Y la presidenta de la Junta con la jefa del Burger King la semana pasada. Como dicen The Vagos: "No seremos gays pero nos cabe el ave".
(Por supuesto sin ánimo de faltar) .
Los
desastrosos efectos del Tratado Transatlántico (TTIP)
Albert
Borràs Rius⎮Rebelión⎮2 octubre 2014
Una
amalgama de siglas está apareciendo para describir lo mismo. Y no es sin razón.
La opacidad por la cual está siendo tratado este nuevo tratado de libre
comercio entre los Estados Unidos y la Unión Europea, induce a la falta de
consenso entre los actores mediáticos. Aun así, en la prensa se han aceptado de
manera general las siglas en inglés, puestas en disposición por las
instituciones supranacionales, de TTIP (Transatlantic Trade and Investment
Partnership, por sus siglas en inglés) [1]. Sin embargo, la sopa de letras no
se termina con elTTIP. CETA (Comprehensive Economic and Trade Agreement) y el
SPA (Strategic Partenship Agreement) son acuerdos, de carácter comercial y
político entre los países de la Unión y Canadá. Éste servirá como puente para
implementar el TTIP. El 26 de setiembre de 2014, las negociaciones entre los
dos actores han finalizado a la espera de la ratificación del tratado en el Consejo
y Parlamento Europeo (ente competente) y en los respectivos parlamentos de los
estados comunitarios (si su constitución lo exige).
PERO,
¿QUÉ ES EL TTIP?
Parece
entendido que este tratado supone, de manera general, organizar el mercado de
libre comercio más grande de todo el mundo, que aglutinaría más de 800 millones
de consumidores y más de la mitad del PIB mundial (54%) permitiendo, asimismo,
dopar las economías europeas en 120.000 M€ y las americanas en 95.000 M€ (datos
elaborados por Center for Economic Policy Research) [2]. Con esta mirada
económica, un ciudadano europeo no dudaría de su implantación, pero… ¿por qué
entonces tanto secreto?
El
TTIP sobrepasa con creces los “simples” acuerdos de libre comercio, puesto que
persigue tres objetivos importantísimos a esclarecer. El primero, consistiría
en la supresión de los últimos derechos de aduana (barreras tarifarias), de por
sí muy bajos [3]. El segundo, por su parte, pretende “armonizar” las barreras
no tarifarias (normas) entre los países involucrados [4]. Por último, consiste
en garantizar mecanismos legales, llamados ISDS (Investor-State Dispute
Settlement), para que los inversores no se encuentren con trabas reglamentarias
o legislativas en los mercados que pretendan introducirse, y en caso de encontrarlas,
poderlas esquivar. Dicho en otras palabras, el TTIP (o también elCETA) pretende
priorizar los intereses de las grandes empresas sobre los Estados, con la
evidente pérdida de soberanía que esto conllevaría. [5][6]
De
hecho, las negociaciones han estado instigadas por numerososlobbys americanos
[7] y europeos [8], pero de manera oficial son los funcionarios de los
respectivos gobiernos quienes lo están tratando [9]. Las negociaciones
finalizarán, teóricamente, el año que viene, pero serán precedidas por un largo
proceso de ratificación en el Consejo y el Parlamento Europeo así como en los
países que su legislación lo exija. Este proceso no será tarea fácil en este
período de crisis económica, social y política en Europa (sobre todo en el
Sur). De este contexto más la incertidumbre sobre las posibles consecuencias
del TTIP se deduce la impermeabilidad de las instituciones [10].
¿QUÉ
VENTAJAS O DESVENTAJAS ACARREARÁ EL TTIP?
Las
ventajas o desventajas hacia las sociedades europeas o americanas son
diferentes según cada caso, y según el prisma ideológico desde el que se mire.
Según el informe preparado por el lobby banquero CEPR para la Comisión Europea
(quién, asimismo, afirma que es una predicción económica y como es obvio carece
inevitablemente de certidumbre), las ventajas están vinculadas al crecimiento
económico (aumento del 0,5% del PIB de la UE y de un 0,4% por el de EUA)
sobretodo en unos sectores determinados: especialmente el sector
automovilístico (40% de incremento de las exportaciones), el sector metalúrgico
(+12%), la comida procesada (+9%), los productos químicos (+9%)… Al respecto
del empleo, el estudio encargado para la Comisión predice un traspaso de
empleos entre sectores (con relación a 7 empleos de cada 1000 en 10 años) y no
realmente la creación del mismo. ¡Esto es importante! Los políticos siempre
juegan la baza de la creación del empleo para justificar el tratado de libre
comercio (u otros intereses de dudosa legitimidad) cuando realmente no se
adhieren a los datos de los estudios oficiales de las instituciones las cuales
ellos representan.
