Queremos ver el Flamenco en la Lista del Patrimonio Mundial.
Queremos animar a la Unesco para que reconozca la universalidad y la importancia del arte de Andalucía.
El próximo día 2 de noviembre, a las siete de la tarde en la Sala Joaquín Turina del Centro Cultural Cajasol (Laraña 2, Sevilla)
Tenemos una cita con el Flamenco.
Con la participación de la Escuela de Flamenco de Pepe Medina, celebraremos un Acto de Reafirmación. Porque el Flamenco ya es Patrimonio de la Humanidad y la Unesco sólo tiene que reconocerlo.
Me recuerda a los primeros fotógrafos extranjeros que pasaron por Andalucía. Ese fondo de Roisin, o las fotografías de los cafés cantante de Juan Laurent Minier. Nuestros fondos sonoros y audiovisuales fueron necesariamente creados por seres extraños. Vinieron, disfrutaron y saquearon una tierra de incultura. Algunos se quedaron, como el sepulturero de Lorca (Gibson).
Le pedimos a la Unesco nada menos, que nos reconozca ALGO NUESTRO. La Bienal de Flamenco se llena de público, gente extraña y forastera, desde madrileños hasta japoneses. Nos han enseñado a expropiarnos diplomáticamente de lo que convive y connive (del lat. conniventia) entre nosotros desde nuestro nacimiento. Tanto es así que pedimos que nos proteja el Flamenco, una plaza o un río, a algo que está fuera. En definitivas, ellos no sienten igual. Ni Europa ni los de Henares. Desvirtúan, ocupan, rompen, pierden, frivolizan, desordenan y convierten en PRODUCTO (a la vista está), a nuestros intérpretes y artistas. Y, amén de los amenes, nuestros artistas, sabéis que se dejan.
Si a alguien se le tercia y tiene fe política, invitan unos compañeros a una petición colectiva a la Virgen de la Unesco. Sí... la de la Torre Pelli.
Le pedimos a la Unesco nada menos, que nos reconozca ALGO NUESTRO. La Bienal de Flamenco se llena de público, gente extraña y forastera, desde madrileños hasta japoneses. Nos han enseñado a expropiarnos diplomáticamente de lo que convive y connive (del lat. conniventia) entre nosotros desde nuestro nacimiento. Tanto es así que pedimos que nos proteja el Flamenco, una plaza o un río, a algo que está fuera. En definitivas, ellos no sienten igual. Ni Europa ni los de Henares. Desvirtúan, ocupan, rompen, pierden, frivolizan, desordenan y convierten en PRODUCTO (a la vista está), a nuestros intérpretes y artistas. Y, amén de los amenes, nuestros artistas, sabéis que se dejan.
Si a alguien se le tercia y tiene fe política, invitan unos compañeros a una petición colectiva a la Virgen de la Unesco. Sí... la de la Torre Pelli.
