17 diciembre, 2010
BREVE HISTORIA DEL ANARQUISMO ITALIANO Y EL CONCEPTO DE COOP COMO "INSURRECTOS"
Imagen: No es lo mismo Ernesto Guevara, hijo de papá , banquero y ministro (- ver Lucio Urtubia ó el propio Fidel-), a la par que revolucionario y admirado, que Hugo Chávez, hijo de maestros y aldeano. Tras las últimas acusaciones de las muchas, por parte de nuestro gobiernito, le dedicamos un membrete asociado a esta nueva consejería que aparece en la imagen superior.
"Antes me consumo que permitir... "
(HUGO CHÁVEZ)
Dedicado a Bura, bastión del rugby en las tres mil viviendas del Adriático.
Historias breves para la "muda". Anarquismo y comunismo italiano.
Del Risorgimento al 900.
El Risorgimento constituyó un terreno fertilísimo para el desarrollo del movimiento anarquista italiano, gracias también a la influencia de Bakunin que por varios años residio en Italia. Precisamente del risorgimento nació el primer anarquista italiano, Carlo Pisacane, que además de ser un hombre de acción, fue también un intelectual de gran sabiduría. Dejó numerosos escritos, inspirados en el anarquismo proudhoniano, en el cual expresó su pensamiento libertario, federalista y antiautoritario.
La llegada de Mijail Bakunin a Italia (Florencia, 1864) permitió establecer las bases de la organización anarquista italiana: en 1866 se constituyó la Hermandad Internacional y un Comité Central Italiano. Inicialmente el recién creado movimiento anarquista tuvo una formación inconstante y, sobre todo, no pareció calar demasiado entre las masas. Sucesivamente, a pesar de las dificultades, la sección napolitana consiguió fundar el primer periódico anarquista italiano, “Igualdad”, que sin embargo fue cancelado tras solo tres meses.
Siempre en Nápoles, en 1867, se constituyó la Sociedad de los Legionarios de la Revolución Social por Giuseppe Fanelli y Saverio Friscia.
En los primeros meses de 1868 se constituyeron las primeras secciones italianas de la Internacional, una de éstas, la Sección de Catania, envió a Saverio Friscia como delegado al Congreso de Bruselas. Las primeras organizaciones anarquistas se compactaron (sobre todo en Umbria, Puglia y Emilia Romagna) en torno a personalidades destacadas como Errico Malatesta, Carlo Cafiero, Pietro Goria, Francesco Saverio Merlino, Andrea Costa (que después se pasó al socialismo parlamentario en 1882), Luigi Fabbri y otros.
Mientras la Internacional de los trabajadores (La Haya, 1872) determinó la expulsión de los anarquistas, la sección italiana de la Internacional socialista, durante el congreso de Rimini (1872), estableció el predominio, en Italia, de los anarquistas respecto a los marxistas.
El siglo XIX vio la primera tentativa italiana de insurrección revolucionaria en Bolonia (1874), que terminó con la detención de todos los insurrectos. Otra tentativa fue realizada en 1877, en la región del Matese. Malatesta, Cafiero y otros fervientes anarquistas formaron la denominada Banda del Matese que se proponía el objetivo de expropiar a los terratenientes y de atacar toda forma de jerarquía y de autoridad presentes en el Matese.
Estas iniciativas excesivamente ambiciosas, a parte de las dificultades de obrar eficazmente “por lo legal” (basta pensar en el Partido socialista Anarquista Revolucionario nacido en 1891) determinaron consecuentemente, la represión del movimiento anarquista y la fuga forzada de figuras de primer plano como Cafiero, Merlino (a finales de siglo se convirtió en un teórico del socialismo libertario), Malatesta y otros.