Además,
las desventajas se materializan en múltiples niveles más, las cuales no están
mencionadas en el estudio de la CEPR (de análisis demasiado economicista): el
tratado arriesga el nivel social, económico, sanitario, cultural, del medio
ambiente, político e incluso geopolítico… Por ejemplo, los ocho derechos
fundamentales propuestos por la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
son adoptados por los países integrantes de la UE. En contrapartida, solo dos
de ellos son ratificados por el gobierno de los Estados Unidos. La experiencia
de los tratados de libre comercio nos sugiere que la “armonización” de las
normas se establece a partir del mínimo denominador común, cosa que conllevaría
a una pérdida de derechos fundamentales por la parte de los trabajadores
europeos, sección puntualmente mencionada por el CEPR quién afirma, de hecho,
la necesidad de la desregularización del empleo.
Otro
ejemplo que proponemos, por su sensibilidad social, son las amenazas sobre el
medio ambiente. Un mercado de libre-cambio incrementará el tráfico de
mercancías así como el gasto en energía y, consigo, la contaminación. Por otra
parte, la libre entrada y utilización de determinadas tecnologías contaminantes
tales como la extracción del gas de esquisto (fracking), permitir la
utilización de productos químicos agro-industriales (¿os gusta el pollo bañado
con cloro y la carne de vaca con hormonas? sic.) o abrir las puertas a los OMG
(aunque en España la práctica de los transgénicos está muy arraigada [11])…
serían algunos de estos efectos a considerar.
Para
terminar este punto, mencionaremos el más preocupante: la pérdida de
democracia. Constantemente, políticos y ciudadanos afirmamos rotundamente que
vivimos en una democracia. Pero la democracia no está o deja de estar, sino que
se tiene más o menos según la estructura productiva y la interlocución de los
actores competentes dentro del sistema (donde la sociedad es el actor legítimo
en una democracia). La falta de transparencia de la Unión Europea en torno a un
TTIP de por sí poco democrático, denunciada por el tribunal de Justicia de la
Unión Europea (CURIA), es sintomática de la pérdida de calidad democrática que
ocasionarán los tratados. La economía está desbancando la política y
definitivamente sometiendo la sociedad a las leyes del mercado.
LA
“ANARQUÍA” DEL MERCADO (NEO) LIBERAL
Una
Europa sumisa a los dictámenes de las grandes transnacionales conllevará una
transformación del sistema productivo, y por tanto del sistema social, así como
un retroceso en la soberanía de los Estados (la poca que ya les queda después
de firmar el traslado de soberanía en los tratados de Lisboa). Una liberación
de la capacidad de acción de las grandes empresas, quienes aumentarán la
competencia (híper-competencia), induce a un escenario donde los pequeños
productores pueden verse muy castigados si no son capaces de adaptarse a estas
nuevas circunstancias, ocasionando conflictos en todos los niveles de la
sociedad. Los monopolios, oligopolios… tendrán la oportunidad de incrementar su
capacidad de acción en contra de los Estados, quienes estarían desprovistos de
herramientas legales para ello (recordemos los mecanismos de arbitraje
estado-empresa ISDS). Las reformas estructurales, vividas de manera extrema en
España, son la base para que la libre circulación se pueda instaurar. Esta
última, si se llega a materializar, será un nuevo escalón hacia la
globalización económica, con Estados Unidos partiendo con cierta ventaja
gracias a la influencia de los gigantes de Internet: Google, Amazon, Facebook,
Microsoft… Esta desregularización de los mercados agravaría asimismo las
posibilidades de crisis. Primero, fruto de la especialización productiva en el
territorio, que tendería a intensificarse en contra de la diversidad productiva
cuya resistencia a las seculares crisis económicas del capitalismo es más
efectiva. Segundo, los Estados, como mediadores de las fuerzas sociales y las
fuerzas patronales, carecerían de competencias para evitar la caída del sistema
productivo. La pérdida de democracia a favor del control de la economía es el
precio final.
