EL MOVIMIENTO OBRERO Y SUS ORIGENES EN ANDALUCIA
José Sánchez Jiménez
2 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
INDICE
Págs.
Introducción..................................................................................................... 3
El movimiento social en Andalucía.............................................................. 5
El bandolerismo, problema social y político.......................................... 22
El anarquismo y su ideología...................................................................... 32
Congresos de la Federación Española de la A.I.T.:
Barcelona, Zaragoza, Córdoba.................................................................. 49
Andaluces en la I Internacional............................................................... 59
Bibliografía..................................................................................................... 64
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 3
INTRODUCCION
La gran cuestión social no es el simple olvido de la persona, sino el que esta misma
persona es tratada injustamente y herida en su dignidad.
Es difícil buscar la causa; muchas veces será la simple omisión que aparentemente
escandaliza menos; pero día a día el problema se agrava porque afecta a más personas
y porque la conciencia del mismo aumenta ante la ignorancia, la carencia de soluciones
o la aplicación de soluciones mancas, aparatos ortopédicos que disimulan la tara, pero
que no la remedian en su totalidad.
El caso «ANDALUCIA» es claro al respecto.
«Durante el siglo XIX, dice Ortega, España ha vivido sometida a la influencia hegemónica
de Andalucía. Empieza aquella centuria con las Cortes de Cádiz; termina con el asesinato
de Cánovas del Castillo, malagueño, y la exaltación de Silvela, no menos malague-
ño... El ladrón de Sierra Morena y el contrabandista son héroes nacionales. »
Andalucía es escenario de la actuación de las Cortes de Cádiz e implantación de la
Soberanía Nacional, del alzamiento de Riego en defensa de la Constitución, de la caída
del régimen monárquico de Isabel II.
En Andalucía toman cuerpo las primeras ideas socialistas, imbuidas de fourierismo
que, llegadas de Francia, encuentran terreno preparado para la asociación.
En Andalucía toma cuerpo y desarrollo el ideal anarquista, de tan mala prensa en
nuestra historia. La «propaganda por el hecho», realmente el último recurso, no el
fundamental, que emplearon sus hombres, ha venido a definirlos peyorativamente ante
nuestra sociedad.
El anarquismo español había ensayado ya, como táctica de lucha, las huelgas y las
presiones de sus grandes masas y el hecho insurreccionar; pero el fracaso había sido
completo. Sólo faltaba intentar el triunfo por el terrorismo.
«El 23 de septiembre de 1893 Payás arroja una bomba de dinamita el General
Martínez Campc4; el 7 de noviembre, Santiago Salvador deja caer desde el
último piso del Liceo de Barcelona sobre el patio de butacas dos bombas «Orsini»;
el 7 de junio de 1896 estalla otra en la callo Cambios Nuevos al paso de la
Procesión de Corpus, y el 8 de agosto de 1897 Angiolillo asesina en Santa Agueda
a don Antonio Cánovas del Castillo» (1).
No conviene olvidar que en la España del siglo XIX la libertad nace con «gorro de
cuartel»; los pronunciamientos cuarteleros son una normalidad y los magnicidios se
suceden hasta muy entrado el siglo XX (Dato, Canalejas, Calvo Sotelo).
(1) Cfr. Díaz del Moral: «Historia de las agitaciones campesinas andaluzas». Madrid, 1929.
4 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
No se pretende justificar de este modo una actitud extrema, pero sí considerar con
detención que el movimiento obrero fue algo más que pura criminalidad y que el reverso
de la medalla presenta, con bastante frecuencia, casos como el siguiente:
«Recuerdo un incidente sobrevenido durante la visita (1935) a una granja experimental
dedicada a la cría de cerdos en una zona escondida de Andalucía.
Destacaba en la oscuridad, a un extremo del edificio, el resplandor de un fuego.
Me acerqué allí y encontré a toda una familia de labriegos en cuclillas en torno a
un hogar alimentado con ramas verdes que despedían tan espeso humo que apenas
se podía respirar. Aquella maloliente inmundicia contrastaba con las bien fregadas
pocilgas que acababa de ver.
A mis preguntas, contestó una mujer vieja: «Sí, aquí vivimos, peor que los
cerdos. »
A lo cual el propietario, que me acompañaba, repuso indignado: «Estáis debajo de
techado. ¿Qué más queréis?» (2).
El movimiento obrero que nace en Andalucía no tiene nombre. Ha sido el pueblo el que,
de modo esporádico, pero con brío y con cierta intermitencia, ha reaccionado violentamente
contra una situación asfixiante, para luego volver a su aparente letargo. Al
menos así ocurría al principio.
Sin embargo, cada nueva sublevación iba dejando un poso de reforma y creando una
ideología, gracias a las influencias del exterior. Hasta que el movimiento tomó cuerpo
de sistema y tuvo su ideología y su programa.
Entre tanto, las preocupaciones oficiales parecían otras.
El príncipe Clodoveo de Hohenlohe, que representó al emperador alemán en las solemnidades
del entierro de Alfonso XII, en diciembre de 1885, formuló este juicio «duro
y exacto»:
«Dijérase que todo se reduce aquí a satisfacer a los 100.000 españoles de las
clases distinguidas, proporcionarles destinos y hacerlos ganar dinero. El pueblo
parece indiferente. Esto prueba que el Gobierno actual tiene las elecciones en sus
manos y aún se cuida de que sean elegidos algunos miembros de la oposición. Todo
ello constituye un sistema de explotación de lo más abyecto, una caricatura de
constitucionalismo, frases y latrocinios (3).
El movimiento obrero andaluz no queda en puro criminalismo, del mismo modo que su
alegría no se identifica con la «pandereta». Hay ocasiones en que la pandereta, parad
ójicamente, llora, refleja una profundidad, una angustia, el propósito de urgente
reivindicación.
Este movimiento obrero se hizo fuerte en vida clandestina, en los años posteriores a
la Primera República.
A fines del siglo XIX se incrementa la industria del Norte, se define con mayor exactitud
la burocracia castellana, mejor madrileña. Andalucía, que ha colaborado con sus
hombres, con su pueblo, con su geografía; positiva o negativamente, pero ha colaborado;
queda como aislada, sólo «visitada» de vez en cuando por el Poder, al que recibe
apote6sicamente. Este Poder concede indultos y recibe la alegría y el saludo de los
campesinos que levantan la vista de sus surcos al paso de la reina Isabel. Pero que no
dudan, a los pocos años, en echar por tierra, con su número, aquel Poder tan sinceramente
aclamado.
(2) Cfr. Dobby: <> Geographical Review, abril 1936.
(3) Cfr. Goetz, W.: <> Madrid, 1934. Tomo VIII, página 320.
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 5
Quizá nadie resuma esta idiosincrasia, tan compleja internamente y tan complicada
por motivos externos, como José María Jover:
«Es sabido... lo arraigado que está en las capas inferiores del pueblo español el
sentimiento de una justicia humano, espontánea, generosa y cargada de resonancias
efectivas, superior a la justicia de las leyes escritas. En la conciencia del
español cualquiera existen dos justicias: la puramente técnica, exterior, de có-
digos, ordenanzas, gacetas y jueces y aquella difícil justicia de la hombría,
radicada no en la cabeza, sino en el corazón del hombre, superior como norma
ética a la ley estampada en los códigos. De aquí la simpatía popular hacia tipos
humanos, como el contrabandista o el bandido generoso, que vulneran la primera
dejando a salvo la segunda. Siempre, en suma, lo mismo: la resistencia a dejarse
aprisionar, o a aprisionar al prójimo, dentro de una dimensión política o jurídica
unívoca» (4).
De modo breve, incompleto, deslabazado y con frecuencia demasiado rápido, se tratan
de analizar en este trabajo las circunstancias, motivos y pasos de un movimiento
obrero naciente, a través del siglo XIX.
Si se consiguiese con el mismo despertar la inquietud y preocupación por los problemas
de este pueblo, ya habría dado su fruto. La riqueza interna, desbordante, del
pueblo andaluz no puede quedar encerrada en una monotonía estructural, en unas
condiciones permanentes de injusticia, olvido o entrega a la suerte del porvenir.
El movimiento social en Andalucía
Hasta la llegada de la Internacional a la que se hace por primera vez referencia en el
semanario barcelonés «El obrero», del día 1 de noviembre de 1865, el movimiento
obrero español había permanecido en una especie de prehistoria, corno evolución de
una conciencia de clase obrera con asociaciones y sindicatos.
De Andalucía, en este sentido, de su evolución en la toma de conciencia de las clases
trabajadoras, de su aportación a la solución de estos problemas tan fundamentalmente
planteados, se ha hablado bien y mal, pero muy pocas veces con la profundidad
necesaria. Casi siempre han faltado datos para llegar a las conclusiones que se han
deducido de los mismos.
Modernamente se ha dicho que Andalucía es «un pueblo esclavizado durante siglos y
que siempre respondió cantando».
Esta misma expresión de «cante» - no canto- parece reflejar situaciones contradictorias.
La copla no tiene autor; a su autor hemos convenido en llamarle «Pueblo», así, con
mayúscula. Este Pueblo, sin embargo, presenta un amor frustrado, herido o no correspondido,
el deseo insatisfecho, la promesa con juramento; todo individualizado, la
exaltación del yo.
El Pueblo casi siempre perdió; al Pueblo se le esquilmó en todas partes, hasta dejarle
(4) Cfr. Jover, José María: «Conciencia obrera y conciencia burguesa en la España contemporánea. Madrid,
1952.
6 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
en una especie de clima de fracaso, con Manifestaciones de pesimismo existencial.
Da la impresión de que a este Pueblo se le ha enseñado, se le ha obligado a encerrarse
en sí:
«Nadie lebante al caío,
que yo a uno lebanté,
y después de lebantao
Er me dejó a mí caé. »
El obrero sajón, práctico, perseverante y tenaz, recorrerá los caminos de su emancipaci
ón con paso lento y seguro, sin retroceder nunca, aprovechando cada conquista
como instrumento para lograr la siguiente. El obrero andaluz, entusiasta, idealista,
inconsistente, desdeñará la mejora material inmediata y aspirará en cada exaltación a
conseguir, en un momento, el triunfo definitivo; recorrerá en pocas semanas el arco
ascendente hasta llegar al cenit y, en menos todavía, descenderá hasta los abismos
del nadir.
Este entusiasmo avasallador viene a parar en depresión y desánimo, que quedan justificados,
a simple vista, con un ¡estaba de Dios! :
«el que nace para ochavo
no puede llegar a cuarto. »
Rodríguez Marín recoge en un cantar la misma idea:
«Yo logré una suerte güena
y me duró poco tiempo;
A aquer que nase pa probe
de ná le sirve’r talento.»
0 aquel otro, recogido en la obra de Machado:
«Ya te lo he dicho, María
que’n la casa e los probes
dura poco la alegría.»
¿Hasta qué punto serán realidad esas filigranas que don José Ortega y Gasset expuso
en sus artículos sobre Andalucía publicados en «El Sol», en el mes de abril de 1927?:
«... en vez de esforzarse para vivir, vive para no esforzarse; hace de la evitación del
esfuerzo principio de su existencia... » «parejamente, Andalucía ha caído en poder de
todos los violentos mediterráneos, casi siempre en veinticuatro horas, por decirlo así,
sin ensayar siquiera la resistencia. Su táctica fue ceder y ser blanda.»
En Andalucía se exalta al héroe individualizado, al torero ante la fiera, al «cantaor»
que destila sus penas y alegrías; pero el que los exalta es el pueblo que se siente
solidario en su triunfo o en su dolor y que los saborea internamente. El canto coral es
menos profundo, casi de simple exhibición, «pura quincallas con frecuencia, de cara al
turismo, o expresión familiar con derroche de simpatía.
A pesar de todo, desde el punto de vista social, hay un hecho objetivo y externo, a
tener necesariamente en cuenta, antes de recurrir a explicaciones psíquicas o interEl
movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 7
nas del problema.
La división de España puede resumiese así:
1. Zonas industriales: Cataluña y Norte.
2. Zonas de explotación agrícola: Andalucía, Extremadura y Levante, en unión con
Castilla, también agropecuaria, aunque ha resaltado especialmente por su centralismo
y burocracia.
Otra característica peculiar de España es la problemática derivada de su misma estructura.
Hasta el siglo XX ha permanecido España «no ya sólo como país predominante
agrícola, sino como el país de los latifundios, el caciquismo y los fueros». Nobleza y
clero han permanecido dueños de inmensas extensiones no cultivadas o cultivadas por
un proletariado hambriento que, de vez en cuando, ha saltado con violencia desacostumbrada,
para quedar, de modo más violento aún, sometido de nuevo a su estrechez
y angustia. «Los buenos — se refiere un autor de fines del siglo XIX a los trabajadores
agrícolas del Sur de España — los justos, los honrados, mandan a sus hijos a que
pidan limosna, y viven de la piedad de las personas caritativas, que por fortuna abundan
en esta región.»
EL PROBLEMA AGRARIO
La España del siglo XIX es un país con economía primitiva, dividida socialmente en dos
sectores perfectamente delimitados: las clases alta y media, que saben leer, tienen
acceso a la cultura, participan en la política, y las cuatro quintas partes restantes -
campesinos y obreros- sin cultura, sin interés por la política, con la amenaza del paro,
del hambre, de la pérdida de las cosechas; sin contacto alguno con las clases alta y
media, excepto en los momentos de elecciones en que el número ayudaba a la conquista
del poder; y para el pago de las rentas, si las hubiere.
Esto llevó al pueblo a estar siempre con el partido más dispuesto a la acción, en espera
de un beneficio, efecto del mismo cambio:
«El obrero del campo, más sobrio, más sufrido, más vigoroso, más enérgico que
el de las ciudades, más tardo en rebelarse a causa de una sujeción tradicional y
hereditaria y de la atmósfera de respeto hacia el señor con que vive, es más
tenaz o implacable cuando, agotados los términos de la paciencia, se lanza a la
rebelión armada» (5).
A intervalos irregulares, en el momento de más amenaza, el pueblo se ha levantado
arrasándolo todo.
En 1476 Fuenteovejuna de Córdoba se alzaba en pleno contra el comendador de la
Orden de Calatrava, como antes lo hicieron los hermandiños gallegos, payeses de Catalu
ña, forenses de Baleares, y más tarde comuneros de Castilla, Germanías, etc.
El abuso en la imposición de tributos, el hambre que merodeaba sin cesar, la indignaci
ón acumulada contra el rey y el gobierno, la circulación de hojas clandestinas y
pasquines anónimos, la multiplicación de robos, riñas y asesinatos, exaltaron los ánimos
en proporciones tan alarmantes, que, cuando en la mañana del 6 de mayo de 1652,
una madre corría el barrio de San Lorenzo, en Córdoba, mostrando el cadáver de su
hijo muerto por hambre, estalló la revuelta. Los hombres, azuzados por los gritos de
indignación de las mujeres, y armados con toda clase de enseres, derribaron las puer-
5) Cfr. Hinojosa, E.: <dividualizaria, para extendería. Han demostrado la razón y la historia que la
propiedad del Estado es estéril páramo sobre el que vagan la miseria y el hambre.
»
Sin duda que estas afirmaciones tienen parte de verdad, pero no toda la verdad,
sobre todo en sus efectos.
Una defensa de la propiedad llegó a dejar sin propiedad a un sinnúmero de hombres, a
los que, además, convenció de la necesidad de la propiedad como derecho innato y
«sostén firmísimo de la libertad».
Las propiedades de la Iglesia fueron vendidas a precios irrisorios, lo mismo que los
terrenos comunales. Las leyes de 1836 y más eficazmente las de 1855 y 1856 determinaban
que los terrenos comunales no reclamados por los pueblos para su explotaci
ón inmediata serían vendidos en pública subasta.
El único disidente de la ley de 1836 fue el diputado liberal y propietario Flórez Estrada,
que propuso la nacionalización de latifundios y bienes comunales y su arriendo a los
trabajadores: «Ello promovería una solución colectivista del problema agrario, de acuerdo
con la tradición española».
Hay que continuar insistiendo en que el giro de esta situación tan revuelta obedecía al
estado calamitoso de la Hacienda, el desequilibrio más horrible que impidió hasta la
calma de pensar.
Joaquín Costa habla en su «Colectivismo agrario» de las tendencias a la propiedad
comunal. Díaz del Moral, por el contrario, niega el supuesto de Costa: «Concepto casi
ininteligible es la propiedad colectiva para las clases populares de esta región».
16 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
Es verdad, según él mismo afirma, que los motines de los trabajadores agrícolas se
encaminaron a acabar con el derecho de los propietarios, sustituyéndolos por otros
nuevos más numerosos; quemaron registros de la propiedad, archivos notariales, ansiosos
de acabar con el pasado.
Pero cabría preguntarse: ¿El pueblo no entiende la propiedad colectiva o se le ha
puesto en la obligación y necesidad de no entenderla? ¿Es el pueblo individualista, o se
le ha enseñado y casi decretado a serio?
Lo cierto es que el pueblo no se convirtió en propietario y cundió un socialismo muy
difícil de definir y precisar, pero de una espontaneidad asombrosa, y un proceso de
madurez realmente insólito. Parecía imponerse la «an-arquía» —sistema de convivencia
social descentralizado, federativo- provocada por los
mismos hechos.
AGITACIONES CAMPESINAS Y PRIMEROS BROTES SOCIALISTAS
Agitaciones campesinas pidiendo el reparto de tierras y el traslado de posesión a
nuevos y más numerosos propietarios existieron durante todo el siglo XVIII, esporá-
dicas y de poca monta unas veces, más pronunciadas y consistentes, otras.
De todos modos parece claro que el móvil inmediato, en teoría, de la desamortización
no fue otro que la supresión de manos muertas y el servirse de la propiedad particular
como medio para hacer llegar la propiedad a todos.
La realidad presentó efectos y consecuencias muy diversos.
La historia de los movimientos campesinos de Andalucía se localiza al Sur del Guadalquivir.
Es la Andalucía agraria, mientras que al Norte domina la Andalucía minera y
pecuaria. La zona Sur del Guadalquivir es la más poblada y de mayor aglomeración
humana.
En esta primera época la historia de las rebeldías andaluzas, la protesta económica y
espíritu de lucha fue menor y más fácil de ahogar que en una sucesiva organización de
las masas populares en torno a una idea, más o menos confusa, pero idea, de solución
a los propios problemas usando de la reivindicación y fuerza, cuando fuese necesario.
Sin más pretensión que la de simple muestra, interesa, la descripción de varias revueltas,
anteriores a 1868, en las que se va calibrando el sucesivo avance de una ideología
que viene a acomodarse, con una exactitud impresionante, a las condiciones de vida, al
espíritu de lucha, a la desconfianza, a un escepticismo respecto a toda solución que
pretenda imponerse desde fuera.
Bernaldo de Quirós sitúa los más antiguos recuerdos de la historia de las rebeliones
campesinas andaluzas en la segunda mitad del siglo XIX.
A pesar de que, como él mismo indica, hay una larga prehistoria, oscura, anterior a las
leyes agrarias de Carlos 111, simples revueltas de hambrientos, «insignificantes por lo
habituales», cabe la reseña de datos anteriores, dignos de estudio:
1. «El 24 de agosto último (1834) unos sesenta braceros de Algarinejo (Granada)
se amotinaron con el pretexto de que se les repartiesen las tierras de una dehesa
laborable de aquel término. La autoridad - local mostró toda la energía necesaria
para contener la sedición y logró disolver a los amotinados; pero éstos desistieron
de su empeño con la promesa de que repetirían su asonada si no se les hacía la
repartición del terreno que solicitaban. Las autoridades superiores de esta capiEl
movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 17
tal han tomado las disposiciones necesarias para que no se reproduzca otro igual
atentado» («Eco del Comercio», Madrid, 12 Sept. 1834, núm. 135).
2. «MO HAY NADA NUEVO... LOS BOLCHEVIQUES ESPAÑOLES DE 1840»
«A mediados de octubre de 1840 los vecinos de Casabermeja, aldea de la
provincia de Málaga, el lado de allá del Torcal de Antequera, se repartieron cinco
grandes cortijos, de hasta 1.300 fanegas de cabida, amojando cada cual su
parte y poniéndola en cultivo inmediatamente. Al presentarse el juez de Colmenor,
don Gaspar Moreno, con 60 hombres de a pie y 40 de a caballo, les hizo retirarse
el vecindario, que, una segunda vez que el Magistrado decidió volver, le recibió a
tiros. Poco después, los mismos que habían repartido las tierras decidieron nombrar
alcalde y Ayuntamiento entre ellos.» El ejemplo cundía y en los pueblos de
Almogía, Alozaina y Periana se estaba verificando otro reparto de tierras como
el de Casabermeja.
Este estado de cosas duró dos meses, hasta que restableció el orden una expedici
ón militar, que dirigió, por orden del capitán general de Granada, el coronel
don Francisco Feliú de la Peña, que procedió con la mayor habilidad y sensatez
para conseguirlos («El Liberal», Madrid, 30 de mayo de 1918).
3.SOCIALISMO UTOPICO EN CADIZ
«Desde 1840 la propaganda socialista comenzó en España y poco a poco han
dando sus frutos.
Los primeros propagadores de las doctrinas socialistas fueron discípulos de Fourier,
figurando el primero entro todos, don Joaquín Abreu, diputado que fue de las
Cortes de 1823, y uno de los doce que en Sevilla votaron la destitución del rey
Fernando.
Abreu, emigrado a Francia, conoció personalmente a Fourier en 1831. Vuelto a
España en 1834 y establecido en Cádiz, comenzó a exponer sus teorías
falansterianas en los periódicos de aquella ciudad y en «El eco del Comercio», de
Madrid.
Al cabo de algunos años reunió un grupo propagandista entro los que por su
constancia sobresalieron don Pedro Luis Hugarte, don Manuel Sagrario de Veloy y
don Faustino Alonso.
De todos estos primeros apóstoles de la redención social, y especialmente del
anciano Abreu y del Infatigable Hugarte, recibió el autor de esta obra... las
primeras nociones de ciencia social...
Bajo la acción Incansable de Hugarte y otros... se continuó después la propaganda
socialista en la provincia de Cádiz, lo mismo en los campos que en las ciudades.
En 1841 don Manuel Sagrario de Veloy intentó realizar en el sitio llamado
Tampul, no lejos de Jerez, una asociación armónica que, desmontando y poniendo
en cultivo gran extensión de territorio, debía fundar un falansterio, para lo que
había reunido un millón de duros de capital; pero vino a Madrid a obtener del
Gobierno la entrada, libre de derecho de aduanas, de útiles y material para la
fundación, y la concesión de cierto número de soldados o de presidiarios, en su
defecto, a los que pagaría un plus, y el Gobierno le negó lo que pedía, con lo que
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abortó el proyecto» (Fdo. Garrido. «Historia de las clases trabajadoras»).
El movimiento social obrero comenzó en España, dice Fernando Garrido, simultáneamente
que en Francia, pero más lento e interrumpido por las vicisitudes políticas.
Ciertas manifestaciones muy especiales se concretan en Andalucía tras las primeras
transferencias de propiedad: agitaciones campesinas, como se acaban de ver, con
ocupación violenta del suelo; emigraciones hacia América y puntos fabriles de Catalu-
ña; el bandolerismo y el contrabando.
En Castilla es más frecuente la mendicidad. «Un ejército de menesterosos, comenta
Vicens Vives, recorre España durante el reinado de Isabel II, con prolongación hasta
los umbrales del siglo XX... iban de un lado para otro recibiendo mísero condumio a las
puertas de cuarteles y conventos.»
De ellos salieron los que continuaron combatiendo como carlistas o republicanos en el
Norte y los que, en Andalucía, con su desenfado y bravura, imponían la ley por su
cuenta, una ley de singular y directa distribución de tierras y riquezas.
