Publicado el 14 de noviembre de 2013 | por Longino Churruca-Florité 17
Destripamos el anuncio del Gordo de Navidad
Llevo tres días encerrado en mi cuarto. Es ahora un desastre lleno de
recortes de periódico pegados por las paredes, garabatos en el suelo,
latas vacías, botellas de Jack Daniels, pantallas encendidas y cinco dentaduras postizas impecables que he generado en mi impresora 3D. Suena a todo trapo un loop de niños de San Ildefonso cantando premios gordos de los mejores sorteos de la Lotería de Navidad.
Todo comenzó con el pavor que me produjo el primer visionado, a traición, del anuncio del Gordo de Navidad de este año.
Sin dar explicaciones corrí a esconderme y estuve hasta el amanecer
sentado en la cama, agarrándome las rodillas y meciéndome con pequeños
balanceos.
Durante la noche, entre sudores, decidí que lo mejor para superar
este miedo era enfrentarme a él, intentar comprenderlo; ser su amigo.
Estaba seguro de que Internet bullía con comentarios sobre este vídeo
pero no quise dejarme influenciar por otros pensadores. Ahora ya tengo
mis conclusiones y es momento de abrir la ventana, echar flus-flus,
ducharme y escribir este artículo antes de reunirme con la cama.
El cuadrito
Este año alguien en una reunión ha decidido que en vez de recurrir a
una estética cinematográfica llena de efectos especiales y CGI
espectaculares, con música a lo Eduardo Manostijeras, se emplee algo
mucho más español: el cantante famoso. Y ya que hay
presupuesto me pone cinco y que canten todos juntos. Y también me pone a
un director de cine que esté de moda que lo haga todo muy muy bonito. Y
zarandajas digitales, póngame las mínimas. Total, que seguramente nos
hayamos gastado lo mismo pero con un resultado pobre. Pero rico en caras
conocidas: Monserrat Caballé, Raphael, Marta Sánchez, Niña Pastori y Bustamante.
Me he permitido hacer este cuadrito en el que he colocado a los cinco cantantes seleccionados según mi criterio:
Como verán, todos son añejos. El que está más de moda de los cinco es
el incombustible Raphael y podemos decir que, por carisma y buen hacer,
tiene una calidad por encima de la media. La Caballé tiene una calidad
del copón pero ya no está para estos trotes. Niña Pastori, Marta Sánchez
y Bustamante están situados en una zona muy añeja y de calidad tipo
rebajas. No así por lo que hayan cobrado, que lo desconozco y que seguro
que ha sido un buen dinero.
Grandes segmentos de población cubiertos
Vale, igual en esa reunión el criterio no fue solo “quiero famosos
muy queridos y entrañables”. Igual hubo un sesudo estudio con el que
cubrir a mucha población española, contentando por igual al estudiante
de Erasmus, al ama de casa, al inmigrante, al cirujano, a la ejecutiva,
etc. Veamos algunos ejemplos de segmentos de población que son cubiertos
gracias a sentimientos de identificación con el anuncio o con alguno de
nuestros cinco famosos:
- Usuarios de pelucas, bisoñés, extensiones y los comercios del ramo: Se identifican con Raphael y Monserrat Caballé.
- Usuarios de dentaduras postizas, implantes, puentes y los dentistas del ramo: Se identifican con Raphael, Monserrat Caballé, Niña Pastori, Marta Sánchez y Bustamante.
- Personas que han recibido una limpieza dental profunda reciente e higienistas dentales: Se identifican con Bustamante.
- Personas que se aplican gruesas capas de maquillaje, maquilladores y comerciales de macetas: Se identifican con Raphael.
- El castigado sector de la construcción: Se identifica con Bustamante.
- Gays y gay friendly: Se identifican con Raphael.
- Hartos de la subida de la luz: se identifican con la iluminación de ese pueblo tristón al que no ha llegado la electricidad.
- Hartos de la corrupción: Se identifican con el árbol de bombos del decorado, que parecen pequeñas cárceles.
- Niñas con aspiraciones: Se identifican con la mujer de Bustamante.
