La UE construye una fortaleza racista contra la migración y l@s refugiad@s
Contrariamente a la propaganda, la caída de muro de Berlín en
1989 fue el punto de inflexión para alzar nuevos muros. No era el único
muro que existía en el mundo, pero la dictadura mediática global
ocultaba el de los turcos en el Chipre ocupado, el de los británicos en
la Irlanda ocupada, el que divide al pueblo de Corea, etc.
El imperialismo en su afán de blindar sus fronteras para evitar que
los pobres del mundo puedan procurar una vida mejor, o con la intención
de dificultar la liberación nacional de pueblos ocupados, no ha cesado
en construir más muros. Los Estados Unidos de América en la frontera
mejicana, Israel en la Palestina ocupada, Marruecos en el Sahara, España
en sus colonias africanas de Ceuta y Melilla, Arabia Saudita y Kuwait
en Irak y el Yemen …
También en Nuestra América las burguesías locales no han parado de
levantar muros en las grandes urbes para delimitar los espacios
clasistas, para imposibilitar la libre circulación de las grandes
mayorías excluidas y condenadas a la miseria. En Lima, en Buenos Aires,
en Río de Janeiro son visibles estos muros de la ignominia.
El caos generalizado a que nos está conduciendo el capitalismo en su
fase senil ha sembrado el planeta de guerras. La sangre y destrucción
que provocan va acompañada por el indisimulado saqueo de los recursos
energéticos y minerales de los pueblos del sur por parte del centro
capitalista.
Las antiguas metrópolis imperialistas europeas agrupadas en la Unión
Europea siguen ejerciendo las más brutales políticas colonialistas
contra los pueblos que esclavizaron durante siglos.
Para apoderarse de sus inmensas riquezas invadieron Afganistán e
Irak, destruyeron Libia, lo siguen intentando en Siria y en Yemen,
promueven genocidios en la África negra presentados como enfrentamientos
“tribales” y guerras civiles, tal como hicieron y siguen alimentando en
Ruanda y el Congo.
En las mal llamadas “primaveras árabes”, promovidas por las embajadas
de los USA, Francia y Gran Bretaña en norte de África y Siria; en la
creación y financiamiento del terrorismo del Daesh para destruir los
Estados que no se someten al imperialismo; unido a la deliberada
inanición política que permite la persistencia de la impune tentativa de
destruir el pueblo curdo, yazidí y otras etnias, podemos encontrar
algunas de las causas más recientes del éxodo masivo de millones de
hombres y mujeres que escapan de las guerras y el hambre procurando
refugio y porvenir en Europa.
Pero el origen del mayor desastre humanitario que convierte
diariamente el mar Mediterráneo en un gigantesco cementerio hay que
buscarlo en la división internacional del trabajo asignada a los pueblos
del sur por el imperialismo. Estos pueblos trabajadores,
hiperexplotados y a veces considerados “prescindibles” por la lógica
racista, están “condenados” a padecer hambrunas, desnutrición, guerras,
desastres ambientales, para así garantizar las obscenas condiciones de
vida de las elites occidentales.
La UE -contrariamente al relato que durante décadas lleva elaborando
su burguesía y los intelectuales “progres” bien asalariados-, no
defiende los derechos humanos ni es un territorio de acogida para quien
busca refugio por motivos políticos y/o económicos. La UE es un
despiadado espacio imperialista que viola sistemáticamente las
convenciones internacionales que ha firmado y sus propios protocolos y
directivas.
Lo que está pasando actualmente en la frontera del este
europeo es consecuencia de la aplicación de paulatinas políticas de
contención de los flujos migratorios que se vienen aplicando
desde 1986, tras la aprobación de la Acta Única ese año, el Tratado de
Maastricht en 1991, los Acuerdos de Schengen en 1993 y el Convenio de
Dublín en 2003.
La Europa del Capital y la Guerra lleva décadas construyendo un muro
invisible en sus fronteras meridionales para controlar el flujo
migratorio de los pueblos del sur.
El reciente acuerdo con la dictadura turca para imposibilitar la
entrada de refugiados por Grecia es el más reciente paso de una política
xenófoba y cortoplacista que sólo consigue reforzar el avance de la
extrema derecha en el interior de sus fronteras y provocar miles de
muertes. Tras ser internados en campos de concentración son expulsados a
sus países de origen, condenándolos así a un futuro incierto tras ser
sometidos a todo tipo de abusos y tratos vejatorios por parte de las
mafias, de los traficantes de seres humanos, de las autoridades turcas y
de los países balcánicos.
La UE financia con más de 6.000 millones de euros esta operación
xenófoba a cambio de prometer a Turquía eximir de visado a sus
ciudadan@s, facilitar su integración en la Unión de los 28, callar
frente a la brutal violación de los derechos del pueblo kurdo, la
persecución de las fuerzas revolucionarias y el enriquecimiento de la
familia Erdogan en la comercialización del petroleo sirio e iraquí
saqueado por los terroristas del Daesh.
Asistimos pues a la violación, en estado puro, de los más elementales
derechos humanos por quien los proclama a los cuatro vientos. Pura
hipocresía y cinismo de Bruxelas y Berlín.
Según los datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR)
al menos 880 personas murieron durante la última semana cuando
intentaban cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa.
El total de refugiad@s y migrantes que entre enero y mayo actual
intentaron entrar en la UE por el Mediterráneo asciende a más de 204.000
personas.
Los cálculos del número de víctimas superan las 3.000 cuando el año pasado fueron 1.885.
Frente a este escenario dantesco es insuficiente defender la acogida
de migrantes y refugiad@s, la abertura de fronteras, la supresión de
visados, permisos de residencia, supresión de las legislaciones de
Inmigración y Extranjería. Estas medidas son correctas y necesarias,
pero no pasan de ser meros parches.
Sólo la superación del capitalismo logrará resolver esta expresión de
su inherente lógica imperialista. Los pueblos, las clases trabajadoras
tanto del centro como de la periferia capitalista tenemos que organizar y
preparar la Revolución Socialista en nuestras respectivas realidades
para evitar tanta injusticia y desigualdad.
Es nuestra tarea como revolucionarias y revolucionarios socialistas y bolivarian@s.
Y tengamos siempre presente que nuestra América durante décadas fue
lugar de acogida e integración de decenas de millones de europeos pobres
que huyeron de la miseria a la que el capitalismo y la opresión
nacional condenaba al pueblo trabajador de Italia o Galiza. De millones
de refugiad@s que escapaban del fascismo. Fuimos y seguimos siendo
tierra de acogida, a pesar que la mal llamada “madre patria” nos niegue
visados, nos maltrate en sus aeropuertos, nos condene a realizar los
trabajos más precarios y peor pagados en la antigua metrópoli.
Fuente: La Haine / Autor: Carlos Morais
http://laotraandalucia.org/?opinion=la-ue-construye-una-fortaleza-racista-contra-la-migracion-y-ls-refugiads
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