El último cuarto del siglo XIX fue un periodo en el que prevalecieron las acciones individualistas y las prácticas de acción directa (“propaganda por el hecho”), aunque no hay que olvidar las luchas de los anarquistas en el ámbito del trabajo [piénsese en la historia del Primero de Mayo inherente a las reivindicaciones de las 8 horas de trabajo (N.d.R.)] los más significativos de los cuáles fueron llevados a cabo en el extranjero porque muchos individualistas, así como los “anarco-comunistas”, se marcharon al extranjero para evitar la represión:
- (1878) Giovanni Passannante intentó matar a Umberto I
- (1894) Sante Caserio apuñaló mortalmente al presidente francés Sadi Carnot
- (1897) Michele Angiolillo atentó contra la vida del presidente español, Cánovas del Castillo, asesinándolo
- (1898) Luigi Luccheni apuñaló mortalmente a la princesa Isabel de Austria (Sisi Emperatriz)
- (1900) Gaetano Bresci mató, con tres disparos de pistola, en Monza al rey Umberto I
Desde el '900 hasta la llegada del fascismo
El nuevo siglo se abrió con las graves dificultades del movimiento, aplastado por la represión y por la ausencia, forzada, de figuras relevantes capaces de coagular en torno a ellas el movimiento anarquista italiano.
A pesar de todo, tras el “hecho” de Gaetano Bresci, y su posterior muerte (1901), la época giolittiana (bajo el nuevo reino de Victor Manuel) pareció abrirse bajo la señal de una relativa “comprensión” recíproca: algunas manifestaciones, como la del 1 de Mayo, ya no fueron prohibidas (en mayo de 1902 Pietro Gori llevó a cabo en Roma un mitin memorable) y también nació la idea de una mejor organización anarquista capaz de incidir más profundamente en la vida pública. Sin embargo los enfrentamientos con las fuerzas militares no faltaron: ej., 8 muertos en 1903 en Torre Annunziata; 4 muertos en Buggerru (Cagliari) en 1904, durante la huelga de los mineros; 4 muertos en Cerignola (Bari) siempre en 1904.
A estos enfrentamientos esta vez no se respondió con el acto individual, sino con una mayor consciencia de los trabajadores/trabajadoras (huelgas y manifestaciones que golpearon toda la península, caracterizándose como eventos de masa). En este clima se constituyó en 1912 como sección italiana de la Internacional de los Trabajadores (AIT), la Unión Sindical Italiana (USI). En 1913 Malatesta regresó temporalmente a Italia, convirtiéndose inmediatamente en protagonista en 1914 de la denominada semana roja (Malatesta se despidió definitivamente de la península en 1919)
El periodo de preguerra
En el periodo que precedió a la Primera Guerra Mundial buena parte de los anarquistas italianos se opusieron al intervencionismo: en enero de 1915 se reunieron en el congreso nacional de Pisa, para así coordinar el compromiso antimilitarista: Sobre la misma directriz se movió la recién nacida USI, no antes de haber aislado y dejado en minoría (congreso de septiembre de 1914) a sus “jefes” (De Ambris, Massotti, Michelino Bianchi, etc.), todos a favor de la intervención en la guerra, obligados a salirse y continuar su lucha en un nuevo organismo: la Unión Italiana del Trabajo.
Otros anarquistas, en clara minoría, apoyaron la participación en la guerra, entre ellos Argo Secondari, futuro fundador de los Arditi del Popolo.
La primera posguerra
A continuación, se vivieron en Italia, y en general en toda Europa, años tumultuosos y llenos de acontecimientos que marcaron el siglo XX: el desarrollo del movimiento antimilitarista, los levantamientos de Turín 1917 (donde los anarquistas de la Barriera de Milán fueron los protagonistas principales de los tumultos), las huelgas sindicales inspiradas por el naciente sindicalismo revolucionario y las ocupaciones de las fábricas (siempre en Torino Maurizio Garino, Italo Garinei y Pietro Ferrero estuvieron entre los artífices principales del movimiento “ocupante” que dio vida a los Consejos de Fábrica).
Todos estos acontecimientos, junto con la presencia deMalatesta, dieron nuevo vigor al anarquismo italiano organizado (sindical y “comunista”), así es que en 1919 nació la Unión Anarco-Comunista Italiana (UCAI) que el año después (1920), aprobando la declaración de principios formulada por Malatesta (Programa anarco-comunista), recibió la denominación de Unión Anarquista Italiana (UAI).
