¿MÁS COOPERACIÓN MILITAR CON ISRAEL?
Alejandro Pozo
Anunciado desde octubre, el 16 de marzo se selló el acuerdo de cooperación militar más completo hasta la fecha entre España e Israel.
Al parecer, se trata de un “Memorando de Entendimiento”, fórmula que implica que no se derivan derechos y obligaciones para ambas partes, no se publica en el BOE y no se somete a la autorización previa de las Cortes (como sí sucede con los tratados internacionales de carácter militar). Sin embargo, resulta poco creíble que se trate realmente de una mera declaración de intenciones. Quizá, como señala Eduardo Melero, profesor de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, se ha calificado este acuerdo como memorando para evitar el control parlamentario y el debate público sobre su contenido. Cabe preguntarse de qué contenido podríamos estar hablando, dado que por “relaciones militares” a menudo entendemos “exportaciones de armas españolas”. Sin embargo, éstas representan un volumen económico muy inferior al registrado en otros ámbitos, como veremos.
Las exportaciones de material militar español a Israel despiertan, además de interrogantes éticos, otros jurídicos, ya que están reguladas por ley. En opinión de numerosos expertos, en general estas exportaciones violan de manera flagrante varios criterios de la ley española y europea. A modo de ejemplo, los Estados miembros de la Unión Europea han rechazado exportaciones a Israel apelando en 335 ocasiones entre 2001 y 2008 al criterio 2, por no respetar Israel los derechos humanos –así consta en muchos informes de la ONU y la Unión Europea– y al criterio 3, por encontrarse en una situación de conflicto armado o tensión política –como considera la práctica totalidad de centros sobre paz y conflictos. En cambio, no se conoce que España haya denegado nunca una exportación de material militar a Israel (entre 2006 y 2008 denegó a todos los países apenas 15 de las 2.421 solicitudes). Es evidente que no se puede demostrar que el material militar exportado sea utilizado –exactamente el mismo– directamente o como componente integrado, para matar personas o violar sus derechos, pero es importante conocer que no existe ninguna garantía sobre su uso final y no se puede impedir su empleo en incursiones como las realizadas en la Franja de Gaza entre los últimos días de 2008 y enero de 2009. En los últimos catorce años, España ha exportado “material de Defensa” y armas cortas a Israel valoradas en más de 25 millones de euros, además de otros 8,6 millones en material de doble uso civil-militar. “Absolutamente insignificante”, respondió Rodríguez Zapatero a un joven en el programa de televisión “Tengo una pregunta para usted”. Pero muy relevante, tratándose de Israel. Estando Gaza todavía humeante, España autorizó, en el primer semestre de 2009, licencias de exportación de material militar por 178.955 euros, un 14% más que en la primera mitad de 2008. Huelga decirlo, España no ha exportado armamento a autoridades o grupos palestinos, una práctica que también habría supuesto una violación de los criterios de la legislación vigente.
No obstante, existen otras relaciones militares, éstas no reguladas por ley, que también pueden resultar fortalecidas por el nuevo acuerdo. Entre las numerosas importaciones de material militar israelí, son bien conocidas algunas adquisiciones de misiles y aviones no tripulados (utilizados por España en Afganistán). Sólo estas compras superaron los 340 millones de euros. Cabe señalar que, por un lado, al reducir el coste por unidad estas importaciones abaratan la producción interna de armas de Israel, que depende de sus exportaciones, más de tres cuartas partes de su fabricación. Por el otro, advertir que si España importa tecnología militar muy avanzada de Israel, es como consecuencia de su enorme esfuerzo militar, justificado internamente por la amenaza, real o figurada, que su población percibe tanto del exterior como del “interior” (los Territorios Ocupados de Palestina). Según han declarado diplomáticos israelíes, el ingeniero y el soldado conviven en aquel territorio al convertir una parte en un laboratorio de pruebas permanente.
En cuanto a la cooperación corporativa, cada país prioriza su industria militar local. Por ello, proliferan los consorcios entre empresas de Israel y España para acceder a los respectivos mercados (y en terceros países, incorporando a sus compañías). El volumen de negocio de esta colaboración puede superar los cincuenta millones de euros anuales, según la embajada israelí en Madrid. Asimismo, esta cooperación afecta a la denominada “Seguridad Integral” (lucha antiterrorista, espionaje, control de fronteras e inmigración, etc.). Sólo en este último sector, en el que Israel es puntero, autoridades israelíes estiman que el volumen de negocio con empresas españolas se está acercando al de la Defensa. Además, también cooperan en los programas de investigación (I+D) financiados por la Unión Europea.
Finalmente, España también se ha ofrecido, como presidenta de turno de la Unión Europea, a impulsar las relaciones de Israel con la UE y la OTAN. Resulta cuanto menos reprobable que el Gobierno español haya decidido dar un paso más en las ya preocupantes y nada insignificantes relaciones militares con Israel, apenas 14 meses después de los excesos en Gaza y la petición de varios partidos políticos en el Congreso de suspensión de exportaciones militares a Israel, en un momento en el que este país está siendo acusado por la ONU de crímenes de guerra y contra la humanidad y evitando, además, el necesario debate parlamentario.