05 abril, 2015

PCE Y SEMANA SANTA

Sevilla: las juventudes del PCE defendiendo la Semana Santa


Bajo el título de “la Juventud Comunista de Sevilla defiende una semana santa de cultura popular y sin privilegios” las juventudes del PCE de Sevilla han emitido un sorprendente y aberrante comunicado, que podéis leer en la web de la UJCE de Andalucía (www. jcandalucia.org), en el que defienden la Semana Santa como “espacio de convivencia” y de “solidaridad obrera”.
El comunicado comienza afirmando que “la Semana Santa ha sido y es un espacio de convivencia del pueblo sevillano desde hace siglos, siendo predominantes en él el compañerismo y la solidaridad obrera, pero desde el franquismo, el conservadurismo de la ciudad se ha apropiado de esta expresión popular, de la que han intentado expulsar a todo lo que no huela a ellos. La cultura del pueblo sólo pertenece al pueblo, no a los sectores más adinerados y rancios de la ciudad”.
Estos jóvenes “comunistas”, por tanto, catalogan una celebración religiosa, impuesta al pueblo trabajador andaluz como elemento de humillación, sometimiento y alienación, como “espacio de convivencia del pueblo”. El pueblo no ideó ni escogió libre y espontáneamente la Semana Santa. Fue obligado a participar en ella, como en otras celebraciones y actuaciones que hoy algunos deniminan como "cultura popular". Durante siglos, todo aquel que no hacía pública ostentación de religiosidad católica era sospechoso y corría riesgo de detención por la Inquisición. Y ya se sabe lo que esto significaba: expropiación de bienes, carcel, tortura y muerte. Ese es el origen de la gran participación popular en la misma, así como de tan exacerbada, exuberante y exteriorizada exhibición devocional, la conservación de la vida y la hacienda. Mostrar y demostrar que se era "adicto al régimen".
Nunca ha sido una fiesta del pueblo trabajador andaluz sino contra el pueblo andaluz. Como tal fue concebida y se mantiene. No la hizo reaccionaria el franquismo, es reaccionaria per sé. El que el pueblo la haga suya, no es necesariamente un signo o prueba de que la misma sea una fiesta popular. En este caso lo es de las consecuencias de siglos de represión y condicionamiento social. Y lo único que alguna vez ha tenido de "compañerismo" y "solidaridad obrera" se encontraba entre aquellos estibadores portuarios que hasta hace unos decenios, y a cambio de una remuneración, portaban las imágenes bajo los pasos para disfrute de sus opresores.
Pero ahí no queda la cosa, estos “revolucionarios” continúan realizando otras afirmaciones aún más absurdas. Según ellos, “los comunistas no hemos sido ajenos a esta tradición. Cabe recordar que en 1932, los sectores conservadores de la ciudad intentaron boicotear la fiesta para que ninguna cofradía saliese a la calle, y el pueblo creyese que la República prohibía la Semana Santa. Fue la Hermandad de la Estrella (*) (“que es del pueblo, al pueblo se debe, que es tanto como decir que se debe al Régimen constituido legalmente; es decir, a la República”, rezan sus archivos) quien salió a la calle, ganándose así el sobrenombre de La Valiente”.
Si en los años treinta un comunista hubiese defendido públicamente esta visión de la Semana Santa habría sido expulsado del PCE por mentalidad pequeñoburguesa y planteamientos socialdemócratas. Los comunistas y los obreros concienciados de la época eran completamente ajenos y radicalmente contrarios a la Semana Santa. Una cosa es que aquellos comunistas respetasen la religiosidad personal y colectiva, asi como sus manifestaciones, y como tal acto de respeto las tolerasen e incluso amparasen, y otra muy diferente que un comunista la compartiese. Prueba de ello ese mismo ejemplo de La estrella. Además, como el propio texto que incluyen subraya, tras esas salidas procesionales había un trasfondo político, razón por la que aquellas clases populares reaccionaron como lo hicieron, con independencia de motivaciones de religiosidad inculcadas e inducidas por las clases dominantes, que no originadas en la propia y libre voluntad popular.
Y ahora viene “la alternativa revolucionaria” a la actual Semana Santa ofertada por los jóvenes del PCE: “La UJCE Sevilla plantea su desacuerdo en la opulencia de la festividad pagada con el dinero de todos los contribuyentes, destinado además a instituciones tan opacas, machistas y retrógradas como la Iglesia Católica (…) ¿No sería mejor que ese dinero lo gestionaran directamente las hermandades de forma transparente?”. Además de la propia ridiculez de la propuesta, aquí ya no sólo denotan su desconocimiento de la filosofía marxista y del pasado de nuestro pueblo, sino de la propia realidad. La que controla la economía de la Semana Santa no es directamente la Iglesia sino esas hermandades, que, por cierto, forman parte de dicha Iglesia, a la que están sometidas. Lo cual no significan que no sea la benefiaciaria financiera, junto a las élites empresariales. Por cierto que son estas hermandades tan “populares” las responsables de esa “opulencia” que tanto critican. Curiosamente la estructura eclesial es refractaria a ella.
Si queríais un ejemplo del grado de degradación ideológica alcanzada por el PCE, este comunicado constituye una muestra palpable. Que un colectivo que se autodenomina “comunista” y que, por tanto, se supone que asienta sus análisis sobre el materialismo histórico y en el dialéctico, realice este tipo de declaraciones o las permita, demuestra hasta qué extremo este partido ya sólo conserva de comunista su nomenclatura.
Las UJCE de Sevilla terminan su comunicado señalando, como ejemplo de actitud comunista ante la Semana Santa, el que “en 1978 el poeta gaditano Rafael Alberti, militante del PCE, escribía unos versos sobre la Macarena y el Baratillo (*) que hacían tirarse de los pelos a la prensa conservadora sevillana. Con estos dedicados a la Esperanza de Triana (*) resume muy bien el pensamiento de muchos sevillanos: Flor del vergel sevillano, sangre de tu santa tierra, de la paz, no de la guerra, jamás de Queipo de Llano”. Estos versos, aunque evidentemente no se trata de ningún manifiesto ideológico, sólo de un ejercicio literario que intenta utilizar la temática religiosa para verter ideas antifranquistas, no constituyen un ejemplo de actitud comunista sino de todo lo opuesto. Muestra las altas cotas de desviacionismo ideológico ya alcanzadas por entonces en el PCE. Alberti no era un militante más. Era miembro de la Dirección del partido.
(*) Nota: cofradias y vírgenes sevillanas.

Fuente: La Otra Andalucía