En la UAI salieron a la luz varias personalidades, entre las cuales Camillo Bernieri, que se distinguió por su anarquismo antidogmático, libertario, anticentralista, federalista y, sucesivamente, por su activismo durante la Revolución Española. Con la constitución de la UAI, nació también, el mismo año (1920), el histórico primer periódico anarquista: Umanità Nova
A pesar del nacimiento de estas organizaciones anarquistas, seguía habiendo quienes veían en el acto individualista el único medio eficaz para contrarrestar la arrogancia del Estado y de las clases dominante: en el verano de 1919 el individualista Bruno Filippi organizó una serie de acciones directas contra exponentes de la burguesía (Filippi morirá durante una de estas acciones); en 1921 explota una bomba en el Teatro Diana en Milán que provoca 21 muertos y 200 heridos. La bomba fue obra de algunos individualistas que pretendían golpear al jefe de policía de Milán Gasti, contra la injusta detención sufrida por los redactores de Umanitá Nova: Armando Borghi, Malatesta y Corrado Quaglino. Gran parte de los anarquistas se desentendieron de aquella acción que juzgarón inútil y nociva para el movimiento.
En este periodo los anarquistas italianos miraban con gran atención lo que estaba sucediendo en Fiume. Umanità Nova envió a Randolfo Vella a hacer la crónica periodística de los hechos acaecidos en Fiume; en una entrevista a D'Annunzio Vella preguntó: "¿Usted está a favor del comunismo?", a lo que el “Vate” respondió: “No hay de que extrañarse, ya que toda mi cultura es anarquista, y por tanto esta radicada en mí loa convicción de que, tras esta última guerra, la historia liberará un vástago hacia un país totalmente nuevo. Es mi intención hacer de esta ciudad una isla espiritual desde la cual pueda irradiar una acción eminentemente comunista hacia todas las naciones oprimidas. Yo necesito que no me calumniéis vosotros los subversivos; pues veréis que mi obra no es nacionalista”. Incluso después del bombardeo de Fiume, D'Annunzio invitará a “levantarse y hacer en definitiva justicia”. A este llamamiento solo algunos respondieron, entre los cuales los anarquistas Aurelio Tromba, Ettore Aguggini, Antonio Pietropaolo, Annuzio Filippi (hermano de Bruno Pilippi), organizando una excesivamente ambiciosa tentativa insurreccional que sin embargo terminó con el arresto, el 20 de Diciembre de 1920, de 30 personas (12 serán liberados casi inmediatamente), aunque a continuacióon el procesó redimensionará el proyecto insurreccional (todos absuelto excepto Cerati, condenado levemente por posesión de un revólver, y Filippi, condenado a dos años).
Durante el fascismo
La represión fascista golpeó sin piedad en todos los ambientes antifascistas, incluyendo a los militantes anarquistas. Estos estuvieron entre los más acérrimos defensores de la construcción de un “frente antifascista”, que uniese a todos, más allá de diferencias ideológicas. En un plando genérico de unidad se adhirieron la CGL, USI, UAI, la Federación Portuaria, los Ferroviarios autónomos y la UIL. El proyecto se quedó básicamente en un plano teórico por las habituales divisiones ideológicas y por la ausencia relevante del Partido Comunista Italiano.
En el momento más intenso del squadrismo*, los anarquistas (junto a los socialistas, republicanos y comunistas desobedientes a las directrices del partido) fueron inmediatamente protagonistas de episodios de resistencia: los “Arditi del Popolo” organizaron una seria tentativa de resistencia proletaria armada contra el fascismo, infligiendo duras derrotas en Sarzana, Civitavecchia, Viterbo y en 1922 en Parma, otros actuaron individualmente y entre estos uno de los más irreducibles fue sin duda Renzo Novatore (muerto el 29 de noviembre de 1922 en un conflicto armado con los Regi Carabinieri cerca de Teglia-Genova).