«La única gran medida de emergencia - en expresión de Vicens Vives- de los Gobiernos
fue la fundación de la Guardia Civil, para terminar con las partidas de facinerosos y
bandoleros e imponer el nuevo orden de la propiedad absolutamente en el campo.»
Narváez con Vistahermosa y el duque de Ahumada concibieron y maduraron el plan, al
que se dio forma y vida en los Reales Decretos de 28 de marzo y 12 de abril de 1844.
El ministro de Gobernación, González Bravo, se dirigió a la reina, al final de la guerra,
en enero de 1844:
«El orden social reclama este auxilio (la seguridad pública), el gobierno ha menester
una fuerza siempre disponible para proteger las personas y las propiedades,
y en España esta necesidad es mayor ...»
Se escogerán de entre el pueblo, una vez cumplido su servicio militar, a los licenciados
con buena nota y de intachable conducta y su principal ventaja estribará en evitar la
intervención frecuente del Ejército, librar los demás brazos inútiles que ocupa la
milicia nacional, impedir el soborno de los partidos locales. Esto justifica la proposici
ón para los mismos de sueldos y haberes más elevados, que los ordinarios:
«... porque sí en todos los casos el bien común y la moral se interesan en la alta
retribución y en el exacto pago de los empleados públicos, con mayor motivo es
aplicable esta verdad, que la razón dicta y la experiencia afirma, a unos agentes
que desempeñan el servicio con cierta independencia de la autoridad superior; que
llegan a ser en ocasiones depositarios de secretos importantes, y que se ven
expuestos frecuentemente a tiros del resentimiento, o lisonjeados tal vez por los
halagos de la corrupción.»
El 28 de marzo de 1844 firmó la reina Isabel el Decreto Real en cuyo preámbulo,
anterior al articulado, manifestaba:
«Conformándome con las razones expuestas por el Consejo de Ministros acerca de
lo urgente que es el establecimiento de una fuerza especial de protección y
seguridad, en atención al desamparo en que se ve hoy la autoridad pública para
proteger eficazmente el orden y las personas y bienes de los vecinos honrados y
pacíficos; y teniendo en consideración que ni el ejército permanente ni la milicia
nacional pueden atender a este servicio sin menoscabo de su peculiar organización
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y objeto, sin detrimento de la disciplina militar y sin molestias ineficaces y
perjuicios de la mayor trascendencia para las clases acomodadas y laboriosas...
»
La Real orden de 12 de abril de 1844 mandaba proceder a la organización de la Guardia
Civil «por conducto del Ministerio de Guerra» y con empleo en el de Gobernación,
y daba el cargo de director de la Organización al duque de Ahumada.
4. «En 1855 cierto don José Estudillo, «de mucha celebridad», fue conducido con
otros prisioneros desde Arcos o desde Jerez —esto no resulta bien claro — hasta
Sevilla, complicado en peligrosas asociaciones secretas, subversivas del orden
social constituido... »
«Más tarde, después de las sublevaciones de Arahal, se descubrió en dicho
pueblo una sociedad comunista y dieciséis Individuos fueron fusilados» (Bernaldo
de Quirós, «El espartaquismo agrario andaluz»).
S. SUCESOS DE ARAHAL (Sevilla)
«En el mes de julio de 1857 urdióse en Sevilla una conspiración, cuyos verdaderos
autores e instigadores, cuya bandera y cuyos propósitos son todavía un misterio,
a pesar de los años que van transcurridos. Nadie sabía de dónde procedía ni
tampoco a dónde se dirigía, siendo oscuros y completamente desconocidos en la
inmensa mayoría los hombres que figuraron en ella, y habiendo condenado su loca
tentativa política todos los partidos políticos militantes a la sazón en Andalucía.
Dispuestos ya todos los elementos con que contaban o creían contar los conjurados,
en la tarde y noche del último día de junio salieron de Sevilla, en número de
ciento y tantos hombres, mal armados y pertrechados, y al siguiente penetraron
en las villas de Utrera y del Arahal, donde sorprendieron la Casa Cuartel de la
Guardia Civil y cometieron excesos punibles, siendo el más señalado el incendio del
archivo municipal y los de algunas escribanías. La naturaleza de este atentado,
que en nada podía beneficiar a los sublevados, justifica lo que más tarde se
aseguró, que no ellos, sino algunos vecinos de las mencionadas villas, fueron los
autores de aquella estúpida violencia.
La noticia de tan incalificables desmanes, obligó a la autoridad superior de Sevilla
a activar el envío de una fuerte columna de tropas de infantería y caballería en
persecución de los sublevados, que fueron alcanzados en la mañana del día 3 en el
pueblo de Benaoján, Serranía de Ronda, y acuchillados y lanceados por la caballer
ía, que les causó veinticinco muertos y les cogió veinticuatro prisioneros,
catorce caballos y varios efectos....
Sometidos al fallo de un Consejo de Guerra, fueron condenados a la última
pena...
Tal es narrada, compendiosamente, la historia de aquella misteriosa sublevación,
ahogada materialmente en sangre con una rapidez tan pasmosa, que dejó desconcertados
los cálculos que acerca de ella se hicieron en toda España en aquellos
días. Sólo dos hechos se vieron con claridad, y éstos fueron los que dieron lugar
a las más cavilosas suposiciones. Fue el primero que la conspiración no mereció el
nombre de tal, visto que los conjurados la urdieron a la luz del día y con una
20 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
audacia y publicidad que a todo el mundo tenía sorprendido en Sevilla, no acertando
a explicarse la indiferencia en que permanecían las autoridades... y el
segundo, que la mayoría de las víctimas de aquella descabellada intentona fueron
jóvenes imberbes, artesanos en su mayor parte, que se dejaron seducir ignorantes
del atentado que iban a cometer ... » (Guichot, «Historia General de Andaluc
ía»).
En julio de 1855 se había organizado la huelga general de Barcelona, con banderas
rojas y pancartas, con los lemas siguientes: «¡Asociación o muerte!», «¡Pan y trabajo!
», «¡Viva Espartero!».
Como la política española era entonces un vivero de pronunciamientos, la mayoría de
unos gobernantes contra otros, así que escalaban el poder los ¡¡amados progresistas,
cuyo progreso consistía más que en leyes progresivas, en tolerancia de costumbres,
de este modo las sociedades obreras se veían otra vez disueltas, no bien habían empezado
a funcionar de nuevo. Y como la cuestión política se mezclaba con la cuestión
obrera, cualquier descontento entre los trabajadores se traducía en un descontento
en el orden público.
6. 1861: Insurrección dirigida por el veterinario de Loja (Granada),
don Rafael Pérez del Alamo.
Años antes, a raíz de los destierros del general Zapatero, se incrementaron en Málaga,
Granada y Sur de Córdoba - en la fusión de las tres provincias- las propagandas
democráticas de matiz republicano; se formaron grupos y sociedades secretas que
actuaban sobre los campesinos, presentándoles una solución eficaz para un nuevo y
más justo reparto de tierras.
La conjura se organizó simultáneamente en Alhama, Loja, Antequera. En Mollina, quince
kilómetros, al NO. de Antequera, repentinamente comenzó un movimiento popular
sedicioso con algunos muertos y heridos. El Juzgado de Antequera, de acuerdo con las
diligencias instruidas, dictó auto de prisión contra Pérez del Alamo. Inmediatamente
se transmitieron órdenes a los comprometidos para que se presentasen con sus armas
en los lugares designados.
Seiscientos hombres capitaneados por Pérez del Alamo y al grito de «¡Viva la República
y muera la reina!» entraron el día 28 en lznájar (Córdoba), atacaron y rindieron el
puesto de la Guardia Civil, exigiéndoles raciones de pólvora y tabaco y dirigiéndose al
pueblo en manifiesto: «Tened presente que nuestra misión es defender los derechos
del hombre, tal como los preconiza la prensa democrática, respetando la propiedad, el
hogar doméstico y todas las opiniones».
Iznájar recibió el movimiento con entusiasmo; sus hombres se incorporaron al ejército
libertador.
El día 29 se presentaron en Loja -a la que exigieron 6.000 raciones- y el día 30
destituyeron a las autoridades y constituyeron un Gobierno que mantuvo el orden con
perfección. Trabajaron concienzudamente para la defensa contra las tropas provenientes
de Sevilla, Granada y Málaga, aumentando el ejército de los sublevados, que
llegó a sumar más de 10.000 hombres.
El 2 de julio tuvieron escaramuzas con las tropas del Regimiento de Córdoba. El día 3
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 21
el brigadier Vargas y el general Serrano del Castillo sitiaron a Loja. La insurrección
quedó aislada. Los ruegos del vecindario y el temor de los daños que sobrevendrían a la
población obligó a Pérez del Alamo a licenciar a sus tropas que, en la madrugada del
día 4, salían de la ciudad «para volver a sus cosechas interrumpidas o dispersarse
entre las sierras próximas, para atacar a Alhama desde sus montañas».
Perseguido de cerca y apresado, Pérez del Álamo fue condenado a muerte junto con
otros seis. Medio centenar de hombres acabó en presidio. Logró con influencias y
amistades Pérez del Alamo el indulto, y se retiró a Arcos de la Frontera, donde vivió
en el ejercicio de su profesión hasta los noventa años, muriendo a mediados de enero
de 1911.
Conviene relatar un hecho sumamente significativo y que se había dado también en los
sucesos del Arahal: La prensa política contemporánea y posterior negó su filiación a
los sublevados. Para los moderados se trataba de una intentona socialista. Para los
unionistas, de una válvula de escape a resentimientos personales.
Parece que la intención de Pérez del Alamo era levantarse contra una monarquía
hipostática y dinámica», para llegar a una democracia republicana.
La reina Isabel, en octubre de 1862 efectuó su viaje triunfal por Andalucía y Murcia,
precediendo el indulto a los sublevados de Loja.
El mismo Pirala, como cronista oficial, reconoce que si el movimiento revolucionario
abortó en Antequera y no estalló en Archidona y en otros puntos «debióse al carácter
enérgico de un digno militar y a otras causas independientes del Gobierno».
Es digna de reproducirse la inocente descripción de un intento de reparto de tierras
en Villanueva de Cauche (Málaga), con palabras del mismo Pirala:
«Aquella sublevación — la de Pérez del Alamo presentaba una revolución completa;
era el socialismo con la comunidad de bienes, y bastó el alcalde de un pueblo,
el de Villanueva de Cauche, del partido de Antequera, para ponerle en ridículo.
Tenía el hecho importancia. En cuanto estalló la revolución, se pidió, como en
toda la comarca, el reparto de bienes, y estrechado el alcalde, dijo al fin: «Ea,
señores, mañana haremos el reparto en la plaza pública.» Anuncióse a son de
pregón, tocáronse las campanas, reuniáse el Ayuntamiento y comenzó el reparto
por los bienes del marqués de Cauche, preguntando el alcalde a cada uno de los
concurrentes lo que quería, el número de sus hijos, etc., y repartía, escribiéndose
las adjudicaciones entre vivas y aplausos. Llegóse a un vecino que tenía tres
yuntas de bueyes y tierras, y dijo el alcalde: «Tú, que tienes tres yuntas, darás
una a aquel que no tiene ninguna».
Continuando así el reparto, los desposeídos echaron cuentas, se llamaron a engaño
y replicólos el alcalde: «¿Pues no queréis repartir? Pues... este es el reparto».
Miráronse sonriendo unos a otros, lució su excelente imaginación, comprendieron
la verdad y todo quedó como estaba.»
Pirala soluciona de un plumazo el problema diciendo que «aquellos inconscientes socialistas
a los que se concedió el indulto habían obrado por sugestión nacida de muy
diverso origen ... ».
El 1 de diciembre de 1862 se convocaron Cortes y la reina habló de su viaje a Andaluc
ía y, después de congratularse del orden y tranquilidad reinantes, refiriéndose a los
sucesos de Loja, reconoció que «serían menos frecuentes — son palabras de la reina
que Antonio Pirala entre comilla- a proporción de que la verdadera opinión pública se
22 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
manifestase con mayor libertad, los pueblos se ocuparan de sus propios intereses y la
administración de la justicia fuese más expedita y mayores sus garantías de acierto»:
«... a lo que contribuiría la aprobación de los proyectos de ley de imprenta y
Ayuntamientos, y de los que propondría el Gobierno sobre incompatibilidades
parlamentarias, sanción penal de los abusos electorales, recurso de casación,
organización de tribunales y procedimiento criminal, teniendo preparados diferentes
proyectos de ley para el más útil aprovechamiento de las aguas, construcci
ón de carreteras, los capitales que la agricultura necesitaba y la instrucción que
reclamaba este ramo de la industria.>>
Hasta 1868 se difundieron bastante las teorías cooperativistas. Rochdale y sus cooperativas
de consumo llegaron a ser conocidas y practicadas en algunos círculos de
obreros ilustrados gracias a la publicidad de Fernando Garrido.
Los obreros y los campesinos lucharon junto con la clase media en todas las grandes
conmociones políticas del siglo XIX. La formulación del pensamiento socializante nac
ía de hombres de la clase media, con frecuencia demasiado abstractos o negativos en
sus reformas.
Con el destronamiento de Isabel II las organizaciones obreras no sólo se mueven en la
legalidad, sino que se engrandecen y difunden, toman cuerpo propio, llegan a la mayor
ía de edad, a la realización práctica de su teoría: «La emancipación de los trabajadores
debe ser obra de los trabajadores mismos».
El bandolerismo, problema social y político
CARACTERISTICAS
Del bandolerismo andaluz se habló y escribió en el siglo XIX de modo desbordante y
poco preciso.
Después, lo mismo que entonces, la figura del bandolero, mitificada en gran parte, ha
quedado casi convertida en leyenda.
Diego Corrientes, de Utrera, salteador de ventas y caminos, «ladrón de caballos padres
», «el bandido generoso», el mejor de todos los bandidos, y el que, como tal, tuvo
el peor destino. a los veintisiete años de su vida, arrastrado, ahorcado y descuartizado,
llevando su cabeza a la venta de Alcantarilla, en Sevilla, el 30 de marzo de 1781.
El mismo se queja en vísperas de su muerte: «Pregonan mi cabeza porque sargo al
camino y le quito ar rico lo que entrego al probe; y dejan suertos por er mundo a má de
cuatro bribone que roban sin consensia ni exposisión y hasta asesinan o jasen asesiná
a fin de enriquecerse».
José Chaves, hijo de Estepa y dedicado al contrabando; nadie corno él preparaba una
entrada de géneros de tabaco, ni ninguno con mayor serenidad en los momentos de
peligro.
«Lo que robaba a los ricos repartíalo a los pobres y nadie podía acusarle de un asesinato,
ni nadie tampoco de que había empleado modales y formas soeces para apoderarse
de lo que llevaban los viajeros.»
Luis Candelas. Nace en Madrid, de padres acomodados. De paseo con ellos, y viendo a
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 23
un niño casi desnudo, no le entrega su propia chaqueta por temor a los suyos, pero se
apodera de una camisa tendida junto al río y cubre al niño. Más adelante, en una de sus
correrías - todas las vidas de bandoleros cuentan la misma hazaña y la aplican a su
héroe, encontrando a un pobre viejo, jinete sobre un burro más viejo aún, mata al
burro y da veinte duros al amo para que compre otro nuevo, «que el sufrir tiene un
límite»...
José María, (a) el famoso «Tempranillo», «capitulando de igual a igual, el «Rey de
Sierra Morena», con Fernando, rey de las Españas, quedando con todos los suyos
indultado de sus crímenes y convertido de repente - antagónico avatar- en comandante
del escuadrón franco de Protección y Seguridad Pública de Andalucía.
Juan Palomo, los Siete Niños de Ecija, el Tío Martín - por citar los más sonados- han
aparecido, usando principalmente la campiña cordobesa y las estribaciones de Sierra
Morena, como prototipos, héroes de romance «que idealizan hasta el extremo la ruptura
de todo vínculo con la sociedad bajo el pretexto de reformarla».
«El verdadero bandido es aquel que por la fuerza o por la astucia viola las leyes,
frecuentemente defensoras del privilegio y enemigas de la justicia, con intención
de proteger a los humildes y, abatir a los soberbios» (Schiller, «Los bandidos»).
Hombres, como los famosos hermanos de la Sierra cordobesa de la Cabrilla, de coraz
ón generoso, «que tomaban de los caminantes la justa mitad de los bienes que les
hallaban, mientras con largos discursos les persuadían de la bondad de su sistema
reformista»..:
Sin embargo, no se pretende en este momento - ni es el lugar- un estudio histórico,
crítico, del bandolerismo.
La cuestión planteada no es otra que la existencia del bandolero en el siglo XIX y su
posible correlación con el problema político y social contemporáneo.
Son diarias en la prensa de la época las referencias a «partidas de facciosos y luchas
a fuego entre contrabandistas y carabineros» («Eco del Comercio», Madrid, 1834).
A modo de ejemplo:
1. 23 de septiembre de 1834: En Benamejí (Córdoba) es cogido el cabecilla de los
facciosos Francisco Pedrosa, (a) «el Cojo», y se relata al mismo tiempo la vida y
hazañas de los famosos Pere-Gil Trones y el Mesonero del Peral («Eco del
Comercio», Madrid, número 146).
2. 1 de junio de 1837: «Es escandaloso lo que está pasando en el camino de Puerto
Real a la Isla. Apenas pasa día sin que todos los viajeros que olvidan la precaución
de proveerse de escolta o sus medios no las permiten adoptarla, sean robados ...
» («Eco del Comercio», núm. 1.128).
3. 17 de junio de 1837: «... son cogidos, juzgados, pero casi inmediatamente
absueltos y de nuevo legalmente armados... trabajan en el arrecife de Sanlúcar
de Barrameda ... » («Eco del Comercio», núm. 1.143).
4. 19 de junio de 1837: «... las partidas de Orejita, Morago, Pañuelo y otros,
saquean Jabalquinto (Jaén) y, tomando dirección a Linares, tratan de internarse
en Sierra Morena» («Eco del Comercio», 20 de junio de 1837).
Aparece clara la coincidencia de los primeros efectos de la desamortización y la aparici
ón de esta nueva forma de bandolerismo, donde no resalta, como antaño, el bandi24
- El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
do generoso con sus manifestaciones de prodigalidad, sino el bandolero, varias veces
procesado, pero que cuenta con una familia pudiente que le protege ante los jueces y
«no hay quien le empapele»; los continuos secuestros anónimos, robos, falsificación
dineraria; el recurso a disfraces de la Guardia Civil o de devotos peregrinos. Como
simple anécdota, el famoso «Tío Martín», de Casariche, el famoso secuestrador hipó-
crita que con su escapulario pendiente al exterior y su rosario de gruesas cuentas,
colgado también del cuello, es la figura criminal más extraña y poderosa de todo aquel
centenar con que acabó el gobernador de Córdoba J. Zugasti.
Cuando la concentración de la propiedad comenzó a verificarse y una vez más el hombre
del campo perdió la posibilidad de independencia y autonomía, sufrió también una
transformación en sus ideas. Volvió de nuevo la desocupación campesina dando lugar a
un aumento del servicio doméstico, más acusado, en algunos lugares, que en la época
feudal.
La división del trabajo y la aparición de las máquinas anularon la especialización artesanos
y eliminaron la posibilidad de destacarse profesionalmente.
Unos prefirieron emigrar, recurrir a la mendicidad a seguir palideciendo una esclavitud
de por vida. Otros decidieron procurarse las propias satisfacciones añoradas, y
de aquí se siguió una degradación, una plaga de vicios y un aumento extraordinario de
la criminalidad.
Esta criminalidad no sólo es permitida, sino hasta fomentada y explotada por jefes
políticos y caciques locales.
Los propietarios y ganaderos se abandonan al seguro que les brinda un bandido famoso
y su cuadrilla contra los pequeños dañadores, mitad por incohesión, mitad por simpat
ía al caballista afortunado y atrevido.
Esto mismo viene confirmado por el juicio de Díaz del Moral, aunque resaltando más el
matiz político:
«No se desdeña entonces ningún procedimiento de lucha,: matones al servicio de
los jefes políticos, bandoleros subvencionados, apaleos nocturnos, falsificaciones
de listas electorales; el caso era ocupar el poder, mandar a todo trance... El fin
justifica los medios - pensarían aquellos gobernadores—, y, en efecto, con procedimiento
de fraude y de violencia, ganaban elecciones y con medios
«extraprocesales delictuosos acabó Zugasti en poco tiempo con la bochornosa
plaga del bandolerismo cordobés.»
SITUACION GEOGRAFICA
Ramírez y Casas-Deza presenta a Sierra Morena como nombre proveniente de Montes
Marianos, por el pretor Cayo Mario, que con sus tropas de celtíberos llegó a
exterminar a los bandoleros lusitanos que vagaban por ella.
Pero la sierra sólo ha servido para defenderse en las fugas y persecuciones, gracias a
un espesísimo laberinto de cumbres y valles, donde el hombre se pierde de vista en
pocos minutos, desapareciendo como de repente sin posibilidad de hallazgo.
El bandolero suele actuar en plena campiña, oculto y aun defendido en cortijos y ciudades,
de agrado, por conveniencia o por temor.
En la confluencia de las provincias de Córdoba, Sevilla y Málaga - en tierras de Estepa-
y no lejos de la provincia de Granada, se hallaban enclavados los Santos Lugares
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 25
de estos hombres. Precisamente, en lugar relativamente próximo al de la sublevación
de Pérez del Alamo, en las provincias donde el latifundismo adquiere máximas proporciones.
La provincia de Cádiz quedaría igualmente incluida si, bajo el epígrafe de bandolerismo,
como lo hicieron algunos autores, se incluyera la «Mano Negra». Pero ésta
es algo posterior y muy difícil de precisar, bien se trate de una continuación secreta
de la Internacional, bien - como algunos autores afirman- de una invención gubernativa
del partido conservador para ahogar el movimiento naciente en Andalucía.
Coetáneo de este movimiento fue el inicio de organización de las clases obreras, a
pesar de esa acusación continua de la poca inclinación y aun repulsa del hombre bético
para la asociación. El mensaje anarquista viene acomodado a las necesidades e idiosincrasia
de este pueblo. El estado de conciencia de los potentados, el alejamiento del
pobre llega a estimarse corno un producto natural, biológico, más que de la sociedad.
A duras penas, es verdad, llega la asociación y se impone hasta echar raíces en el
cancionero popular:
«Todas las niñas bonitas
tienen en casa un letrero
con letras de oro que dicen
por un asociado muero.»
«La pregunté a mi morena
que por qué me despreciaba,
y me contestó, serena,
que en la Asociación entrara.»
La asociación a que se alude debe ser la «Sociedad de pobres honrados contra los
ricos tiranos», próxima y quizá unida a la «Mano Negra».
CAUSAS Y CONSECUENCIAS DEL. BANDOLERISMO
¿Cuál es, pues, el verdadero origen del bandolerismo, causa de su incremento y extensi
ón?
«Creemos que su verdadero origen no es otro que un gran problema social,
planteado ya hace siglos... los pobres son en mayor números que los ricos; éstos
poseen todo y aquéllos de todo carecen... Mejorar las condiciones de las clases
proletarios es el único modo de conjurar el mal ... »
Así se expresa un autor de fines del siglo XIX. Es un problema eterno al que se ha
buscado paliativos, pero no remedios eficaces. La fuerza bruta, los socorros y la sopa
de los conventos, las persecuciones y promesas de mejora no dieron la solución.
A primeros de mayo de 1870 desde Málaga se enviaba a su majestad el rey una exposici
ón pidiendo amparo contra los bandidos que, alentados por la impunidad, con creciente
audacia, amenazaban las vidas, empobrecían la agricultura y deshonraban a
España. Una circular del gobernador de Málaga deploraba los crímenes, secuestros,
etc., y terminaba cantando las excelencias de aquella tierra y haciendo un llamamiento
a la mujer malagueña que con «su discreta y avasalladora influencia podría regene26
- El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
rar al hombre perturbado por el vino o envilecido por el crimen».
