SOMETIDOS
Hoy es lunes y en esta ciudad
abren los bares a un cincuenta de su capacidad. Hay que atender fuera, limpiar
siete veces los baños, sentarse en los veladores a distancia de un metro y
otras condiciones preventivas. Hoy todo el habitante barismeño se puso la
chaquetita de entretiempo y se han reunido, con selfie incluido, a vacilar de
sus rostros amerluzados tras cincuenta y pico días de nefastas e inexplicables
prudencias. Hoy el teléfono no paraba de sonar de gozo acomodaticio. Ninguno preguntaba
nada ni tampoco respondía tras ese
silencio neftalino y amoniacal que mantuvieron. Los instruidos de libro moderno
en mano pasaban con sus bicicletas deshinchadas como si no hubiera pasado nada
y con la alegría de un coleccionista en sus monederos.
Algunos bares a última hora
tuvieron la visita de las autoridades. Qué bien que hayan transgredido en haber
metido sus pares de dedos en aceitunas y compartido viandas hasta últimas
horas. Una valentía infinita digna de un pueblo tan servil como altivo. Este
buen lunes lleno de pasos de cortas distancias, ha sido un muestrario de
vanidades fáciles y cortas miras de ojos. Ha ganado el plástico y las órdenes
dictadas. Nadie ha mirado la primavera espléndida que se ha quedado entre tanta
llorera de días programados.
Puede lavar su coche, hacer
carreras, comprar recambios, y todo entre un panel de geles y metacrilatos. Ya
no existen temores porque lleguen
contagios a las abuelas. Incluso puedes acompañar a muertos en su epitafio a
San Fernando. El virus se ha subido a las palmeras de tu mundo inundado de
normativa colectiva. Puedes ponerte un mono sin papel en mano. Lloraste sin
iglesia ni pasos. Soportamos tu ausencia ciega por órdenes de telediario.
Fuiste el fiel de fieles y ya entre veladores, amo.
Si fuera esta una guerra
bacteriana quedarías en tu balcón de banderas, tu aplauso y la radio. Al menos
contenta que hayas valorado una azotea que parecían antes peinetas en bloques
carcelarios.
11/05/20. Sevilla. Juan El
chatarrero.