El debate interno del movimiento se desarrolló principalmente en el interior de revistas y periódicos que nacieron y se desarrollaron entre enormes dificultades – clandestinidad, amenazas y acciones squadristas, dificultad para recavar fondos, limitaciones drásticas de la libertad de prensa, persecuciones varias, etc. - . Los más importantes periódicos de la época fueron: La Verità (primer periódico anarquista clandestino de 1923), La voce del profugo, Fede! Semanal Anarquista de Defensa y Cultura (publicado desde 1923 hasta 1926), Pensiero e Volontà (fundado por Malatesta y publicado desde 1924 hasta 1926), L'Adunata dei Refrattari (periódico publicado en Nueva York, pero que recogió numerosos artículos de anarquistas italianos desde 1928 hasta 1972).
En 1926 el gobierno fascista declaró ilegal el USI y la propia UAI, esto provocó que entrase en boga el acto individualista: en 1926 Gino Lucetti atentó contra la vida de Benito Mussolini; Michele Schirru y Angelo Sbardelloto fueron condenados a muerte sólo por haber preparado un plano de atentado.
Por desgracia el movimiento anarquista no se libró de la violencia fascista: durante la marcha sobre Roma la sede de Umanità Nova fue destruida; muchos anarquistas, en los “años 20” fueron cruelmente asesinados entre los cuales: Attilio Fellini, secretario de la Camara del Trabajo de Carrara, Raffaele Virgulti de Ímola, Filippetti y Catarsi de Livorno, Cesare Rossi, cajero de la Cámara de Trabajo de Sestri Ponente, Pietro Ferrero, secretario Fiom en Turín y otros. [cabe señalar igualmente la muerte, tras feroces persecuciones, del comunista Antonio Gramsci y del jovencísimo Piero Gobetti, fundador de La Rivoluzione Liberale y principal valedor de la iniciativa libre y carente de toda influencia autoritaria (N.d.R)].
Para huir de la represión, muchos anarquistas eligieron el exilio voluntario en el extranjero (por ej. Luce Fabbri, Armando Borghi, etc.), aun manteniendo el contacto con los compañeros italianos, muchos otros en cambio fueron condenados al exilio (entre ellos Malatesta), precedentemente Ventotene (el director de las guardias en Ventotene hubo un cierto Marcello Guida que en 1969 se convirtió en jefe de policía de Milán, fue él que mintieno declaró que la defenestración de Guiseppe Pinelli fue un suicidio), pero también en otras pequeñas islas del Mediterráneo (Ustica, Tremiti...) destinadas a tal objetivo: otros fueron “obligados” al exilio (ya en 1922 el anarquista Severino Di Giovanni fue obligado a emigrar a Argentina. Aquellos que en cambio eligieron de trasladarse a Francia se reagruparon en torno a la Federación Italiana de Prófugos Italianos), redescubriendo el internacionalismo anarquista: durante la Revolución Española (1936-1939), muchos anarquistas italianos, entre los cuales el ya citado Bemeri que murió en la Barcelona revolucionaria a mano probablemente de un sicario estalinista, se adhirieron a la resistencia antifranquista.
*Nota: squadrismo---> TS stor., en Italia, entre 1919 y 1924, fenómeno de violencia armada, ejercitada por equipos de acción constituidos inicialmente por excombatientes de la primera guerra mundial y, desde 1920, utilizados por el fascismo como instrumento de intimidación y de lucha política.
Los anarquistas tras el 8 de septiembre
La caída del fascismo (8 de septiembre de 1943) abrió un capítulo casi desconocido de la historia de Italia, es decir, el concerniente a <>: durante la resistencia ellos actuaron tanto individualmente, adhiriéndose a formaciones partisanas no anarquistas, como en el ámbito de organizaciones destacadamente anarquistas (Brigadas Bruzzi y Malatesta, Brigada Pisacane, Brigada Silvano Fedi...).
Muchos partisanos anarquistas se convirtieron en figuras destacadas de la resistencia antifascista, entre ellos Pietro Bruzzi, Silvano Fedi y Emilio Canzi (Canzi – nombre de batalla “Ezio Franchi” - en el verano de 1944 llegó a Comandante Único de la zona piacentina de la C.L.N. Alta Italia).
