Nuestra administración pública llena sus chalés privados y sus tablets de caprichos. Pagamos sus fórmulas políticas y nefastas publicaciones. Son simplemente bultos sospechosos que ponen un sí en tu rostro sin haberte escuchado una palabra. El partido del que hablo, - que no fue mala cuna la de Bellavista donde nace aquí- es el terror que padecemos en cada papel que movemos, cada llamada que tecleamos, cada plato que no vemos en Andalucía. Son la pura complacencia e hipocresía para esa palabra que ni ellos mismos dominan: Ciudadanía.
Aquel partido, y ya como despedida, es una cuádriga romana de incultos. Cada pata de los cuatro caballos la componen cuatro literatos malos, cuatro artistoides comprados, cuatro televisivos y cuatro empresarios. La ayuda de los periodistas (las) por descontado en los procesos de propaganda vitales. Mientras, su cuádriga se reparte para babear y filtrar en el proceso de asignación de los trabajos y proyectos que ellos mismos se reparten; pero tranquilos, previa publicación en boletín.
Amén de los amenes. Juan.