Don Julián de Zugasti, hasta entonces gobernador de Toledo, llega a Córdoba, enviado
por Moret y Rivero, con poderes excepcionales para la represión del bandolerismo;
tanto que, al presentarse ante las Cortes pocos años después el asunto «bandolerismo
», se trató de dilucidar en más de una sesión si las cien muertes consumadas en
Córdoba, obedecieron a la justicia o a la venganza.
Zugasti presenta la situación lamentable de la provincia: gran número dé crímenes
impunes, protectores encubiertos, encubridores indirectos, temor de los hacendados,
bandoleros al servicio del cacique, decaimiento de la fuerza moral de la Guardia Civil,
inmoralidad de los funcionarios judiciales, inutilidad de una policía mal organizada y
desprestigiado en exceso, subversión de las masas, obstáculos patrocinados por la
Ley, crecimiento gigantesco de «un bandolerismo que adopta múltiples y diversas formas,
bajo la levita, bajo la chaqueta, en los campos y en las ciudades».
Por otra parte, ciertos hacendados no podían salir ni a visitar sus heredades por
riesgo de ser robados o secuestrados; otros recibían a diario anónimos amenazadores
después de permanecer en el más sagrado silencio por temor a las revanchas oportunas.
En seguida comenzó una investigación policial, recogida de datos, fotografías, revisi
ón de armas, creación de somatenes con amplias facilidades y confianza suma, máxima
autoridad a la Guardia Civil. A Zugasti se debe la implantación de la famosa «Ley
de fugas» y la facultad concedida a la Guardia Civil de «persecución y detención de
criminales aun fuera del territorio de su jurisdicción», para evitar la impunidad material
que les proporcionaba el paso de una provincia a otra.
Las primeras resistencias proceden de los alcaldes y propietarios, reacios a cambiar
la guardia municipal existente por otra de más eficacia y honradez, «por esa inveterada
costumbre del caciquismo político que gusta de remunerar a costa del presupuesto
los servicios particulares que recibe, desde las altas esferas del Gobierno
hasta los estrechos límites del más apartado municipio, por el repugnante egoísmo que
veía impasible los robos y perjuicios de que eran víctimas sus conciudadanos con tal de
que ellos tuviesen guardadas sus haciendas siquiera fuese por afamados criminales».
Toda la organización del robo, la división del trabajo en el mismo, la jerga y vocabulario
propios usados por estos hombres, la falsificación monetaria, son descritos con
profusión de detalles como recibidos de la misma boca de algunos bandoleros tras una
toma de confianza con ellos.
En la conferencia de Madrid, del 15 de junio de 1870, en el Ministerio de la Guerra,
con los gobernadores de las provincias afectadas, el general Prim, que presidía, dijo:
Y, sin embargo, la guerra, como el mismo Zugasti declaró, fue totalmente parcial e
interesada.
El rasgo característico de este bandolerismo fue «la complicidad de las clases elevadas
y de las personas que ocupaban posición y jerarquía social». A medida que se va
penetrando en las profundidad del mismo, desaparece la gente vulgar, el bandolero
feroz, sanguinario e ignorante, para dar paso al director de aquella fuerza, que a la
vez depende del verdadero autor del crimen, que, en el momento oportuno, con su
influencia, doblegará tribunales, atenuará delitos y obtendrá el indulto.
De nuevo el testimonio de Zugasti:
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 27
«El bandolerismo ha tomado en algunas provincias las proporciones de una verdadera
guerra social, y yo no entiendo que a la guerra se pueda responder de otro
modo que con la guerra... Nada de contemplaciones: a salvar el principio de
sociedad y de gobierno, que eso será salvar la honra del país y la revolución de
septiembre.>>
Los mismos escritos de Zugasti dan la impresión de cierta falta de lógica. Se esfuerza
en presentar el aspecto social y político del bandolerismo y los inconvenientes, tambi
én políticos, para su solución; y, al mismo tiempo, se queja de que en las Cortes «se
infunda a esta malhadado cuestión carácter político».
Diarios como «La Epoca», «República Ibérica», «El Universal», «La Correspondencia
», desde el primer momento se habían interesado por el bandolerismo. Se lanzaban
preguntas al Congreso sobre las causas del bandolerismo, la licitud y legalidad de los
sistemas empleados en su represión por los gobernadores del Sur.
Por aquellos mismos días y de los diversos pueblos de la provincia de Córdoba llegaban
cartas al ministro de Gobernación «agradeciendo la seguridad de vida y propiedad
para todos los vecinos honrados», que la actuación de don J. de Zugasti había procurado.
En la sesión de las Cortes del día 20 de diciembre, Francisco Silvela, oponiéndose a
una disposición de Romero Robledo, se manifestó contra la actuación de los gobernadores
de las provincias andaluzas en la represión del bandolerismo:
1. La cuestión del bandolerismo había surgido con todos los verdaderos caracteres
de cuestión social, largamente elaborada por infinitas concausas y complicados antecedentes.
2. No se niega al Gobierno el uso de medios extraordinarios para su combate.
3. ¿«Qué habéis hecho? No habéis querido confesar la necesidad de modificar la
legislación, dando más fuerza al poder, y habéis preferido pasar por encima de la ley.»
4. «La opinión pública es la que ha de juzgar esa serie de fugas y combates entre los
bandoleros y la Guardia Civil.»
Según datos sobre estos hechos, desde el 15 de septiembre al 15 de octubre, de
acuerdo con las columnas de «La Correspondencia», aparecían como muertos sesenta
y tantos al fugarse de manos de la Guardia Civil, siendo de notar que nunca figuraba en
estos hechos «muertos ni heridos de ese benemérito cuerpo, fiel cumplidor de sus
consignas.>>
Zugasti rebatió estos puntos en sus escritos.-
1. «La Gazeta» habla del agrado de la opinión pública.
2. De acuerdo con «La Correspondencia», no son tantos los muertos, que no pasan de
doce.
3. «¿Hubiese preferido el señor Silvela la serie de muertos en sentido inverso?»
4. Murieron también muchos guardias civiles, aunque no se señalen nombres.
28 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
Al día siguiente, en la sesión de las Cortes, el señor Figuerola contestaba al discurso
del 20 del señor Silvela, al que acusa de «cierto sentimentalismo bandolero, presentando
combates en que todos los bandoleros perecían».
Y es el momento en que Cánovas del Castillo interrumpe con un grito: «¡Asesinados!»
«Ya que se quiere oír la verdad entera, ¡asesinados!», continuando la disputa, con
ánimos exaltados, Silvela, Figuerola, Rivero, Gabriel Rodríguez, etc.
En la sesión del día 22 habla de nuevo Cánovas sobre el mismo tema:
«No tengo pruebas, sino indicios vehementes de que en aquellas fugas, nunca
vistas, y en las cuales por centenares morían los malhechores en sitios solitarios,
sin que nadie los viese, sin que nadie pudiese declarar por qué y cómo tenía lugar
su muerte a manos de la Guardia Civil; lo que había era un sistema de castigar
delitos que no estaba comprendido en las leyes vigentes.
»Digo y repito, además, que cuando eso nunca ha sucedido baste ahora, cuando
sería tan fácil evitarlo, tomando ciertas precauciones con los reos, cuando bastar
ía con atarlos bien para que no procuraran ni intentaran siquiera esas fugas
imposibles...
»... porque los bandidos intentaban fugarse y porque la Guardia Civil cumplía
lealmente sus deberes, preguntaba: «¿De quién es la culpa?» No lo sé; no
conozco más que el hecho desnudo, y no tengo más criterio ni más razón para
juzgar esto hasta ahora que el criterio y la razón que tienen los demás señores
diputados; no sé más que cuando hace dos años nadie se fugaba, desde entonces
acá todas los malhechores apelan a la fuga y todos mueren a manos de la Guardia
Civil.»
Resulta, pues, demasiado difícil determinar con acierto las infinitas concausas del
bandolerismo con los matices y problemas aludidos.
Hay autores que, buceando en la historia, ven brotes de bandolerismo a través de
toda ella y casi siempre localizados en el Sur. Ya conocían en Estepa, la Astapa de los
romanos, cierta predisposición natural al robo, «ingenium latrocinium laetum».
El testimonio del historiador Justino parece asentir a esta idea:
«El cuerpo del español es tan duro y sufrido para el hambre y la fatiga, como su
corazón está siempre dispuesto a la muerte. Todos son rigurosamente sobrios,
prefiriendo antes la guerra al reposo, y si el enemigo les falta fuera, ellos se lo
buscan dentro.»
No es cierto que tales dotes de espíritu descontentadizo y belicoso lleven inevitablemente
al bandolerismo; pero algo ayuda para romper los lazos de la sociedad e intentar
suprimir las deficiencias de un poder público que permitía y hasta alentaba
exclusivismos, privilegios y miserias sociales.
Las conclusiones de la antropología criminal, a las que largamente se refiere Constancio
Bernaldo de Quirós, para el estudio de las posibles relaciones entre bandolerismo,
delincuencia subversiva y actuaciones anarquistas en la Baja Andalucía pueden encerrar
verdad, pero no toda ni la más clara verdad.
Mientras un problema o fenómeno puede tener su raíz en causas externas, sociales o
políticas, no cabe, en buen sentido común, culpar a la psique, a los constitutivos bioló-
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 29
gicos, a la fuerza de la herencia, de ser las causas del mismo. Resueltos esos problemas,
puramente externos y tangibles, o removidas esas causas exteriores, si a pesar
de ello el problema permanece, cabrá entonces la búsqueda causal exclusivamente en
lo interno.
El bandolero, que se sitúa en rebeldía ante la ley y huye prácticamente, desobedeciendo
el «bando» que le llama, pasa a tomar parte de otra organización, de la «banda
» o partida, que nace por razones de afinidad o necesidad.
Zugasti, gobernador de Córdoba de 1870-73, en su obra extensa sobre el bandolerismo,
«El bandolerismo andaluz», analiza detenidamente y con orden estas causas sociales
y políticas, que brevemente se tratan de resumir.
1. EL POSITIVISMO: Entendido como doctrina, que, al suprimir espíritu y conciencia,
rompe la «unidad en la variedad», garantía del orden.
- Una filantropía que explota en favor de los desgraciados rifas, loterías, funciones
benéficas, que son el pago de las clases acomodadas a cambio de los placeres que les
proporcionan.
- Bandidos de «guante blanco», que hacinan rentas, realizan con regocijo venturosas y
fraudulentas operaciones bursátiles, siguen con imaginación complacida el rumbo de
sus buques destinados al contrabando..., pregonando en alta voz que la propiedad es un
robo y saturando al mismo pueblo de un materialismo grosero que enseñan con sus
palabras y ejemplos.
- Como el error engendra el error, el materialismo de arriba engendra el materialismo
de abajo..., el hecho de que las personas más encumbradas de una sociedad enseñar. a
las masas no lecciones de virtud y heroísmo que eleven su alma, sino lecciones de
inmundo libertinaje, de astucias y rapiñas, de refinado sibaritismo, de lujo deslumbrador.
2. LA LIBERTAD: Mal comprendida por la masa y por sus corifeos, no por su culpa,
sino por la de aquellos que, presumiendo de dirigir al pueblo, en vez de ilustrarlo y
conducirlo por las vías del bien público y general se han esforzado en engañarlo y
explotarlo en interés de su particular provecho...
- Lejos de haberse hecho la necesaria distinción entre la libertad como medio transitorio
y el destino y fin último y definitivo, se ha predicado sin cesar por los llamados
hombres políticos no sólo que el único fin era ser libres y que la libertad consistía en
que tal o cual partido conquistase el poder. Ha resultado que cada partido dominante,
en vez de preocuparse del bien general de la nación, sólo ha atendido a las mezquinas
y estrechas conveniencias de sus parciales, considerando además a todos los ciudadanos
como vencedores o vencidos.
- La consecuencia ha sido el famoso turno de advenimientos sucesivos de las diversas
parcialidades al poder, con la consiguiente revancha de cada partido:
a) Los gobernantes con este sistema pasan por el poder sin gobernar en provecho
común, sino en puro combate con sus adversarios y defendiéndose de las asechanzas
contrarias.
b) Los partidos pasan muy fugazmente por el poder, en combate con las demás agrupaciones,
produciéndose así el más repugnante de todos los bandolerismos, el bando30
- El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
lerismo político-social, a la sombra de la sagrada investidura de un pueblo al que defrauda
y daña.
c) De aquí la desmoralización pública, que lleva a los electores a colocarse en la
actitud más favorable al «sol naciente», volviendo la espalda con facilidad e inconstancia
al «sol puesto».
3. LAS INSTITUCIONES: El sensualismo dominante, la perversidad de los hombres,
puede falsear las más sabias instituciones o el cumplimiento de las mejores leyes.
La falta debe atribuirse en primer lugar a la sociedad, o por mejor decir, al gobierno
que la representa; pero en segundo lugar pertenece a los ciudadanos.
La inmoralidad individual es infinitamente menos peligrosa que la provocada por las
leyes o instituciones, pues aquélla, aun en la conciencia misma del agente, lleva el sello
de la reprobación o del remordimiento, mientras que ésta, además de su extensión
limitada, parece llevar consigo la autoridad, la disculpa y hasta la sanción de la sociedad
entera.
4. LA POLITICA Y LOS POLITICOS: Desgraciadamente, no hay en España una política
fija, una política que pueda llamarse española. Y nuestros partidos políticos desconocen
lastimosamente este ideal y este objetivo, supuesto que nunca se preocupan
sino de cuestiones personales y jamás, o muy rara vez, de cuestiones de importancia
general y colectiva.
- La política en nuestro país rarísima vez es considerada como el medio de hacer la
felicidad de los gobernados.
5. LOS MUNICIPIOS: En los pueblos de corto vecindario, los más acaudalados e
influyentes procuran excusarse de ser elegidos concejales, haciendo que elijan a individuos
que les sirvan de instrumentos y librarse de todo género de molestias y responsabilidades.
- Los electores obedecen a !as indicaciones de los más astutos y acaudalados, de
manera que no la opinión, sino el interés, decide las votaciones. Los alcaldes, en efecto,
hacen las listas electorales, reparten las cédulas, incluyen o excluyen electores a
su gusto y contentamiento, no obstante la severidad de las prescripciones legales.
- El gran factor de todos estos abusos es un personaje muy desestimado y hasta
desconocido bajo su verdadero aspecto, que en cada pueblo se ve obligado a dar cumplimiento
a cuantas disposiciones emanan de los diferentes departamentos de Gobernaci
ón, Hacienda, Fomento, Guerra, Gracia y Justicia. Un empleado «fac totum» a
quien además se le consultan y confían los negocios de toda especie que en los peque-
ños pueblos surgen entre los vecinos; en una palabra, se trata del secretario del ayuntamiento.
Cierto que la dotación de estos funcionarios es harto modesta. Viven con
una comodidad relativa y no pocos llegan a conseguir una posición desahogada. Saben
medir, deslindar, clasificar y apreciar las fincas sujetas a desamortización, de acuerdo
con los peritos, sin salir de la cocina de sus casas, invocando siempre el bien del
pueblo y del comisionado, sin olvidar el suyo, y a cuya sombra la inmoralidad y el
bandolerismo crecen a la par que los pueblos arden en disensiones, crímenes y muertes
por causa de estos señores, que medran a costa de la ignorancia, egoísmo, preocupaciones
y ruina de los desventurados vecinos. Se cometen injusticias de modo escanEl
movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 31
daloso, aumentando el presupuesto para atender a cargos que podrían no existir, con
frecuencia desastrosas para la salubridad pública por el falseamiento y corrupción de
los alimentos que se venden, cercenamiento y encarecimiento de productos, consecuencia
del monopolio exclusivo de asentadores, y el perjuicio diario, insufrible y desesperante,
de los esquilmados consumidores.
Además del ínfimo provecho, el acaparador, tratándose del sacrificio de animales
para el mercado, sólo paga el canal limpio, quedándose gratis con la cabeza, vientre,
asadura y piel de cada una de las reses, y en caso del «ganado cerdoso», además del
vientre y asadura, arrancan adheridas algunas libras de tocino y mantecas en presencia
del mismo ganadero, que no puede menos de sufrir con resignación por temor a
represalias escalofriantes.
6. EL GOBIERNO Y LOS REPRESENTANTES DEL PAIS: De modo semejante ocurre
en las Diputaciones provinciales, en que sólo se atiende a la comodidad o provecho de
caciques para la construcción de carreteras, cauces de riego, etc., poniendo al frente
de los suministros, para el establecimiento de la beneficencia, a sus favoritos y protegidos.
Injusticias en las quintas, confusión práctica de poderes, abuso de privilegios,
empleomanías, incremento burocrático, crecimiento del número de rentistas,
falseamiento de la justicia, tranquilidad de los caciques que olvidan el pago de los
plazos de fincas nacionales.
«Entre tanto aparecen algunos bandidos, cuya delincuencia es Infinitamente menor
y se pone el grito en el cielo, y se propaga por todas partes que no existe
seguridad para las personas, que la sociedad se desquicia y que es necesario
castigar tremendos atentados con la rapidez del rayo y con mano dura y fuerte,
sin advertir que acaso aquellos mismos ladrones han tenido en su mente por
modelo al nuevo personaje, que ahora grita como conservador propietario...
>>Es necesario desengañarse: el bandolerismo político y gubernamental contribuye
mucho más de lo que se piensa de ordinario, a producir el bandolerismo en los
campos y en vano se adoptarán contra éste las más severas medidas mientras se
deje impune aquél...
>>En una palabra, mientras no caiga el castigo inexorable sobre los bandidos de
frac y guante blanco, no esperen los españoles verse libres de los bandidos de
trabuco y chaqueta.»
7. LA ADMINISTRACION
- Nuestras indigestas y complicadas colecciones legislativas y los empleados que en
oficinas, etc., las sirven influyen en los negocios con sus respectivas tendencias, de tal
modo que resisten a todo cambio político sirviendo a quien sea o como sea con tal de
permanecer en el puesto conseguido, «mientras sigue cayendo sobre el peso de contribuciones
en demasía».
- Testigos presenciales de hechos delictuosos nada vieron ni oyeron por temor a represalias,
para evitarse la complicación burocrática y por el deseo individual de aplicar
la justicia por su mano, mientras la cárcel, técnicamente desorganizada, se convert
ía en escuela de vicios y aprendizaje profesional, donde no se daba la regeneraci
ón, sino la degeneración más increíble.
32 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
A estas causas, tan rápidamente esbozadas, se suman en Andalucía, donde el bandolerismo
reviste especiales características y se emparenta con movimientos socialistas y
anarquistas, al menos en su segunda época, otras dos más que se suceden en la historia:
8. Ya en tiempos de la Reconquista, con Fernando 111, se hicieron grandes repartos de
tierra a señores y a las órdenes militares.
Después se concedieron dilatadísimas extensiones a las órdenes religiosas y a los
magnates en virtud de Cartas Pueblas otorgadas por los monarcas, con la obligación
de colonizar y erigir villas.
Muy pocos cumplieron las condiciones impuestas, y de este hecho, como del reparto
por conquista, resultó el extraordinario acaparamiento en pocas manos de !a propiedad
rústica andaluza.
La inmensa mayoría de sus habitantes quedó reducida a una servidumbre de la gleba,
heredera de aquellos esclavos que explotaban los grandes latifundios de los antiguos
patricios.
El campesino andaluz comenzó a trabajar mantenido por su amo, que además le pagaba
un jornal incapaz de atender a las necesidades familiares más indispensables. Jamás
abrigaba la esperanza de salir de esta condición.
9. Se desaprovechó - cualesquiera que hayan sido las causas y los culpables- la ocasión
más oportuna del siglo, la desamortización, para realizar una auténtica, profunda,
radical retorna agraria, quedando el mal agravado, supuesto que los compradores de
aquellos bienes, ya de antemano terratenientes, acumularon tierras que debieron ser
objeto de una repartición más pensada y lógica, más previsora y beneficiosa para el
bien común.
Como consecuencia - y aunque algunos añadan también la influencia del clima, temperamento,
carácter aventurero, imaginación árabe, mitos de bandoleros célebres y
otras consideraciones más o menos utópicas -, emigración, mendicidad, bandolerismo,
contrabando, han sido las únicas salidas, auténticas válvulas de escape, hasta que
comenzó a penetrar, llegando a las más apartadas gañanías, el verbo ácrata, bien en la
figura de un iniciado propagandista, bien en la forma impersonal de la prensa de Madrid,
Barcelona, Sevilla, Málaga y Cádiz.
Muy recientemente, en Navidad de 1960, un campesino andaluz de unos cuarenta y
cinco años se expresaba de esta manera: «El mayor pecado del mundo no es la distribuci
ón del dinero; es la distribución del saber, de la cultura.»
En suma, si el bandolerismo se presentó como un fenómeno socia¡ es porque causas
también sociales lo engendraron y produjeron.
El anarquismo y su Ideología
BAKUNIN Y FANELLI
La doctrina y actividad de Machail A. Bakunin ha quedado perfectamente sintetizada
por Casimiro Martí en dos interesantes apartados:
1. De la filosofía a la revolución, en la que analiza las relaciones de Bakunin con la
filosofía alemana, Fichte y Hegel en concreto.
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 33
«Fuerza, autodecisión, independencia para marchar hacia los objetivos propuestos,
capacidad de abstracción, de alejamiento de la realidad empírica. Esto es lo
que admira Bakunin en Fichte.»
La afirmación del Yo, con sus secuelas de libertad, independencia, son una adquisición
valiosa. Pero la «realidad» terminará por imponerse en su pensamiento y ocupar ese
trono reservado al Yo absoluto. Es la influencia de Hegel.
Hijo de un terrateniente ruso de opiniones liberales, su familia había pensado destinarlo
al ejército. Por negligencia, Bakunin fue expulsado de la escuela de artillería y
trasladado a un regimiento corriente en Polonia, del que sale definitivamente a los
veintiún años para dedicarse a la filosofía, primero en Moscú y después, desde 1840,
en Berlín, donde entra en contacto con la «izquierda hegeliana» de Feuerbach, Strauss,
Bauer.
Aquí se fragua el agitador revolucionario de un radicalismo intransigente e imperecedero,
exclusivamente interesado, y convencido con fe ciega, en una revolución
destructiva de la que nazca el mundo del espíritu.
Su único objetivo será preparar la revolución, forzar la caída de lo viejo. La revolución
será universal, y donde quiera que salte necesita la participación y el ardor más activos.
Marx y Proudhon quedarían impresionados de la fuerza de su personalidad turbulenta.
En su «Confesión al Zar», él mismo escribe las jornadas de la revolución de 1848 en
París:
«Me levanto a las cinco, o a las cuatro de la mañana; me acuesto a las dos,
permaneciendo en pie todo el día, participando en todas las asambleas, reuniones,
clubs, cortejos, paseos o desfiles; en una palabra, transmito por todos mis poros
y sentidos la embriaguez de la atmósfera revolucionarias
Sin otra aspiración que la destrucción y con la seguridad de que el mundo nacerá de sí
mismo.
2. La revolución organizada: Varía la táctica de Bakunin, aunque inalterado su espíritu
revolucionario.
La misma experiencia de trece años de destierro y prisión le hizo perder su fuerza
saludable y «sus dientes», pero no su genio, su pasión revolucionaria, su fe en la bondad
de los hombres, especialmente los campesinos rusos e italianos, bandidos y rebeldes;
su fluidez intelectual y literaria, compensada, desde luego, con su falta de regularidad,
de orden y de medios económicos.
Oposición a todo principio de autoridad, organización de la sociedad de abajo hacia
arriba, supresión del derecho de herencia, negación de un Dios que no reveló al hombre
desde el principio los caminos del orden y del bienestar, absurdo de una religión
que aplaza para el cielo la verdad, la libertad y la justicia.
En un intento de sistematizar con brevedad las posiciones fundamentales de Bakunin,
C. Martí las centra en las siguientes proposiciones:
1º. Afirmación incondicionada de la autonomía, de la Independencia y del hombre:
él es la medida del bien y de la justicia.