- Personas que lo confunden con Bisbal: Se identifican con Bustamante.
- El 1,5M de apellidados Sánchez: Se identifican con Marta Sánchez.
- Familias en crisis: Se identifican con los actores secundarios, vestidos a lo Cuéntame.
No sentirme identificado con el anuncio ni con ninguno de los 5 cantantes puede albergar mi primer miedo a este anuncio.
El color de los sueños
La Navidad de Loterías no es dorada como la de Freixenet, es de color
marrón. Este color representa el dinero, la estabilidad, la seguridad
y la represión emocional. Es el color del chocolate, las castañas, el
cuero, el café. Pero también de los excrementos y se asocia
psicológicamente con lo putrefacto. ¿Es este el color de los sueños?
El tratamiento de color (el grading de color, el etalonaje
para los entendidos) ha sido muy bestia y todo es marrón. Tanto es así
que se nota que la rosada lengua de Raphael ha sido coloreada para darle
alegría, si bien, usando un color marrón tipo café con leche, como
puede verse en este profundo estudio que he hecho:
Total, que el anuncio no me va a impulsar a comprar el décimo de
forma súbita, pero sí me va a llevar a una compra reflexiva en la que,
si gano, guardaré el dinero en un buen banco español no rescatado.
En mi rechazo a la caca puede que se oculte otro de los miedos a este anuncio.
El maquillaje de los maquilladores
Nuestras cinco maravillosas estrellas de la loteria navideña no brillan. Son totalmente mates. Se les ha aplicado una capa de maquillaje tipo maceta que los ha dejado como esculpidos por Donatello.
En la renuncia a lo digital han hecho una excepción en lo que a
suavizar las caras se refiere. Parece que se haya dado rienda suelta al
plugin Red Giant Cosmo 1.0 sin miedo a usar los valores más altos.
En mi temor a las figuras del museo de cera podría encontrarse el tercer miedo a este anuncio.
Dientes, dientes
Los cinco protagonistas amortizan sus esculturas dentales en cada
plano. Pero no solo ellos. Todos los planos de relleno con los actores
secundarios están colmados de marfil. En este anuncio no se sonríe ¡Se ríe! Pero solo los de la primera fila, los de las filas de atrás no están tan ilusionados. He recogido algunos planos, reforzando un poco el Momento Profident:
Mi temor al dentista y a los extras de las segundas filas del
anuncio constituyen otro de los posibles factores por los que me
aterroriza.
Desolación
Es este un pueblo desolado. Sin electricidad, sin calefacción, sin
internet, sin coches, sin tiendas, sin bares ni restaurantes, sin
discoteca, sin Starbucks ni McDonalds. Solo un lotero y una pequeña cerería resisten la crisis y son amenazados por el tirón de las velitas de Ikea y La Bruixa d’Or. Es su última Navidad.
Esta tristeza, este aburrimiento, esta desolación, este pueblo que no
llena ni una cuarta parte de su plaza cuando vienen cinco estrellas a
actuar gratis, también me da miedito.
Fuego
Al final del anuncio, cuando los efectos digitales de chispas y
brillos tienen que hacer su magia, parece que en realidad incendian el
billete de lotería.
El décimo arde, no hay esperanza, no hay futuro. ¿Por qué jugar si no me va a tocar? ¿Para qué vivir? ¡Miedo!
Na, na, na, na, naaaaaa, na, na, naaaaaa
El cierre del anuncio esconde el verdadero mal. Raphael se arranca con el soniquete de los niños de San Ildefonso con un gesto más terrorífico que Jack Nicholson en “El Resplandor”.
Ahora recuerdo que fue justo en ese momento cuando corrí a mi cuarto con los ojos en blanco.
El anuncio tiene un efecto parecido al vídeo de “The Ring” solo que no creo que te mueras. Solo toca tus miedos a envejecer, al fracaso y a ser pobre.
Al entenderlo he superado mi miedo y ahora le tengo cariño. Me siento
preparado para volver a verlo y disfrutar los gifs animados y parodias
que habrán surgido. Por cierto, en la habitación hay una mosca y estoy seguro de que antes no estaba.