La Renta Básica: un intento de aportar racionalidad | |||||||||||||||||||||||||||||||||
Jordi Arcarons · Daniel Raventós · Lluís Torrens · · · | |||||||||||||||||||||||||||||||||
23/11/14 | |||||||||||||||||||||||||||||||||
"Cada nueva idea pasa por
tres fases. Primera: Es una locura, no me haga perder el tiempo. Segunda: Es
posible, pero no vale la pena. Tercera: ¡Ya dije desde el principio que era una
buena idea!". (Arthur C. Clarke)
No hubiéramos pensado que haríamos
un recorrido tan largo y persistente cuando en el año 2001 un puñado de
personas fundamos la Red Renta Básica. El 29 de noviembre celebraremos en
la localidad madrileña de Fuenlabrada el XIV Simposio de la Renta Básica. Con la renta básica (RB), un
ingreso monetario incondicional a toda la población, parece, según una primera
mirada superficial, que pasa como con las modas y con los vientos: van y
vienen. Ahora estamos en momentos en donde con toda seguridad la RB ocupa un
espacio en el debate público de una intensidad hasta ahora desconocida. Poca
duda puede haber que esta organización política llamada Podemos ha contribuido indiscutiblemente a
ello al incorporar la propuesta de la RB en su programa político de las últimas
y recientes elecciones al parlamento europeo. Antes habían contribuido
organizaciones como Bildu y Anova en Euskadi y en Galicia, respectivamente. Y
lo siguen haciendo. Periodistas, tertulianos, economistas, sindicalistas,
parlamentarios… hablan a favor o en contra de la RB de una forma constante.
Buenas noticias para la difusión y conocimiento de esta propuesta. Pero las malas
noticias (¡detrás de la cruz está el diablo! que escribía Cervantes) para un
debate racional y ponderado: demasiadas precipitaciones, animadversiones,
pasiones (algunas no muy altas), simplificaciones… Pero nada sería más torpe
que quejarse de las circunstancias: son las que son y con ellas hay que bregar.
Sin tener la menor pretensión de
hacer repaso de todas y cada una de las muchas objeciones que se pueden leer en
la prensa escrita o escuchar en radio y televisión y en distintas conferencias
o debates públicos, sí creemos necesario dejar apuntadas las más frecuentes
objeciones a la RB. Pensando en los contrarios y en los partidarios de la
propuesta. Nunca será suficientemente repetida esta gran verdad: es bueno
ponerse a reflexionar sobre las propias convicciones porque sabemos que el
"sesgo de la confirmación" no es buen consejero. Este sesgo nos
inclina a procesar mucho más favorablemente la información acorde con las
propias convicciones que la información que es contraria a las mismas.
La RB ha sido objeto de críticas de
características muy distintas. Críticas algunas que, como queda dicho,
provienen de autores o autoras que pueden ser situados políticamente en las
izquierdas, y otras que son dirigidas por autores de derechas. Y algunas
críticas son comunes a autores de distinto pensamiento político. No pretendemos
en un artículo breve como éste salir al paso de todas esas críticas, pero sí
puede ser útil recordarlas en una lista:
1) ¿Los ricos también deben
recibirla? Y, con un corolario más o menos inmediato según los casos: no se
puede financiar.
2) Sería un pretexto para desmantelar
el Estado del bienestar.
3) Mantendría a vagos.
4) Son preferibles los subsidios
destinados a los pobres.
5) Relegaría a las mujeres al
interior del hogar.
6) Provocaría un inmenso efecto
llamada de la inmigración.
7) Es preferible el pleno empleo.
8) Muchas personas preferirían vivir
sin trabajar (asalariadamente).
9)
Es una propuesta que está bien, pero es utópica y no se ha aplicado
nunca.[1]
10) No acaba con todas las
injusticias del capitalismo.[2]
11) Y, para terminar en algún sitio, es
preferible el llamado “trabajo garantizado”.[3]
Todas estas críticas, y algunas más,
han sido debatidas a lo largo de al menos 30 años, pero a veces se reiteran
independientemente de la historia del debate. Y ahora, con el incremento del
debate público sobre la propuesta, irrumpen una vez más sin tener en absoluto
presente lo que se lleva acumulado en el debate previo. Son costes que deben
asumirse y además no es algo exclusivo de la RB: ¡cuántas materias no se
discuten actualmente sin tener en cuenta el conocimiento precedente!
Nos detendremos solamente en la
primera crítica.
