BREVE TEXTO ANÁLISIS DESDE FRANCO A LA JUNTA DE ANDALUCÍA
Tras el silencio de la dictadura
franquista en los albores de la transición comenzarían a despuntar la necesidad
de que la democracia en Andalucía estuviese indisolublemente unida al
regionalismo. La cultura andaluza que había venido siendo folclorizada por el
régimen necesitaba de un mayor reconocimiento y dignificación; los problemas de
nuestras provincias resultaban comunes y sus soluciones muy semejantes; nuestro
pueblo estaba llamado a jugar un importante papel en el futuro inmediato y
ello, necesariamente, debería de pasar por una mayor conciencia de los
ciudadanos acerca de nuestras posibilidades y de su personalidad singular como
pueblo diferenciado.
Así, sobre la década de los setenta
numerosos grupos y entidades comenzaron a reflexionar sobre la situación: era
necesario recuperar valores culturales de nuestro pueblo, devolverle su
profundidad patrimonial, y movilizar de esta forma a los hombres y mujeres de
este territorio para recuperar la democracia sin renunciar al nuevo papel
histórico una vez llegasen las libertades. Andalucía no podía permitir que una
vez más, el tren del desarrollo o del protagonismo en la construcción de la
nueva España pasase sin reconocer su valía y reclamarle su opinión.
Como prólogo a ese incipiente
regionalismo aparecería en 1973 Alianza Socialista de Andalucía (ASA) con la
voluntad de aportar dentro de la sensibilidad antifranquista, nuevos elementos
de reflexión. Entre ellos un andalucismo militante con el que se quería
enriquecer el debate ideológico de la sociedad y de las formaciones
tradicionales encuadradas en la oposición ilegal a Franco.
Por aquellos instantes, la revista La
Ilustración Regional en su edición de diciembre de 1974 (núm. 4) publicaba
dos cartas de quienes fueron compañeros de Blas Infante, y en concreto, Álvarez
Osorio le nominaba por vez primera como padre de la patria andaluza. Un
título como homenaje que la historia se encargará de oficializar.
Las propuestas y el discurso se concretan
a medida que se acerca el final del régimen, y de esta forma en octubre de 75
Alianza Socialista de Andalucía (ASA) publica un Manifiesto que bajo el título
de Poder Andaluz, por el que reivindicaba por vez primera para sí, la
herencia política y moral de Infante. Por vez primera se reclamaba para
Andalucía un Estatuto, y la entidad hacía suya, desde una nueva perspectiva, la
reivindicación histórica del pueblo andaluz, planteada ya por la Junta Soberana de Andújar en 1835,
para hacer frente a los abusos del poder central; por la Asamblea Federalista,
reunida en Antequera en 1883, para aprobar la Constitución de Andalucía; por el
Congreso de Ronda de 1918, para forzar el reconocimiento de la entidad política
de Andalucía; y finalmente, por la Asamblea Andaluza, reunida en Córdoba en
1933, donde se aprobó el Anteproyecto de Bases para el Estatuto de Andalucía.
El movimiento tomaba fuerza y con él la
reivindicación de unos hechos, personajes y símbolos que hasta ese momento
habían permanecidos ocultos a gran parte de los andaluces. De esta forma, el 12
abril de 1975 se izaba la bandera andaluza por vez primera tras la República en
la Feria de Muestras Iberoamericana de Sevilla, y durante el primer mitin
tolerado de las fuerzas de oposición democrática en esta ciudad el 20 de
febrero de 1976, se reclamaba para Blas Infante el adecuado reconocimiento
institucional que le correspondía en atención a su esfuerzo.
Los mensajes iban calando de la mano de
una prensa marcadamente regional: Nueva Andalucía, Tierras del Sur,
Algarabía, Andalucía Libre, entre otros títulos concretaban su necesidad y
respondían a la demandaban de una información veraz y más cercana al ciudadano,
lejos de las consignas oficiales emanadas desde ámbitos gubernamentales. Los
medios de comunicación ocuparon un papel protagonista en la llegada pacífica de
la democracia y en la generalización de estos acontecimientos que comentamos.
Las
propuestas se iban concretando también. Así, el 7 de mayo de 1976 se realiza en Sevilla la
presentación del primer proyecto de Estatuto de Autonomía que un colectivo realiza
para Andalucía. En este caso ASA, sobre la experiencia histórica y los acuerdos
de la Asamblea Regional Andaluza de Córdoba de 1933, y en Sevilla en julio de
1936. El texto resulta expuesto como la configuración política y jurídica de
una voluntad de autogobierno de los andaluces, la cual debe hacerse realmente
operativa una vez sometida a la libre decisión del pueblo. Indisolublemente
unido también a la conquista de la democracia, al reconocimiento y al fomento
de la personalidad política y cultural de nuestra tierra, y a la dotación de
unos órganos de poder propios.
