27 octubre, 2011

MAX WEBER Y LA POLÍTICA DEMOCRÁTICA

Imagen: catedras.fsoc.uba.ar


[A los más de 70 años de esta teoría]

NOTA PREVIA: El artículo contiene errores de formato.



Humberto Sckettino.

JF-UNAM, México.
Junio 2000

Al interior de la teoría y de la "ciencia" política contemporáneas, el debate sobre
la democracia (sobre el contenido del concepto 'democracia'), presenta
todas las posiciones que se pueden tomar al respecto, desde aquellas que señalan
que la democracia, o incluye la participación de todos los ciudadanos o no es democracia
(como es el caso de los "participacionistas~'),hasta las que, luego de la caída
de "ilusión" socialista y la recurrencia de corrupción, escándalos y malos gobiernos,
aún en regímenes democráticos estables y exitosos (como Francia y los Estados Uni
dos, por ejemplo), no atinan sino a producir una versión de la democracia, que no es
mas que un elenco de características tomadas directamente del funcionamiento de la
misma en algunos países seleccionados a propósito. La confusión es tal que Giovanni
Sartori abria su libro sobre teorias de la democracia planteando una pregunta sencilla
pero básica: ¿puede la democracia ser cualquier cosa? Para Sartori la respuesta evidente
es que no, que a pesar de la diversidad de teorías sobre la democracia, es necesario
darle un contenido preciso y relevante al concepto 'democracia'. Resulta
pertinente, entonces, repensar -una vez más- la democracia, tanto para evitar falsas
esperanzas (como las de los "radicales" de todo tipo) como para afianzar las posibilidades
que efectivamente ofrece esta complicada forma de gobierno, mas allá de la
simple (aunque sin duda necesaria) descripción empírica de sus caracteristicas centrales
y de su funcionamiento. Siguiendo las intenciones de Sartori, podemos reforrnular
la pregunta de la siguiente manera: ¿cuáles son las condiciones y las características de
una democracia posible en la modernidad?. Uno de los teóricos de la política que ofrece
una de las respuestas tradicionalmente consideradas como más útiles y adecuadas
-sin bien controvertidas- es Max Weber. En este trabajo plantearé la pregunta ante-

rior a los textos de Weber, tratando no cólo de obtener una respuesta acerca del contenido
pertinente de la nocidn de 'democracia contemporánea', sino también de
reconstruir fa estructura argumenta1 que permite a Weber obtener sus particularesconclusiones.
Argumentaré, entonces, que { 1 ) Weber presenta lo que para mucha gente
es una versión limitada (si no es que totalmente corrupta) de la democracia, debido
principalmente a su concepción realista de la política, (2) que el problema básico de
su concepción de la democracia es la oposición entre gobierno de lideres y gobierno
burócratas y (3) que la suya es, todavía, una formulación relevante para el análisis de
las democracias contemporáneas. Antes de pasar al análisis de las democracias contemporáneas.
Antes de pasar al an&lisís de los textos de Weber, debo seiialar que no intento,
aquí, hacer un estudio exhaustivo de los escritos weberianos, cosa que ya ha sido
hecha por muchos intdrpretes y que, por lo tanto, resulta un tanto superflua. Lo que
presento en las paginas que siguen es una reconstrucción de las bien conocidas idea de
Weber sobre la democracia, con el fin de destacar aquellas que nos permitan entender
la naturaleza de esta complicada forma de gobierno.
1, Supuestos: naturaleza hurnaiia y política
Como señalé ante, el punto de central de la interpretación aqul propuesta sobre la concepción
weberíana de la democracia, descansa en la identificación de los supuestos de
Weber sobre la política. Cualquier teoría de la democracia incluye, además de las condiciones
sociol6gicas, económicas, etc., del desarrollo de la democracia, supuestos
acerca de la condición humana y de la política. Son estos supuestos, siempre, los que
determinan los límites de la democracia posible. De hecho, de los inicios de la modernidad
a finales del siglo XIX, las criticas a la democracia tienen como denominador
común la incapacidad de los "hombres" para cumplir con las exigencias de una forma
de gobierno tan complicada, que incluye participación y responsabilidad de muchos
actores; inclusive un defensor de La democracia directa como Rousseau, dudaba de la
capacidad de los seres humanos para identificar los intereses y valores "correctos". La
concepción de la política que subyace a cualquier teoría de las formas de gobierno d e
pende, tambidn, de la opinión que se tenga sobre la "naturaleza humana". La opinión
optimista sobre la naturaleza humana usualmente es acompañada de una valoración
también optimista de formas de gobierno que privilegian el aumento de la franquicia,
participación y control sobre los que detentan el poder, y viceversa.
Max Weber y . . . Humberto Schettino 155
En el caso de Max Weber, como es bien sabido, una opinion en general negativa (o
pesimista) acerca de la "condición humana"es uno de los factores principales en la
producción de una concepción realista de Ia política, que .la concibe como un conflicto
permanente cuya causa fundamental es la búsqueda del poder político. Como Momm
sen' ha seiíatado, Weber acepta y propone la total separación entre ética y política.
Esta postura de Weber, que resulta escandalosa para los moralistas de la política, es resultado
de dos importantes líneas temáticas presentes fundamentalmente en Economh
y Sociedad. Una de el as consiste en la importancia que para Weber tiene concebir a la
sociología como una forma de conocimiento, que involucra necesariamente enunciados
empíricos y teó-ricos, y no como una fuente de imperativoz. La segunda "línea temática"
incluye dos famosos temas weberianos (relacionados con la primera); por un
lado, la necesidad que tiene el sociólogo, de distinguir entre ciencia y valores y, directamente
relacionada, el bien conocido tema del desencantamiento del mundo.
Como bien se sabe, Weber niega la posibilidad de que la ciencia pueda resolver
confiictos de valores3, basado en la concepción de que los valores derivan de "cconcep
ciones-del-mundo'' que son necesariamente subjetivas, es decir, que noestán sujetas a
métodos de comprobación empírica como los usados por cualquier cienci2. Esto no
quiere decir que la discusión racional de valores es imposible; simplemente intentarefutar
la tesis propuesta por varias corrientes de la filosofía decimonónica, que mantenían
que la ciencia podia"justificar"elecciones tanto de fines como de medios. Como
seAalé antes, directamente relacionada es la tesis de que la "...intelectualización y racionalización
crecientes ..." [CV 1991, propia de la modernidad, ha vaciado el mundo
de la vida humana de cualquier significado firme e inmutable. El mundo moderno
está, entonces, caracterizado tanto por un "desencanto" inevitable como por un "poIiteísmo
de los valores". A lo más que un individuo puede aspirar, en el dominio de los
valores, es a reconocer las características de la "visión-del-mundo" que defiende y a
actuar coherentemente con la misma. Hay profundas consecuencias existenciales de
estos procesos que no podemos seguir aquí. Lo que nos importa son las consecuencias,
' Ver Mommsen l989,20-2 1.
Esto queda claro en la definici6n original del objeto de estudio, presentada al inicio de ES: -'debe
entenderse por sociología .,. una ciencia que pretende entender, interprethndola, la acci6n social para de
esa manera explicarla causalmente en su desarrollo y efectos" [ES. 51.
CV 207 - 208.
Giddens [1971] 134-135.
para la política, de este análisis de la modernidad. En primer lugar, es claro que una
concepción ético-normativa de la legitimidad, como las que mantienen hoy la mayoría
de los "filósofos de la política", ssimpiemente carece de significado empírico y de relevancia
politica. Tales concepciones normativas de la legitimidad pueden ser vistas,
desde una perspectiva weberiana, como racionalizaciones de doctrinas religiosas que,
al igual que estas últimas, buscan encontrar afgún significado en el mundo de la politica5.
Por qué este cambio en la concepción de la le &irnidad? Porque, en primer lugar,
el politeísmo de valores y la incapacidad de la: ciencia para resolver tal tipo de problemas
establecen una línea divisoria entre ética y política, y hacen de la politica et reino
del conflicto no sólo de valores, sino principalmente de intereses. La única manera de
justificar esta visión de la política es recurriendo a la observación empírica. No hay
justificación "racional" de la misma; es por el10 que el status científico de la sociologia
es de gran importancia para la comprensidn de las ideas de Weber sobre la política.
En palabras de Weber, "...be criterion of morality is not that of the politician...'" y
la razón fundamental aducida por Weber para defender este argumento es, simpla
mente, que el medio específico de la política, o seabla violencia legítima, imponea la
acción política ciertos requerimientos que necesariamente se oponen 3 cualquier código
de ética. No hay alternativa a la descripción de Ia concepción weberiana de la politica
como "realismo político", incluyendo en esta concepción, como Norberto Bobbio
ha propuesto, a las teorías que "...consideran al Estado, y la esfera del cornportamiemo
político en general, pragmáticamente como relaciones de poder y dominación'? Aún
si, en el artículo del que tomo esta cita, Bobbio no menciona a Weber como parte de
esta tradiciún, la definición parecer ser hecha teniendo en mente en especial a la obra
de Weber. Soiarnente es necesario recordar la ampliamente citada definición de 'política'
ofrecida en "La politica como vocación":
Es* claro, es una Interpretacibn del pensamiento de Weber que, en mi opinión puede sustentarse en su
articulo titulado "Religious rejections of the world and their directions", (pasticulamenge en el capitulo
5), publicado, en inglts, en Gerth and Mills, eds, From Mar Ufeber Essays in Sociology. 1946. Oxford,
Oxford U.P
Cita tomado de "Suffrnge aad Democrary in Eermnny", en Weber, M. 1994 Polltrclrl Wrrtings
Cambridge U P., traduccibn de "Wahlrecht un Dtmokratie in Deutschfand'". El phmfo del que tornt esta
cita no aparece en la traduccibn al esparlo1 cuya ficha bibliográfica puede ericontrarse en la
"Bibliografía".
Bobbio. N. [1987] "Marx andlhe classics", in Bobbio, N. WhrchSoclolism. Minneapolis, University of
Minnesota Press, p 181

