En Rebelión el 18-07-2012 |
Derecho a desobedecer
El pueblo español y otros europeos hemos comenzado a vivir bajo una tiranía.
Las
autoridades imponen políticas que provocan daños económicos, físicos y
morales a la mayoría de la población. Reducen los ingresos y aumenta la
pobreza y la exclusión (solo entre 2009 y 2010 aumentó en 1,1 millones
el número de personas pobres en España). Disminuyen la financiación de
los servicios públicos básicos, lo que hace que aumente la mortalidad,
las enfermedades y todo tipo de daños psicológicos y personales (la tasa
de mortalidad ha aumentado un 20% en Portugal desde que empezaron a
adoptarse las políticas de ajuste y la esperanza de vida ha
bajado por primera vez en España). Recortan los derechos de los más
desfavorecidos al mismo tiempo que aumentan los privilegios de quienes
gozan de más renta y riqueza (la desigualdad aumentará en España un 9%
en 2012 como consecuencia de los recientes ajustes fiscales del PP).
Además, imponen estas medidas recurriendo a todo tipo de mentiras.
Dicen
que las toman para mejorar la economía pero esta está peor que antes de
tomarlas. Nuestra prima de riesgo esta más de 400 puntos por encima de
la que había en mayo de 2010 cuando empezaron los recortes que Zapatero y
luego Rajoy dijeron que había que tomar para que bajase.
Dicen
que las reformas del mercado laboral son para crear empleo y lo que
sucede es que la tasa de paro está cinco puntos más alta que antes de
aprobarse.
Dicen que hay que reducir el gasto social para
disminuir la deuda y resulta que ahora está casi 17 puntos más arriba en
porcentaje
sobre el PIB que hace dos años porque lo que ocurre, lógicamente, es
que con menos gasto público se generan también menos ingresos en todas
las actividades.
Dicen que hay que reducir el gasto en
personal público porque no hay dinero pero privatizan servicios a base
de contratos a favor de empresas privadas que son más caros que el
personal que ahorran. Así ha pasado, entre otros muchos casos, con la
privatización del servicio de expedición de vidas laborales de la
Seguridad Social pagando 4,7 millones de euros a una empresa privada.
Dicen
que no hay dinero pero se sacan de la manga cuando les conviene miles
de millones para salvar a los banqueros corruptos, conceden amnistías
fiscales, desmantelan la lucha contra el fraude fiscal y renuncian a
obtener los ingresos que podría proporcionar combatirlo de frente y
eficazmente. Solo en pago de deuda ilegítima que deberíamos repudiar nos
hemos gastado en 2008, 2009 y 2010 algo
más de 122.800 millones de euros.
Dicen que todas esas
medidas son imprescindibles para salir de la crisis pero la realidad
indiscutible es que no hay ninguna experiencia en el mundo de algún país
que haya salido de una parecida adoptando este tipo de políticas. Al
revés, le han hecho frente mejor quienes hacen lo contrario.
Y
entre tanta estafa y falsedad, nuestras instituciones han quedado
viejas y resultan inútiles. Ni el PP ni el PSOE son capaces de aportar
soluciones a la situación ni de enfrenarse con inteligencia, valentía y
dignidad a las imposiciones de los poderes financieros. Pero no tienen
inconveniente en repartirse cerca de 25 millones de euros en
subvenciones solo para el primer trimestre de 2012, según acaba de
publicar el Boletín Oficial del Estado.
El Presidente del
Gobierno ha reconocido ante el Pleno del Congreso de los Diputados que
en España no tenemos libertad, y ninguna institución,
ningún juez, ningún fiscal, ningún partido pide cuentas por reconocer
que la voluntad del pueblo ha sido secuestrada.
El Rey, cuya
función constitucional es la de arbitrar con equidistancia, toma partido
y gobierna a favor de la oligarquía que se beneficia de estas políticas
y de los recortes con los que está en desacuerdo el 70% de la población
española.
La Constitución es un papel mojado porque no
garantiza el ejercicio de derechos básicos, ni la soberanía nacional, ni
el libre albedrío de todos sus ciudadanos, ni la defensa de nuestro
patrimonio ni la de los intereses económicos de la Nación española, ni,
por supuesto, la libertad que Rajoy reconoce sin inmutarse que nos han
robado.
Y en Europa se asienta el cerebro del Tirano: no hay
manera democrática de hacer frente a las imposiciones de la banca, cuyos
antiguos directivos han tomado al asalto las grandes instituciones, y
donde sus autoridades incluso
comienzan a declararse, como en el Estatuto del Mecanismo Europeo de
Estabilidad, inmunes e inviolables (artículo 35.1) decidan lo que
decidan y hagan lo que hagan.
Los españoles no tenemos por qué
aceptar la traición de nuestros gobernantes y la imposición de
políticas injustas y basadas en mentiras, que solo benefician a las
minorías privilegiadas, ya salgan de La Moncloa, de Bruselas o del mismo
infierno. “Cuando el gobierno viola los derechos de los ciudadanos la
insurrección es para el pueblo, y para cada porción del pueblo, el más
sagrado de sus derechos y el más indispensable de sus deberes”, tal y
como decía el artículo 35 de la Declaración de los Derechos del Hombre
de 1793, porque, como también afirma la Declaración Universal de los
Derechos Humanos en su Preámbulo, el pueblo tiene el “supremo recurso de
la rebelión contra la tiranía y la opresión”.
Si los pueblos
no hubieran ejercido estos
derechos, si no hubieran desobedecido leyes injustas como las que se
imponen ahora, si en lugar de ello hubieran obedecido “con
responsabilidad”, como pide la Secretaria General del PP, todavía habría
esclavitud, todavía los negros serían considerados seres de rango
inferior, y las mujeres ni podrían votar ni tomar decisión alguna sin el
permiso de sus padres o maridos.
¡Ya está bien de obedecer a
los tiranos que gobiernan contra el pueblo! Hay que reclamar sin miedo
elecciones generales para acabar con la estafa electoral protagonizada
por el PP y con la ineficacia y corrupción de los partidos instalados en
el sistema nacido de la transición, hay que abrir paso a una nueva
Constitución que salvaguarde de verdad nuestra soberanía nacional y el
ejercicio de los derechos básicos, que combata la corrupción como a un
cáncer maligno, que obligue a respetar los principio de equidad y
justicia fiscal, que proporcione nuevos medios
de participación social y ciudadana… que no permita nunca más la
vergüenza de estar gobernados por un presidente al que le dé igual que
hayamos perdido la libertad.
Quienes nos imponen estas
políticas cuentan ya con un determinado grado de respuesta y rechazo
social (“pueden hacer mil marchas, mil huelgas, nada cambiará”, decía
Menem en julio de 1997 en la Argentina que sufría entonces lo mismo que
ahora los pueblos europeos). Por eso no basta con respuestas aisladas y
desunidas. Hay que reaccionar frente al tirano con el único medio al que
nunca podrán vencer: la máxima unidad ciudadana, la desobediencia civil
y el sabotaje pacífico, siempre pacífico, y democrático de sus normas e
imposiciones. Sin miedo y con esperanza, porque Gandhi lo dijo bien
claro: “Siempre ha habido tiranos y asesinos, y por un tiempo, han
parecido invencibles. Pero siempre han acabado cayendo. Siempre”.
Juan Torres López.
Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla