23 febrero, 2016

DESFLOLCLORIZAR ANDALUCÍA URGE




BREVE TEXTO ANÁLISIS DESDE FRANCO A LA JUNTA DE ANDALUCÍA 




Tras el silencio de la dictadura franquista en los albores de la transición comenzarían a despuntar la necesidad de que la democracia en Andalucía estuviese indisolublemente unida al regionalismo. La cultura andaluza que había venido siendo folclorizada por el régimen necesitaba de un mayor reconocimiento y dignificación; los problemas de nuestras provincias resultaban comunes y sus soluciones muy semejantes; nuestro pueblo estaba llamado a jugar un importante papel en el futuro inmediato y ello, necesariamente, debería de pasar por una mayor conciencia de los ciudadanos acerca de nuestras posibilidades y de su personalidad singular como pueblo diferenciado.

Así, sobre la década de los setenta numerosos grupos y entidades comenzaron a reflexionar sobre la situación: era necesario recuperar valores culturales de nuestro pueblo, devolverle su profundidad patrimonial, y movilizar de esta forma a los hombres y mujeres de este territorio para recuperar la democracia sin renunciar al nuevo papel histórico una vez llegasen las libertades. Andalucía no podía permitir que una vez más, el tren del desarrollo o del protagonismo en la construcción de la nueva España pasase sin reconocer su valía y reclamarle su opinión.

Como prólogo a ese incipiente regionalismo aparecería en 1973 Alianza Socialista de Andalucía (ASA) con la voluntad de aportar dentro de la sensibilidad antifranquista, nuevos elementos de reflexión. Entre ellos un andalucismo militante con el que se quería enriquecer el debate ideológico de la sociedad y de las formaciones tradicionales encuadradas en la oposición ilegal a Franco.

Por aquellos instantes, la revista La Ilustración Regional en su edición de diciembre de 1974 (núm. 4) publicaba dos cartas de quienes fueron compañeros de Blas Infante, y en concreto, Álvarez Osorio le nominaba por vez primera como padre de la patria andaluza. Un título como homenaje que la historia se encargará de oficializar.

Las propuestas y el discurso se concretan a medida que se acerca el final del régimen, y de esta forma en octubre de 75 Alianza Socialista de Andalucía (ASA) publica un Manifiesto que bajo el título de Poder Andaluz, por el que reivindicaba por vez primera para sí, la herencia política y moral de Infante. Por vez primera se reclamaba para Andalucía un Estatuto, y la entidad hacía suya, desde una nueva perspectiva, la reivindicación histórica del pueblo andaluz, planteada ya  por la Junta Soberana de Andújar en 1835, para hacer frente a los abusos del poder central; por la Asamblea Federalista, reunida en Antequera en 1883, para aprobar la Constitución de Andalucía; por el Congreso de Ronda de 1918, para forzar el reconocimiento de la entidad política de Andalucía; y finalmente, por la Asamblea Andaluza, reunida en Córdoba en 1933, donde se aprobó el Anteproyecto de Bases para el Estatuto de Andalucía.

El movimiento tomaba fuerza y con él la reivindicación de unos hechos, personajes y símbolos que hasta ese momento habían permanecidos ocultos a gran parte de los andaluces. De esta forma, el 12 abril de 1975 se izaba la bandera andaluza por vez primera tras la República en la Feria de Muestras Iberoamericana de Sevilla, y durante el primer mitin tolerado de las fuerzas de oposición democrática en esta ciudad el 20 de febrero de 1976, se reclamaba para Blas Infante el adecuado reconocimiento institucional que le correspondía en atención a su esfuerzo.

Los mensajes iban calando de la mano de una prensa marcadamente regional: Nueva Andalucía, Tierras del Sur, Algarabía, Andalucía Libre, entre otros títulos concretaban su necesidad y respondían a la demandaban de una información veraz y más cercana al ciudadano, lejos de las consignas oficiales emanadas desde ámbitos gubernamentales. Los medios de comunicación ocuparon un papel protagonista en la llegada pacífica de la democracia y en la generalización de estos acontecimientos que comentamos.