Notas:
[1]
http://ec.europa.eu/trade/policy/in-focus/ttip/index_fr.htm
[2]
El CEPR es una organización (lobby) financiada por distintos bancos privados.
[3]
Según la Organización Mundial del Comercio las barreras tarifárias en Europa
varían según los productos pero la media se encuentra en 5,8 %. Los productos
que contienen una carga tarifária mayor son los productos agrarios con una
media de 13,24 %. En contrapartida, los derechos de aduana impuestos en los
productos industriales son muy inferiores, 4,2 %.
[4]
Según un estudio realizado por la Fondation Res Publica, el 16 de Setiembre de
2013, la “armonización” de las normas se va a hacer desde “abajo”. Es decir, se
cogerán las normas nacionales o supranacionales cuyas restricciones sean menos
“dañinas” para los flujos del capital.
[5]
La multa de casi 9.000 M€ impuesta al grupo bancario francés de BNP Paribas por
parte del Gobierno de los Estados Unidos por una supuesta inversión en países
bajo embargo de los EUA (Cuba, Irán y Sudan) nos augura que la ley económica
americana prevalecerá sobre las otras. Parece paradoja que cuando se está
gestando un tratado transatlántico donde prevalecerán los intereses de las
multinacionales defendidas por futuros tribunales internacionales, el gobierno
americano pueda imponer su ley (dado su control sobre el dólar) a las empresas
europeas.
[6]
Nos parece importante matizar que el principal interés estadounidense es de
carácter imperialista y, por lo tanto, geopolítico (o geoestratégico). La razón
viene condicionada por la nueva postura proteccionista del gobierno Chino,
sobre todo en lo referente a la protección de sus propias marcas de alta
tecnología para el consumo nacional. Asimismo, sus ambiciones monetarias
persiguen rivalizar con el dólar poco a poco (aunque esto quede alejado).
Además, EUA quieren reequilibrar su déficit comercial de estos últimos años así
que garantizar la hegemonía sobre las legislaciones de los productos
industriales. Esto induciría la necesidad adaptativa de estados terceros a las
reglas productivas del tratado Transatlántico. Mientras que los intereses
europeos, por su parte, restan como simples cuestiones mercantilistas (sin ninguna
ambición política para contrarrestar el dominio americano), EUA persigue
mantener su hegemonía a toda costa, cosa que conllevará el intento de
marginalizar China y Rusia. El proceso no es fácil, puesto que estos últimos
están buscando aliados para contrarrestar la hegemonía americana. El ejemplo
más claro lo encontramos con la reunión de los BRICS en Brasil coincidiendo con
el Mundial de fútbol; así como la gira de Vladimir Putin en Latino América.
Remarcable su acuerdo para realizar un Banco de inversión común entre los BRICS
y el gaseoducto que unirá China y Rusia.
[7]
De los cuales, la industria agroalimentaria, la industria cultural o, más aún,
la industria de las nuevas tecnologías informáticas serían de los sectores más
interesados. Según, Corporate Europe Observatory.
[8]
Los grupos industriales alemanes, sobre todo los productores de vehículos, son
los más interesados en este proceso quienes ven una oportunidad de deslocalizar
parcialmente su industria en el territorio americano. Este último está
modernizando fuertemente su tecnología industrial y contiene una legislación
más laxa en el ámbito del trabajo.
[9]
Del 14 al 18 de Julio se han llevado a cabo la sexta ronda de negociaciones
entre los Estados Unidos y la Unión Europea en Bruselas. Entre el 29 al 3 de
Octubre, la séptima ronda de negociaciones tendrán lugar en Maryland (EUA).
[10]
Asimismo, la opacidad de las negociaciones han facilitado la elección del
“ultra liberal” Jean-Claude Junquer que sustituyera a José Manuel Durao Barroso
en la Comisión Europea. Este último inició las negociaciones transatlánticas
con los Estados Unidos en 2013.
[11]
http://www.greenpeace.org/espana/es/Trabajamos-en/Transgenicos/
Albert
Borràs Rius es licenciado en geografía y estudiante de Master 2 en Geopolitica
en el Institut Français de Géopolitique.