Nota: Dejando al margen las citas sobre el PSA, el tratamiento de la identidad andaluza que denuncia en "Tribuna libre" del diario El País Enrique Iniesta, tiene actualmente validez...
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La oposición o la incomprensión hacia el andalucismo de Blas Infante constituye una constante histórica del PSOE, según el autor de este artículo. Por lo mismo, colige que la integración del PSA en aquél dejaría sin titular al andalucismo histórico y considera que el mismo no puede tener expresión a través de un estatuto de autonomía como el actual.
El andalucismo histórico no cabe en el PSOE. Son incompatibles. Por contenido, por organigrama y por historia. En el improbable caso de que el PSA se integrara en el PSOE, se iría sin el andalucismo histórico. Y no se trata de una querella andaluza (lo que no es poco). Otra vez, desde luchas forales y federales, por no remontar más alto, se está jugando una España uniforme mal unida, frente a la España real diferenciada en pueblos que no son las provincias.
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Ignoro -aunque supongo- cómo irán respondiendo los del PSA a los requerimientos de Escuredo. Hoy, el PSA es el heredero del andalucismo histórico. Una decisión integradora dejaría el patrimonio puro de Blas Infante sin titular. Simplemente. Hablo como historiador y no como profeta en los avatares electorales que cavilan por otras dimensiones.
Por la historia de 1919-1936, el PSOE jamás vivió el andalucismo de Infante, sino el antiandalucismo. Se ha dado a luz tal cantidad y calidad de documentación, he publicado tanto el caso exhumando el pasado, que no hay vuelta de hoja. Y lo saben hasta historiadores hoy en la órbita de la Junta de Andalucía.
En los 2.522 manuscritos originales inéditos de Blas Infante que llevo censados, restaurados, transcritos y archivados en soledad durante cuatro años, no he encontrado sobre el tema sino la defensa de un andalucismo tan desconocido como denostado, tan atacado y menospreciado por sus coetáneos socialistas como defendido por los anarcopacifistas andaluces, tan incomprendido por las eminencias socialistas como por las derechas. Una documentación que se repite en las hemerotecas de La Internacional y El Socialista, en los estudios sobre la Constitución de 1931, de Jiménez de Asúa, en el Diario de Sesiones de las Cortes de la II República, coincide con las obras que Infante publicó y las que dejó inéditas, las memorias de Rosado y Vallina, las de los compañeros liberalistas de Blas Infante, los escritos de Díaz del Moral y Tuñón.
Por la reciente historia de 1968-1976, aquello de 1919 a 1936 se confirma. En todos los planteamientos de la clandestinidad, el PSOE ni a su modo fue andalucista ni aceptó la clave Infante. Para ellos, Andalucía no era un pueblo diferente del castellano, etcétera. Para ellos, los pueblos diferenciados eran Euskadi, Cataluña y, acaso, Galicia. Tanto demócratas como comunistas como gentes del PSA son testigos de aquellas batallas de la Junta Democrática de Andalucía.
Por la última historia (1976-1982), el andalucismo histórico ha sido nuevamente combatido por el PSOE. Desde la humorada inicial hasta la astucia de sorberle el contenido y mostrar la vana cáscara de unos símbolos y un Infante amordazado, vuelto ídolo que tiene boca y no habla, como en los Salmos.
No es posible andalucismo de Infante con este Estatuto, con ese organigrama estatalista del partido socialista, con LOAPA y FCI, sin reforma agraria que reestructure la propiedad, sin federalismo, sin el socialismo tenazmente opuesto al de Pablo Iglesias (Bakunin), sin tomarse en serio como punto originario a Infante, quien incluye todo lo dicho y una visión del todo dispar en la interpretación de la historia y la economía andaluzas, desde andalusíes a jornaleros. Lo saben muy bien los muchos militantes del PSOE alejados de cazas oportunistas y perifollos falsos, celosos de su identidad.
Ignoro -aunque supongo- la reacción del PSA. Ellos verán en cierto caso. Pero la historia es terca y ya dice su no por su cuenta. Sé de sobra que por su cuenta y por su riesgo. Si razones electorales o de legítima ambición empujan a algún miembro del PSA por nuevos caminos, él verá. Quizá no sea políticamente rentable ahora mismo mantenerse en el andalucismo de Infante. Pero ésa es otra cuestión. Lo que nadie es capaz de hacer es borrar historia, mentir contenidos y programas, violentar organigramas y conciencias de uno y otro partido, aguar a Blas Infante con mimetismos verdes.
No la toquéis más. Así es la rosa. Y así, el clavel. Existen injertos genéticamente imposibles.
Autor: Enrique Iniesta Coullaut-V. es licenciado en Ciencias Políticas y biógrafo de Bias Infante.
Fuente: http://www.elpais.com/ 2.12.1982