A pesar de las dificultades y la necesidad de obrar en clandestinidad, muchos libertarios que se encontraban confinados en el extranjero constituyeron, en 1943, la Federación Anarco-Comunista Italiana que sucesivamente confluirá en la FAI.
En enero de 1945, en Ragusa, Maria Occhipinti y Franco Leggio “lideraron” la resistencia popular antimilitarista ante la llamada a las armas realizado por el gobierno de la Italia liberada
De la posguerra a hoy
Reorganización de los anarquistas en la posguerra
Tras la caída del régimen fascista y el fin de la II Guerra Mundial, los anarquistas volvieron a organizarse y a hacerse operativos a la luz del sol. Las ganas de recuperar el tiempo perdido llevó al nacimiento de numerosos periódicos libertarios: Era Nuova en Turín, Il Comunista Libertario y después Il libertario en Milán, L'Amico del Popolo en Génova, Volontà en Nápoles, Umanità Nova en Roma.
Fue el Congreso de Carrara de 1946 (12-14 de abril) el que marcó el nacimiento, de las cenizas de la vieja Unión Anarquista Italiana, de la Federación Anarquista Italiana (FAI), cuyas líneas organizativas fueron establecidas en los distintos Congreso, de los cuales por otra parte surgió un conflicto entre individualistas (liderados por Cesare Zaccaria) y anarco-comunistas.
Además de las históricas divisiones entre las distintas “corrientes”, el movimiento anarquista italiano vio como surgían intereses contrapuestos entre los grupos del Sur y los del Norte: los primeros defendían una acción principalmente propagandística y la limitación de la presencia de los anarquistas dentro de las organizaciones político-sindicales; los grupos del Centro-Norte, que llevaban el bagaje de la experiencia de la resistencia antifascista, deseaban en cambio una acción principalmente en contacto con las masas.
“Los del Norte” ya a finales de junio de 1945 organizaron en Milán la reunión de la Federación Comunista Libertaria Alta Italia (que reunía a las federaciones regionales del norte) en el curso de la cual se estableció que “a pesar de la caída del fascismo, la base capitalista y monarquica no se había siquiera resquebrajado y que por ello la lucha antiburguesa debe continuar con más intensidad aprovechando todas las oportunidades que se presentan (con dicho objetivo fue constituida la Federación Juvenil Comunista Libertaria Alta Italia). Esta ferviente actividad en la práctica provocó también el paso al anarquismo de algunos jóvenes militantes comunistas, entre los cuales los lígures Arrigo Cervetto y Lorenzo Parodi, como forma de contestación a la política del PCI de Togliatti.
De estas divergencias internas en el movimiento, entre el ala organizadora y la individualista (esta última ejercitaba un relativo control de la organización nacional), surgieron una serie de escisiones que dieron lugar a varios grupos y grupúsculos, muy a menudo de vida efímera (por ejemplo ya a finales de 1945, Antonio PietroPaolo, Mario Perelli, Germinal Concordia y otros militantes, separándose de la Federación Comunista Libertaria Lombarda, dieron vida a la Federación Libertaria Italiana sobre la base de una alianza con elementos comunistas disidentes. La F.L.I. tuvo sin embargo una vida muy breve y la mayor parte volvió al movimiento anarquista) aunque la mayoría de los anarquistas, aun con varios peros, se adhirió a la FAI. En febrero de 1951, los anarco-comunistas constituyeron los Grupos Anarquistas de Acción Proletaria (GAAP) que comporto la consiguiente salida de la FAI.
Las divisiones, que históricamente habían infligido siempre a los anarquistas, se manifestaron también durante la campaña por el referéndum del 2 de junio de 1946 (monarquía o república), en el cual la gran mayoría se pronunció a favor del abstencionismo, sin embargo no faltaron los que apelaron a la participación en las votaciones (Pier Carlo Masini) o que en cualquier caso fueron tolerantes con esta oportunidad (Umberto Marzocchi). Las diferencias y los varios peros, no hicieron sino olvidar la importancia de la actualidad: en Sicilia, Franco Leggio, Giuseppe Alticozzi y Umberto Consiglio, todos pertenecientes al grupo de Messina, fundaron la editorial de La Antorcha; siempre en el Sur, en Calabria, los anarquistas estuvieron plenamente involucrados en los movimientos de ocupación de las tierras.