.- a
Política significar&p, ues, para nosotros, la aspiracidn (Streben) a participar en el poder o a
influir en la distribucibn del poder entre los distintos estados o, dentro de un mismo Estado,
entre los distintos grupos de hombres que lo componen [PV 841.
Es importante enfatizar dos elementos de la concepción weberiana de la política. Uno es su
definición de 'poder', como la posibilidad de imponer la voluntad de una persona, aún en contra
de resistencia. Esta concepckh no puede estar m& alejada de aquelias que ven al poder
como una fuerza social. El segundo elemento es presentado por Weber en su primera y mis
amplia definición de la política como un conceptoque "...abarca cualquier género de actividad
directiva autónoma" w82]. Esta concepción general de La política no es negativa, ni propone
'el rechazo de la actividad politicá; es simplemente una visión desencantada, que resulta de la
''convicción metodológica" (si se me permite la expresión), de que los ideales sólo pueden ser
relevantes si son formulados tomando en cuertta la descripción analítica más precisa posible
de la rdidad. En PG Weber escribió una frase que resume su aproximación general a la política:
"Constituiría sin duda un autoen~añola idealización de las realidades de la vida" TPG 1461.
2. La definición de 'democracia'
Teniendo esta realista y desencantada concepción de la política como supuesto, la
Concepción weberiana de la democracia, sus condiciones y posibilidades, es predeciblemente
muy distinta a la de las llamadas concepciones 'kiásicas", "antiguas" o "participativas".
En primer lugar, es una concepción producida ex parre princlpes. En
segundo lugar, está tomada en gran parte del análisis empírico. En tercer lugar -finalmente--
fue elaborada contra el escenario de los problemas politicos de la república
de Weimar, es decir, está altamente influenciada por un contexto político particular y,
por lo tanto, es posible mantener que, en condiciones distintas, algunos de los elementos
de la teoría podrían haber sido presentados en manera diferente.'
Aún si los elementos básicos de la concepción weberiana de la democracia se encuentran
en ES y PV, hay otros textos útiles si se desea tener una reconstrucción más
pre~isad e su propuesta. Probablemente el mejor lugar para encontrar una presentación
clara y breve de la concepción que Max Weber tenía de la democracia sea su ar-
Sobre este punto, ver Mornrnse 1989, caps. 1 y 5.

tículo de 1918 titulado "El Socialisnio", En este texto, Weber presentó los puntos
básicos de su concepción de la democracia. Antes que nada, una definición corta:
La palabra "democracia" puede tener múltiples significados. En si misma significasimplemente
que no existe ninguna disparidad formal de derechos políticos entre las divesas clases
de la poblacibn [S 2221.
La democracia es definida simplemente como el régimen político en el que todo el
mundo es igual ante la ley, Para Weber, la discusión relevante en el tema de la demo.
cracia no consiste en la enumeración de principios democráticos (como querría la filosofía
política nomativista), sino en el análisis y la descripción de las condiciones de su
funcionamiento. En consonancia con su concepción realista de la política, y siguiendo
la obra de su alumno Rober Michels sobre elitismo, Weber distingue dos categorías
básica de actores políticos: activos y pasivos [PG 1571. Como vimos en su definicibn
de la política, está básicamente Iaactividad de liderazgo; 'la mayoría", "las masas", en
la descripcion weberiana de la democracia tienen sólo un rol menor. En el mejor de los
casos, como veremos, su rol es limitado a la aclamación del líder carismático. En el
peor de los casos, la masificación de la política, la "política de la calle", presenta un
grave peligro derivado de su irracionalidad constitutiva [PG 1601.
En la modernidad, la política democrática sólo puede ser la actividad de minorías
organizadas. En un hecho empíricamente comprobable que son $610 minorías con intereses
políticos particulares -que van desde la propuesta de un conjunto de principios
hasta la cruda búsqueda del poder-, los actores activos en la política práctica.
Weber no mantiene explícitamente la tegis de la inevitabilidad del gobierno de minorías,
pero esta implícita en su teorla de la burocratización [PG 1591. El factor crucial es
el tamafio de las organizaciones (y de las sociedadesf. La democracia directa sólo
puede ser puesta en práctica bajo circunstancias muy particulares: una condición, de
acuerdo con Weber, es que la organización sea local o limitada en el nUmero de sus
miembros. Otra condición es la simplicidad y estabilidad de las funciones administrativas
que tal organización deba llevar a cabola. Las condiciones de las sociedades modernas,
es decir, grandes Estados, diferenciación creciente, capitalismo, etc.,
presentan una complejidad tal, que sólo un grupo de oficiales especialmente entrena
Ver, Dahl. R. 1998. QnDem~crocyN, ew Naven, Yale U.P., cap. 9.
'OES cap. X.

