
La integración de la izquierda soberanista andaluza en organizaciones
estatales no es una concepción táctica en un planteamiento estratégico
de liberación andaluza a medio-largo plazo, sino que responde a un fin
en sí mismo para lograr la supervivencia política de aquell@s que la
plantean.
b)
Este “integracionismo” no está relacionado con un programa por la
liberación de Andalucía ni con el desarrollo de la lucha de clases en el
país andaluz, sino que se formula a pesar de estos y en contradicción
con ellos.
c)
El “integracionismo” es reflejo de unas carencias materiales y
programáticas que no se pretenden superar con un crecimiento y
estructuración propios sino rellenar con el proyecto estatal. La
izquierda soberanista andaluza que apuesta por el “integracionismo” es
complementaria a un proyecto estatal y a este lo complementa una ISA
siempre necesitada de un tutor de mayor peso político y con mayor
disponibilidad material.
d)
El “integracionismo” imposibilita el desarrollo de la lucha por la
liberación andaluza, en tanto que cualquier avance concreto en este
sentido, cualquier victoria de la clase obrera andaluza, son concebidos
como un capital político acumulado con el objetivo de amortizarlo
después (en el menor tiempo posible, inevitablemente) dentro de la
organización estatal objeto del entrismo y no como una base sobre la que
fortalecer la propia lucha y reconducir las energías revolucionarias
hacia la superación del marco estatal establecido.
La
izquierda soberanista andaluza sólo puede resolver esta contradicción
si asume decididamente la responsabilidad histórica de construir un
movimiento de liberación andaluza diferenciado y antagónico al
“integracionismo”, con un programa por la emancipación social y nacional
del Pueblo Trabajador Andaluz sin el peso de lastres organizativos
heredados que disocien sus planteamientos ideológicos de su práctica
política cotidiana. Asumiendo sus lagunas y carencias como necesidades
del proyecto de liberación andaluza y no como problemas que resolverán
desde Madrid. Las organizaciones que la forman tienen en su actitud
hacia el “integracionismo” un elemento de decantación política
ineludible y decisivo.
Desde
Nación Andaluza, partido en el que milito, probablemente fuimos de l@s
primer@s en plantear este debate, decantándonos desde el principio
contra el integracionismo y por la construcción de una izquierda
soberanista realmente soberana (valga la redundancia). Pagamos un precio
político por ello que personalmente doy por bueno, a la vista de la
deriva que han asumido como normalidad otros sectores de la ISA. Y
seguimos trabajando en esta ardua tarea, que tras el comienzo de la
crisis económica en 2007 me parece más urgente todavía. Cada vez más
sectores, que apostaron en un momento u otro por el “integracionismo”,
comienzan a plantear críticas hacia este e incluso a desmarcarse del
mismo. Es consecuencia de los efectos que el “integracionismo” produce
en la ISA, neutralizándola y convirtiéndola en un instrumento para la
izquierda estatalista. Una neutralización que el Régimen espera con
inquietud que sea total, puesto que supone el suicidio político del
soberanismo andaluz. El camino que ha trazado la CUT conduce a la
eliminación del potencial revolucionario de la izquierda soberanista
andaluza y a la dispersión de las fuerzas hacia estrategias que no
construyen políticamente nada en clave nacional andaluza sino que, muy
al contrario, fomentan la desorientación de la militancia andaluza y
favorecen su fagocitación por parte del nacionalismo español, en pos de
“confluencias sociales” y otros latiguillos políticos por el estilo.
En
esta encrucijada política de la ISA ha de primar la claridad ideológica
frente a lo cuantitativo; el establecimiento de estrategia y tácticas
que construyan un movimiento de liberación propio (por reducido que sea)
frente al “integracionismo”; el combate de la dependencia de Andalucía,
entendiendo independencia no sólo como un concepto ideológico (para
aplicar en un futuro incierto y utópico) sino también como la
imprescindible práctica organizativa cotidiana; la denuncia de la
práctica institucional entreguista de la izquierda estatal y la
contraposición de un contrapoder popular andaluz y de un proceso
constituyente nacional andaluz.
Se
hace imprescindible un enfrentamiento ideológico y programático con el
Estado que afirme Andalucía como nación y al Pueblo Trabajador Andaluz
como un pueblo que actúa de manera propia, diferenciada de otros
pueblos. Utilizando un símil flamenco, la izquierda soberanista andaluza
debe ser el tocaó que marca el compás del baile, pero nunca el palmero del espectáculo.
Carlos Ríos.
Granada, mayo de 2016.
i “De
Andalucía” lo pongo entrecomillas teniendo en cuenta que este
Parlamento es fruto de una ley orgánica española, es sufragado por el
Estado español (a falta de una agencia tributaria andaluza) y a la vista
de los resultados de sus deliberaciones en los últimos 35 años más bien
cabría denominarlo como Parlamento “contra Andalucía”