Posted: 03 Nov 2016 07:43 PM PDT
Tomo
prestado el título de la célebre obra de Hayek, profeta venerado del
neoliberalismo mundial y españolísimo en concreto. El austriaco la
escribió en los años cuarenta del siglo pasado, pero su contenido sigue
siendo pertinente, agudo, fresco como una rosa, perfectamente aplicable
al presente...pero invirtiendo los términos. Todos los males que Hayek
vaticinaba por la abolición del mercado, en la estela de su maestro Von
Mises, son hoy patentes por la omnipresencia del mercado: baja
productividad, empobrecimiento de las clases trabajadoras, paro,
corrupción, etc. El neoliberalismo es eso. Todas las desgracias que el
mismo Hayek pronosticaba a causa de la socialización están hoy a la
vista a causa de la privatización: servicios pobres, malos y caros,
prácticas monopolistas, confabulación y arbitrariedad en la formación de
los precios, patrimonialización del Estado, captura de rentas.
El
neoliberalismo es el verdadero camino de la servidumbre. El credo
inapelable del nuevo gobierno del PP, formado a la hechura de su patrón
que, a estas alturas, tiene la medida tomada a todo el país. La prueba
está en el desconcierto de las reacciones a su anuncio. Unos hablan de
gobierno de "marianistas",
como si los anteriores hubieran sido de concepcionistas. Y como si en
el PP -una organización peculiar- hubiera facciones o corrientes y no
una lealtad berroqueña al líder/patrón. Los gobiernos de Rajoy son más
unicelulares que los de Franco, en los que había militares, opusdeístas,
alfonsinos, carlistas, juancarlistas, falangistas y los pelotas de
turno. Los de Rajoy solo tienen pelotas de turno.
Otros análisis son más pintorescos. El País da la consigna del día: el gobierno es continuista y tiene escaso peso político
y el cabo de guardia del PSOE la replica como el eco. A lo del
continuismo se suman también los de C's y los de Podemos en tono
decepcionado: más de lo mismo, sin cambio ni variación, no irá muy
lejos. A lo mejor esperaban que Rajoy nombrara ministro a Pablo
Echenique o a Begoña Villacís.
Rajoy
lo ha dicho siempre: él es un hombre previsible. Y así es,
perfectamente previsible. Siempre hace lo mismo; no lo que más convenga
al país, ni a su partido, sino a él mismo. Su solo objetivo es seguir
gobernando a cualquier precio. Para eso nombra un gobierno de amigos y
amigas suyas. Como el anterior. Cierto es que no cuenta con un congreso
de aplausos, al estilo de las Cortes del invicto, pero tiene a la
mesnada de la oposición parlamentaria acogotada. C's es tan poco
oposición que Rajoy ni los tiene en cuenta. Al PSOE le ha hecho
claudicar y, de paso, lo ha reventado como opción electoral a corto
plazo; es decir, lo tiene de rehén. Así que, según sus cálculos, la
oposición de Podemos se agotará en la gesticulación.
Por
si acaso el Parlamento se le soliviantara, Rajoy cuenta con la adhesión
incondicional del Tribunal Constitucional, camino de convertirse en un
tribunal político para un estado de excepción de hecho. El mismo
tribunal que no ha dictaminado ni piensa hacerlo sobre el recurso
interpuesto por la oposición en su conjunto contra el gobierno en
funciones declarado en rebeldía, ese mismo tribunal acepta la facultad
que le atribuye la reforma de su Ley, aprobada por el parlamento de
mayoría absoluta del PP. El TC puede "suspender" a las autoridades que
le desobedezcan; pero, si vuelven a desobedecerle, tendrá que hacer algo
más que volver a "suspenderlas". Y por ahí no se sabe a dónde vamos a
parar.
Sí
se sabe que el gobierno controla el Tribunal Constitucional y tiene una
razonable holgura en el Parlamento, no por su fuerza real, sino por la
debilidad de sus adversarios. Ese es el camino de servidumbre vaticinado
por Hayek pero con los papeles invertidos. Si se tiene en cuenta que,
como ha quedado claro en las últimas peripecias, Rajoy y el PP cuentan
con el apoyo casi unánime de los medios de comunicación (aunque hay
alguno más cercano a Podemos) y los publicistas, el respaldo de la
empresa, la banca y la Iglesia, ¿es mucho asegurar que España es una
democracia autoritaria con prácticas dictatoriales? La falta absoluta de
responsabilidad política de ninguna de las autoridades ante los
innumerables casos de corrupción y la sospecha, incluso, de presuntos
delitos, como el espionaje a adversarios políticos, son comportamientos
dictatoriales por cuanto quedan impunes.
Todo
eso permitido por una decisión del PSOE que, por cuanto está viéndose,
puede haber sido su canto del cisne. Realmente, su situación es
calamitosa. Ya desde la época de Rubalcaba, con la conversión del
partido en partido dinástico, aceptación simbólica de la corrupción del turnismo,
empezó el drenaje de votos. De hecho, fue Rubalcaba quien llevó al PSOE
a sus más bajas cuotas históricas, aunque su aparato de propaganda se
lo achaque a Sánchez. Con la hoja de ruta catalana, el nacionalismo
español socialista se alarmó y exacerbó al mismo tiempo y el golpe de
mano perpetrado el 1º de octubre se hizo para impedir todo intento de
acercamiento al independentismo o negociación con él. Golpe que ha
puesto en marcha una dinámica interna explosiva.
Desde
el principio, Palinuro consideró la Gestora como una Junta -típica
institución golpista hispana- que suplantaría al partido y actuaría
dictatorialmente. Ahora nos enteramos de que, en efecto, así fue
concebido este órgano a través de una decisión ilegal del CF pues se
perpetró con nocturnidad, sin quórum y sin estar prevista en el orden
del día. Ya se están ocupando de ello los jueces. La Gesto-junta es
presuntamente ilegal y, si se obstina en imponer su criterio, acabará
provocando una crisis profunda en el partido de la que este quizá no se
recupere. El peligro de la "pasokización" no es un invento.
La intervención permanente de los barones cada vez con más espíritu de señores de la guerra
frente a unas bases casi ya en estado insurrecional, da una imagen de
desbarajuste difícil de superar. O quizá no tanto: el resistible ascenso
de Susana Díaz tiene un elemento de auténtico populismo. Lo da la
tierra. La izquierda andaluza da líderes como Cañamero o como Sánchez
Gordillo. Es la tradición del espartaquismo agrario que estudiara
Bernaldo de Quirós. Y algo de ese espartaquismo se le ha pegado a
presidenta de Andalucía, bien que desmentido por una probada capacidad
de intriga y maniobra y una fría obstinación en sus designios que añaden
al espartaquismo unos trazos de lady Macbeth.
La
aventura que parece Sánchez decidido a emprender (los dioses lo
acompañen, que va a necesitarlos) puede calificarse como su "momento
maquiaveliano" en la acepción del ilustre John Pocock. Es la
reivindicación del espíritu cívico republicano del siglo XVI trasladado
al presente, con una formulación de izquierda que se complementa con la
separación de la Iglesia y el Estado y el replanteamiento de la
estructura territorial de este mediante algún tipo de fórmula que sea de
aceptación general. Tengo mis dudas de si Sánchez conseguiría el apoyo
mayoritario del PSOE a un programa republicano, laico y plurinacional.
Incluso tengo mis dudas hasta qué punto el propio Sánchez lo suscribe.
Y es eso o la servidumbre. |
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10 noviembre, 2016
RAJOY Y GOBIERNOS MARIANISTAS. DEVOCIONES Y PODER
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