34 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
2º. Instauración de la justicia, restituyendo al hombre todo aquello
de que ha sido empollado (alienado) por la religión, por el Estado o
por los otros hombres. (De aquí la noción bakuniniana de «derecho
natural», anterior a todo «derecho jurídico».)
3º. Repudio violento de todo un sistema social basado en la desigualdad, en el
privilegio, en la tiranía de la religión sobre la humanidad, de la autoridad sobre el
súbdito, del capital sobre el trabajo, del hombre sobre la mujer; en una palabra,
oposición total a un sistema social basado sobre la injusticia de la expoliación del
hombre. Proclamación, en consecuencia, de la emancipación del hombre a través
de la «liquidación social».
4º. Inauguración de un sistema social que, por medio de la propiedad colectiva de
los bienes y de la abolición de la herencia, haga posible la igualdad postulada por
la justicia que exige al hombre independiente y autónomo. Es el igualitarismo de
raíz racionalístico-iluminista que hasta 1837 fue difundido por la corriente Babeuf-
Buonarroti.
Las dos primeras proposiciones reflejan la influencia de Fichte y Feuerbach. La tercera
indica la aportación de Proudhon, clara en Bakunin desde su estancia en Italia, en
1866, la crítica del sistema social, pero con la savia de una marcada tendencia revolucionaria:
«una completa y radical transformación de la sociedad no podrá efectuarse
naturalmente por medios pacíficos».
Para el afianzamiento de la paz general, según manifestación del mismo Bakunin, es
«indispensable la federación de municipios en provincias, de las provincias en la naci
ón, de las naciones en los Estados Unidos de Europa, realizándose de este modo el
profundo cambio de estructuras que él esperaba y perseguía en todo momento. De
esta manera, con la abolición del Estado, se logrará la abolición de la propiedad individual
y de la herencia, que son la creación y consecuencia del mismo principio del Estado
». Nótese que Bakunin no habla de estado, sino de nación. El concepto de estado, en
su mente, era idéntico al de abuso de poder.
Se declara, pues, antiautoritario y anticomunista:
«Porque me he declarado partidario de la propiedad colectiva, se me ha tildado
de comunista. Yo detesto el comunismo, porque es la negación de la libertad y no
puedo concebir nada humano sin libertad. No soy comunista porque el comunismo
concentra y absorbe todas las potencias de la sociedad en el Estado..., en tanto
que yo quiero la abolición del Estado, que, bajo el pretexto de moralizar y
civilizar a los hombres, los tiene avasallados, oprimidos, explotados y envilecidos.
Quiero la organización de la sociedad y de la propiedad colectiva o social de abajo
arriba, por el voto de la libre asociación, y no de arriba abajo por mediación de
la autoridad, cualquiera que ésta sea. Como consecuencia de la abolición del
Estado, quiero la abolición de la propiedad individualmente hereditaria, que no es
más que una institución del Estado y una consecuencia del principio fundamental
del Estado mismo.»
La ruptura con la «Liga de la Paz y de la Libertad» - de la que él quiso hacer una
especie de rama intelectual de la Internacional- y la separación de una minoría disidente
para formar la «Alianza de la Democracia. Socialista», irá precedida de la presentaci
ón a la misma de un programa de política social avanzada, en que se afirmaría la
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 35
imposibilidad de separar los tres aspectos del problema social: religioso, político y
económico:
1 . «Que la religión, siendo cuestión de conciencia individual, debe ser eliminada
de las instituciones políticas y también de la educación pública, a fin de que en
adelante las iglesias no puedan impedir el libre desarrollo de la sociedad.
2. »Que los Estados Unidos de Europa no pueden tener más organización que la
que descansa en instituciones populares que tienen como lazo la federación y como
principios la igualdad de los derechos individuales y la autonomía de comunes y
provincias para regulación de sus propios intereses.
3. »Que el presente sistema económico necesita un cambio radical si lo que se
persigue es llegar a una distribución equitativa de la riqueza, del trabajo, del ocio
y de la educación constituyendo esto una condición esencial para librar a los
trabajadores y para abolir el proletariado.»
La minoría disidente de la Liga forma la Alianza de la Democracia Socialista (A. D. S.)
como sociedad secreta de los revolucionarios más constantes y convencidos y a la
Alianza Internacional de la D. S. como rama de la Internacional fundada en 1864.
Desde ahora (1868) en el seno de la Internacional aparecerán de modo claro dos
fuerzas antagónicas: Bakunin y Marx, cuya influencia va avanzando lentamente.
Otro rasgo digno de tenerse en cuenta es su amistad con el joven Nechaiev, «el muchacho
», de veintiún años, prototipo del nihilismo ruso, terrorista, que le adula cuando
lo cree necesario, le libera de sus escrúpulos por el compromiso con Marx para la
traducción - cobrada por adelantado- de «Das Kapital», haciéndole perder su equilibrio
e interviniendo, según parece, en la publicación de una serie de folletos revolucionarios
que no concuerdan con su filosofía. Bakunin, en contra de las afirmaciones del
«Catecismo revolucionarlo», creía en una moralidad, producto de la civilización que
evoluciona, y en la superioridad de[ hombre moderno a pesar de la sujección a instituciones
injustas precedentes de Dios y del estado, enemigos netos de la libertad:
«No soy verdaderamente libre más que cuando todos los seres humanos que me
rodean, hombres y mujeres, son también libres. La libertad de los demás, lejos
de constituir un límite o la negación de mi libertad, es, por el contrario, la
condición y confirmación de mi misma libertad.»
Resulta de interés el resumen de los puntos de desacuerdo y discordia entre Marx y
Bakunin:
1. Conflicto de temperamentos: Marx se caracteriza por su fervor revolucionario,
pero con una mente ordenada, mientras a Bakunin - de modo más larvado en su segundo
período- únicamente importaba agitar a las masas para la destrucción revolucionaria,
dejando a su capacidad espontánea toda la tarea de crear un nuevo orden social.
2. Para Marx, la Internacional actuará bajo una dirección central y unificada; Bakunin
insiste en que cada movimiento nacional o local tenga libertad completa para formular
su política propia sin recibir instrucción alguna de un centro dominante. Este fue el
primer pleito entre «comunistas autoritarios» y «federalistas o autonomistas».
3. Para, Bakunin y sus grupos, Dios y Estado son los enemigos principales de la libertad
humana. Marx se decidirá por un «centralismo democráticos un «Volksstaat» - poder
36 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
de la clase trabajadora- ejercido con la ayuda de un grupo muy unido de jefes.
4. Cualquier forma de colaboración con Políticos radicales o movimientos burgueses no
hará - en el caso de Bakunin- más que debilitar los impulsos revolucionarios de los
trabajadores que quedarán sometidos al capitalismo y al Estado, mientras que Marx
consentía y aconsejaba su apoyo cuando tratasen de implantar reformas favorables a
los intereses de la clase trabajadora.
Esta idea de libertad obedece, en contra de lo que el mismo Bakunin decía confesar, a
un sentido idealista y armónico de la naturaleza:
«Los anarquistas que no hemos olvidado los intereses de la humanidad, ni la
solidaridad que ha de unir universalmente a los seres, creemos que en la naturaleza
todo es armonía y equilibrio, y que, por lo tanto, no puede existir un mundo
que no dé para vivir a los seres que él mismo produce. Buscamos la libertad del
individuo ante todo.» ( 1 )
¿POR QUE CUAJO EL ANARQUISMO EN ESPAÑA, MAS CONCRETAMENTE,
EN ANDALUCIA?
Nuevamente aquí se ha teorizado en exceso sobre el temperamento andaluz, la influencia
del clima, la influencia árabe, la predisposición del desorden, «la deliciosa
blandura de la vida» <<,NO PUDIENDO LA CUESTION SOCIAL ENCONTRAR SU SOLUCION DEFINITIVA Y REAL SÍNO EN LA BASE DE LA SOLJDARIDAD INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES DE TODOS LOS PAISES, LA ALIANZA REFIUSA TODA MARCHA FUNDADA SOBRE EL LLAMADO PATRIOTISMO Y SOBRE LA RIVALIDAD DE LAS NACIONES» (Del programa de la A. D. S.) «No debemos ocuparnos de una república europea, ni de los Estados Unidos de Europa o de otras fruslerías por el estilo; lo que nos preocupa es la organización del trabajo... Si no nos constituimos trabajadores al margen del Estado, fuera de toda participación en lo que se llama progresos políticos, los años pasarán sin traernos nuestra emancipación.,) Patria: «¡Que somos enemigos de la patria! Sí; queremos sustituir el mezquino sentimiento de la patria por el inmenso amor a la humanidad, las estrechar y artificiales fronteras, por la gran patria del trabajo, por el mundo. No hay otro medio que evitar las guerras como la de Francia y Prusia, aunque nos privemos así de héroes como Daoiz y Velardo.» «... no es que yo niegue la patria, no; es que existe la comunión humana entra nacionales y extranjeros, es que hay comunidad de fines entre todos los hombres..., así como la religión no debe ser anglicana ni romana, sino que, salvando las diferencias de razas y aun de comuniones particulares dogmáticas, debe ser la religión que una a todos los hombres en la conciencia y amor de Dios, ¿por qué no ha de ser permitido a los trabajadores que formen una¡ asociación internacional para establecer las leyes universales del régimen económico, con lo cual se preparará hasta la desaparición del antagonismo de las industrias nacionales? ... 42 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia » (A. Lorenzo, «La Internacional en las Cortes»). Un té fraternal entre franceses y españoles el 2 de mayo de 1871, en el café Internacional en la calle de Alcalá, fue una demostración contra la idea de patria 1 cuando «;a patria de los obreros es el taller; el taller de los hijos del trabajo es el mundo entero. No celebramos la fiesta del Dos de mayo». «El patriotismo es una idea que tiende a separar los pueblos entre sí, y a mantener constantemente el odio entre los hombres que, siendo hermanos, los hacen creer los tiranos y explotadores que no lo son, porque se interpone entre ellos el profundo lecho de un río o las elevadas cumbres de una cordillera de montañas... Todas las ideas que se opongan a la libertad, igualdad y fraternidad de los hombres, son injustas. El patriotismo que se opone hombres, son injustas. El patriotismo que se opone a la fraternidad de los pueblos es, pues, injusto» (A. Lorenzo, «A los trabajadores de Madrid. El dos de Mayo»). ¿Acción política?: «Con relación al movimiento sindical, los socialistas anarquistas creemos pisar terreno firme: Ni jefaturas ni acción política... No constituyendo nosotros un partido semejante a los demás, nadie puede sostener en serio que imponemos nuestros métodos de lucha a los obreros. ¿De dónde saldría la imposici ón si nadie ni a nadie hemos autorizado para dirigir y mandar en casa propia, ni en casa ajena mucho menos?... » La oposición a Fernando Garrido llega a su culmen en mayo de 1870 cuando «La Igualdad » publica un artículo suyo combatiendo la abstención política de los miembros de la A.I.T., «instrumentos inconscientes de los jesuitas», «instrumentos inconscientes de la reacción». Contestan «La Federación» (Barcelona), «El Obrero» (Palma de Mallorca) y «La Solidaridad » (Madrid), todos órganos de la Internacional: «Reconociendo que los derechos individuales son la base en que debemos apoyarnos..., negamos rotundamente que estos derechos pueda dárnoslos ningún gobierno ... ; son inherentes a la naturaleza humana, anteriores y superiores a toda ley, y el hombre no debe esperar en manera alguna que se lo den o le reconozcan; debe pura y simplemente usar de ellos... »... las opiniones políticas contribuyen a crear profundos odios entre los hombres... Sabemos por experiencia, y muy dolorosa por cierto, que siempre que los intereses de la clase trabajadora han chocado con los de la clase media, ningún gobierno ha respetado en lo más mínimo los derechos de la primera, y todos han apelado a la fuerza para hacer que el trabajo se sometiera al capital y continuara siendo explotado por éste. »Ha pasado el tiempo de revoluciones puramente nacionales; creemos y debemos preparar a los pueblos para la gran revolución internacional.... razón del porqué tratamos con cuidado de evitar tomar parte en todo cuanto puede tener el carácter de política puramente local o nacional... »... la república federal y todas esas libertades que se llaman políticas, son insuficientes para realizar las reformas sociales de que somos partidarios... El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 43 »... obreros hay en todos los municipios republicanos. ¿Qué han conseguido? Distraer su atención de sus intereses materiales que son los que más les conciernen y convertirse en juguetes de los individuos de la clase media que les rodean, y que con sus halagos y adulaciones tratan de separarlos de los intereses de sus hermanos... Destruyendo todo gobierno autoritario, implantemos sobre sus ruinas la ANARQUIA, o sea, LA LIBRE FEDERACION DE LIBRES ASOCIA. CIONES OBRERAS AGRICOLAS E INDUSTRIALES» («La Solidaridad», 31 de mayo de 1870). República: «No venimos a hablaros de República ... ; muchos se ocupan con elocuencia superior a la nuestra de ello.... puesto que aspiran a ser beneficiados y usufructuarios de ella, dejándoos a vosotros, corno trabajadores que sois, a la luna de Valencia, es decir, condenados al trabajo y sometidos a la explotación capitalista, ni más ni menos que lo que sucede con la monarquía... »Nosotros no combatimos la república federal, combatimos al partido republicano; lo combatimos precisamente porque es incapaz, a causa de sus preocupaciones y de su organización burguesa, de llevar a cabo la revolución social, y, por consiguiente, de establecer la república democrática, compuesta de privilegiados y monopolizadores, no aspira a destruir ningún privilegio ni monopolio..., no concibe la sociedad sin espíritu político y autoritario... Por eso nos llamamos socialistas y no republicanos.» Paz a los hombres guerra a las instituciones: -¿Nosotros creemos que la clase media ejerce una dominación represiva, como toda dominación que explota al trabajo y que es un verdadero obstáculo para el progreso de la humanidad..., lo que conviene, lo que debemos hacer, es combatir las instituciones de la clase media, pero sin odio ni rencor hacia los individuos que la componen. »Los partidos políticos no buscan la justicia; se disputan el poder... esté el que esté al frente del Gobierno, el pobre pueblo no deja de ser la víctima de iguales abusos, que los gobernadores, por su parte, se guardan muy bien de destruir porque esos mismos abusos son los que les permiten vivir. »... nosotros amamos a los hombres y sólo odiamos la injusticia... ¡Socialistas, seamos pacíficos y violentos! »Pacíficos para con nuestros hermanos, es decir, para todos los seres humanos..., compasión del débil, del supersticioso, hasta del perezoso..., que no es matando a los hombres como se destruyen las instituciones, sino que, por el contrario, destruyendo las instituciones como se transforman y regeneran los individuos... »Pero seamos violentos con las instituciones. En esto es preciso ser inquebrantables y hasta crueles. No hay indulgencia para el error... Hagamos un San Bartolomé de errores, pasemos a cuchillo todos los privilegios, seamos ángeles exterminadores de todas las ideas falsas, de todas las instituciones dañosas. »No queremos e: privilegio ni para nosotros mismos.» (De la «Revista blanca», 15 de julio de 1905. El artículo sobre «La incapacidad progresiva de la burguesía», pertenece a A. Lorenzo, y termina así: «Anhelando 44 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia demostrar que es preciso redimirnos sin redentor, porque un redentor supone siempre sumisión y acatamiento, y, por tanto, redención incompletas.) C) EN RELIGION, ATEOS V. «LA ALIANZA SE DECLARA ATEA; QUIERE LA ABOLICION DE LOS CULTOS, LA SUSTITUCION DE LA CIENCIA A LA FE Y DE LA JUSTICIA HUMANA A LA JUSTICIA DIVINA» (Del Manifiesto de la A. D. S.) «En cuanto a la religión, la Internacional no tiene ninguna, pues admite a toda clase de creyentes, y cada cual, en el sagrado de su conciencia, podía levantar un altar al Dios de su preferencia. »Respecto a Dios y a la actual constitución de la familia, la internacional no ha dicho nada sobre estas cosas, y creo que si son una verdad y un apoyo para la práctica de la justicia en las relaciones humanas, ellas subsistirán a pesar de todo. >>
»Sabido es que las creencias religiosas que residen en la conciencia del hombre no
se destruyen si no se reemplazan con otras creencias, y la Internacional, que
viene a mejorar la condición humana, a dar al hombre elementos de vida y de
libertad, y que, por otra parte, encuentra a la religión vencida y reemplazada por
la ciencia, no tiene nada que hacer en este terreno, no necesita combatir con un
cadáver.»
«Convencidos de que la idea de Dios es la base fundamental del principio de
autoridad y el origen de ese sinnúmero de preocupaciones que tiende a perpetuar
la desigualdad entra los hombres; persuadidos de que la idea de eso que llaman
justicia divina sólo sirve para hacer que los hombres confiando en ésta no se
subleven contra el cúmulo de injusticias humanas; considerando que el Estado
autoritario es la completa destrucción del principio de libertad y de que este
principio sólo puede subsistir en toda su integridad en la Anarquía, haremos
cuantos esfuerzos nos sean necesarios para propagar el principio de la abolición
del Estado y de la Iglesia, en contraposición al principio de la clase media de la
separación de la Iglesia y del Estado.» (Cfr. «La Revista Blanca», 15 de enero
de 1926.)
Unido al problema religioso, aparece siempre – ya se trate de defensa o de presentaci
ón del pensamiento anarquista- el problema de la familia. Se dan únicamente dos
muestras de este pensamiento:
«Haciéndose cargo (el compañero Mesa) de la acusación según la cual la Internacional
quiere la destrucción de la familia, hizo notar la hipocresía de los acusadores,
admirándose de que se atrevan a hablar de la familia hombres tan corrompidos
como los moderados, que dieron el ejemplo de haber construido un ministerio en
que ni un solo ministro podía presentar su familia en público porque, aunque
casados y algunos con hijos, cada cual vivía en alegre concubinaje. «Nosotros,
dijo, queremos que la familia tenga por base el amor, y que en ellas, como en
todas partes, exista la libertad y la igualdad. En la sociedad presente la única
familia honrada es la del pobre, a no ser cuando el rico la prostituye.»
»Pero fieles o no a sus maridos, no los aman. ¿Cómo han de amar ellas a un ser
que por su educación religiosa han aprendido a depreciar, por su educación famiEl
movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 45
liar a temer, con el que se han casado por dinero o para ser libres, y que en sus
primeras intimidades revela apetitos violentos y groseros que pugnan con su
delicadeza, natural.» (De «La Revista blanca», 15 de julio de 1904.)
D) INSTRUCCION Y EDUCACION DEL PUEBLO
II. QUIERE (La Alianza) PARA TODOS LOS NIÑOS DE AMBOS SEXOS, DESDE
QUE NAZCAN, LA IGUALDAD DE LOS MEDIOS DE DESARROLLO, ES
DECIR, DE ALIMENTACION, DE INSTRUCCION Y DE EDUCACION EN TODOS
LOS GRADOS DE LA CIENCIA, DE LA INDUSTRIA Y DE LAS ARTES,
CONVENCIDA DE QUE ESTO DARA POR RESULTADO QUE LA IGUALDAD
SOLAMENTE ECONOMICA Y SOCIAL EN SU PRINCIPIO LLEGARA A SER
INTELECTUAL, HACIENDO DESAPARECER TODAS LAS DESIGUALDADES FICTICIAS,
PRODUCTOS HISTORICOS DE UNA ORGANIZACION TAN FALSA
COMO INICUA.» (Del Programa de la A. D. S.)
Sustancialmente en la propaganda anarquista estuvo el triunfo de la ideología, la intensidad
de la organizaci6n:
«Hasta las más apartadas gañanías de los campos llegaba el verbo ácrata bien en
la Figura de un iniciado propagandista, bien en la forma impersonal de la prensa
de Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga o Cádiz. «El Productor», de Barcelona,
circulaba más que ningún otro y era el preferido de los campesinos.»
El cambio profundo de mentalidad, el despegue de la sumisión tradicional al señor, la
actitud de lucha violenta contra las instituciones sociales, arrancan del ¡lecho de que
unos hombres ¡Hablasen por primera vez a los campesinos andaluces como otros hombres;
de su dignidad humana, de la necesidad de reformarse moralmente, de abandonar
el vicio, la prostitución, la taberna y el juego, de educarse individual y colectiva -
, mente para llegar a ser mejores... La realidad, como reconocen todos los tratadistas,
es la misión de apostolado que los internacionalistas realizaron en Andalucía a partir
de 1869, conviviendo con el pueblo, estimulando en cada individuo el sentido de dignidad
humana, llamándole a ser una pieza de la sociedad futura, sin opresores ni oprimidos,
una sociedad más justa para todos. En tales circunstancias puede comprenderse
el enorme impacto que causó entre los braceros andaluces la mística revolucionaria
del bakuninismo.
Las huelgas campesinas andaluzas de los años 80 y posteriores, son un ejemplo en este
sentido; el hombre en huelga no fuma, ni bebe, ni juega, ni visita casas públicas. La
seriedad y misticismo se nota hasta en las calles. El sentido de disciplina será una idea
constante junto al espíritu de sobriedad y sacrificio de que hizo gala el partido anarquista
en sus instituciones sindicales, en contra de la concepción socialista que se fue
desarrollando paralelamente.
En las gañanías de los cortijos y aldeas perdidas, a la luz de los candiles, los apóstoles
hablaban de libertad, de igualdad y de justicia. Se formaban pequeños grupos, se
creaban escuelas nocturnas en que muchos aprendían a leer; se hacía propaganda
antirreligiosa y con frecuencia se practicaba el vegetarianismo y la abstención del
alcohol.
Los libros más leídos eran:
46 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
-«La Conquista del Pan», de Kropotkin.
-«El Dolor Universal», de Sebastián Faure.
-«El Botón de Fuego» (novela), de López Montenegro
- «Novelitas cortas», de A. Lorenzo, a imitación de «Cándido».
- Las ruinas de Palmira», de Volney.
- Y otros autores: Eliseo Reclús, Charles Malato, Grave, Most, Federico Urales, Soledad
Gustavo, Ricardo Mella, Leopoldo Bonafulla, José Prat.
-«Tierra y Libertad».
-«La Revista Blanca y su Suplemento».
-«El Productor...»
Cuando en España hubo dificultad para la publicación de prensa ácrata, seguían llegando,
no se sabe cómo, pero sí en la abundancia necesaria, de los grupos anarquistas
de América del Sur.
Uno de los primeros apóstoles de la enseñanza, preocupado por la educación y cultura
del pueblo, fue Fernando Garrido. En 1845 pasa de Cádiz a Madrid, donde sigue la
propaganda socialista con la revista decena¡ «La Atracción» (1846). En 1847 publica
«La Organización del Trabajo», bisemanal, y que en 1848 suprime el gobierno de
Narváez. En 1849 Sixto Cámara dirige «La Reforma Económica» y Garrido «El Eco de
la Juventud». Ambos se funden en «La Asociación», que cuenta con 2.000 suscriptores
en el año 1850, y que fue suprimido gubernativamente por temor a las agitaciones
populares.
La propaganda se ensancha con la publicación de folletos. Uno de Fernando Garrido,
titulado «Propaganda democrática; Defensa del Socialismo; Cartas del apóstol socialista
a Juanón el Bueno, alias el pueblo español», costó a su autor 54.000 reales de
multa y un año de cárcel. La principal preocupación es conseguir asociaciones para el
remedio de las clases trabajadoras.
«Desde ahora el socialismo se hace republicano y el partido republicano se hace socialistas,
afirma F. Garrido. Ha quedado visto, y se confirmará posteriormente, que
los anarquistas españoles no participaron este juicio de Fernando Garrido.
Es doctrina muy sostenida que los anarquistas, antes de la revolución social, precisan
una transformación de los individuos, una revolución de las conciencias, cuya norma no
sea el derecho, sino el austero imperativo del deber.