Hay
quien confunde la RB con lo siguiente: es una cantidad que recibe la población independientemente
de lo que las personas ya puedan tener antes de la implantación de la RB. Lo
que recuerda el chiste de aquel terrateniente andaluz que durante la Segunda
República mientras se debatía la reforma agraria él decía que estaba de acuerdo
porque "entre lo que tenía y lo que le iban a dar…" Se comprende que,
así entendida la "RB" (la ponemos entre comillas), muchas personas se
horroricen de que los ricos "también reciban una RB". No sabemos cómo
expresarlo más nítidamente: la "RB" (nuevamente en comillas) así
entendida es una barbaridad desde muchos puntos de vista. Un ejemplo de esta
catastrófica confusión sobre la RB lo debemos a V. Navarro en uno de sus varios
artículos
contrarios a la propuesta. Afirma: "Una versión de la RB es que todo ciudadano,
como derecho universal, es decir, derecho de ciudadanía o residencia, reciba un
cheque público que sea de una determinada cantidad que garantice una vida
digna." En primer lugar, no se trata de un cheque para toda la población, completamente
al margen del sistema fiscal y de la política económica, como parece que dan a
entender las palabras citadas. Por supuesto que no se trata de la simplona
fórmula "tanta población x cantidad de la RB = tantos miles de millones de
euros o tanto porcentaje del PIB". En el artículo mencionado se afirma:
"(…) multiplicando el número de ciudadanos y residentes por el cheque de
renta mínima básica 8.551 euros al año (60% de la renta media del país) se
obtiene una cifra alrededor del 37% del PIB." Pero esa forma de calcular
solamente tiene en cuenta una parte de la propuesta, no contempla los ahorros
debidos tanto a la reforma fiscal como a las partidas de subsidios monetarios
que serían redundantes con una RB. Lo dicho, un enorme error, exactamente igual
que el del terrateniente andaluz. Y menos aún se trata, como se sigue afirmando
en el mencionado artículo de V. Navarro: "(…) nadie que se considere
progresista cree que la manera de solucionar este enorme déficit social sea
dando un cheque social a cada ciudadano y residente para que se espabile por su
cuenta y pague con este dinero unos servicios privados que sustituyan a los
públicos, a los cuales el cheque público sustituiría." Efectivamente, pero
tal alternativa solamente está en la cabeza del autor citado y quizás de algún defensor
muy estrambótico de la propuesta, no en la de los partidarios de la RB que en
el Reino de España la venimos defendido en distintos foros públicos desde hace más
de 20 años. Y, por supuesto, no es el caso de la asociación Red Renta Básica ya
que, dentro de las muy distintas maneras de defender la propuesta, nadie ha
escrito ni dicho nada parecido al "cheque substitutivo de los servicios
públicos".
¿Se puede financiar la RB? Sí, por supuesto. Ya tuvimos
la ocasión de realizar un estudio para financiar la RB en Cataluña y en Guipúzcoa. En el
primer caso se trataba de una muestra de 250.000 declaraciones de IRPF de Cataluña.
En el caso guipuzcoano no se trataba de una muestra sino de todas las
declaraciones de aquella provincia vasca: casi 650.000. Pero ahora disponemos
de una muestra de casi dos millones de IRPFs del conjunto del Reino de España.
Estamos a punto de poder mostrar cómo se puede financiar una RB para el
conjunto del Estado. Creemos que puede centrar el debate racionalmente. Supondrá, si lo conseguimos,
responder seriamente a “argumentos”, digámoslo así, del tipo “una renta básica
de tanto multiplicada por 47 millones de habitantes da como resultado tantos
miles de millones que a su vez representa un tanto por ciento del PIB… con lo
que es imposible de financiar”. No hay duda que puede despertar emociones un
argumento así, pero quien lo lanza, volvamos a repetirlo a ver si conseguimos
que se retenga, tiene en la cabeza únicamente los costes de la RB, sin reforma
fiscal, sin ahorros por asignaciones monetarias públicas que resultarían
redundantes con una RB… vaya como si Patricia Botín dijera “estoy de acuerdo
con la RB porque entre lo que tengo y lo que me van a dar”.
En el mundo
en el que vivimos, debatir en serio quizás sea pretender algo muy raro, pero lo
intentaremos. Este proyecto de financiación de una RB puede ser el medio. Y,
claro está, estaremos ávidos de saber dónde hemos cometido errores, cómo se
puede perfeccionar… En el XIV simposio de la RB que se celebrará en
Fuenlabrada el próximo 29 de noviembre, en donde habrá académicos y economistas
de IU-ICV, PSOE, Podemos… quizás sea posible ofrecer algún avance de este
estudio.
