¡Ay democracia!
¿Recuerdan ustedes aquella canción de Javier Krahe que
empezaba diciendo “Me gustas democracia porque estás como ausente”?
Sería por ser el mejor análisis político con música…¡hey…chachachá! de
una democracia secuestrada.
La constitución de 1978 blindaba la vida política a los
partidos, excluyendo del poder legislativo al ciudadano, al pueblo, que
es el único soberano.
Aquél pacto constitucional firmado sobre una caja de
pino, ruido de sables y una ronda de café para todos y todas, sentaba
las bases de lo que treinta y seis años después son unas castas
políticas en descomposición.
La Segunda Transición Borbónica que estamos viviendo se
ha llevado por delante al Jefe del Estado y, sin duda alguna, también se
llevará a sus cortesanos y cortesanas. Las castas Juancarlistas,
virreyes en las empresas multinacionales que ellos mismos privatizaron,
son percibidas por la ciudadanía como los responsables de la crisis, la
corrupción y la injusticia social.
El régimen Juancarlista ha cambiando a lo largo de los años aquel lema de los cuarteles de“¡TODO POR LA PATRIA!”por el de“¡TODO POR LA PASTA!”.
Los mercados mandan, y no hay soberanía que se les resista si la
población de los estados son meros consumidores de productos
manufacturados y papeletas electorales.
Felipe VI rey de España, Jefe del Estado y del mando
supremo de las Fuerzas Armadas, podría pasar a la historia con el
sobrenombre de “Felipe el Breve” si su reinado lo tienen que legitimar
unas castas políticas y económicas que le niegan a sectores muy
importante de la población temas tan fundamentales para la vida como la
vivienda, el pan, el techo, la sanidad, y convierten la educación de
calidad en un producto de lujo para los hijos e hijas de las élites. Sin
olvidar que a las pequeñas y medianas empresas se les niega el pan y la
sal de su desarrollo.
En este proceso histórico de amores, desengaños y traiciones,nos han quitado tanto que nos han quitado hasta el miedo.
Por eso los ciudadanos y las ciudadanas han decidido no esperar, y han
optado por una Revolución Democrática. Esa Regeneración Democrática la
tiene que parir la ciudadanía, y el municipalismo es un buen terreno de
juego para jugar esta partida. Después seguro que vendrán otros retos.
El peligro fundamental del proceso de democratización de
nuestra sociedad, es posible que venga, más que desde las resistencias
de los viejos actores políticos, de los sectores emergentes
políticamente a los que el pragmatismo puede engullir. Y aquí entraría
aquella otra canción de Krahe “Cuervo ingenuo”. (¡KRAHE PRESIDENTE,
KRAHE PRESIDENTE!)
Pero esos miedos que son reales y objetivos, no pueden
paralizar los procesos de convergencia social que están en marcha, que
dicho sea de paso, no deben tener como objetivo estratégico la
presentación de candidaturas electorales. No olvidemos que no queremos
nuevas castas, sino el EMPODERAMIENTO DE LOS Y LAS CIUDADANAS. Ese debe
ser el objetivo principal de los movimientos sociales y de la
ciudadanía.
Un saludo desde Puerto Bayyana, al levante de Andalucía.
Fuente: Marcos González Sedano.