Para ello es necesaria la formación cultura¡ y humana, la instrucción básica y completa,
lo que los anarquistas llamaban «ENSEÑANZA INTEGRAL».
A «La Asociación», de Fernando Garrido, sucedió «El Amigo del Pueblo», en el que
actúa en 1850 Antonio Ignacio Cervera - al que después se aludirá -, que en su juventud
escribió una «Memoria sobre la extensión del pauperismo».
Suprimido por orden gubernativa «El Amigo del Pueblo», sale con el nombre de «El
Trabajador», que, al ser igualmente suprimido, cambia de nuevo su nombre y sale
como «El Taller» (1852) y «La Voz del Pueblo» (1853) . Este desaparece igualmente,
para volver a aparecer en 1855. Llegó a sumar 14.000 suscriptores, y su gran idea fue
el fomento de la asociación de obreros en Barcelona, Fiqueras, Reus, Málaga Antequera,
Sevilla, Cádiz, Almería, Valencia, etc.
Era un periódico quincenal. De los dos reales que costaba sólo cobraba tres cuartos,
del.3ndo el resto en beneficio de la asociación. Muere definitivamente el 18 de septiembre
de 1860, dejando en los que lo conocieron un modelo de laboriosidad.
Había que dar la guerra a la miseria y a la ignoran-7,a, las dos plagas que sufría el
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 47
pueblo. «CONTRA LA IGNORANCIA, ESCUELAS, PERIODICOS, LIBROS; CONTRA
LA MISERIA, LA ASOCIACION.»
Contra la ignorancia fue preciso acudir a la escuela, y Cervera alquilo una a un profesor
de enseñanza primaria para servirse de ella en las primeras horas de la noche
como escuela de adultos, gratuita. Puso anuncios, y todas las noches, de siete a nueve,
el estudiante de Derecho, Cervera, acudía a la escuela, pagando él mismo, con sacrificio
personal de comida y ropa, las velas de sebo para el alumbrado. Pero los discípulos
no acudían; no había deseo de instrucción. Al cabo de un mes se presentó un anciano
trabajador de setenta años para que Cervera, con su paciencia, le enseñara «a leer,
escribir y cuentas».
Poco a poco se fue llenando el local, y en 1851 llegaron a 600 alumnos, que consiguieron
para sus clases un local más idóneo.
Entonces surgió un problema. La escuela no era legal, y en 1852 tuvo que cerrar.
«Bravo Murillo - dice Fernando Garrido - era ministro, y en mala hora acudieron a él.
-¿Que legalice la existencia de un escuela de adultos donde van seiscientos jóvenes y
hombres del pueblo a instruirse? No en mis días. Aquí no necesitamos hombres que
piensen, sino bueyes que trabajen.» Esto es fama que respondió el ministro.
Pero la suerte estaba echada, y la semilla no podía retrotraer su tallo. La preocupaci
ón por el saber, por la cultura, será idea constante, insistente, en el desarrollo del
pensamiento anarquista.
En el Fomento de las Artes, de Madrid, como en el Ateneo de la Clase Obrera, de
Barcelona, hubo una preocupación cultural, que también necesitaba de la asociación
para lograr mayor eficacia:
«... hemos procurado establecer relaciones con las sociedades de provincias,
hermanas por su espíritu a «El Fomento de las Artes debiendo anunciaras que
tenemos la satisfacción de hallarnos en buena armonía e inteligencia con la Filantrop
ía Artística, de Valladolid; El Porvenir, de Zaragoza; El Círculo de Artesanos,
de Alicante; el Círculo de Artesanos, de Cáceres, y el Casino Artístico, de
Albacete.
»Hemos, asimismo, hecho gestiones a fin de procurar el establecimiento de
sociedades en las capitales donde aún no existen..., a fin de procurar que llegue
un día en que el obrero, a cualquier parte donde la suerte le conduzca, pueda
continuar sus estudios y encuentre siempre una sociedad amiga que le reciba en su
seno y nuevos hermanos que le tiendan los brazos.» (De «El Obrero», 22 de
enero de 1865.)
Tenía el Fomento de las Artes clases de instrucción primaria para niños durante el
día, y por la noche, para los socios y sus hijos adultos, clases de instrucción primaria,
dibujo, aritmética, geometría y francés.
La preocupación cultural - urge insistir - fue continua a través de discursos, prensa,
manifestaciones, congresos, etc.
«Quejóse - se refiere a A. Lorenzo, líder socialista, en una participación en el
Meeting de los Campos Elíseos— del monopolio ejercido por las clases privilegiadas
sobre la instrucción pública y de que el obrero, por las condiciones económicas a
que la sociedad le tiene relegado, esté desheredado de todo progreso científico,
siendo la ciencia que se adquiere en las universidades patrimonio exclusivo de los
que pueden costear una lujosa explicación... Hemos pedido rebaja en las horas
48 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
del trabajo porque necesitamos libertad para pensar, para estudiar, para aceptar
nuestra responsabilidad de ciudadanos.»
En el Congreso de Zaragoza, el estudiante sevillano Trinidad Soriano presentaba un
dictamen concreto sobre «Enseñanza lntegral».
Con estos someros datos finalizamos esta exposición deslabazada e incompleta. Sólo
se ha intentado recoger, sin interpretaciones subjetivas o de acomodación, la línea de
pensamiento de un anarquismo naciente, pero que refleja la madurez de sus apóstoles.
En honor de la verdad, conviene aclarar que no fue todo «triunfalismo» en el avance
del movimiento obrero.
Las divergencias en el seno de la Internacional fueron recogidas por A. Lorenzo, delegado
de la Federación Española de la A.I.T. en la conferencia de Londres de septiembre
de 1871, con una maestría y profundidad fuera de serie.
LA MAYOR TRAGEDIA DEL MOVIMIENTO OBRERO, LA MAS DIFICIL DE SUBSANAR,
ES LA QUE NACE DE SUS MISMAS LINEAS, LA TRAICION POR PARTE
DE SUS MISMOS ELEMENTOS Y MIEMBROS. He aquí las impresiones de Anselmo
Lorenzo sobre la Conferencia cíe Londres:
«De la semana empleada en aquella conferencia guardo triste recuerdo; el efecto
causado en mi ánimo fue desastroso; esperaba yo ver grandes pensadores, heroicos
defensores del trabajador; entusiastas propagadores de las nuevas ideas,
precursores de aquella sociedad transformada por la Revolución en que se practicar
á la justicia y se disfrutará de la felicidad, y en su lugar hallé grandes
rencillas y tremendas enemistades entre los que debían estar unidos en una
voluntad para alcanzar un mismo fin...
»Para llevar a cabo adelante el propósito había un capítulo de cargos contra
Bakunin - ausente y la A. D. S., apoyada en documentos, declaraciones y hechos
de cuya verdad y autenticidad no pudo convencerse nadie...
»Lo único de carácter, lo genuinamente obrero, lo puramente emancipador tuve
yo el alto honor de presentarlo en aquella Conferencia: la Memoria sobre la
organización formulada por la Conferencia de Valencia...
»En mis sentimientos y en mis pensamientos me vi solo, juzgué, acaso por rasgo
de soberbia, que yo era el único internacional al¡! presente, y me sentí incapaz de
hacer nada útil, y aunque algo dije como expresión de mi desilusión y disgusto, me
oyeron como quien oye llover y no produjo sensación ni efecto alguno...
»Volví a España poseído de la idea de que mi ideal estaba más lejos de lo que
había creído, y de que muchos de sus propagandistas eran enemigos.
»En carta particular dirigida a los amigos de Barcelona explicándoles lo de la
Conferencia, escribí esta frase: «SI LO QUE MARX HA DICHO DE BAKUNIN
ES CIERTO, ESTE ES UN INFAME; Y SE NO, LO ES AQUEL; NO HAY TERMINO
MEDIO: TAN GRAVES SON LAS CENSURAS Y ACUSACIONES QUE HE
OIDO».»
Contra este testimonio hubo una carta, perdida, según Anselmo Lorenzo, en que Bakunin
se defiende de tales acusaciones:
«Lo notable de aquel documento - la carta aludida -, según la impresión que
conservo, es que entre las acusaciones dirigidas por Bakunin contra Marx descueEl
movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 49
llan, como motivo especial de odio, la circunstancia de que Marx era judío. Esto,
que contrariaba nuestros principios, que imponen la fraternidad sin distinción de
razas ni de creencias, me produjo desastroso efecto y, dispuesto a decir la
verdad, consigno esto a pesar del respeto y de la consideración que por muchos
títulos merece la memoria de Bakunin.»
Congresos de la Federación Española de la A.I.T.
Barcelona-Zaragoza-Córdoba
ORIGENES DEL ANARQUISMO
En la madrugada del 18 de septiembre de 1868, en la bahía de Cádiz, y al grito de
«¡Viva la Soberanía Nacional!», Topete y Prim iniciaron la última jornada de la Revoluci
ón de septiembre, «La Gloriosa», y un nuevo ensayo de formas de gobierno: provisional,
regencia, monarquía democrática, república (que no llegó a ser tal por la irrupción
del general Pavía en la sede del Congreso cuando se fraguaba la nueva Constitución).
En el seno de la «Internacional», tras el Congreso obrero de Barcelona de diciembre
de 1865, nace una seria preocupación por España, que hasta el año 1868 no toma parte
en los Congresos. «Sarro Magallán» (Marsal Anglora) asiste al Congreso de Bruselas
de 6 de septiembre de 1868 como representante de la «Legión Ibérica», fundada en
Barcelona hacia el año 1860 por Fernando Garrido.
Lo cierto es que las noticias de la Revolución de Septiembre llegaron tan aumentadas
a oídos de Bakunin, que éste soñó con hacer desde España la «Revolución Universal».
Dos acontecimientos se dan ¡a mano en la Historia de España: ¡a caída del partido
moderado y la llegada de Fanelli, precedida de un mensaje de Bakunin, «llamando a los
obreros españoles», desde el Comité de la Internacional, de Ginebra: «QUE VUESTRA
REVOLUCION SEA LA SEÑAL Y EL PRINCIPIO DE LA LIBERACION DE TODOS
LOS OPRIMIDOS DEL MUNDO.» No era lícito ni conveniente contentarse con
una revolución meramente política, que, en definitiva, vendría a retardar la revolución
social, la igualdad.
La Revolución de Septiembre ha sido presentada y juzgada de modos diversos.
Díaz del Moral se esfuerza, una vez más, en afirmar que el pueblo vivió ajeno y con
aspiraciones ajenas: «La masa aspiraba, ante todo y sobre todo, al reparto de la tierra.
»
Leopoldo Alas resalta, sin embargo, el entusiasmo popular al conocer la victoria de los
sublevados. «No sólo fue de más trascendencia por la radical transformación política
que produjo, sino que llegó a todas las esferas de la vida social.»
La batalla de Alcolea, si así puede llamarse a la derrota de las tropas reales en aquel
puente, simplemente vino a rubricar la decisión tomada en Cádiz y Sevilla.
El partido democrático pudo ya salir a la calle con su apellido de republicano y «federal
», que era realmente su esencia y directriz; pero una nueva división obraba dentro
del mismo, aminorando su fuerza y eficacia.
Elíe Reclús y Fernando Garrido orientaron y condicionaron, en cierto modo, los primeros
pasos de Fanelli en España y quisieron atraerlo a la causa republicana. Pero Fanelli,
tanto en Madrid como en Barcelona, supo prescindir de todo compromiso con partidos
políticos y, fiel a la orientación de Bakunin, orientó y grabó en sus primeros discípulos
españoles la idea de una revolución ajena, contraria tanto a la república como a la
50 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
monarquía. La revolución social acabaría con ambas instituciones, acabaría con la polí-
tica.
Elíe Reclús, en correspondencia a su hermano Eliseo, afirmaba que el partido republicano
se enfadó porque un tal Caro había violado la consigna de aplazar la cuestión
social para después de implantada la República, y que fue expulsado por ello del partido.
Desde España, el mismo Elíe Reclús llegó a afirmar que en este país se convino corno
norma en postergar las cuestiones sociales hasta el establecimiento de la República,
ya que «un pueblo no puede acometer dos grandes empresas a la vez».
El movimiento republicano estalló potente en Cádiz, Málaga, Sevilla y Córdoba- en los
años 1868 y 1869. En Cádiz concretamente, Fermín Salvochea fue el hombre de confianza
en la conspiración contra Isabel II y miembro del Comité Provincial del Gobierno
Provisional.
Con la llegada de Prim a Madrid se formó un gobierno de coalición, en el que unionistas,
progresistas y demócratas pretendieron acabar con la actuación despótica de los
moderados.
En todas las ciudades se constituyeron Juntas Revolucionarias, se organizaron las
milicias ciudadanas, y el nuevo régimen proclamaba o prometía el sufragio universal,
las libertades de imprenta, religión, asociación y enseñanza.
A los pocos meses, el Gobierno provisional disolvió las Juntas y desarmó las milicias.
Las Juntas habían prometido suprimir los impuestos de consumo, rebajar las contribuciones
y abolir las quintas. Con su eliminación, los consumos se transformaron en un
sistema de capitalización, y en noviembre se restauró el impuesto sobre la sal y el
tabaco. En Cádiz y en el Puerto de Santa María se unió a esto la supresión del trabajo
municipal para los obreros en paro.
Las consecuencias fueron lucha y derramamiento de sangre. En la aduana y en algunos
edificios de Cádiz se enarboló la bandera negra. Motines semejantes ocurrieron en
pueblos de Sevilla, Jerez, San Fernando, Almería y otros muchos distritos rurales.
En los primeros días de diciembre se levantaron Málaga, Cádiz, Sevilla y Montoro
(Córdoba).
El 3 de Diciembre, una manifestación republicana dirigida por Francisco Leiva recorr
ía las calles de Montoro y se dirigía a una plaza pública para oír el discurso del jefe
republicano de Córdoba.
Desde los balcones del Ayuntamiento se disparó contra la multitud, cayendo dos muertos
y ocho heridos. Fue el comienzo de una insurrección total. Al día siguiente, 4 de diciembre,
estalló otro motín en el Puerto de Santa María, y el día 5, en Cádiz, con
Fermín Salvochea al frente, como protesta al desarme de las milicias y a los sucesos
ocurridos. Comenzó una resistencia de quince días, que fue aplastada por el ejército
regular.
Salvochea disolvió la milicia y afrontó las consecuencias, declarándose único responsable,
lo que le valió el envío a las fortalezas militares de Santa Catalina y San Sebastián.
El consiguiente alboroto e indignación del pueblo de Cádiz, que lo eligió entonces diputado
a Cortes, puso al Parlamento en la necesidad de legislar una amnistía para los
presos políticos en febrero de 1869. Así recuperó Salvochea la libertad.
En uno de los calabozos de la fortaleza conoció a Eduardo Benot, republicano federal.
A los sucesos del 5 de diciembre en Cádiz se unió la lucha sangrienta de las barricadas
de Málaga contra las fuerzas de la Armada y tropas de Infantería y Artillería.
Los mismos desórdenes se repiten, en el mismo día en que es vencida la sublevación de
Cádiz, en el valle de Abdalajís (Málaga), entre Málaga y Antequera, «promovidos - son
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 51
palabras de Guichot- por algunos ilusos que pedían con las armas en la mano el
repartimiento de tierras».
El federalismo en España es otro fenómeno digno de estudio. ¿Fue provocado por los
hechos o encontraba sus raíces en la idiosincrasia de nuestras gentes?
La Revolución francesa, que tanto eco tuvo en España, logró eliminar intereses y privilegios
locales en nombre de la igualdad y proporcionó a Francia una administración
poderosa, centralizada y organizada técnicamente.
En España - de no haber sido por el movimiento carlista, que también en el fondo fue
federalista, defendiendo fueros y privilegios en contra de su profesión de absolutismo-
hubiese ocurrido lo mismo. Sin embargo, la lucha contra los seguidores de don
Carlos mantuvo en principio unidos a los partidos de izquierdas, obrando como aglutinante;
degeneró después en un culto excesivo a la «patria chica» y en protesta contra
la política centralizadora del régimen liberal.
—«El federalismo - según Pi y Margall en «Las Nacionalidades» constituyo la
forma de organización más adecuada al carácter de nuestra noción, formada por
provincias que en otros tiempos fueron reinos independientes y que incluso hoy día
se encuentran profundamente divididas por sus diferentes leyes y costumbres. En
las grandes crisis que la nación ha atravesado desde el comienzo del presente
siglo, la primera cosa que ha ocurrido ha sido que las provincias han buscado su
seguridad y sus fuerzas dentro de sí mismas, sin perder de vista la unidad
esencial de todo el país.»
La idea federal fue tomando cuerpo como protesta al fracaso de la revolución de
1854. En el «Programa de Manzanares», el general O’Donnell había pedido la descentralizaci
ón del gobierno, la reforma electoral, una prensa libre y una milicia nacional
que salvaguardara estos derechos contra el abuso de los potentados.
La supresión de la milicia nacional y demás represiones de 1856 acentuaron los deseos
de federación y cantonalismo.
Entonces es cuando aparece el primer libro de Pi y Margall, al que. la lectura de
Proudhom había decidido por la vocación social y política: «La Reacción y la Revoluci
ón».
Su idea clave es la iniquidad del poder: «Todo hombre que tiene poder sobre otro
hombre es un tirano.»
«El verdadero orden no ha existido nunca ni existirá mientras tengas que hacer
tales esfuerzos para obtenerlo, porque el verdadero orden supone cohesión, pero
no una cohesión obtenida por la presencia de causas exteriores, sino una cohesión
íntima y espontánea.»
Las ideas de Pi constituían un anarquismo puro, con una sola diferencia, fundamental,
desde luego: no será la revolución, sino la persuasión, el único medio para conseguir, de
modo gradual, la anarquía y el colectivismo: «Dividiré y subdividiré el poder, lo haré
cambiable, y conseguiré destruirlos
El libro de Proudhom «Le principe federatif», traducido por Pi en 1868, terminó de
dar a los federalistas españoles el programa ideológico que necesitaban.
Un problema doble se planteaba a los primeros internacionalistas españoles, prescindir
de toda vinculación política, aun la federal, y difundir, con celo netamente apostó-
lico, aquellas ideas de redención.
52 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
De hecho, el fruto, aunque costoso, fue rápido. Mil internacionalistas pidieron votar la
candidatura de los cuatro delegados de Madrid al Congreso obrero de Barcelona, en
junio de 1870. Fanelli, en Madrid - según declaración de A. Lorenzo -, fundó un verdadero
apostolado, «definiendo las ideas y destruyendo preocupaciones», con periódicos
sostenidos casi sin interrupción, desde «La Solidaridad», en 1870, pasando por
«La Emancipación, «El Condenado», «El Orden», «La Razón», «El Obrero», «La Federaci
ón», «La Revista Social», «La Bandera Roja», «La Anarquía», «La Idea Libre»,
«La Revista Blanca» y su «Suplemento», bajo la dirección de los «buenos anarquistas»
Juan Montseny (Federico Urales) y Teresa Manñé (Soledad Gustavo).
«- Así éramos entonces - comenta A. Lorenzo ; no contentos con ser machacones,
hablando siempre de lo mismo, en casa, en el taller...., improvisábamos hasta
medios risibles la exposición de nuestro apostolado.
»El entusiasmo se extendió, pues, rápidamente y al principio causó mayor impresi
ón en aquellos debates públicos desafiantes y victoriosos contra la intelectualidad
contemporánea.>>
El barón de Layelde, teórico del socialismo, ha descrito así una de estas asambleas:
«Cuando visité España en 1869 me encontré presente en varias reuniones de
estos centros socialistas. Generalmente las celebraban en iglesias abandonadas.
Desde el púlpito, los oradores atacaban a todo lo que en otros tiempos había sido
exaltado allí: Dios, la religión, los sacerdotes, los ricos.»
Fanelli regresó a Ginebra a finales de febrero e informó a Bakunin y a los aliancistas
de su viaje y actividad. Fanelli había presentado como una misma cosa la Internacional
y la Alianza, y los primeros afiliados creyeron que los estatutos y programas de la A.
D. S. eran los principios básicos que regían la Internacional.
En carta de Bakunin a González Morago de 21 de mayo de 1872 se escribía:
«Al ayudarnos a echar los cimientos de la A.I.T. como de la I (Alianza) en 1896,
Fanelli ha cometido una falta de organización de la cual sentía ahora sus defectos.
Ha confundido la Internacional con la Alianza y por eso ha invitado a los
amigos de 3.521 (Madrid) a fundar la Internacional con el programa de la Alianza.
Al principio esto ha podido parecer un triunfo, pero en realidad se convierte
en causa de confusión y desorganización, tanto para una como para la otra.»
De este modo, seguía comentando Bakunin, se hubiesen perdido para el movimiento de
la Internacional muchos obreros no interesados en ser aliancistas en los diversos
países.
En Cataluña, la Internacional había nacido en el seno del partido republicano, y los
primeros internacionalistas, a pesar de la visita de Fanelli, no habían asimilado la
ideología revolucionaria de Bakunin.
Así lo testifica una carta de Farga Pellicer a Bakunin:
«Aquí el socialismo no está tan desarrollado corno fuera de desear. Hasta ahora
sólo se ha preocupado el control federal de - organizar asociaciones obreras de
todos los oficios y artes y propagar para que la República federal triunfo en la
gran lucha que sostenemos con los monárquicos y demás conservadores de todas
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 53
las tiranías.»
«La Federación», órgano de las sociedades obreras de Barcelona, declaraba que la
república democrática federal era la forma de gobierno más conveniente a los intereses
de las clases trabajadoras, forma política necesaria para obtener su emancipaci
ón.
Bakunin y los aliancistas habían actuado larga y profundamente sobre Farga Pellicer y
Gaspar Santiñón, asistentes al Congreso Internacional celebrado en Basilea en septiembre
de 1869, que se desarrolló bajo el signo de un colectivismo revolucionario y
de una ruptura con el sistema imperante de convivencia social.
En resumen, la Internacional, en Cataluña y en Andalucía, nació en la cuna del
republicanismo federal.
La abolición de las quintas figuraba en e ‘ 1 programa del partido demócrata, y Prim se
había comprometido a cumplirlo. Pero en marzo de 1869 se había olvidado de sus
promesas e hizo llamar a filas a 25.000 hombres, una nueva quinta que debía ser
llevada a Cuba.
Se formó una verdadera literatura popular y no faltaron los alborotos y manifestaciones
de mujeres frente a las Cortes, junto con disturbios en pueblos del Sur, como en
Alcalá del Valle, Medina Sidonia, Paterna y Jerez.
Costó trabajo desvincular a la Internacional del republicanismo. Unos programas que
coincidían en apariencia y pudieron ir de la mano, mostraban en la aplicación de medios,
sobre todo tras el fracaso de la República en 1873, que sus metas eran diversas.
«Una de las glorias de la Internacional, desde 1869.73, según afirma Max
Nottiau, fue el mantenerse apartada del mercado político, permanente abismo
que fue tragando uno tras otro a los partidos políticos, de los avanzados a los
moderados... No perdió la Internacional ocasión de mantenerse ajena. Precisamente
esto es lo que caracterizaba la actividad y continuidad del movimiento
obrero en España.»
El movimiento obrero se vio cargado de una triple misión: la lucha diaria del proletariado,
la de conservar y perfeccionar su complicado mecanismo con vistas a la sociedad
libre del porvenir y la de llegar a esta finalidad por la liquidación social, «una
transformación por vía revolucionarias.
En el mismo año 1869, el Gobierno provisional, con Prim al frente, ante la necesidad de
mantener el régimen monárquico, busca un candidato al trono de España en las diversas
cortes, europeas.
Esta decisión produjo insurrecciones de tinte liberal republicano en Cataluña, Zaragoza
y Andalucía.