Con respecto a la situación sindical, además de los Comités de Defensa Sindical (los comités eran un ramo de la CGIL y se constituyeron en el genovés para contrarrestar las derivas reformistas de la CGIL), en 1950 se reconstituyó la USI, aunque la plena actividad no fu alcanzada hasta los años 60-70 (la reconstitución fue retrasada a causa de las presiones de la FAI, que convenció a muchos de sus activistas a que participasen en la formación de la C.G.I.L.)
Los años 60 y 70
En los “años 60”, que alcanzaron el cénit con el Mayo del 68, el anarquismo, encontró un nuevo impulso en la agitación cultural, política y social que caracterizo aquel periodo. Se constituyeron muchos grupos juveniles anarquistas sobre todo en Turín, Roma y Florencia, entre los que Juventud Libertaria; de este nuevo impulso surgieron las primeras ocupaciones de las Universidades italianas (1963), en las que los anarquistas estuvieron activamente implicados.
El mismo año la Federación Anarquista Pisana consideró excesivamente centralizadora la politica tomada por la FAI y por esto promovió el nacimiento de los Grupos de iniciativa anarquista. En 1965 los jóvenes anarquistas dieron vida a la Federación Anarquista Juvenil Italiana (FAGI), en gran parte formada por jóvenes provenientes de los Grupos Anarquistas Federados (GAF) y de la Federación Anarquista Italiana. Otros grupos de menor importancia fueron el grupo autónomo de la Federación anarquista pisana denominado Grupo Anarquista Giuseppe Pinelli (1970) y, nuevamente en la Toscana los Grupos anarquistas toscanos.
A “mitad de los años 60” el movimiento anarquista italiano se dividió en tres ramas principales: la FAI, los Grupos de iniciativa anarquista y los Grupos Anarquistas Federados (nacidos en 1965 y desde 1969 convertidos en la sección italiana de la Cruz Negra Anarquista).
Evidentemente, el despertar y la explosión cultural de las masas, y su organización mas o menos dispersa en varios ramos, no resultó del gusto de las oligarquías en el poder que se organizaron para impedir cualquier conquista de carácter social. La estrategia reaccionaria, que se resume en la denominada “estrategia de la tensión”, lanzó una sombra de oscuridad sobre la Italia de aquellos años y sobre la cual se deben todavía esclarecer algunos asuntos.
En el ámbito de este proyecto reaccionario, el 12-12-1969 el atentado terrorista de corte fascista, que pasó a la historia como la matanza de Piazza Fontana, marcó un momento dramático de la historia italiana y también del anarquismo italiano. Los anarquistas, sobre todo la corriente individualista, fueron, a veces, utilizados por infiltrados fascistas o de las instituciones, para dirigir sus acciones hacia fines más ligados con la restauración del poder o incluso para favorecer una “fascistización” del país (emblemático es el caso del fascista Mario Merlino infiltrado en el círculo anarquista 22 de Marzo).
Todas estas oscuras maniobras llevaron, en distintos momentos, a acusar a los anarquistas Pietro Valpreda e el ya mencionado Pinelli de ser los responsables de la matanza, Giuseppe Pinelli pagó con un suicidio-homicidio aquellas infamantes acusaciones, mientras el primero tuvo que sufrir la cárcel hasta que las acusaciones dirigidas contra el se revelaron totalmente infundadas.