dos puede administrarlas. La burocracia, entonces, se convierte en un actor fundamental
de la política, Como Weber señala, la dominación en Estados m
prácticamente, "... en el manejo diario de la administración ..." y "...se encuentra necesariamente
en manos de la burocracia, tanto militar como civil ..." [PG 751.
La enseñanza de Weber debe ser claramente entendida: la política moderna, autoritaria
o democrática, es sdo un asunto de minorías, y los problemas relevantes a disaitir
son aquellos relacionados con el reclutamiento, educación y control de tales
minorías. Cualquier otra aproximación a las condiciones de la democracia moderna
es, sencillamente, una pérdida de tiempo:
Porque no es a masa "pasiva" la que engendra de su seno al jefe, sino que es el jefe politico
el que gana a sus adeptos y conquista a la masa por medio de la "demagog
en el ordenamiento estatal más democr&ico" [PG 1571.
La característica más importante de la concepción weberiana de la democracia es,
entonces, el cambio en los términos de la discusión. La democracia es considerada una
forma deseable de gobierno ---y esto distingue a Weber de las posiciones de los elitistas
italianos---, pero de manera"desencantada", Una concepción de la democracia que
enfatiza los temas de la ciudadanía, fa participacicin, los derechos, etc., simplemente
ignora las "realidades de la vida", es decir, la manera en que los regímenes democráticos
"realmente existentesy' tienden a organizarse. Tal teoría simplemente normativaes
peligrosa pues presenta expectativas imposibles de cumplir y, además, porque resulta
una guía muy pobre a la hora de tomar decisiones. En "Socialismo~yW, eber presentó
con claridad las condiciones de la democracia moderna:
La democracia tiene esta única elecci6n: o ser administrada honorificamente y con pco
gasto por personas capacitadas, o bien ser administrada por personas que la ejercen acambio
de una retribuci6n en calidad de funcionarios de planta" [S 2231.
Lo que debemos discutir, si queremos discutir sobre la democracia y no cobre quimeras,
son qué actores y fuerzas están involucrados en la lucha politica y en la administración
diaria de la democracia o, para decirlo con Weber, en el ejercicio real del
poder político. En las siguientes dos secciones me ocupar6 de los temas centrales de la
concepción weberiana de la democracia. En primer lugar, La tensión entre especializaci6n
burocrática y responsabilidad. En segundo lugar, el conflicto entre el líder y el
parlamento.
3. Burocracia y responsabilidad política
Como Gaetana Mosca había mostrado ya antes que Weber, 'minorías' dirigentes' refiere
a un conjunto complejo de individuos e instituciones, y no sólo a una minoría pequetia
y homogénea que toma todas las'decisiones. En la presentación de Weber, hay
varios actores políticos básicos, De manera esquemática, los principales actores políticos
dl una democracia son: burocracia (incluyendo a los militares), líderes, partidos y
grupos de presi6n [OG cap. VI. Las democracias contemporáneas, de acuerdo con
Weber, enfrentan un enorme e inevitable riesgo: el desarrbllo necesario -debido,
como hemos visto, al aumento en el tamaño y complejidad de las sociedades contem
poráneas- del poder burocrático. Weber vio como principal "problemay' de la deme
cracia el de cómo mantener las características positivas e innovadoras de la política en
un mundo crecientemente dom hado por "burócratas" con una cultura y capacidades
particulares. El punto de Weber no es, como muchos comentarista mantienen, cómo
preservar algún tipo de libertad individual heroica en un mundo que gradualmente se
convierte en una 'Ijaula de hierro". Este es un análisis cultural que, claramente, identifica
un problema social causado por el desarrollo de la burocracia en la mayoría de b
esferas de la vida social y es, sin duda, una consecuencia de la aparición de la sociedad
de masas. Weber comparte la preocupación de Tocqueville y Nietzsche sobre este problema.
Sin embargo, el problema específicamente político es distinto, El problemapo-
Iítico es presentado por Weber, en términos contemporáneos, como la oposición entre
política y administración, es decir, tecnocracia vs. gobierno "político". En este dominio
específico, Weber sostiene que los burócratas ni esth preparados para, ni son capaces
de, llevar a cabo con eficacia las tareas del liderazgo político. En breve, dos
temas eran de especial importancia para nuestro autor, concernientes ;a La politica moderna:
en primer lugar, cómo es sible mantener el propio ejercicio de la política,
bajo la creciente burocratización de las sociedades y, en segundo lugar, como preservar
el espíritu de liderazgo" característico del político (y, en los negocios, del empresario)
[PG 88-89]. Dos comentarios son necesarios antes de examinar los textds de
Weber. Antes que nada y como ya. he mencionado, estas riLflexionss tienen como puw
to de partida un contexto politico~específico, en el que la necesidad de liderazgo era
imperiosa. En segundo lugar, como Mornmsen ha mostrado, el pensamiento de Weber
presenta una "estructura antinómica"", lo que quiere decir que siempre desarrollaba
sus temas a través de la oposición entre dos tipos ideales Ifevados a sus limites lógicos,
Max Weber y . . . Humberto Schettino 161
La realidad, claro, no está reproducida exactamente en el tipo puro de Weber (esto es
imposible); son "guías heurísticas"en el análisis y descripción de la realidad,
La preeminencia de la burocracia se debe, en el tipo puro, a dos características: (1)
especialización y (2) conocimiento, tanto teórico como de los "hechos particulares" de
la administración pública [PG 106.1 071, En una sociedad compleja, el gobierno(o dominio)
por burócratas bien entrenados y competentes es simplemente una necesidad,
no s61o porque si tal administración algunos de los servicios públicos básicos no podrían
ser proveídos sino, y mucho más importante, porque sin tal administracibn el capitalismo
simplemente no funciona. La ley y la administración racionales, en las
palabras de Weber están " ... en la conexi6n más intima con el desarrollo del capitalismo
moderno7"PG 771, debido a que el "fundamento interno básico" del capitalismo es
el "calculo", y esto sólo puede ser logrado a través de un sistema racional y estable de
ley y de administración. En pocas palabras, Weber presentó una imagen precisa de la
necesidad que cualquier sociedad moderna y capitalista tiene de una burocracia eficiente.
Esta necesidad, precisamente, es el hecho que presenta el más alto riesgo al
funcionmiento adecuado de la democracia,
Weber establece una clara distincibn entre las habilidades requeridas en un politico
y aquellas necesarias en un burócrata. Para nuestro autor, "Los políticos han de proporcionar
a la burocracia el contrapeso " [PG 196). ¿Por qué deben llevar a cabo 10s
políticos esta labor de control (o, en inglés "check and balance")? Antes de responder
a la pregunta, otra diferencia con las concepciones "clásicas" de la democracia debe
ser seaalada: el problema tradicional del control y la limitación mutua de los poderes,
así como el proceso que en ingl6s se domina "accountability", que tanto para el Cons
titucionalismo como para la concepción jurídico-moral de la filosofía política se resuelve
con el tema de la divisidn de poderes, se transforman +n la argumentacibn---
en un proceso de control mutuo entre políticos y burócratas.
Regresando a nuestra pregunta, la respuesta se encuentra en el hecho, ya mencionado,
de que son los burócratas quienes controlan el conocimiento básico de la administración
de la sociedad y ejercen el poder "diariamente", en directo, con los
gobernados. ¿Por qué no deberían, los burócratas, gobernar? La respuesta de Weber
combina sus valores personales con sus observaciones empíricas. Los burócratas a&
ministran, pero carecen de la capacidad política para dirigir y gobernar. Trataré de reconstruir
el, a veces ambiguo, argumento de Weber.
El punta central del argumento se encuentra --de nuevo-- en la concepción webe
rima de la potitica:

La esencia de toda política ... es lucha, conquista de aliados y de un sequito voluntaio, y
para ello, para ejercitarse en este arte dificil, la carrera administrativa no ofrece, en el estado
autoritario, quierase o no, oportunidad alguna [PG 1011
La burocracia, de acuerdo con Weber, es capaz de dominar problemas especializados;
burócratas eficientes muestran objetividad en el tratamiento de problemas administrativos
con un profundo sentido del deber [PG 1053. Sin embargo, esto no es
suficiente para gobernar. No debemos olvidar que los texto de Weber sobre política, y
particularmente sobre la democracia, tienen como objetivo principal el desarrollo de
la grandeza de Alemania (tal y comoEl PrincQw y los Discorsi tienen como principal
objetivo la unificación y la grandeza de ~talia)'~E.n este contexto, Weber define al
principal problema político de Alemania como el desanollo de lide
ces de llevar a la actividad política la innovación y transformación
traste con la "mentalidad" [PGG 16 11 de burócratas, que enfatiza la obediencia y el
comportamiento de acuerdo con reglas abstractas. Sin embargo, como Weber señala
ba con claridad, se espera que burócratas de alto nivel sean capaces "...to make independent
decisions and show organizational ability and initiative, not only in countless
individual cases but also on larger issues" [PGG 1601'~E.l problema, entonces, no es
simplemente relacionado con la "divisi611 del trabajo"-administración para e
crata, innovación para el líder-, dado que ambos "tipos ideales" comparten
de las mismas capacidades. El problema Weber subrayaba, es uno de responsabilidad
[PGG 1601. La responsabilidad del burócrata termina o con su superior, o con los deberes
asignados por un conjunto de regias y/o un código de procedimientos. Al contrario,
el político, un verdadero líder político, tiene que aceptar.
' 2"~ o rs í mismos los cambios técnocos en la forma de gobernar no conducen a que una nación sea
vigorosa, feliz o valiosa. S610 pueden remover obst~culosr tlcnocos, y, en ese sentido, se trata de merios
medios para alcanzar determinado fín'"[PG 631.
13 En la traduccibn al espaiiol, falta una pagina entera, que si aparece en la traduccidn inglesa. de
publicaci6n m& reciente y de la que tomo esta cita. El textoes: "Parliament and Gevernment in Germany
under a new polrtical order", en Polrtrcal Writings (ver Bibliografia). El ilegal paro de Iabores en la
UNAM, mi lugar de trabajo, me ha impedido confrontar ambas ediciones con el original.

Weber señalaba el hecho de que dio aquellos líderes que no están sujetos ('y limitados)
por una jerarquia de deberes o por códigos de conducta, son capaces de establecer
un objetivo, así como el camino para que los estados de masas alcancen tal objetivo.
Una vez que ei gobierno de "notables" ha perdido toda posibilidad de funcionamiento,
Weber vio, correctamente, la necesidad de controlar el cada vez mayor poder de la bi,
rocracia mediante la actuación de un líder responsable. Las tareas asignadas en este
"tipo puro" de político al líder (político) indican cuales son las áreas en las que la especialización
técnica de un burócrata simplemente no es suficiente (si se quiere, claro,
desarrollar un gran Estado):
... la dirección de la burocracia, que le asigna sus tareas, ha de resolver por supuesto continuamente
problemas politicos: problemas de poder y culturales. Y el controlarla enesa función
constituye la tarea primera y fundamental del parlamento. Y no son solamente la
tareas atribuidas a las instancias centrales superiores las que pueden revestir importancia
politica y requerir sofuciones inspiradas en puntos de vista políticos, sino que pwde ser asi,
igualmente, en relacibn con cualquier cuestión particular, por muy ttfcnica que sea, de Bs
instancia subordinadas [PG 1061.
Los políticos deben atender, como muestra este párrafo: 11 la dirección general
del Estado y 21 las luchas y conflictos por el poder, Esto quiere decir que ni las lineas
básicas de la política pública [PG 1071, ni los objetivos del estado deben ser
establecidos por especialistas técnicos, y la razón ya ha sido presentada: en el "tipo
puro", pero también en la realidad, burócratas no toman responsabilidad por las acciones
que tienen que ver con los objetivos y políticas centrales al desarrollo y estabilidad
del Estado.
Además, y probablemente mas importante para la estabilidad de un país, son los
politicos, entrenados en la lucha política, quienes que están mejor preparados para resolver
los problemas producidos por conflictos en la lucha por el poder (sean políticos
o econórnicosX que son sumamente peligrosos para la estabilidad social. En pocas pa
labras, para Weber es clara ¡a enorme necesidad, para la estabilidad y desarrollo de un
I4ver nota previa

"gran pais", de Iíderes politicos responsable. Sin embargo, Weber no se engaRaba y r e
conocía el gran riesgo de una victoria final, en la lucha por el poder, de la burocracia:
En unión con la mhquina muerta, la viva trabaja en forjar el molde de aquella servidumbx:
del funiro a la que tal vez los hombres se ven algún dia obligados a someterse impotenbs,
como los fellahs del antiguo estado egipcio, si una administración buena desde el punb de
vista puramente técnico -y esto significa una adrninistraci6n y un aprovisionamierto mcimales
por medio de funcionarios- llega a representar para ellos el valor supremo yúnico
que haya de decidir acerca de la fmma de dirección de sus asuntos. Porque esto lo hace la
burocracia incomparablemente mejor que cualquier otra esmictura de poder [PG 871
La obra de Weber, entre otros factores (aunque abría de decir que una interpretación
limitada de la misma), abrió el camino a la legitimidad de la tecnocracia en este
siglo15, es decir, a la aceptación de que es indispensable el gobierno de los técnicos y
los especialistas. La promesa de la tecnocracia consiste, en pocas palabras, en obtener
la cancelación de los conflictos políticos mediante ia eficaz administración de la "cosa
pública"1b. Sin embargo, como el propio Weber sefiala, algo "falta" en aquellos casos
en los que simplemente burócratas gobiernan. De hecho, y en contra de las pretensiones
de los defensores de la tecnocracia, se puede argumentar (aunque para probarlo
empíricamente habría que hacer una investigación particular), que la mayoría de los
regimenes exitosos" de este siglo (democráticos o no), han sido regímenes goberm
dos no por especialistas, sino por Iíderes políticos con experiencia, formados en la lucha
política c~tidiana.'~
' 5 pe~sar de que es uno de los temas clAsicos de la filosofia política, cuyas formulaciones originala;
aparecen en La Repriblicn de Platbn.
I6*'~hhei storical coherente rhat defines rechnocratic thought is a deepkated anirnocity toward polities
-particularly dernocratic politics- coupled with an unswerving coomitment to sceintific decision
m." a. king". Fischer, F. Technhtrncy andthe Poliiics ofErpertise. London, Sage Publications, 1990, p. 2 1. I / Es decir, aquellos que se han mantenido con estabilidad y desarrollo econdmico por largo tiempo.
"si hacernos una breve revisión de la carrera politica y/o de los orígenes de los actuales Presidentes o
Primeros Ministros de los paises desarrollados (a los que considerartt aqul regimenes exitosos), nos
podremos dar cuenta de que 1a.mayoria caen dentro de la categoría de los que Weber llama "pollticoS'. Es
necesario, una vez más. recordar aquí que Weber propuso tipos ideales (puros); en la practica tenemos
si510 tipos mixtos ("reales") y, por tanto. sblo aproximaciones. Sm embargo, podemos reconocer quetales
líderes no son producto simplemente de una carrera burocrhtica. Algunos, como el Presidente de Francia,
Jacques Chirac, han sido educados en instituciones cuyo principal objetivo es formai. tlites