Muerto
Franco e iniciado el proceso de Transición política los andaluces elegimos
después de muchos años nuestros primeros representantes en Cortes en junio de
1977, y el 12 de octubre de ese mismo año se conformó la Asamblea de
Parlamentarios en representación de nuestra región. Fue entones cuando desde el
colectivo cultural Averroes se convocaría a las fuerzas sociales y políticas a
iniciar una campaña a favor de la concienciación autonómica que culminaría como
primer Día de Andalucía el 4 de diciembre de 1977 con manifestaciones en
cada una de las provincias.
Los símbolos fueron asumidos por el
pueblo en las multitudinarias manifestaciones que, a excepción de Málaga donde
muere asesinado Manuel José García Caparrós en circunstancias no aclaradas,
tienen lugar con un doble carácter festivo y reivindicativo por la geografía
andaluza.
El 27 de mayo de 1978 se constituye la Junta
de Andalucía cuyo primer Presidente es el socialista Plácido Fernández
Viagas, siendo sustituido por Rafael Escuredo en junio de 1979. Fue entonces
cuando comenzaba el particular proceso andaluz a la autonomía por la vía del
procedimiento excepcional recogido en el artículo 151 de la Constitución.
Andalucía supera con abultada suficiencia
el apoyo de las corporaciones locales a dicho procedimiento, pero en el
respaldo popular al mismo, Almería no cumpliría el 28 de febrero de 1980 los
requisitos exigido por una poco flexible Ley de Referéndum y ello dio lugar a que,
aún habiéndose perdido jurídicamente la consulta, políticamente la solución al bloqueo
al proceso de la autonomía andaluza continuaba entre la presión popular y las
gestiones de los grupos políticos en Cortes.
Fruto de esa presión y con la voluntad unánime
de superar el problema de Estado en el que se había convertido el hecho
andaluz, todos los partidos andaluces firmaron el 23 de octubre de 1980 un
acuerdo por el que se desbloqueaba –gracias al interés nacional-, el proceso a
la autonomía por la vía del 151.
Tras el borrador conocido como Estatuto
de Carmona, el articulado del Estatuto pasaría a las Cortes y finalmente, será
ratificado positivamente por el pueblo en referéndum el 20 de octubre de 1981.
En mayo de 1982 se celebran las primeras
elecciones autonómicas a resultas de lo cual, el 14 de junio de 1982 se
constituía –aún sin sede propia-, el
primer Parlamento de Andalucía en el recinto del Alcázar hispalense. Esta
institución legislativa de autogobierno aprobaría en Pleno y por unanimidad la
Proposición no de Ley 6/83, para que el Consejo de Gobierno de la Junta, de
cara a las futuras publicaciones del texto del Estatuto de Autonomía,
introduzca en su preámbulo un texto donde se reconoce a Blas Infante como “padre
de la patria andaluza e ilustre precursor de la lucha por la consecución del
autogobierno que hoy representa el Estatuto”. Del mismo modo, dicho texto
considera que la aludida norma autonómica se ha logrado “gracias a la
aportación inestimable del pueblo andaluz”, el cual, en su conjunto, “ha
desempeñado un protagonismo indiscutible en la recuperación de su identidad”.
En una de sus primeras normas,
la Ley 3/1982 de 21 de diciembre sobre el Himno y el Escudo de Andalucía se
regulan los símbolos que, según el propio Estatuto de Autonomía también, en
referencia a la bandera, sitúan sus orígenes a la Asamblea de Ronda de 1918.
Aceptándose con ello su origen histórico y la paternidad de la mano del
movimiento que fue liderado por Blas Infante.
En definitiva, la singular
historia de nuestro personaje parte de un hombre normal al que su compromiso le
es reconocido desde nuestras instituciones. La coherencia de su vida, obra y
pensamiento nos empuja a ser mejores andaluces, y con ello mejores personas y
ciudadanos. Esa es la herencia que nos ha legado y nos invita a continuar. El futuro del Estatuto, añadimos
nosotros, y como dijo el propio Infante en 1936, “será lo que quieran los
andaluces”.
Fuente. Fran N.
Fuente. Fran N.