Otros anarquistas durante aquellos años perdieron la vida o estuvieron implicados en trágicos episodios: el 1 de julio de 1972 el anarquista Giovanni Marini (implicado en una contrainvestigación sobre un extraño accidente de tráfico que había provocado la muerte de cinco anarquistas calabreses, Giovanni Aricò, Annalisa Borth, Angelo Casile, Francesco Scordo, Ligi Lo Celso, sucedido el 27 de septiembre de 1970 sobre la autopista en las cercanía de Roma adonde se estaban dirigiendo para entregar los resultados de una indagación suya sobre las matanzas fascistas) huyó de una agresión fascista, en el curso de la cual perdió la vida uno de sus agresores (Carlo Favell); el 12 de diciembre de 1970, durante una carga en los enfrentamientos de una manifestación anarquista organizada para celebrar el aniversario de la matanza de Piazza Fontana, murió el estudiante Saverio Saltarelli; el 7 de mayo de 1972 el pisano Franco Seranti murió tras la paliza que le propinaron las fuerzas públicas por haberse opuesto a la habitual manifestación fascista.
A pesar de muchas batallas en las que los anarquistas mostraron uniformidad teórica y práctica, las escisiones internas en la FAI continuaron; en 1973 surgieron los denominados grupos plataformistas, que dieron origen a numerosos grupúsculos de tendencia anarco-comunista. (Los dos grupos más importantes, la Organización revolucionaria anarquista (ORA) y la Organización de los Comunistas Anarquistas de la Toscana (UCAT), posteriormente soldaron sus propias estructuras formando, en 1985, sobre la base de las tesis expresadas en la Plataforma de la Unión General de los Anarquistas, la Federación de los Comunistas Anarquistas).
La llegada de 1977 trajó el nacimiento del movimiento punk, que en Italia tomó forma a partir sobre todo de 1978, y de los Indios metropolitanos. Los anarquistas estuvieron además activos en las batallas feministas por el aborto, en las ecologistas contra la energía nuclear y en los movimientos de las ocupaciones de edificios públicos o privados abandonados (ver Centro Social Ocupado Autogestionado y Squat).
Actualidad
El pos77 marcó el inicio de un periodo de estancamiento que golpeó a todo el movimiento antagonista, incluido también el anarquista. Todo ello sin embargo no impidió a los militantes libertarios proseguir, aunque entre mil dificultades, las batallas históricamente pertenecientes al movimiento anarquista.
Los episodios dramáticos de la historia anarquista por desgracia no han sido patrimonio exclusivo del pasado sino que también se han producido en tiempos para nosotros más recientes. En marzo de 1998, fueron arrestados en Turín tres okupas -Edoardo Massari, María Soledad Rosas y Silvano Pelissero (ver Sole, Baleno y Pelissero)-, todos acusados de ecoterrorismo. Tras el suicidio de Massari y Soledad, Silvano Pelissero fue absuelto de las acusaciones infundadas, de pertenencia al grupo terrorista fantasma de los “Lobos Grises”.
En los primeros años del tercer milenio fue en cambio la Federación Anarquista Informal la que salió a escena, cuyas modalidades de actuar (paquetes bomba y atentados varios), han traído el desarrollo de un fuerte debate interno en el movimiento (¿verdaderos insurreccionalistas?, ¿compañeros equivocados?, ¿provocadores?). También durante el G8 de Génova, marcado por el asesinato de Carlo Giuliani, los anarquistas han sido protagonistas visibles de las protestas en el marco anti-G8 contra los “8 grandes del mundo” y sus políticas ultraliberales y liberticidas.
Entonces, a pesar de las dificultades y la represión que periódicamente golpea al movimiento anarquista – como por ejemplo la reciente “Operación Brushwood” que ha visto el arresto de Michele Fabiani y de otros amigos suyos, acusados de formar parte de una célula insurreccionalista fantasma denominada COOP-FAI (Contra Todo Orden Político-Federación Anarquista Informal) – estos están siempre en primera fila en las luchas sociales (lucha contra la cárcel, el anticlericalismo, luchas sindicales, lucha contra el CPT, etc.) y en las conquistas de nuevos espacios de libertad, ora a través de las más estructuradas organizaciones nacionales (FAI, USI, FdCA) ora mediante “organizaciones” más informales como el movimiento anarco-punk, el ligado a los centros sociales, al ecologismo, al antiespecismo, al antisexismo, al antimilitarismo y también al insurreccionalismo.
Fuente: A las Barricadas.