El punto central, identificado correctamente por Weber, es que la labor de los pob
ticos es, por así decirlo, senalar el camino. Esto es, propner a la sociedad un conjunto
de principios y de procedimientos para poner en practica tales principios, que [a] establezcan,
con la mayor claridad posible, la dirección que la sociedad va a.tomar y [b]
estipulen los límites de lo posible y de lo aceptable para tal sociedad. La labor del politico,
entonces, no es la de proponer soluciones a problemas concretos, sino la de sefialar
losvalores y las metas que la sociedad se debe plantear. Es en este sentido en el que
Schumpeter produce las consecuencias necesarias de la argumentación de Weber: la
democracia se convierte en un mercado político en el que los partidos y, principalmente,
sus líderes, propone linearnientos y principios generales del sentido de la vida pública,
En las democracias de masas modernas, entonces, el político vencedor de las
elecciones establece un pacto tácito con la sociedad que lo ha elegido, no para cumplir
todas las promesas particulares hechas durante la campaña'9, sino para promover el
cambio social a Ia conservación del stdrus quo (según sea el caso) bajo los principios y
valores que ha propuesto. Esta es, para Weber, la tarea propia de un político y de ahí
que la responsabilidad sea el valor fundamental que nuestro autor asigna a los politicos.
Responsabilidad respecto de la visión general planteada, no de los procesos particulares
de las políticas públicas. Para Weber es claro que la cultura del político sólo se
puede desarrollar en la practica política democrática, esto es, en la lucha por la obtención
del poder mediante la competencia legal y pacifica con otras fuerzas políticas
(entre partidos), y no a través del desarrollo de una carrera burocrática eficaz.
El análisis de Weber, de nuevo, es sólo un tipo ideal; no hay nada, en principio, que
impida que un especialista en economía, o en urbanismo, por ejemplo, tenga demás
experiencia y visión de estado. El punto de Weber es que, lamentablemente, esto no
sucede con frecuencia y las razones de ello han sido ya expuestas. Un ejemplo contemporáneo
puede ser el caso de México en los Últimos diez años. Como ha sido amplia
mente doc~rnentadod~e~ 1,9 86 hasta la fecha, México padeció un proceso de reforma
política, que tuvo como una de sus características principales el progresivo aumenW
administrativas; sin embargo, Chirac tiene una larga carrera política (ha sido Primer Ministro y Akalde
de Paris) que complemente su carrera burocrática.
19 Esto es, no tiene necesariamente que aumentar o reducir impuestos, o fundar escuelas, o mejorar el
servicio médico, aunque estos procesos, sin duda, cuentan a la hora de la releccibn.
20 Ver Lustig, N. 1998. .Wxicn The Remaking of an Economy. Second edition. Washintong, Brookrngs
Instiution Press. parte 11.
de la influencia de líderes cuya formación política fue resultado de una carrera burocrática.
El último Presidente de México que tuvo algh cargo de elección popular m
tes de acceder a la Presidencia foe Gustavo Diaz Ordaz, que gobernó de 1964 a 1970.
De la administración de Luis Echeverria ( 1 970- 1976) en adeiante, Presidentes y Se
cretaríos de Estado han sido producto, cada vez en mayor número, de carreras estricta
mente burocráticas. Ejemplos claros de este proceso han sido los Presidentes Miguel
de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo. El ejemplo pertinente es la crisis ece
nórnica de diciem re de 1994. Brevemente, la administración del Presidente Salinas,
en un intento por lograr algún aumento en la tasa de crecimiento económico, luego de
tres años de estancamiento, y en vistas de la importancia que tal crecimiento tendría en
el ano de la elección presidencial más competida en la historia del país inició, desde el
aRo 93, la venta de bonos-del gobierno denominados en pesos pero pagaderos en dólares.
Las explicaciones de lo que sucedió durante 1994 son varias y dependen de la
perspectiva ideológica de quien las presente; el hecho es que, probablemente a causa
de acontecirn ientos políticos conocidos por todos (asesinatos políticos, asi como la espectacular
aparición de una guerrilla), inversionistas nacionales y extranjeros dejaron
de invertir en bonos de deuda del gobierno mexicano y, con ello, produjeron un déficit
en la cuenta corriente que, a finales de 1994, fue imposible mantener. Lo o~urridoa
continuación es también de! dominio público: una gravisirna devaIuaci6n que produjo
b peor crisis econbmica en la historia del régimen post-revolucionario, con una enorme
caída en el producto interno bruto y, con ello, en el nivel de vida de la gran mayoría
de la población.
Es en casos de crisis social tan profunda como la anterior, en los que el problema de
la responsabilidad de quien toma las decisiones resulta crucial. La reaccih de la nueva
administración (del Presidente Zedillo) fue, simplemente, culpar a otros. En primer
lugar, culpar a la anterior administración (de la que el nuevo Presidente y la mayoría
de Los nuevos secretarios habían formado parte) y, en segundo lugar, culpar al merca
do global y a los nuevos mecanismos de internediación financiera, que permiten a ir+
versionistas actuar con mucha mayor rapidez; su actitud, entonces, fue consonante con
la que Weber llarnaria la "cultura del burócrata". Es decir, nunca se aceptó --claramente-
la responsabilidad por tan grave crisis, ni se propusieron medidas para paliar
el efecto de la devastación económica sobre el bienestar de la población, ni se intentó
repartir el peso de la crisis de manera más o menos equitativa. La solución, luego de
dos intentos fallidos por parte de la administración del Presidente Zedillo por controMax