Fermín Salvochea reunió en Cádiz 600 hombres armados , y el 30 de septiembre se
sublevó, vínculándose a otros contingentes armados de Jerez de la Frontera, Ubrique,
Arcos y otros pueblos. Se entabló de nuevo una guerra de guerrillas que dio lugar a
encarnizados combates contra las tropas leales al gobierno, muriendo por parte de los
sublevados Bohórquez y Rafael Guillén. Finalmente fueron dispersados y vencidos, y
Salvochea, con sus amigos, pudo llegar a Gibraltar. No regresaría a España hasta
1871, gracias a una amnistía y al pueblo de Cádiz, que lo eligió alcalde «como expresión
de cariño y simpatía para el hombre más perseguidor.
Por entonces ya abundaban los contactos entre Cataluña y Andalucía, especialmente
en los puertos de Cádiz y Málaga, gracias al grupo fourierista de Fernando Garrido, al
54 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
viaje de Reclús, del que se ha hablado, y a la política de «extrañamiento forzoso» en
Andalucía, adoptada frecuentemente, desde aquella del General Zapatero, con los
más activos federalistas y societarios de aquella región.
En septiembre de 1869 circulaban por Andalucía con regularidad ejemplares del peri
ódico «La Federación» y el «Manifiesto Madríleño», del 24 de diciembre.
Se crearon por entonces las sociedades obreras anarquistas de Cádiz, Málaga, Arahal,
Arcos de la Frontera, Lora del Río, Jerez, Córdoba, Ayamonte, Linares y Andújar. A
fines de 1873 eran 48 sociedades, y el 13 de enero de 1874 quedaban sólo 34, a
consecuencia de la persecución.
Los fracasos del federalismo republicano, la falta de honradez en el cumplimiento de
sus promesas, la política de llamada a quintas, contribuyeron a la despolitización de la
clase obrera. La predicación anarquista pudo contar con un fondo previo de escepticismo
y desconfianza.
La Primera República cayó sin que se disparase ni un tiro en su defensa. Ya no se
contaba con una clase obrera y campesina dispuesta a ser «carne de cañón».
EL CONGRESO DE BARCELONA
Aquel núcleo provisional de la Internacional en Madrid se transformó en Sección de la
A. ¡.T. el 21 de diciembre de 1869, y el día 24 publicaba su «Primer manifiesto de los
trabajadores de España». Inmediatamente, el 15 de enero de 1870, iniciaron la
publicaci6n del semanario «La Solidaridad». Duró sólo un año y una semana, y siempre
mantuvo como subtítulo el lema de la Internacional: «NO MAS DEBERES SIN DERECHOS,
NO MAS DERECHOS SIN DEBERES». Su marcha resultaba difícil, según
palabras de A. Lorenzo:
«Ibamos marchando como podíamos, huyendo siempre como del mal más grave, de
la inacción: ardillas o cangrejos, es decir, siempre en movimiento, hacia atrás o
en dirección variable; eso era lo de menos, pero quietos jamas.>>
El apogeo inicial, «aquel hormigueo de actividad que nos bullía en la masa de la sangre
», llevó a Francisco Mora a proponer la celebración de un Congreso obrero nacional
en Madrid para el primer domingo de mayo, al que quedaban invitadas «todas las
sociedades de trabajadores adheridas o no a la Internacional, pero conformes con los
Estatutos generales».
«La Federación» reprodujo la convocatoria citada, proponiendo se sometiese a votaci
ón «la fijación del lugar» donde había de celebrarse el Congreso. Los votos recibidos
en «La Federación», «El Obrero» y «La Solidaridad» designaron a Barcelona para la
celebración del Congreso, y su Fecha, el 19 de junio.
Tomás González Morago y Francisco Mora, Enrique Borrel y Anselmo Lorenzo fueron
designados como delegados de la Sección de Madrid para el Congreso. Una ayuda
oportuna de «los compañeros» de Barcelona vino a solucionar el problema económico
acuciante del traslado a Cataluña.
El 19 de junio se iniciaron las sesiones en el Teatro del Circo, «con asistencia de un
centenar de delegados de Andalucía, Valencia, Aragón, ambas Castillas y una gran
mayoría de Cataluña, y decidieron tratar cuatro cuestiones fundamentales:
- Resistencia al capital.
- Cooperación.
- Organización social de los trabajadores.
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 55
- Actitud obrera en relación con la política.
«La política, la religión y los gobiernos han sido creados por nuestros amos,
burgueses, curas y reyes, para dominarnos, para mejor sojuzgarnos, para debilitarnos,
dividiéndonos en partidos.»
El grupo aliancista había logrado imponerse, y aunque el colectivismo no había sido
declarado oficialmente, la abstención política, la lucha contra el capital y el esbozo de
una sociedad futura, ya en germen en la A.I.T., sí habían tomado calidad de dogmas.
En el primer Congreso obrero tomaron parte 149 sociedades, con más de 15.000 miembros.
Casimiro Martí hace una comparación con los datos que aporta Fernando Garrido en su
«Historia de las clases trabajadoras» sobre el número de obreros de la industria
lanera y algodonero en 1861: 78.044 individuos. Sólo un 9 por 100 había recibido
propaganda internacionalista.
Esto justifica en cierto modo la queja de Anselmo Lorenzo y su preocupación constante
y certera:
«¡Cuánto más beneficioso hubiese sido que, en vez de arrancar acuerdos y soluciones
por sorpresa, se hubiese propuesto la Alianza una obra de educación e
instrucción, encaminada a obtener acuerdos y soluciones como sumas de voluntades
conscientes!»
Conviene no olvidar que el anarquismo, a pesar de que parte de hechos concretos y, en
cuanto está de su parte, va a solucionar problemas igualmente concretos, vive para un
ideal. Toda la vida y aun la muerte es capaz de ponerla el apóstol anarquista a disposici
ón de esa sociedad futura. Ello le llevará a entablar discusiones con hombres de
ciencia en los patios del Instituto de San Isidro; a pasar a Portugal ante el peligro de
una confiscación de documentos; a que las secciones de resistencia de Lisboa y Oporto,
después de un año de lucha, contasen con 18.000 asociados. «SI LA INTERNACIONAL
VIENE A REALIZAR LA JUSTICIA Y LA LEY SE OPONE, LA INTERNACIONAL
ESTA POR ENCIMA DE LA LEY.»
LA CONFERENCIA DE VALENCIA Y EL CONGRESO DE ZARAGOZA
Después del Congreso de Barcelona, una serie de acontecimientos externos e internos
influyeron en la marcha de la Internacional.
El 3 de noviembre de 1870 es aceptada en las Cortes la candidatura del duque de
Aosta para rey de España por 191 votos contra 63 que optaron por la República.
El día 2 de enero de 1871 llega don Amadeo a España, y se encuentra con el cadáver de
Prim, que acababa de ser asesinado en la calle del Turco. Las divisiones partidistas, la
derrota de la «Commune», el temor que la misma revolución parisina había creado en
los altos mandos de nuestro gobierno, fueron concausas en la debilitación de la Internacional.
A ellas se unieron disensiones internas que impidieron igualmente la celebraci
ón del Congreso proyectado. El Consejo federal convocó, pues, una Conferencia secreta
de delegados, que se celebró en Valencia del 10 al 18 de septiembre.
La marcha a Lisboa, la retirada de Borre¡ a raíz de los sucesos del 2 de mayo, las
dificultades económicas, hacían ineficaces los esfuerzos de Anselmo Lorenzo.
Sagasta había enviado instrucciones a los gobernadores de provincias con poderes
56 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
plenos para perseguir a la Internacional. Sentiñón fue detenido en Barcelona a primeros
de junio; hubo, pues, que repentizar un exilio provisional a Lisboa, pensando sobre
todo en poner a salvo los documentos, peligrosos de caer en manos de la policía.
A pesa, de ello, pudo en junio aparecer «La Emancipación», sustituyendo a «La Solidaridad
», que había sido suprimida el 21 de enero último.
La «Commune» de París había terminado de seccionar aquella inteligencia entre
obrerismo y republicanismo. La República burguesa aparecía tan enemiga del obrero
como la monarquía.
La Conferencia de Valencia pareció infundir ánimos con la aplicación de una serie de
reformas y el contacto mutuo. Terminó con un «meeting» de controversia en la misma
Universidad entre los delegados de la conferencia y caos catedráticos. De nuevo se
presentó el programa de la Internacional, la crítica negativa y destructivo de «una
religión revelada, una familia legislada, agrupación forzada o Estado y representación
delegada o herencia», propias de esta sociedad que tiene «la compasión en la lengua,
el egoísmo en el corazón y el tanto por ciento en la cabeza».
Quedó designada Zaragoza como sede del segundo Congreso de la Federación Regional
Española de la A.I.T.
A primeros de octubre se reunieron las Cortes, y en ellas se trató ampliamente de la
Internacional, de su legitimidad, cuya defensa costó el cargo al fiscal del Tribunal
Supremo.
Una nueva Circular de Sagasta -17 de enero de 1872- a los gobernadores civiles,
autorizándoles para disolver toda clase de asociaciones, llamó a la Internacional «utopía
filosofar del crimen».
Fue necesaria una activación propagandística para dar fuerza a las federaciones locales.
Se crearon grupos secretos de «Defensores de la internacional» para que continuasen
la labor de la misma, eludiesen las persecuciones y lograsen una consolidación
interna.
A. Lorenzo y Francisco Mora recorrieron las comarcas del Sur y Este para fomentar
la creación de grupos de defensores.
A. Lorenzo visitó en Andalucía las federaciones de Sevilla -donde charló con Trinidad
Soriano, Marselau, Miguel Rubio-, Carmona, Utrera, Jerez, Cádiz —donde conoció a
Fermín Salvochea-, San Fernando, Puerto Real, Málaga -«ilustración, buen juicio y
mucho entusiasmo eran las características de aquellos jóvenes», Deomarco, Guilino,
Ojeda y Pino-, Loja, Granada y Linares.
La llegada de Lafargue a Madrid en diciembre de 1871 y su astuta intervención, la
rivalidad acentuada entre Morago y Mora, el desacuerdo entre el Consejo Federal y la
Federación madrileña, la dimisión de Anselmo Lorenzo como miembro del Consejo, las
intromisiones políticas del diario «La Emancipación», el flirteo con el partido republicano
federal, la intervención excesivamente molesta de las autoridades, todos son
factores que hicieron notar su influencia en el Congreso de Zaragoza del mes de abril.
Las resoluciones doctrinales no diferían de las adoptadas en Barcelona y Valencia.
En el mes de junio se produjo la ruptura entre las dos facciones internacionalistas. El
pretexto presentado por los marxistas fue la existencia de la Alianza, que, aunque
disuelta días antes de iniciarse el Congreso, continuaba existiendo.
Los disidentes marxistas fundaron e: 8 de julio la «NUEVA FEDERACION MADRILE-
ÑA» oficialmente constituida. El Consejo General de Londres la admitió el 16 de agosto.
Pablo Iglesias, Mesa, Pagés y Lafargue fueron expulsados de la sección de oficios
varios de Madrid. La lucha era dirigida desde Londres por Federico Engels a través de
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 57
Lafargue y José Mesa.
LA NUEVA FEDERACION MADRILEÑA, donde ya comenzaba a tomar cuerpo la actitud
dinámica del joven Pablo Iglesias, y la federación de Lisboa enviaron como representantes
en el Congreso de La Haya a Lafargue y a José Mesa. Lafargue ya no volvió
a España.
En el Congreso de La Haya de septiembre de 1872, con la expulsión de Bakunin y
Guillaume, había triunfado una mayoría que deseaba la conquista del poder político
contra la minoría que buscaba la destrucción del mismo.
En el Congreso de Saint-Imier, el 15 de septiembre de 1872, se declaró:
1. «Que la destrucción de todo poder político es el primer deber
del proletariado.»
2. «Que la organización de un poder político supuesto provisional
para llegar a esta destrucción, no puede ser sino un engaño más, y
seria tan peligroso para el proletariado como todos los gobiernos que existen en
la actualidad.»
3. «Que rechazando todo compromiso para llegar al cumplimiento de la Revolución
social, los proletarios de todos los países deben establecer, fuera de toda polí-
tica burguesa, la solidaridad de la acción revolucionaria.>>
Las federaciones locales españolas decidieron su adhesión teórica y práctica al Pacto
de Saint-lmier.
Aquella escisión del 8 de julio alteró muy superficialmente el desarrollo anarquista de
la Internacional en España, pues la inmensa mayoría de sus hombres y federaciones
siguieron el programa de la Alianza. Las teorías de Bakunin eran de conclusiones sencillas
y claras, y el proletariado español no tuvo grandes dificultades para asimilarlas
y difundirlas. La influencia de Lafargue, de momento, no fue apenas efectiva, y menos
aún espectacular. Sólo consiguió cambiar el criterio de un reducido grupo de dirigentes
madrileños residentes en la capital. Sólo militantes de unas doce o quince federaciones
locales entre ellas de Cádiz y Puerto de Santa María- siguieron a la NUEVA
FEDERACION MADRILEÑA, mientras que los miembros pertenecientes a las trescientas
federaciones restantes se mantuvieron fieles a los principios predicados:
apoliticismo, federalismo, colectivismo. Seguían pensando sus dirigentes, influidos por
ideas personales de Bakunin, que la sociedad secreta era más útil que el partido polí-
tico para preparar a las masas y realiza r la revolución social.
La NUEVA FEDERACION MADRILEÑA constituyó en Valencia su Consejo Federal,
tras el Congreso de Córdoba.
Falta de líderes y sin portavoz para sus doctrinas -LA EMANCIPACION había desaparecido
a primeros de abril de 1873- se encerró en su propio silencio. Celebró su
primero y último congreso en - Toledo, del 15 al 18 de marzo de 1873, con asistencia
de los delegados de cinco federaciones locales, disolviéndose a mediados de 1873.
EL CONGRESO DE CORDOBA
El 24 de diciembre de 1872, por la noche, se celebró la reunión preparatoria. Cuarenta
y nueve delegados, representantes de las diversas secciones y federaciones tomaron
parte en los trabajos, y continuamente se hicieron adhesiones a la Conferencia de
Saint-lmier. En la sesión de inauguración del Congreso, en la tarde del 25 de diciembre,
se repitió literalmente el Pacto y el repudio de las conclusiones tomadas en La
58 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
Haya.
«¡Estaban presenciando la celebración del primer Congreso anarquista del mundo!»
Es curiosa, en contraposición, la nota de «La Crónica de Córdoba» dando referencia,
casi anodina, de la reunión del día 25:
«Como hace tiempo anunciamos, mañana se verificará en el Teatro Moratin de
esta capital la gran reunión del Congreso Regional de Andalucía de la Internacional,
para lo que ha llegado un gran número de asociados, que tienen casi llenas las
fondas y las casas de pupilos.»
Aquellos reporteros no conocían el sentido de la palabra «regional» en el argot anarquista
y lo asimilaban a la región natural en que se desarrollaba.
«La organización que dieron a la hueste proletaria respondía exactamente a los
principios capitales del credo bakuniniano y al genio federalista de la gens espa-
ñola. La federación de secciones y de localidad se reducía, en realidad, en una
alianza, denunciable en todo tiempo, mantenida por el intermedio de una Comisión
de Correspondencia y Estadística, que sustituyó al centralista Consejo Federal;
las secciones, absolutamente soberanas, podían revocar en cualquier memento tus
delegaciones, pero sabían de abstenerse, con escrupuloso respeto, de coaccionar
las opiniones individuales de sus afiliados. Se trataba, ante todo, de reunir en un
ambiente profesional a los obreros del mismo oficio, sin exigirles ni imponerles
profesión de fe política ni social, ni siquiera la de los conspiradores del Congreso;
se procuraba aunar a los trabajadores mediante la eliminación de las diferencias
doctrinales y con el engrudo del interés profesional que encomienda su triunfo el
moderno es, en suma, la panacea a que encomienda su triunfo el moderno sindicalismos
«... el anarquismo mundial debe también al español la táctica organizadora federalista,
iniciada en el Congreso de Córdoba...
»Cuantas veces ha seguido estos rumbos, ejerciendo sobre el capitalismo las
presiones conjuntas de sus grandes masas obreras, ha realizado positivos avances
por los caminos de su ascensión hacia una sociedad más perfecta; cuando se
despeñaba por los estériles derroteros de la acción individual y del terrorismo,
infería irreparable daño al ejército proletario, haciéndole retroceder o impidiéndole
avanzar ... »
Así lo resume Díaz del Moral en su citada obra.
El 2 de enero de 1873 celebró el Congreso su clausura con el consabido RETO A LOS
DEFENSORES DEL PRIVILEGIO.
«A pesar de tanto hablar, los defensores de la autoridad y de la propiedad no aceptaron
el reto», según testimonio del diario «La Federación».
Urge poner fin a estos ligeros escarceos en el origen del movimiento obrero en Andaluc
ía.
El movimiento cantonalista de junio y julio de 1873, los sucesos de Alcoy de la misma
fecha, los años de clandestinidad y represión del movimiento obrero, los congresos
clandestinos y conferencias comarcales, las partidas de ladrones, en cuadrilla, dando
golpes de mano; el fracaso de la República y de sus promesas, los atentados contra el
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 59
rey, los incendios de plantaciones y cosechas, las huelgas, el proceso de la Mano Negra,
etcétera, son acontecimientos de una riqueza y profundidad imponderables y que
viven hoy, por diversos motivos, en una oscuridad inaplazable.
«Sé que moriré y que los gusanos me comerán, pero quiero que triunfe nuestra
idea. Quiero que las masas de la humanidad se emancipen verdaderamente de
toda autoridad y de todos los héroes presentes y futuros» (Bakunin).
En el fondo y en la forma hacia ahí se caminaba.
«El hecho es - son palabras de Ortega y Gasset, en el diario «El Sol», de 20 de
marzo de 1919- que ni siquiera el problema agrario andaluz puede reducirse a
política de pan y salarios... el problema agrario andaluz no es esencialmente
económico, sino jurídico...
»Una tarde conversaba en el hotel con algunos amigos, cuando se Presentó
agitado, encendido, un rico labrador de Pedro Abad (Córdoba), Por cierto, diputado
a Cortes. Nos dijo que había venido el pueblo para pedir al Gobernador
Guardia Civil que guarneciese su casa y la de otros grandes Propietarios. Anunciaba
además que Pedro Abad iba a quedar sin alcalde, porque nadie se atrevía a
ocupar este cargo. Los obreros han llegado al extremo de las exigencias irritadas.
Ayer, añadió, se presentó un patrono a ellos y les dijo: «Tengo un cortijo de
150 fanegas a disposición del Sindicato».
»Entonces un obrero replicó: «Perfectamente, el Sindicato tiene en azadón a
disposición de usted».»
Los obreros llegaron a negarse a aceptar parcelas de terrenos comunales para su
roturación y cultivo. La tierra que pretendían era la ya - trabajada y regada con el
sudor de pasadas generaciones, como derecho del obrero al producto íntegro de su
trabajo.
ANDALUCES EN LA PRIMERA INTERNACIONAL
Sería injusto terminar este trabajo sin una referencia concreta, casi biográfica, a los
hombres del Sur que sobresalieron en el desarrollo de la Internacional desde 1868-
72.
«Si no hubieran estado - comenta A. Lorenzo en Barcelona Viñas, Soriano,
Meneses y Forrán, andaluces y privilegiados todos; si Rafael Farga no hubiera ido
al Congreso de Basilea..., si no hubiera estado presente Gaspar Sentiñón..., los
obreros catalanes no hubieran sido jamás internacionales.»
NICOLAS ALONSO MARSELAU
Anselmo Lorenzo le muestra una indiferencia casi repulsiva desde que le conoció en la
Conferencia de Valencia:
« Lo vi por primera vez en la Conferencia de Valencia a la que fue delegado por
la Federación local de Sevilla. Procedía directamente del partido republicano, en
el que se refugió después de haber abandonado el estudio de la Teología, colgar
60 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
los hábitos, renunciar a la carrera eclesiástica y pasar una temporada en Londres.
»
Su actuación excesivamente radical comprometía al partido republicano; con la fundaci
ón del periódico «La Razón>> exponía sus ideas librepensadoras, negando las interpretaciones
católicas de la Biblia, «alternando asuntos antirreligiosos con los sociales
y llegando, por último, a declararse socialistas. Con su palabra sugestiva y fácil
atraía a los trabajadores que admiraban su arrojo, creían en las soluciones que promet
ía y llegaron a nombrarle delegado para la Conferencia de Valencia.
Afirma A. Lorenzo que el «periódico llegó a convertirse en órgano de la Internacional
». La afirmación no parece exacta. El periódico estuvo al servicio de la Federación
local, pero nunca llegó a ser órgano de la misma.
Entre los sevillanos fue un oráculo. Ello hizo que en la excursión de A. Lorenzo por
Andalucía la reunión de internacionales se celebrase en la cárcel, donde Marselau se
hallaba, procesado por delito de prensa. Fue igualmente uno de los cuatro españoles
delegados al Congreso de La Haya y que luego tomó parte en el Congreso de Saint-
Imier.
Menéndez y Pelayo lo presenta:
«... y así un seminarista de Granada, Nicolás Alonso, que después de la Septembrina
se hizo conspicuo en Sevilla con el apellido Marselau (se salva de la cárcel
huyendo a Gibraltar en la persecución de Matamoros)..., comenzó a publicar un
periódico, subvencionado por un centro protestante de Estados Unidos <<>>
En 1890 era catedrático del Instituto de Sevilla.
TRINIDAD SORIANO
Estudiante técnico al comienzo de la Internacional y doctor en Ciencias cuando se
celebraba el Congreso de Zaragoza. Formó parte de la Alianza en Barcelona, donde
hacía sus estudios. Hija de un propietario andaluz, en su infancia se inclinó por las
ideas democráticas-revolucionarias dominantes en su ciudad. Después al contacto con
burgueses librepensadores, la asistencia al Ateneo obrero y la amistad con Farga
Pellicer y Gaspar Sentiñón, le llevarían a tomar parte en la A. D. S.
«El método de Enseñanza íntegral - comenta A. Lorenzo -, presentado por
Soriano al Congreso de Zaragoza, era un trabajo precursor de la enseñanza
racionalista de la Escuela moderna; con la única diferencia de que en aquél era
una idea fugaz expuesta en un medio circunstancial, mientras que ésta ha constituido
el pensamiento y la voluntad de un propagandista enérgico, como Ferrer,
que ha dado su vida por el ideal y ha dejado muchos continuadores.>>
JOSE GARCIA VIÑAS
Médico, como Gaspar Sentiñón; nació en Málaga el 3 de diciembre de 1848. «El último
español que conoció a Bakunin y que hospedó en su casa de Barcelona a Kropotkin, en
1878.»
Entusiasta de las ideas de emancipación liberadora, elemento de vanguardia, colaborador,
como principal redactor, desde su fundación en 1 de agosto de 1869, de «La
Federación». Los ataques que el joven periódico recibía de «El Nivel» aumentaron su
fe en la entrega a la Internacional.
Dice de él J. J. Morato:
«En enero de 1872 escribía Sentiñón a Liebneckt: «El verdadero engranaje de la
asociación estriba en Farga Pellicer, Alerini, García Viñas y Emilio Hugas. Diríjase
al joven José García Viñas que, por su inteligencia, es el alma de la Internacional
en Barcelona».»
Estuvo en el primer congreso obrero de 1870. Abogó por un desentendimiento de la
política, pues «la clase obrera debe tener como única política la inmediata mejora de
las condiciones de trabajo».
Fue delegado en varios Congresos Internacionales y Regionales hasta la declaración
64 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
intemperante de Francisco Tomás, secretario de la Comisión federal, que hizo correr
la voz de que no debían fiarse de los militantes que no tuviesen callos en las manos.
García Viñas, como Sentiñón, Meneses, Soriano, lo abandonó todo y se retiró al seno
de su familia en Málaga.