Para
acabar. Lo hemos dicho más de una y de dos veces: los obstáculos fundamentales
a la RB son políticos, como políticos fueron (o son, dependiendo del lugar) las
resistencias al sufragio universal, las vacaciones pagadas, el derecho de
huelga, el aborto libre o el matrimonio del mismo sexo.
Pero
constatar que no hay una imposibilidad lógica o empírica a la RB, no equivale a
afirmar que puede despertar simpatías unánimes. En política, hay que elegir. En
política económica también. La RB, como también hemos escrito varas veces, es
la propuesta mejor para garantizar la existencia material de toda la población.
La RB no será nunca bien vista por aquellos que se benefician de que esa
existencia no la tenga toda la ciudadanía. Constatarlo es apuntar más
razonablemente a las tareas que hagan posible la conquista de la RB. La RB no
solamente es deseable, también es factible. Con la RB hay que ser cauto,
perseverante y, sobre todo, racional. Escribía hace poco una gran historiadora
de la economía: “nadar contracorriente requiere determinación, un serio
compromiso con la verdad y evidencias irrefutables”. Sería difícil ser más
precisos sobre lo que queremos decir.
Notas:
[1]No se ha aplicado nunca tal
como nosotros la proponemos aunque hay precedentes con resultados más que
buenos. También es cierto que en el Reino de España, con uno de los salarios
mínimos más bajos entre los países de su área económica que disponen de él, tiene
el dudoso honor de haber tenido una tasa de paro superior al 15% en 23 de los
36 años desde el fin de la dictadura. Una cifra sin parangón con profundas
repercusiones en la pobreza y su transmisión intergeneracional, y que
parece que a nadie de los detractores de la RB le hace reflexionar si ante
males excepcionalmente recurrentes no hace falta avanzar de una vez por todas
en soluciones innovadoras que apuestan por garantizar la existencia material a
toda la población sin esperar a medios o largos plazos.
[2]
Dejamos al margen comentarios más cercanos a la patochada que a una crítica
seria: “los partidarios de la RB son como una religión”. Dos breves apuntes a
semejante majadería. 1) Cualquiera puede constatar las muy diferentes formas de
defender la RB, 2) Sería el primer caso en la historia de nuestra especie que
una religión está dispuesta a rectificar allá donde se demuestre que se
equivoca mediante la discusión racional y la contrastación empírica (¡no
conocemos una religión así!).
[3]
Los defensores de esta ya antigua propuesta que ha sido puesta en práctica por
ejemplo en Argentina mediante el programa “jefes y jefas del hogar” con
resultados muy criticados –no hay mucha imaginación últimamente entre
determinada izquierda- acostumbran a dedicar más tiempo en sus artículos y
disertaciones a criticar a la RB que a defender su propuesta. Ellos sabrán por
qué, aunque no es difícil intuir una respuesta. Nosotros ya dedicamos un
artículo anterior a exponer algunas
de nuestra opiniones sobre el “trabajo garantizado”.
Seguramente pronto deberemos entrar con menos miramientos y de forma más
extensa. Avanzamos algo: las personas dan muestras inacabables de desplegar
enormes iniciativas en los trabajos voluntarios (o militantes o de
solidaridad…). Y en condiciones de lucha por la supervivencia incluso muy
desfavorables. Intentemos otear lo que serían capaces de llevar a cabo si
tuvieran la existencia material garantizada, en vez de obsesionarnos por los
“que no harían nada”. ¡Qué antropología filosófica más miserable, francamente!
FuenteJordi Arcarons es catedrático de Economía Aplicada de la
Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona. Es miembro de la
Red Renta Básica.
Daniel Raventós es profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, miembro del Comité de Redacción de sinpermiso y presidente de la Red Renta Básica. Es miembro del comité científico de ATTAC. Su último libro es ¿Qué es la Renta Básica? Preguntas (y respuestas) más frecuentes (El Viejo Topo, 2012). Lluís Torrens es economista, profesor asociado de la Escuela Superior de Negocios Internacionales-Universitat Pompeu Fabra, gerente del Public-Private Sector Research Center del IESE. Colabora con iniciatives pel decreixement que impulsa un nuevo modelo económico sostenible y estacionario. |