lar la crisis, vino del gobierno de los Estados Unidos (en contra de la oposicibn del
Congreso estadounidense y de la comunidad financiera internac~onal),~'
No quiero decir, con esto, que la explicaci6n de un proceso tal complejo como la
crisis mexicana de 1994 pueda centrarse, primordialmente, en la diale~tica lida
res-burocracia. Lo que sí deseo setialar es que si adoptamos, con Weber, la importancia
de los políticos y de la política, así como de la cultura del liderazgo que la política
produce, podremos entender (en parte) las diferencias entre buen y mal gobierno, así
como -más importante- las diferencias entre regimenes exitosoc y regimenes en
crisis constante. No hay que olvidar que el objetivo de las reflexiones de Weber sobre
la politica era eminentemente normativo; la grandeza de Alemania y, como uno de los
medios, el buen desempeño de la esfera de la política. Gaetano Mosca sefíalaba, más o
menos al mismo tiempo que Weber, que la principal herencia que un estadista puede
hacer a un país, es dejar en funcionamiento un sistema de cuculación de élites que produzca
líderes capaces y responsables. Weber deseaba enfatizar el mismo punto: uno
de los criterios del bueno gobierno y de la "buena salud" de un Estado, consiste en
identificar que tipo de Iíderes tiene (y produce) tal Estado. Como veremos en el apartado
siguiente, la cultura politica del líder se desarrolla en la lucha politica, cuya arena
natural, en una democracia, es el Parlamento.
Puede parecer anacrónico plantear, en una época de pluralismo político y complejidad
creciente, en la que cada vez hay más actores involucrados en procesos de toma de
decisión sobre cuestiones públicas, la responsabilidad de unas cuantas personas por
las consecuencias de procesos sumamente complejos, como un punto de vista intere
cante para el análisis de la política. Esta posición supone, además, la centralidad de la
política; es decir, la idea de que en el ámbito propio de la actividad política se siguen
tomando la mayona de las decisiones vinculantes básicas en una sociedad. Ambos t e
mas (responsabilidad de líderes y centralidad de la política), pueden parecer simplemente
parte de las "viejas ideas" de la tradición política europea. Sin embargo, el
hecho es que, tanto desde el punto de vista jurídico, como desde el punto de vista estrictamente
los líderes políticos están aún encargados de tomar las decisie
nes cruciales y, además, es en la esfera de la política en la que se sigue estableciendo
los límites de lo que cada sociedad considera como posible y deseable. Es decir, aún
-L 1 Esta, claro, es s61o una interpretación de un proceso muy complicado, que s6lo puede ser fundamentada
LL Entendido---en pocas palabras- como ejercicio del poder, es decir, como posibilidad de imponer la
voluntad propia y de influir en las acciones de los demás.
168 Signos Filosójcos
cuando el mercado sea el mecanismo inevitable en el establecimiento de precios, producción
y circulacidn de bienes, es en el ámbito de la política en el que se definen los
principios y límites de la acción del mercado. La lucha por el libre mercado es, clara
mente, una lucha política. Una manera sencilla de comprobar, en los hechos, la importancia
de la politica y la centralidad de los líderes, es reconocer el enorme esfueno que
todo tipo de grupos de presión hacen por lograr que algún líder político escuche*sus
puntos de vista y, en el mejor de los casos, caiga bajo su influencia. Los Estados Unidos
son el ejemplo claro y radical de este proceso, peros es necesario reconocer que de
ninguna manera es privativo de los americanos (basta pensar en Japón e Italih, por
ejemplo).
4. Liderazgo y actividad parlamentaria.
La alternativa que Weber propone al gobierno por burócratas es, evidentemente, el gobierno
de un líder carismático apoyado por el parlamento. Entraré brevemente en la
descripción que hace Weber del liderazgo demagógico, pues es, para nuestro autor, la
característica central (básica) de las democracias contemporáneas.
Es ampliamente conocido que dos temas dominan el análisis weberiano de la d s
mocracia parlamentaria, dos temas que no podrían estar mhs lejos de la concepción de
la democracia presentada por la tradición "clásica": "cesarismo" y demagogia.
Democratizacicin y demagogia van juntas. Pero independientemente .., de la clase deconstihlcibn
estatal, y en la medida en que las masa ya no se tratan como objeto puramente paivo
de administración, sino que su actitud se toma de algún modo en consideración [PG 1481.
Antes que nada, es necesario señalar que la referencia hecha aquí a la "falta de pasividad"
de las "llamadas masas'" no debe ser entendida como una contradicción fla
grante con la opinión de Weber citada antes, en la que nuestro autor sostenía que las
"masas" son uno de tos actores políticos "pasivos". Weber reaccionaba a dos diferentes,
pero igualmente equivocadas, concepciones del rol politico que juegan las masas.
Las "masas" no son, ni una fuente del liderazgo, ni, como algunos conservadores
creen, objetos pasivos de control. La estructura antinómica del pensamiento de Weber
refleja las paradojas de la realidad contemporánea: la política no es hecha por la mayoria
pero, al mismo tiempo, no se puede hacer sin tomarla en consideración. Esta no es,
como una interpretación simplista mantendría, una contradiccih, sino el reconocimiento
de la complejidad de la vida política contemporánea. Aún si la política es
-siempre--- una actividad de minorías, el inevitable acceso de las mayorías a la vida
política a través tanto de la extensión del sufragio como del desarroll~d e las organizaciones
populares (como los sindicatos), ha transformado profundamente fa política;
este proceso es claramente presentado por Weber en PG:
La importancia de la democratización activa de las masas reside en que el jefe politico ya no
es proclamado candidato en virtud del reconocimiento de sus mtiritos en el círculo deuna
capa de honoratiores, para convertirse luego en jefe, por el hecho de sobresalir en el parlamento,
sino que consigue la confianza y la fe de las mismas masas, y su poder como conse
cuencia, con medios de la demagogia de masas. Por su carácter, esto represenra un cambb
cesaristico en la selecci6n de los jefes. Y efectivamente, toda democracia, tiende aello [PG
149-1501.
Cesarísmo es la forma política particular que el tipo puro de dominación carismática
toma en una democracia de masas, Este tipo de dominación es la respuesta weberia
na a la dominación de la "máquina". La dominación carismatica tiene una fuerza
revo~ucionaria*c~u,a ndo se e confronta con algún tipo de orden tradicional. Además
-y probablemente más importante para !os propósitos de Weber---, la dominacih
carismática es irracional "...en cuanto fuera de los común y extracotidiana ..." [ES
1951, lo que la hace completamente opuesta a la dominación racionat-burocrática.
Esta característica de la dominación carismátíca le permite romper completamente
con la base del poder de la burocracia y abre el camino para la innovacibn y el cambio.
Sin embargo, debe quedar claro que, aún si en el tipo puro de político profesional la
"ética de la responsabilidad" aparece como un elemento básico, es un "hecho de la
vida" que un líder no limitado puede comportarse de manera totalmente irresponsable.
La irracionalidad y la irresponsabiljdad han probado ser -particularmente en
Alemania- características desastrosas de Iíderes carismáticos. Es en este punto en el
que una institución de la democracia (representativa, más no "directa" o "participativa"),
tiene un rol muy importante. Los parlamentos, para Weber , tienen dos funciones
principales: la producción de Iíderes y el control tanto de Iíderes como de burócratas,
De la misma manera en la que los Iíderes políticos tienen que "controlar y balancear"
2 3 ~ e rE.S , cap. 111. Dado que La tipologia weberiana de dominación es bien conocida, no presentar una
reconstrucción del tipo ideal de dominación carismhtica.
el trabajo de los burócratas, los parlamentos tienen que controlar las acciones de los
políticos profesionales, principalmente cuando se han convertido en líderes verdaderamente
carismhticos. Weber enumeró explícitamente las funciones ~ontroladorads e
los parlamentos. Los parlamentos garantizan la "estabilidad"' y la "naturaleza controlada"
de la posíc ión poder de un líder. También proveen la "preservaci6n de salvaguardias
legales'kontra las acciones de éste último, una forma ordenada de probar sus
capacidades de liderazgo y, más importante para la estabilidad social y política, "...una
forma pacifica de eliminación del dictador cesaristico una vez que ha perdido la confianza
de las masas'2PG 15 11
En efecto, en cuanto 6rgano de control de la burocracia y de la publicidad administraiva,
como medio de eiiminaci6n funcionarios superiores incompetentes, como lugar de fijaci6n
del presupuesto y como elemento donde puedan lograrse compromisos entre partidos, el
parlamento tambitn es imprescindible en las democracias electivas [PG 1561.
Es imposible, ante la evidencia proveída por el parágrafo apenas citado, mantener
r no era un Weber estaba claramente preocupado por el mantenimiento
y protección de los derechos individuales, así como por el control que, necesariamente,
debe ejercerse sobre tideres políticos y burócratas, ambos temas cl6sicoc del
pensamiento liberal. Lo que Weber deseaba enfatizar en el terreno de las condiciones
generales de la democracia contemporánea era la necesidad de reconocer aquellas características
de la vida moderna -aumento en el tamaño y complejidad de las socie
dades, individualismo, capitalismo, rnasificación, entre otros-, que imponen
restricciones al funcionamiento de una forma de gobierno que involu~raa la mayoría
de los habitantes adultos de un país. En término hegeliano, hay ciertas 'kieterrninaciones"
de la modernidad que hacen a los principios clásicos de la teoría de la democracia
liberal2' totalmente inadecuados, tanto como herramientas del conocimiento, como
guías prácticas para la organización del Estado. Como ha sefialado una aguda comentarista
de la obra de Weber,
"para un ejemplo reciente de esta crítica equivocada, ver Slagstad 1988, 125.
.e LJ Sin duda, es muy impreciso hablar de cosas tales como un "modelo clasico" de la democracia. No
obstante. es posible mencionar ciertas caractertsticas consideradas, aún hoy. como elementos básicos de
una concepci6n de la democracia que Weber no aceptaría: participaci6n ciudadana, democracia como
gobierno autbnomo ("para el pueblo y por el pueblo"), y el mecanismo de la división de poderes como suficiente para controlar a los gobernantes, principalmente.
La democracia aparece entonces como tdcnica de organización del consenso, de seleaidn
del liderazgo y de fortalecimiento del gobierno ".plitico" frente al gobierno adrnnistrativo
... La democracia no es la forma de gobierno que se erige contra eI ejercicio "alineadd' del
poder, sino una de las formas tlpicas a travds de las cuales un poder deviene valida: laforma
más adecuada frente a la inevitabilidad del sufragio universal y la comparecencia h organizaciones de masas.
La democracia, bajo condiciones modernas, entonces, es fundamentalmente un
método para la selecci6n de líderes. Esta conclusión schumpeteriana está presente, sin
duda, en los escritos de Weber sobre el tema. Weber enfatizó la imposibilidad de que
una asamblea grande, como las que existen en cualquier democracia parlamentaria,
pudiese alguna vez gobernar. El gobierno siempre estará en,manos de una minoría, y
stado democrático puede hacer es controlar a aquellos que gobiernan y
responsables2'. Es claro que la democracia no es una forma de gobierno
sencilla; es sumamente compleja y, para funcionar correctamente (es decir, de mrt
nera tal que produzca sociedades estables y ricas, que era la aspiración de Weber para
Alemania), debe combinar exitosamente un líder carismhtico pero responsable, una
burocracia leal y efícien y un parlamente con poder suficiente para controlar a los
dos actores ya mencion s. Además, masas prudentes y no muy irracionales son ns
cesarias, así como empresarios arriesgados e innovadores. En pocas palabras, instituciones,
individuos y principios políticos son indispensable para que una democracia
funciones,