En 1872 había fundado en Manresa «La Revista Social», órgano de la Unión Manufacturera,
y que en 1874 pasó a Barcelona representando toda la Asociación. En 1881
entregó la dirección de la misma a Serrano Oteiza, que comenzó a publicarla en Madrid.
En 1902 fue nombrado médico titular por la Junta de Arbitrios de Melilla, director de
la Casa de Socorro, Decano del Cuerpo de Médicos de Beneficencia y director del
Centro de Higiene de aquella Plaza.
Se jubiló en 1927 y murió el 7 de septiembre de 1937 a los 84 años de edad.
A pesar de su retiro, tuvo sus preocupaciones y pensamientos en la sociedad futura.
Mostró su desacuerdo con la subida de salarios y del coste de vida del año 1930 y
criticó la miopía obrera ante estas medidas, insistiendo una vez más en la necesidad
de una instrucción en todos sus grados.
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66 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
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INDICE
Págs.
Introducción..................................................................................................... 3
El movimiento social en Andalucía.............................................................. 5
El bandolerismo, problema social y político.......................................... 22
El anarquismo y su ideología...................................................................... 32
Congresos de la Federación Española de la A.I.T.:
Barcelona, Zaragoza, Córdoba.................................................................. 49
Andaluces en la I Internacional............................................................... 59
Bibliografía..................................................................................................... 64
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 3
INTRODUCCION
La gran cuestión social no es el simple olvido de la persona, sino el que esta misma
persona es tratada injustamente y herida en su dignidad.
Es difícil buscar la causa; muchas veces será la simple omisión que aparentemente
escandaliza menos; pero día a día el problema se agrava porque afecta a más personas
y porque la conciencia del mismo aumenta ante la ignorancia, la carencia de soluciones
o la aplicación de soluciones mancas, aparatos ortopédicos que disimulan la tara, pero
que no la remedian en su totalidad.
El caso «ANDALUCIA» es claro al respecto.
«Durante el siglo XIX, dice Ortega, España ha vivido sometida a la influencia hegemónica
de Andalucía. Empieza aquella centuria con las Cortes de Cádiz; termina con el asesinato
de Cánovas del Castillo, malagueño, y la exaltación de Silvela, no menos malague-
ño... El ladrón de Sierra Morena y el contrabandista son héroes nacionales. »
Andalucía es escenario de la actuación de las Cortes de Cádiz e implantación de la
Soberanía Nacional, del alzamiento de Riego en defensa de la Constitución, de la caída
del régimen monárquico de Isabel II.
En Andalucía toman cuerpo las primeras ideas socialistas, imbuidas de fourierismo
que, llegadas de Francia, encuentran terreno preparado para la asociación.
En Andalucía toma cuerpo y desarrollo el ideal anarquista, de tan mala prensa en
nuestra historia. La «propaganda por el hecho», realmente el último recurso, no el
fundamental, que emplearon sus hombres, ha venido a definirlos peyorativamente ante
nuestra sociedad.
El anarquismo español había ensayado ya, como táctica de lucha, las huelgas y las
presiones de sus grandes masas y el hecho insurreccionar; pero el fracaso había sido
completo. Sólo faltaba intentar el triunfo por el terrorismo.
«El 23 de septiembre de 1893 Payás arroja una bomba de dinamita el General
Martínez Campc4; el 7 de noviembre, Santiago Salvador deja caer desde el
último piso del Liceo de Barcelona sobre el patio de butacas dos bombas «Orsini»;
el 7 de junio de 1896 estalla otra en la callo Cambios Nuevos al paso de la
Procesión de Corpus, y el 8 de agosto de 1897 Angiolillo asesina en Santa Agueda
a don Antonio Cánovas del Castillo» (1).
No conviene olvidar que en la España del siglo XIX la libertad nace con «gorro de
cuartel»; los pronunciamientos cuarteleros son una normalidad y los magnicidios se
suceden hasta muy entrado el siglo XX (Dato, Canalejas, Calvo Sotelo).
(1) Cfr. Díaz del Moral: «Historia de las agitaciones campesinas andaluzas». Madrid, 1929.
4 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
No se pretende justificar de este modo una actitud extrema, pero sí considerar con
detención que el movimiento obrero fue algo más que pura criminalidad y que el reverso
de la medalla presenta, con bastante frecuencia, casos como el siguiente:
«Recuerdo un incidente sobrevenido durante la visita (1935) a una granja experimental
dedicada a la cría de cerdos en una zona escondida de Andalucía.
Destacaba en la oscuridad, a un extremo del edificio, el resplandor de un fuego.
Me acerqué allí y encontré a toda una familia de labriegos en cuclillas en torno a
un hogar alimentado con ramas verdes que despedían tan espeso humo que apenas
se podía respirar. Aquella maloliente inmundicia contrastaba con las bien fregadas
pocilgas que acababa de ver.
A mis preguntas, contestó una mujer vieja: «Sí, aquí vivimos, peor que los
cerdos. »
A lo cual el propietario, que me acompañaba, repuso indignado: «Estáis debajo de
techado. ¿Qué más queréis?» (2).
El movimiento obrero que nace en Andalucía no tiene nombre. Ha sido el pueblo el que,
de modo esporádico, pero con brío y con cierta intermitencia, ha reaccionado violentamente
contra una situación asfixiante, para luego volver a su aparente letargo. Al
menos así ocurría al principio.
Sin embargo, cada nueva sublevación iba dejando un poso de reforma y creando una
ideología, gracias a las influencias del exterior. Hasta que el movimiento tomó cuerpo
de sistema y tuvo su ideología y su programa.
Entre tanto, las preocupaciones oficiales parecían otras.
El príncipe Clodoveo de Hohenlohe, que representó al emperador alemán en las solemnidades
del entierro de Alfonso XII, en diciembre de 1885, formuló este juicio «duro
y exacto»:
«Dijérase que todo se reduce aquí a satisfacer a los 100.000 españoles de las
clases distinguidas, proporcionarles destinos y hacerlos ganar dinero. El pueblo
parece indiferente. Esto prueba que el Gobierno actual tiene las elecciones en sus
manos y aún se cuida de que sean elegidos algunos miembros de la oposición. Todo
ello constituye un sistema de explotación de lo más abyecto, una caricatura de
constitucionalismo, frases y latrocinios (3).
El movimiento obrero andaluz no queda en puro criminalismo, del mismo modo que su
alegría no se identifica con la «pandereta». Hay ocasiones en que la pandereta, parad
ójicamente, llora, refleja una profundidad, una angustia, el propósito de urgente
reivindicación.
Este movimiento obrero se hizo fuerte en vida clandestina, en los años posteriores a
la Primera República.
A fines del siglo XIX se incrementa la industria del Norte, se define con mayor exactitud
la burocracia castellana, mejor madrileña. Andalucía, que ha colaborado con sus
hombres, con su pueblo, con su geografía; positiva o negativamente, pero ha colaborado;
queda como aislada, sólo «visitada» de vez en cuando por el Poder, al que recibe
apote6sicamente. Este Poder concede indultos y recibe la alegría y el saludo de los
campesinos que levantan la vista de sus surcos al paso de la reina Isabel. Pero que no
dudan, a los pocos años, en echar por tierra, con su número, aquel Poder tan sinceramente
aclamado.
(2) Cfr. Dobby: <
(3) Cfr. Goetz, W.: <
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 5
Quizá nadie resuma esta idiosincrasia, tan compleja internamente y tan complicada
por motivos externos, como José María Jover:
«Es sabido... lo arraigado que está en las capas inferiores del pueblo español el
sentimiento de una justicia humano, espontánea, generosa y cargada de resonancias
efectivas, superior a la justicia de las leyes escritas. En la conciencia del
español cualquiera existen dos justicias: la puramente técnica, exterior, de có-
digos, ordenanzas, gacetas y jueces y aquella difícil justicia de la hombría,
radicada no en la cabeza, sino en el corazón del hombre, superior como norma
ética a la ley estampada en los códigos. De aquí la simpatía popular hacia tipos
humanos, como el contrabandista o el bandido generoso, que vulneran la primera
dejando a salvo la segunda. Siempre, en suma, lo mismo: la resistencia a dejarse
aprisionar, o a aprisionar al prójimo, dentro de una dimensión política o jurídica
unívoca» (4).
De modo breve, incompleto, deslabazado y con frecuencia demasiado rápido, se tratan
de analizar en este trabajo las circunstancias, motivos y pasos de un movimiento
obrero naciente, a través del siglo XIX.
Si se consiguiese con el mismo despertar la inquietud y preocupación por los problemas
de este pueblo, ya habría dado su fruto. La riqueza interna, desbordante, del
pueblo andaluz no puede quedar encerrada en una monotonía estructural, en unas
condiciones permanentes de injusticia, olvido o entrega a la suerte del porvenir.
El movimiento social en Andalucía
Hasta la llegada de la Internacional a la que se hace por primera vez referencia en el
semanario barcelonés «El obrero», del día 1 de noviembre de 1865, el movimiento
obrero español había permanecido en una especie de prehistoria, corno evolución de
una conciencia de clase obrera con asociaciones y sindicatos.
De Andalucía, en este sentido, de su evolución en la toma de conciencia de las clases
trabajadoras, de su aportación a la solución de estos problemas tan fundamentalmente
planteados, se ha hablado bien y mal, pero muy pocas veces con la profundidad
necesaria. Casi siempre han faltado datos para llegar a las conclusiones que se han
deducido de los mismos.
Modernamente se ha dicho que Andalucía es «un pueblo esclavizado durante siglos y
que siempre respondió cantando».
Esta misma expresión de «cante» - no canto- parece reflejar situaciones contradictorias.
La copla no tiene autor; a su autor hemos convenido en llamarle «Pueblo», así, con
mayúscula. Este Pueblo, sin embargo, presenta un amor frustrado, herido o no correspondido,
el deseo insatisfecho, la promesa con juramento; todo individualizado, la
exaltación del yo.
El Pueblo casi siempre perdió; al Pueblo se le esquilmó en todas partes, hasta dejarle
(4) Cfr. Jover, José María: «Conciencia obrera y conciencia burguesa en la España contemporánea. Madrid,
1952.
6 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
en una especie de clima de fracaso, con Manifestaciones de pesimismo existencial.
Da la impresión de que a este Pueblo se le ha enseñado, se le ha obligado a encerrarse
en sí:
«Nadie lebante al caío,
que yo a uno lebanté,
y después de lebantao
Er me dejó a mí caé. »
El obrero sajón, práctico, perseverante y tenaz, recorrerá los caminos de su emancipaci
ón con paso lento y seguro, sin retroceder nunca, aprovechando cada conquista
como instrumento para lograr la siguiente. El obrero andaluz, entusiasta, idealista,
inconsistente, desdeñará la mejora material inmediata y aspirará en cada exaltación a
conseguir, en un momento, el triunfo definitivo; recorrerá en pocas semanas el arco
ascendente hasta llegar al cenit y, en menos todavía, descenderá hasta los abismos
del nadir.
Este entusiasmo avasallador viene a parar en depresión y desánimo, que quedan justificados,
a simple vista, con un ¡estaba de Dios! :
«el que nace para ochavo
no puede llegar a cuarto. »
Rodríguez Marín recoge en un cantar la misma idea:
«Yo logré una suerte güena
y me duró poco tiempo;
A aquer que nase pa probe
de ná le sirve’r talento.»
0 aquel otro, recogido en la obra de Machado:
«Ya te lo he dicho, María
que’n la casa e los probes
dura poco la alegría.»
¿Hasta qué punto serán realidad esas filigranas que don José Ortega y Gasset expuso
en sus artículos sobre Andalucía publicados en «El Sol», en el mes de abril de 1927?:
«... en vez de esforzarse para vivir, vive para no esforzarse; hace de la evitación del
esfuerzo principio de su existencia... » «parejamente, Andalucía ha caído en poder de
todos los violentos mediterráneos, casi siempre en veinticuatro horas, por decirlo así,
sin ensayar siquiera la resistencia. Su táctica fue ceder y ser blanda.»
En Andalucía se exalta al héroe individualizado, al torero ante la fiera, al «cantaor»
que destila sus penas y alegrías; pero el que los exalta es el pueblo que se siente
solidario en su triunfo o en su dolor y que los saborea internamente. El canto coral es
menos profundo, casi de simple exhibición, «pura quincallas con frecuencia, de cara al
turismo, o expresión familiar con derroche de simpatía.
A pesar de todo, desde el punto de vista social, hay un hecho objetivo y externo, a
tener necesariamente en cuenta, antes de recurrir a explicaciones psíquicas o interEl
movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 7
nas del problema.
La división de España puede resumiese así:
1. Zonas industriales: Cataluña y Norte.
2. Zonas de explotación agrícola: Andalucía, Extremadura y Levante, en unión con
Castilla, también agropecuaria, aunque ha resaltado especialmente por su centralismo
y burocracia.
Otra característica peculiar de España es la problemática derivada de su misma estructura.
Hasta el siglo XX ha permanecido España «no ya sólo como país predominante
agrícola, sino como el país de los latifundios, el caciquismo y los fueros». Nobleza y
clero han permanecido dueños de inmensas extensiones no cultivadas o cultivadas por
un proletariado hambriento que, de vez en cuando, ha saltado con violencia desacostumbrada,
para quedar, de modo más violento aún, sometido de nuevo a su estrechez
y angustia. «Los buenos — se refiere un autor de fines del siglo XIX a los trabajadores
agrícolas del Sur de España — los justos, los honrados, mandan a sus hijos a que
pidan limosna, y viven de la piedad de las personas caritativas, que por fortuna abundan
en esta región.»
EL PROBLEMA AGRARIO
La España del siglo XIX es un país con economía primitiva, dividida socialmente en dos
sectores perfectamente delimitados: las clases alta y media, que saben leer, tienen
acceso a la cultura, participan en la política, y las cuatro quintas partes restantes -
campesinos y obreros- sin cultura, sin interés por la política, con la amenaza del paro,
del hambre, de la pérdida de las cosechas; sin contacto alguno con las clases alta y
media, excepto en los momentos de elecciones en que el número ayudaba a la conquista
del poder; y para el pago de las rentas, si las hubiere.
Esto llevó al pueblo a estar siempre con el partido más dispuesto a la acción, en espera
de un beneficio, efecto del mismo cambio:
«El obrero del campo, más sobrio, más sufrido, más vigoroso, más enérgico que
el de las ciudades, más tardo en rebelarse a causa de una sujeción tradicional y
hereditaria y de la atmósfera de respeto hacia el señor con que vive, es más
tenaz o implacable cuando, agotados los términos de la paciencia, se lanza a la
rebelión armada» (5).
A intervalos irregulares, en el momento de más amenaza, el pueblo se ha levantado
arrasándolo todo.
En 1476 Fuenteovejuna de Córdoba se alzaba en pleno contra el comendador de la
Orden de Calatrava, como antes lo hicieron los hermandiños gallegos, payeses de Catalu
ña, forenses de Baleares, y más tarde comuneros de Castilla, Germanías, etc.
El abuso en la imposición de tributos, el hambre que merodeaba sin cesar, la indignaci
ón acumulada contra el rey y el gobierno, la circulación de hojas clandestinas y
pasquines anónimos, la multiplicación de robos, riñas y asesinatos, exaltaron los ánimos
en proporciones tan alarmantes, que, cuando en la mañana del 6 de mayo de 1652,
una madre corría el barrio de San Lorenzo, en Córdoba, mostrando el cadáver de su
hijo muerto por hambre, estalló la revuelta. Los hombres, azuzados por los gritos de
indignación de las mujeres, y armados con toda clase de enseres, derribaron las puer-
5) Cfr. Hinojosa, E.: <
propiedad del Estado es estéril páramo sobre el que vagan la miseria y el hambre.
»
Sin duda que estas afirmaciones tienen parte de verdad, pero no toda la verdad,
sobre todo en sus efectos.
Una defensa de la propiedad llegó a dejar sin propiedad a un sinnúmero de hombres, a
los que, además, convenció de la necesidad de la propiedad como derecho innato y
«sostén firmísimo de la libertad».
Las propiedades de la Iglesia fueron vendidas a precios irrisorios, lo mismo que los
terrenos comunales. Las leyes de 1836 y más eficazmente las de 1855 y 1856 determinaban
que los terrenos comunales no reclamados por los pueblos para su explotaci
ón inmediata serían vendidos en pública subasta.
El único disidente de la ley de 1836 fue el diputado liberal y propietario Flórez Estrada,
que propuso la nacionalización de latifundios y bienes comunales y su arriendo a los
trabajadores: «Ello promovería una solución colectivista del problema agrario, de acuerdo
con la tradición española».
Hay que continuar insistiendo en que el giro de esta situación tan revuelta obedecía al
estado calamitoso de la Hacienda, el desequilibrio más horrible que impidió hasta la
calma de pensar.
Joaquín Costa habla en su «Colectivismo agrario» de las tendencias a la propiedad
comunal. Díaz del Moral, por el contrario, niega el supuesto de Costa: «Concepto casi
ininteligible es la propiedad colectiva para las clases populares de esta región».
16 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
Es verdad, según él mismo afirma, que los motines de los trabajadores agrícolas se
encaminaron a acabar con el derecho de los propietarios, sustituyéndolos por otros
nuevos más numerosos; quemaron registros de la propiedad, archivos notariales, ansiosos
de acabar con el pasado.
Pero cabría preguntarse: ¿El pueblo no entiende la propiedad colectiva o se le ha
puesto en la obligación y necesidad de no entenderla? ¿Es el pueblo individualista, o se
le ha enseñado y casi decretado a serio?
Lo cierto es que el pueblo no se convirtió en propietario y cundió un socialismo muy
difícil de definir y precisar, pero de una espontaneidad asombrosa, y un proceso de
madurez realmente insólito. Parecía imponerse la «an-arquía» —sistema de convivencia
social descentralizado, federativo- provocada por los
mismos hechos.
AGITACIONES CAMPESINAS Y PRIMEROS BROTES SOCIALISTAS
Agitaciones campesinas pidiendo el reparto de tierras y el traslado de posesión a
nuevos y más numerosos propietarios existieron durante todo el siglo XVIII, esporá-
dicas y de poca monta unas veces, más pronunciadas y consistentes, otras.
De todos modos parece claro que el móvil inmediato, en teoría, de la desamortización
no fue otro que la supresión de manos muertas y el servirse de la propiedad particular
como medio para hacer llegar la propiedad a todos.
La realidad presentó efectos y consecuencias muy diversos.
La historia de los movimientos campesinos de Andalucía se localiza al Sur del Guadalquivir.
Es la Andalucía agraria, mientras que al Norte domina la Andalucía minera y
pecuaria. La zona Sur del Guadalquivir es la más poblada y de mayor aglomeración
humana.
En esta primera época la historia de las rebeldías andaluzas, la protesta económica y
espíritu de lucha fue menor y más fácil de ahogar que en una sucesiva organización de
las masas populares en torno a una idea, más o menos confusa, pero idea, de solución
a los propios problemas usando de la reivindicación y fuerza, cuando fuese necesario.
Sin más pretensión que la de simple muestra, interesa, la descripción de varias revueltas,
anteriores a 1868, en las que se va calibrando el sucesivo avance de una ideología
que viene a acomodarse, con una exactitud impresionante, a las condiciones de vida, al
espíritu de lucha, a la desconfianza, a un escepticismo respecto a toda solución que
pretenda imponerse desde fuera.
Bernaldo de Quirós sitúa los más antiguos recuerdos de la historia de las rebeliones
campesinas andaluzas en la segunda mitad del siglo XIX.
A pesar de que, como él mismo indica, hay una larga prehistoria, oscura, anterior a las
leyes agrarias de Carlos 111, simples revueltas de hambrientos, «insignificantes por lo
habituales», cabe la reseña de datos anteriores, dignos de estudio:
1. «El 24 de agosto último (1834) unos sesenta braceros de Algarinejo (Granada)
se amotinaron con el pretexto de que se les repartiesen las tierras de una dehesa
laborable de aquel término. La autoridad - local mostró toda la energía necesaria
para contener la sedición y logró disolver a los amotinados; pero éstos desistieron
de su empeño con la promesa de que repetirían su asonada si no se les hacía la
repartición del terreno que solicitaban. Las autoridades superiores de esta capiEl
movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 17
tal han tomado las disposiciones necesarias para que no se reproduzca otro igual
atentado» («Eco del Comercio», Madrid, 12 Sept. 1834, núm. 135).
2. «MO HAY NADA NUEVO... LOS BOLCHEVIQUES ESPAÑOLES DE 1840»
«A mediados de octubre de 1840 los vecinos de Casabermeja, aldea de la
provincia de Málaga, el lado de allá del Torcal de Antequera, se repartieron cinco
grandes cortijos, de hasta 1.300 fanegas de cabida, amojando cada cual su
parte y poniéndola en cultivo inmediatamente. Al presentarse el juez de Colmenor,
don Gaspar Moreno, con 60 hombres de a pie y 40 de a caballo, les hizo retirarse
el vecindario, que, una segunda vez que el Magistrado decidió volver, le recibió a
tiros. Poco después, los mismos que habían repartido las tierras decidieron nombrar
alcalde y Ayuntamiento entre ellos.» El ejemplo cundía y en los pueblos de
Almogía, Alozaina y Periana se estaba verificando otro reparto de tierras como
el de Casabermeja.
Este estado de cosas duró dos meses, hasta que restableció el orden una expedici
ón militar, que dirigió, por orden del capitán general de Granada, el coronel
don Francisco Feliú de la Peña, que procedió con la mayor habilidad y sensatez
para conseguirlos («El Liberal», Madrid, 30 de mayo de 1918).
3.SOCIALISMO UTOPICO EN CADIZ
«Desde 1840 la propaganda socialista comenzó en España y poco a poco han
dando sus frutos.
Los primeros propagadores de las doctrinas socialistas fueron discípulos de Fourier,
figurando el primero entro todos, don Joaquín Abreu, diputado que fue de las
Cortes de 1823, y uno de los doce que en Sevilla votaron la destitución del rey
Fernando.
Abreu, emigrado a Francia, conoció personalmente a Fourier en 1831. Vuelto a
España en 1834 y establecido en Cádiz, comenzó a exponer sus teorías
falansterianas en los periódicos de aquella ciudad y en «El eco del Comercio», de
Madrid.
Al cabo de algunos años reunió un grupo propagandista entro los que por su
constancia sobresalieron don Pedro Luis Hugarte, don Manuel Sagrario de Veloy y
don Faustino Alonso.
De todos estos primeros apóstoles de la redención social, y especialmente del
anciano Abreu y del Infatigable Hugarte, recibió el autor de esta obra... las
primeras nociones de ciencia social...
Bajo la acción Incansable de Hugarte y otros... se continuó después la propaganda
socialista en la provincia de Cádiz, lo mismo en los campos que en las ciudades.
En 1841 don Manuel Sagrario de Veloy intentó realizar en el sitio llamado
Tampul, no lejos de Jerez, una asociación armónica que, desmontando y poniendo
en cultivo gran extensión de territorio, debía fundar un falansterio, para lo que
había reunido un millón de duros de capital; pero vino a Madrid a obtener del
Gobierno la entrada, libre de derecho de aduanas, de útiles y material para la
fundación, y la concesión de cierto número de soldados o de presidiarios, en su
defecto, a los que pagaría un plus, y el Gobierno le negó lo que pedía, con lo que
18 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
abortó el proyecto» (Fdo. Garrido. «Historia de las clases trabajadoras»).
El movimiento social obrero comenzó en España, dice Fernando Garrido, simultáneamente
que en Francia, pero más lento e interrumpido por las vicisitudes políticas.
Ciertas manifestaciones muy especiales se concretan en Andalucía tras las primeras
transferencias de propiedad: agitaciones campesinas, como se acaban de ver, con
ocupación violenta del suelo; emigraciones hacia América y puntos fabriles de Catalu-
ña; el bandolerismo y el contrabando.