Las propuestas se iban concretando también. Así, el 7 de mayo de 1976 se realiza en Sevilla la presentación del primer proyecto de Estatuto de Autonomía que un colectivo realiza para Andalucía. En este caso ASA, sobre la experiencia histórica y los acuerdos de la Asamblea Regional Andaluza de Córdoba de 1933, y en Sevilla en julio de 1936. El texto resulta expuesto como la configuración política y jurídica de una voluntad de autogobierno de los andaluces, la cual debe hacerse realmente operativa una vez sometida a la libre decisión del pueblo. Indisolublemente unido también a la conquista de la democracia, al reconocimiento y al fomento de la personalidad política y cultural de nuestra tierra, y a la dotación de unos órganos de poder propios.

Muerto Franco e iniciado el proceso de Transición política los andaluces elegimos después de muchos años nuestros primeros representantes en Cortes en junio de 1977, y el 12 de octubre de ese mismo año se conformó la Asamblea de Parlamentarios en representación de nuestra región. Fue entones cuando desde el colectivo cultural Averroes se convocaría a las fuerzas sociales y políticas a iniciar una campaña a favor de la concienciación autonómica que culminaría como primer Día de Andalucía el 4 de diciembre de 1977 con manifestaciones en cada una de las provincias.

Los símbolos fueron asumidos por el pueblo en las multitudinarias manifestaciones que, a excepción de Málaga donde muere asesinado Manuel José García Caparrós en circunstancias no aclaradas, tienen lugar con un doble carácter festivo y reivindicativo por la geografía andaluza.

El 27 de mayo de 1978 se constituye la Junta de Andalucía cuyo primer Presidente es el socialista Plácido Fernández Viagas, siendo sustituido por Rafael Escuredo en junio de 1979. Fue entonces cuando comenzaba el particular proceso andaluz a la autonomía por la vía del procedimiento excepcional recogido en el artículo 151 de la Constitución.

Andalucía supera con abultada suficiencia el apoyo de las corporaciones locales a dicho procedimiento, pero en el respaldo popular al mismo, Almería no cumpliría el 28 de febrero de 1980 los requisitos exigido por una poco flexible Ley de Referéndum y ello dio lugar a que, aún habiéndose perdido jurídicamente la consulta, políticamente la solución al bloqueo al proceso de la autonomía andaluza continuaba entre la presión popular y las gestiones de los grupos políticos en Cortes.

Fruto de esa presión y con la voluntad unánime de superar el problema de Estado en el que se había convertido el hecho andaluz, todos los partidos andaluces firmaron el 23 de octubre de 1980 un acuerdo por el que se desbloqueaba –gracias al interés nacional-, el proceso a la autonomía por la vía del 151.

Tras el borrador conocido como Estatuto de Carmona, el articulado del Estatuto pasaría a las Cortes y finalmente, será ratificado positivamente por el pueblo en referéndum el 20 de octubre de 1981.

En mayo de 1982 se celebran las primeras elecciones autonómicas a resultas de lo cual, el 14 de junio de 1982 se constituía –aún sin sede propia-,  el primer Parlamento de Andalucía en el recinto del Alcázar hispalense. Esta institución legislativa de autogobierno aprobaría en Pleno y por unanimidad la Proposición no de Ley 6/83, para que el Consejo de Gobierno de la Junta, de cara a las futuras publicaciones del texto del Estatuto de Autonomía, introduzca en su preámbulo un texto donde se reconoce a Blas Infante como “padre de la patria andaluza e ilustre precursor de la lucha por la consecución del autogobierno que hoy representa el Estatuto”. Del mismo modo, dicho texto considera que la aludida norma autonómica se ha logrado “gracias a la aportación inestimable del pueblo andaluz”, el cual, en su conjunto, “ha desempeñado un protagonismo indiscutible en la recuperación de su identidad”.
           
En una de sus primeras normas, la Ley 3/1982 de 21 de diciembre sobre el Himno y el Escudo de Andalucía se regulan los símbolos que, según el propio Estatuto de Autonomía también, en referencia a la bandera, sitúan sus orígenes a la Asamblea de Ronda de 1918. Aceptándose con ello su origen histórico y la paternidad de la mano del movimiento que fue liderado por Blas Infante.

En definitiva, la singular historia de nuestro personaje parte de un hombre normal al que su compromiso le es reconocido desde nuestras instituciones. La coherencia de su vida, obra y pensamiento nos empuja a ser mejores andaluces, y con ello mejores personas y ciudadanos. Esa es la herencia que nos ha legado y nos invita a continuar. El futuro del Estatuto, añadimos nosotros, y como dijo el propio Infante en 1936, “será lo que quieran los andaluces”.

Fuente. Fran N.