5. Conclusiones.

Las posi ilidades de la democracia,
De la reflexión weberiana se desprende la importancia de partidos e instituciones
(ahora revaluadas por la ciencia política) en la construcción de un orden político de-
26 Rabotnikof 1989, 196.
2 7 ' ' ~nef ecto, la amplia masa de los diputados en su conjunto s610 funge como stquito del lider, o de los
pocos de ellos que forman al gabinete, y les obedece ciegamente mientras tienen Cxito. Y si debe sr.
Domina siempre laactividad polltica el principio del "pequeno número", esto es, la superior capacidad de
maniobra de los pequelios grupos dirigentes. Este rasco "cesarístico*'es imposible de eliminar (en los
estados de masasf"' [PG 1021.
mocrático. Si, como vimos en el apartado anterior, el liderazgo politico es, ademásde
inevitable, crucial para el buen funciooamiento de la política, igualmente importantes
son las instituciones. Weber, en efecto, sefíala simplemente aspartidos y parlamento(e1
poder legislativo, en general) corno las instituciones centrales de la democracia. Esto
es, para nosotros, una limitación pues ahora sabemos que el número de los 'grupos de
interés" o "de presión" involucrados en la arena política es mucho mayor; no obstante,
tal limitación es sólo histórica y no cancela la tesis básica de la teoría, Es importante,
sin embargo, analizar con detenimiento la relaci6n entre liderese instituciones. A diferencia
del anblisis institucional contemporáneo, que enfatiza -correctamente, sin
duda- la importancia de las instituciones en la estabilidad y buen desempeño de las
democracias, pero que en muchos casos no da cuenta del proceso de formación de las
mismas, para Weber es claro que las instituciones son, a su vez, producto de la actividad
política de los líderes. Esto es, la importancia de liderazgo político es crucial en la
construcción de cualquier tipo de instituciones políticas, pero más aún en el caso de
instituciones tan complejas como las democráticas. Una vez establecidas las instltuciones,
y unavez socializados lamayoria de los actores políticos al interior de lacultura
política democrática, el funcionamiento de las mismas es mucho más sencillo, y la
necesidad de liderazgo innovador resulta mucho menos evidentJ8. Esta necesidad
aparece con mayor claridad, de nuevo, en el caso que a ~ e b eprr eocupaba. Es, en
efecto, el estado de crisis permanente de la República de Weimar lo que provoca miichas
de las opiniones excesivamente pesimistas acerca de las masas y excesivamente
optimistas acerca de los líderes y de lao instituciones, presentes en los textos políticos
de Weber. Es evidente que, además de brillantes análisis políticos, los escritos sobre
política de Weber (con excepción, claro, de los publicados en Economía y Sociedad)
incluyen urgentes llamados a la cordura y racionalidad de los actores políticos fundamentales
de la corta y accidentada vida de la República de Weimar.
Aún aceptando que en los análisis de Weber sobre la democracia hay excesos retóricos
y limitaciones tanto en el aparato conceptual como en la descripción de la mismq
estos defectos son menores comparados con su extraordinaria capacidad de definir los
28 De cualquier modo, es interesante notar cómo en algunos casos, el liderazgo es indispensable. Un
ejemplo más o menos reciente (Abril de 1997) puede encontrarse en la política norteamericana, El
Presidente Clinton de los Estados Unidos se vio forzado a reclutar el apoyo del antiguo líder del Senado
Norteamericano, Robert Dole, y a retirado, para convencer a la may oria de los senadores republicanos de
votar a favor del tratado de eliminación de armas nucleares. Sin el apoyo de Dole, es muy probableque el
tratado no hubiese sido aprobado, con desastrosas consecuencias para la politica exterior norteamericana.
puntos centrales de una discusión relevante sobre la democracia. Como Weber dejar
ver, claramente, en sus textos sobre la democracia, el caminb de la misma es dificil,
inestable y siempre abierto a complicaciones. La democracia es inevitable en el mufi
do moderno (cosa que ya sabía T~cquevilley)~ e sta certidumbre impide a Webet proponer
soluciones anti-democráticas (además de su profunda convicción liberal); no
obstante, esta conviccibn acerca de la necesidad de la democracia no impedía que Weberse
diera cuenta de que su funcionamiento es extremadamente complejo. Sin líderes
capaces y sin instituciones eficaces, la democracia necesariamente producirá resultados
mediocres, en el mejor de los casos, y francamente malos, en el peor, con la lamen
table consecuencia de que la legitimidad de regímenes democráticos, en este último
caso, siempre será contestada. No es sorprendente, desde un'a perspectiva weberiana,
que tan pocos paises puedan ser considerados, hoy, democráticos, ni que sea tan dificil,
para la mayoría de los Estados contemporáneos, desarrollar una versión eficaz del
gobierno democrático. Weber nos insta a pensar la democracia de manera response
ble, sin ilusiones utópicas pero con el conocimierlto firme de lo que es posible alanzar
o, en otras palabras, Weber nos pide que reconozcamos los límites que la modernidad
impone a la democracia posible. Weber nos invita, entonces, a pensar en la democracia
como una manera de obtener paz y estabilidad, y nos hace también pensar en los
peligros de la democracia, particularmente en tres peligros que, a mi entender, sigi~n
presentes en el análisis de las democracias contemporáneas: la demagogia, el dominio
tecnocrático (burocrarico diría Weber) y la irresponsabilidad de los líderes. A pesar de
estos tres graves riesgos, y en contra de la opinión dominante en la época, Weber tenía
confianza en Las posibilidades y en la productividad de la democracia y esto es algo
que uno no debe olvidar. Sólo que, para que la democracia funcione, resulta indispensable
la combinación de factores; algún grado de desarrollo para evitar la pobreza y,
con ello, terreno fkrtil para el desarrollo de demagogos. Algunos líderes virtuosos que
transformen al parlamento de sólo una arena de lucha, en una "escuela de líderes", capaces
tanto de contrarrestar el poder de la burocracia, como neutralizar la inevitable
irresponsabilidad de muchos dirigentes políticos. Paranuestro autor, el gran peligro de
la democracia reside, precisamente, en su enorme complejidad.
Es necesario revisar, desde esta perspectiva, una consideración crítica que se impone.
Ciertamente, se podría argumentar, el análisis de Weber es útil, pero para lademocracia
liberal y representativa modma, no para la situación poiitica propia de lo que
mucha gente llama la "posmodernidad"'. En otras palabras, en este nuevo ambiente, en
el que se ha roto el monopolio de los partidos sobre la representación y la práctica de la
1 74 Signos Filosbjcos
política, en el que la defensa de intereses tanto individuales, sino de grupos particulares,
resulta más importante, en el que la influencia y la capacidad de accidn de los
Estados nacionales se ha reducido y en el que la información electrónica permite acasi
cualquier ciudadano escapar a los controles tradicionales de los gobiernos, ¿tiene sentido
aún el análisis de Weber?
Como el amable elector se podrá imaginar, mi respuesta es positiva y paso a explicar
por qué. Es necesario reconocer que, a partir del final de los aAos sesenta podemos
encontrar, fundamentalmente en la democracias de paises occidentales desarrolladas,
características políticas y culturales más o menos novedosas tales como la crítica a las
grandes narrativas (a las ideologías), ta intensificación del individualismo, la renovación
del relativismo así como, en el terreno político, la erosiOn relativa de la capacidad
de acción del Estado y de la capacidad de representación de tos partidos, que tienen
como su contraparte la aparición de demandas particulares y de "movimientos socia
les". En el discurso academico, el surgimiento, muchas veces exagerado en la teoría,
de la sociedad civil considerada como actor cmcial de! cambio y la protesta, es sintomático
de los cambios antes seiíalados. No obstante, es necesario seríalar que aún la
presencia innegable de estos nuevos procesos no cambio radicalmente la "situación
política de la modernidad", y ello por las razones que siguen. En primer lugar, es nece
sario reconocer, como ha señalado Agnes Heller, que la
... posmodernidad (incluyendo a la condieibn polltica posmoderna) no es una nuevaera. La
posmodernidad es en todo sentido 'parasitaria' respecto de Ia modernidad; vive y sealimenta
de sus dxitos y dilemas. Lo que es nuevo en la situación es la novedosa conciencia hi;t&ica
desarrollada en la 'post-historia', el sentimiento de que estaremos perrnanentemerte en
el presente y, al mismo tiempo, despuds de t p .
Si esto es así, entonces no debería quedar duda de que los análisis de la política
"moderna" son útiles para entender la "condición política posmoderna". Esto queda
aún más claro si atendemos a las características sobresalientes de ésta última. Siguiendo
el análisis de la profesora Heller, podemos encontrar tales características: ruptura
de la narrativa de la secularizacih, relativismo moral y de principios, preponderancia
de movimientos frente a partidos y, finalmente, erosión de la racionalidad de la poütica.
Esto último, cmcial, debido a la cancelaciOn o de la política de las grandes narratiMax
Weber y . . . Hurnberto Schettino 175
vas (de las grandes ideologías) o de la política del interés. En su lugar, aparece la
política de la defensa de reivindicaciones parciales, ligadas en la mayoría de los casos
a la identidad de los grupos y por lo tanto, Las mas de las vecei, innegociables. Lo que
encontrarnos en la llamada "condiciOn polítjca posmoderna" es, en última instancia,
un rechazo de la política y de sus ideologías clásicas, y una reivindicación de la defensa
de identidades particulares. Como otro estudioso del posmodernismo ha señalado,
el posmodernismo "...ataca simultáneamente toda macropolitica tradicional. ..", ya
que "...rechaza las metanarrativas en las que toda la macropolitica ... clásicamente se
sostenía"30, Es por ello que rechaza toda política propia de la modernidad; de acuerdo
al mismo análisis,
El miedo a la representación, al poder, y a una realidad social totalmente dominadapor el
capitalismo, han llevado a Los teóricos posmodernos hacia las tácticas de la microplitica,
dejando el terreno de la macropolitica al enemigo3'.
Si aceptamos esta descripción de lo que Hetler ha llamado la "condición política
posmoderna", podemos ver la relevancia, quizá aún mayor que para la política moderna,
de los análisis de Weber sobre la democracia. La política posmoderna, como vimos,
presenta un grado de racionalidad menor, no está sujeta, por definición, a la
solución de intereses de poder, pero tampoco está ligada a las grandes ideologias de
los dos últimos siglos. Al contrario, se ocupa de reivindicaciones particulares, muchas
veces no negociables y, por lo tanto, irracionales, en la medida en que carecen de Iógica
política (apuestan al "todo o nada", a la anarquía), lo que hace el funcionamiento de
la política democrhtica y representativa -el horizonte necesario de la política posmoderna-
sumamente dificil y complejo. Aún más, este tipo de política aumenta las
oportunidades de acción de demagogos y de lideres irresponsables y con ello agudiza
los que para Weber son riesgos propios de la democracia representativa y liberal. Podemos
sostener, entonces, que es precisamente en la circunstancia de una vida politica
mucho más compleja, menos organizada y más proclive al disenso que resulta Útil pre
císar los riesgos de toda democraciaposible y, siguiendo los consejos de Weber, evitar
al ascenso de demagogos, de líderes cuyo objetivo fundamental es aprovechar,
oportunísticamente, las demandas del momento sin que les importen demasiado ni
176 Signos FilosCílficos
principios ni programas. Es hoy cuando resulta más importante establecer, en la prác
tica parlamentaria, una verdadera "escuela de estadistas", que ponga un limite a las
fwrzas centrípetas propias a la condición politica posmoderna. Las ensefianzas de
Weber, entonces, siguen siendo tan vigentes como hace 70 dos.
La gran enseñanza de Weber sobre la democracia es doble. Por un lado, la precisión
acerca de qué actores y qii6 procesos son claves en su estudio -líderes, burocracia,
partidos, búsqueda del poder, responsabilidad, etc. - y, por otro, la convicción
acerca de los límites de lo posible en una democracia. En efecto, si algo muestra la te*
ría de la democracia de Weber es que la combinación entre antlisis empírico o, mejor,
tomado de la experiencia, con una visión desencantada de 1 a naturaka humana es
crucial para entender qué tipo de régimen puede ser la democracia. Para el gran sociólogo
alemán, fa democracia no es ni una vía para la emancipación, ni una manera de
realizar el potencial de los seres humanos, ni siquiera rin medio para obtener la justícia
social. La democracia, para Weber, es sólo (pero ya es bastante) una forma de gobierno
y un método para la selección de gobernantes, necesaria (inevitable) bajo las condiciones
de la modernidad y que, cuando funciona bien, permite estabilidad y libertad.
Este minimalismo democrático, que a tantos normativistas parece insuficiente, haprobado,
con el tiempo ser la perspectiva que más h t o s ha dado en lo que a paz y bienes
tar se refiere (como los ejemplos de Europa occidental y Estados Unidos muestran) y
es la única perspectiva útil para quienes vivimos en paises que desean obtener, precisamente,
paz y bienestar. La enseñanza de Weber, entonces, frente a radicalismos de
todo tipo, es que la limitación de expectativas produce, a la targa, Los mejores resultados,
cuando de democracia se trata.


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