En Castilla es más frecuente la mendicidad. «Un ejército de menesterosos, comenta
Vicens Vives, recorre España durante el reinado de Isabel II, con prolongación hasta
los umbrales del siglo XX... iban de un lado para otro recibiendo mísero condumio a las
puertas de cuarteles y conventos.»
De ellos salieron los que continuaron combatiendo como carlistas o republicanos en el
Norte y los que, en Andalucía, con su desenfado y bravura, imponían la ley por su
cuenta, una ley de singular y directa distribución de tierras y riquezas.
«La única gran medida de emergencia - en expresión de Vicens Vives- de los Gobiernos
fue la fundación de la Guardia Civil, para terminar con las partidas de facinerosos y
bandoleros e imponer el nuevo orden de la propiedad absolutamente en el campo.»
Narváez con Vistahermosa y el duque de Ahumada concibieron y maduraron el plan, al
que se dio forma y vida en los Reales Decretos de 28 de marzo y 12 de abril de 1844.
El ministro de Gobernación, González Bravo, se dirigió a la reina, al final de la guerra,
en enero de 1844:
«El orden social reclama este auxilio (la seguridad pública), el gobierno ha menester
una fuerza siempre disponible para proteger las personas y las propiedades,
y en España esta necesidad es mayor ...»
Se escogerán de entre el pueblo, una vez cumplido su servicio militar, a los licenciados
con buena nota y de intachable conducta y su principal ventaja estribará en evitar la
intervención frecuente del Ejército, librar los demás brazos inútiles que ocupa la
milicia nacional, impedir el soborno de los partidos locales. Esto justifica la proposici
ón para los mismos de sueldos y haberes más elevados, que los ordinarios:
«... porque sí en todos los casos el bien común y la moral se interesan en la alta
retribución y en el exacto pago de los empleados públicos, con mayor motivo es
aplicable esta verdad, que la razón dicta y la experiencia afirma, a unos agentes
que desempeñan el servicio con cierta independencia de la autoridad superior; que
llegan a ser en ocasiones depositarios de secretos importantes, y que se ven
expuestos frecuentemente a tiros del resentimiento, o lisonjeados tal vez por los
halagos de la corrupción.»
El 28 de marzo de 1844 firmó la reina Isabel el Decreto Real en cuyo preámbulo,
anterior al articulado, manifestaba:
«Conformándome con las razones expuestas por el Consejo de Ministros acerca de
lo urgente que es el establecimiento de una fuerza especial de protección y
seguridad, en atención al desamparo en que se ve hoy la autoridad pública para
proteger eficazmente el orden y las personas y bienes de los vecinos honrados y
pacíficos; y teniendo en consideración que ni el ejército permanente ni la milicia
nacional pueden atender a este servicio sin menoscabo de su peculiar organización
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 19
y objeto, sin detrimento de la disciplina militar y sin molestias ineficaces y
perjuicios de la mayor trascendencia para las clases acomodadas y laboriosas...
»
La Real orden de 12 de abril de 1844 mandaba proceder a la organización de la Guardia
Civil «por conducto del Ministerio de Guerra» y con empleo en el de Gobernación,
y daba el cargo de director de la Organización al duque de Ahumada.
4. «En 1855 cierto don José Estudillo, «de mucha celebridad», fue conducido con
otros prisioneros desde Arcos o desde Jerez —esto no resulta bien claro — hasta
Sevilla, complicado en peligrosas asociaciones secretas, subversivas del orden
social constituido... »
«Más tarde, después de las sublevaciones de Arahal, se descubrió en dicho
pueblo una sociedad comunista y dieciséis Individuos fueron fusilados» (Bernaldo
de Quirós, «El espartaquismo agrario andaluz»).
S. SUCESOS DE ARAHAL (Sevilla)
«En el mes de julio de 1857 urdióse en Sevilla una conspiración, cuyos verdaderos
autores e instigadores, cuya bandera y cuyos propósitos son todavía un misterio,
a pesar de los años que van transcurridos. Nadie sabía de dónde procedía ni
tampoco a dónde se dirigía, siendo oscuros y completamente desconocidos en la
inmensa mayoría los hombres que figuraron en ella, y habiendo condenado su loca
tentativa política todos los partidos políticos militantes a la sazón en Andalucía.
Dispuestos ya todos los elementos con que contaban o creían contar los conjurados,
en la tarde y noche del último día de junio salieron de Sevilla, en número de
ciento y tantos hombres, mal armados y pertrechados, y al siguiente penetraron
en las villas de Utrera y del Arahal, donde sorprendieron la Casa Cuartel de la
Guardia Civil y cometieron excesos punibles, siendo el más señalado el incendio del
archivo municipal y los de algunas escribanías. La naturaleza de este atentado,
que en nada podía beneficiar a los sublevados, justifica lo que más tarde se
aseguró, que no ellos, sino algunos vecinos de las mencionadas villas, fueron los
autores de aquella estúpida violencia.
La noticia de tan incalificables desmanes, obligó a la autoridad superior de Sevilla
a activar el envío de una fuerte columna de tropas de infantería y caballería en
persecución de los sublevados, que fueron alcanzados en la mañana del día 3 en el
pueblo de Benaoján, Serranía de Ronda, y acuchillados y lanceados por la caballer
ía, que les causó veinticinco muertos y les cogió veinticuatro prisioneros,
catorce caballos y varios efectos....
Sometidos al fallo de un Consejo de Guerra, fueron condenados a la última
pena...
Tal es narrada, compendiosamente, la historia de aquella misteriosa sublevación,
ahogada materialmente en sangre con una rapidez tan pasmosa, que dejó desconcertados
los cálculos que acerca de ella se hicieron en toda España en aquellos
días. Sólo dos hechos se vieron con claridad, y éstos fueron los que dieron lugar
a las más cavilosas suposiciones. Fue el primero que la conspiración no mereció el
nombre de tal, visto que los conjurados la urdieron a la luz del día y con una
20 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
audacia y publicidad que a todo el mundo tenía sorprendido en Sevilla, no acertando
a explicarse la indiferencia en que permanecían las autoridades... y el
segundo, que la mayoría de las víctimas de aquella descabellada intentona fueron
jóvenes imberbes, artesanos en su mayor parte, que se dejaron seducir ignorantes
del atentado que iban a cometer ... » (Guichot, «Historia General de Andaluc
ía»).
En julio de 1855 se había organizado la huelga general de Barcelona, con banderas
rojas y pancartas, con los lemas siguientes: «¡Asociación o muerte!», «¡Pan y trabajo!
», «¡Viva Espartero!».
Como la política española era entonces un vivero de pronunciamientos, la mayoría de
unos gobernantes contra otros, así que escalaban el poder los ¡¡amados progresistas,
cuyo progreso consistía más que en leyes progresivas, en tolerancia de costumbres,
de este modo las sociedades obreras se veían otra vez disueltas, no bien habían empezado
a funcionar de nuevo. Y como la cuestión política se mezclaba con la cuestión
obrera, cualquier descontento entre los trabajadores se traducía en un descontento
en el orden público.
6. 1861: Insurrección dirigida por el veterinario de Loja (Granada),
don Rafael Pérez del Alamo.
Años antes, a raíz de los destierros del general Zapatero, se incrementaron en Málaga,
Granada y Sur de Córdoba - en la fusión de las tres provincias- las propagandas
democráticas de matiz republicano; se formaron grupos y sociedades secretas que
actuaban sobre los campesinos, presentándoles una solución eficaz para un nuevo y
más justo reparto de tierras.
La conjura se organizó simultáneamente en Alhama, Loja, Antequera. En Mollina, quince
kilómetros, al NO. de Antequera, repentinamente comenzó un movimiento popular
sedicioso con algunos muertos y heridos. El Juzgado de Antequera, de acuerdo con las
diligencias instruidas, dictó auto de prisión contra Pérez del Alamo. Inmediatamente
se transmitieron órdenes a los comprometidos para que se presentasen con sus armas
en los lugares designados.
Seiscientos hombres capitaneados por Pérez del Alamo y al grito de «¡Viva la República
y muera la reina!» entraron el día 28 en lznájar (Córdoba), atacaron y rindieron el
puesto de la Guardia Civil, exigiéndoles raciones de pólvora y tabaco y dirigiéndose al
pueblo en manifiesto: «Tened presente que nuestra misión es defender los derechos
del hombre, tal como los preconiza la prensa democrática, respetando la propiedad, el
hogar doméstico y todas las opiniones».
Iznájar recibió el movimiento con entusiasmo; sus hombres se incorporaron al ejército
libertador.
El día 29 se presentaron en Loja -a la que exigieron 6.000 raciones- y el día 30
destituyeron a las autoridades y constituyeron un Gobierno que mantuvo el orden con
perfección. Trabajaron concienzudamente para la defensa contra las tropas provenientes
de Sevilla, Granada y Málaga, aumentando el ejército de los sublevados, que
llegó a sumar más de 10.000 hombres.
El 2 de julio tuvieron escaramuzas con las tropas del Regimiento de Córdoba. El día 3
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 21
el brigadier Vargas y el general Serrano del Castillo sitiaron a Loja. La insurrección
quedó aislada. Los ruegos del vecindario y el temor de los daños que sobrevendrían a la
población obligó a Pérez del Alamo a licenciar a sus tropas que, en la madrugada del
día 4, salían de la ciudad «para volver a sus cosechas interrumpidas o dispersarse
entre las sierras próximas, para atacar a Alhama desde sus montañas».
Perseguido de cerca y apresado, Pérez del Álamo fue condenado a muerte junto con
otros seis. Medio centenar de hombres acabó en presidio. Logró con influencias y
amistades Pérez del Alamo el indulto, y se retiró a Arcos de la Frontera, donde vivió
en el ejercicio de su profesión hasta los noventa años, muriendo a mediados de enero
de 1911.
Conviene relatar un hecho sumamente significativo y que se había dado también en los
sucesos del Arahal: La prensa política contemporánea y posterior negó su filiación a
los sublevados. Para los moderados se trataba de una intentona socialista. Para los
unionistas, de una válvula de escape a resentimientos personales.
Parece que la intención de Pérez del Alamo era levantarse contra una monarquía
hipostática y dinámica», para llegar a una democracia republicana.
La reina Isabel, en octubre de 1862 efectuó su viaje triunfal por Andalucía y Murcia,
precediendo el indulto a los sublevados de Loja.
El mismo Pirala, como cronista oficial, reconoce que si el movimiento revolucionario
abortó en Antequera y no estalló en Archidona y en otros puntos «debióse al carácter
enérgico de un digno militar y a otras causas independientes del Gobierno».
Es digna de reproducirse la inocente descripción de un intento de reparto de tierras
en Villanueva de Cauche (Málaga), con palabras del mismo Pirala:
«Aquella sublevación — la de Pérez del Alamo presentaba una revolución completa;
era el socialismo con la comunidad de bienes, y bastó el alcalde de un pueblo,
el de Villanueva de Cauche, del partido de Antequera, para ponerle en ridículo.
Tenía el hecho importancia. En cuanto estalló la revolución, se pidió, como en
toda la comarca, el reparto de bienes, y estrechado el alcalde, dijo al fin: «Ea,
señores, mañana haremos el reparto en la plaza pública.» Anuncióse a son de
pregón, tocáronse las campanas, reuniáse el Ayuntamiento y comenzó el reparto
por los bienes del marqués de Cauche, preguntando el alcalde a cada uno de los
concurrentes lo que quería, el número de sus hijos, etc., y repartía, escribiéndose
las adjudicaciones entre vivas y aplausos. Llegóse a un vecino que tenía tres
yuntas de bueyes y tierras, y dijo el alcalde: «Tú, que tienes tres yuntas, darás
una a aquel que no tiene ninguna».
Continuando así el reparto, los desposeídos echaron cuentas, se llamaron a engaño
y replicólos el alcalde: «¿Pues no queréis repartir? Pues... este es el reparto».
Miráronse sonriendo unos a otros, lució su excelente imaginación, comprendieron
la verdad y todo quedó como estaba.»
Pirala soluciona de un plumazo el problema diciendo que «aquellos inconscientes socialistas
a los que se concedió el indulto habían obrado por sugestión nacida de muy
diverso origen ... ».
El 1 de diciembre de 1862 se convocaron Cortes y la reina habló de su viaje a Andaluc
ía y, después de congratularse del orden y tranquilidad reinantes, refiriéndose a los
sucesos de Loja, reconoció que «serían menos frecuentes — son palabras de la reina
que Antonio Pirala entre comilla- a proporción de que la verdadera opinión pública se
22 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
manifestase con mayor libertad, los pueblos se ocuparan de sus propios intereses y la
administración de la justicia fuese más expedita y mayores sus garantías de acierto»:
«... a lo que contribuiría la aprobación de los proyectos de ley de imprenta y
Ayuntamientos, y de los que propondría el Gobierno sobre incompatibilidades
parlamentarias, sanción penal de los abusos electorales, recurso de casación,
organización de tribunales y procedimiento criminal, teniendo preparados diferentes
proyectos de ley para el más útil aprovechamiento de las aguas, construcci
ón de carreteras, los capitales que la agricultura necesitaba y la instrucción que
reclamaba este ramo de la industria.>>
Hasta 1868 se difundieron bastante las teorías cooperativistas. Rochdale y sus cooperativas
de consumo llegaron a ser conocidas y practicadas en algunos círculos de
obreros ilustrados gracias a la publicidad de Fernando Garrido.
Los obreros y los campesinos lucharon junto con la clase media en todas las grandes
conmociones políticas del siglo XIX. La formulación del pensamiento socializante nac
ía de hombres de la clase media, con frecuencia demasiado abstractos o negativos en
sus reformas.
Con el destronamiento de Isabel II las organizaciones obreras no sólo se mueven en la
legalidad, sino que se engrandecen y difunden, toman cuerpo propio, llegan a la mayor
ía de edad, a la realización práctica de su teoría: «La emancipación de los trabajadores
debe ser obra de los trabajadores mismos».
El bandolerismo, problema social y político
CARACTERISTICAS
Del bandolerismo andaluz se habló y escribió en el siglo XIX de modo desbordante y
poco preciso.
Después, lo mismo que entonces, la figura del bandolero, mitificada en gran parte, ha
quedado casi convertida en leyenda.
Diego Corrientes, de Utrera, salteador de ventas y caminos, «ladrón de caballos padres
», «el bandido generoso», el mejor de todos los bandidos, y el que, como tal, tuvo
el peor destino. a los veintisiete años de su vida, arrastrado, ahorcado y descuartizado,
llevando su cabeza a la venta de Alcantarilla, en Sevilla, el 30 de marzo de 1781.
El mismo se queja en vísperas de su muerte: «Pregonan mi cabeza porque sargo al
camino y le quito ar rico lo que entrego al probe; y dejan suertos por er mundo a má de
cuatro bribone que roban sin consensia ni exposisión y hasta asesinan o jasen asesiná
a fin de enriquecerse».
José Chaves, hijo de Estepa y dedicado al contrabando; nadie corno él preparaba una
entrada de géneros de tabaco, ni ninguno con mayor serenidad en los momentos de
peligro.
«Lo que robaba a los ricos repartíalo a los pobres y nadie podía acusarle de un asesinato,
ni nadie tampoco de que había empleado modales y formas soeces para apoderarse
de lo que llevaban los viajeros.»
Luis Candelas. Nace en Madrid, de padres acomodados. De paseo con ellos, y viendo a
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 23
un niño casi desnudo, no le entrega su propia chaqueta por temor a los suyos, pero se
apodera de una camisa tendida junto al río y cubre al niño. Más adelante, en una de sus
correrías - todas las vidas de bandoleros cuentan la misma hazaña y la aplican a su
héroe, encontrando a un pobre viejo, jinete sobre un burro más viejo aún, mata al
burro y da veinte duros al amo para que compre otro nuevo, «que el sufrir tiene un
límite»...
José María, (a) el famoso «Tempranillo», «capitulando de igual a igual, el «Rey de
Sierra Morena», con Fernando, rey de las Españas, quedando con todos los suyos
indultado de sus crímenes y convertido de repente - antagónico avatar- en comandante
del escuadrón franco de Protección y Seguridad Pública de Andalucía.
Juan Palomo, los Siete Niños de Ecija, el Tío Martín - por citar los más sonados- han
aparecido, usando principalmente la campiña cordobesa y las estribaciones de Sierra
Morena, como prototipos, héroes de romance «que idealizan hasta el extremo la ruptura
de todo vínculo con la sociedad bajo el pretexto de reformarla».
«El verdadero bandido es aquel que por la fuerza o por la astucia viola las leyes,
frecuentemente defensoras del privilegio y enemigas de la justicia, con intención
de proteger a los humildes y, abatir a los soberbios» (Schiller, «Los bandidos»).
Hombres, como los famosos hermanos de la Sierra cordobesa de la Cabrilla, de coraz
ón generoso, «que tomaban de los caminantes la justa mitad de los bienes que les
hallaban, mientras con largos discursos les persuadían de la bondad de su sistema
reformista»..:
Sin embargo, no se pretende en este momento - ni es el lugar- un estudio histórico,
crítico, del bandolerismo.
La cuestión planteada no es otra que la existencia del bandolero en el siglo XIX y su
posible correlación con el problema político y social contemporáneo.
Son diarias en la prensa de la época las referencias a «partidas de facciosos y luchas
a fuego entre contrabandistas y carabineros» («Eco del Comercio», Madrid, 1834).
A modo de ejemplo:
1. 23 de septiembre de 1834: En Benamejí (Córdoba) es cogido el cabecilla de los
facciosos Francisco Pedrosa, (a) «el Cojo», y se relata al mismo tiempo la vida y
hazañas de los famosos Pere-Gil Trones y el Mesonero del Peral («Eco del
Comercio», Madrid, número 146).
2. 1 de junio de 1837: «Es escandaloso lo que está pasando en el camino de Puerto
Real a la Isla. Apenas pasa día sin que todos los viajeros que olvidan la precaución
de proveerse de escolta o sus medios no las permiten adoptarla, sean robados ...
» («Eco del Comercio», núm. 1.128).
3. 17 de junio de 1837: «... son cogidos, juzgados, pero casi inmediatamente
absueltos y de nuevo legalmente armados... trabajan en el arrecife de Sanlúcar
de Barrameda ... » («Eco del Comercio», núm. 1.143).
4. 19 de junio de 1837: «... las partidas de Orejita, Morago, Pañuelo y otros,
saquean Jabalquinto (Jaén) y, tomando dirección a Linares, tratan de internarse
en Sierra Morena» («Eco del Comercio», 20 de junio de 1837).
Aparece clara la coincidencia de los primeros efectos de la desamortización y la aparici
ón de esta nueva forma de bandolerismo, donde no resalta, como antaño, el bandi24
- El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
do generoso con sus manifestaciones de prodigalidad, sino el bandolero, varias veces
procesado, pero que cuenta con una familia pudiente que le protege ante los jueces y
«no hay quien le empapele»; los continuos secuestros anónimos, robos, falsificación
dineraria; el recurso a disfraces de la Guardia Civil o de devotos peregrinos. Como
simple anécdota, el famoso «Tío Martín», de Casariche, el famoso secuestrador hipó-
crita que con su escapulario pendiente al exterior y su rosario de gruesas cuentas,
colgado también del cuello, es la figura criminal más extraña y poderosa de todo aquel
centenar con que acabó el gobernador de Córdoba J. Zugasti.
Cuando la concentración de la propiedad comenzó a verificarse y una vez más el hombre
del campo perdió la posibilidad de independencia y autonomía, sufrió también una
transformación en sus ideas. Volvió de nuevo la desocupación campesina dando lugar a
un aumento del servicio doméstico, más acusado, en algunos lugares, que en la época
feudal.
La división del trabajo y la aparición de las máquinas anularon la especialización artesanos
y eliminaron la posibilidad de destacarse profesionalmente.
Unos prefirieron emigrar, recurrir a la mendicidad a seguir palideciendo una esclavitud
de por vida. Otros decidieron procurarse las propias satisfacciones añoradas, y
de aquí se siguió una degradación, una plaga de vicios y un aumento extraordinario de
la criminalidad.
Esta criminalidad no sólo es permitida, sino hasta fomentada y explotada por jefes
políticos y caciques locales.
Los propietarios y ganaderos se abandonan al seguro que les brinda un bandido famoso
y su cuadrilla contra los pequeños dañadores, mitad por incohesión, mitad por simpat
ía al caballista afortunado y atrevido.
Esto mismo viene confirmado por el juicio de Díaz del Moral, aunque resaltando más el
matiz político:
«No se desdeña entonces ningún procedimiento de lucha,: matones al servicio de
los jefes políticos, bandoleros subvencionados, apaleos nocturnos, falsificaciones
de listas electorales; el caso era ocupar el poder, mandar a todo trance... El fin
justifica los medios - pensarían aquellos gobernadores—, y, en efecto, con procedimiento
de fraude y de violencia, ganaban elecciones y con medios
«extraprocesales delictuosos acabó Zugasti en poco tiempo con la bochornosa
plaga del bandolerismo cordobés.»
SITUACION GEOGRAFICA
Ramírez y Casas-Deza presenta a Sierra Morena como nombre proveniente de Montes
Marianos, por el pretor Cayo Mario, que con sus tropas de celtíberos llegó a
exterminar a los bandoleros lusitanos que vagaban por ella.
Pero la sierra sólo ha servido para defenderse en las fugas y persecuciones, gracias a
un espesísimo laberinto de cumbres y valles, donde el hombre se pierde de vista en
pocos minutos, desapareciendo como de repente sin posibilidad de hallazgo.
El bandolero suele actuar en plena campiña, oculto y aun defendido en cortijos y ciudades,
de agrado, por conveniencia o por temor.
En la confluencia de las provincias de Córdoba, Sevilla y Málaga - en tierras de Estepa-
y no lejos de la provincia de Granada, se hallaban enclavados los Santos Lugares
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 25
de estos hombres. Precisamente, en lugar relativamente próximo al de la sublevación
de Pérez del Alamo, en las provincias donde el latifundismo adquiere máximas proporciones.
La provincia de Cádiz quedaría igualmente incluida si, bajo el epígrafe de bandolerismo,
como lo hicieron algunos autores, se incluyera la «Mano Negra». Pero ésta
es algo posterior y muy difícil de precisar, bien se trate de una continuación secreta
de la Internacional, bien - como algunos autores afirman- de una invención gubernativa
del partido conservador para ahogar el movimiento naciente en Andalucía.
Coetáneo de este movimiento fue el inicio de organización de las clases obreras, a
pesar de esa acusación continua de la poca inclinación y aun repulsa del hombre bético
para la asociación. El mensaje anarquista viene acomodado a las necesidades e idiosincrasia
de este pueblo. El estado de conciencia de los potentados, el alejamiento del
pobre llega a estimarse corno un producto natural, biológico, más que de la sociedad.
A duras penas, es verdad, llega la asociación y se impone hasta echar raíces en el
cancionero popular:
«Todas las niñas bonitas
tienen en casa un letrero
con letras de oro que dicen
por un asociado muero.»
«La pregunté a mi morena
que por qué me despreciaba,
y me contestó, serena,
que en la Asociación entrara.»
La asociación a que se alude debe ser la «Sociedad de pobres honrados contra los
ricos tiranos», próxima y quizá unida a la «Mano Negra».
CAUSAS Y CONSECUENCIAS DEL. BANDOLERISMO
¿Cuál es, pues, el verdadero origen del bandolerismo, causa de su incremento y extensi
ón?
«Creemos que su verdadero origen no es otro que un gran problema social,
planteado ya hace siglos... los pobres son en mayor números que los ricos; éstos
poseen todo y aquéllos de todo carecen... Mejorar las condiciones de las clases
proletarios es el único modo de conjurar el mal ... »
Así se expresa un autor de fines del siglo XIX. Es un problema eterno al que se ha
buscado paliativos, pero no remedios eficaces. La fuerza bruta, los socorros y la sopa
de los conventos, las persecuciones y promesas de mejora no dieron la solución.
A primeros de mayo de 1870 desde Málaga se enviaba a su majestad el rey una exposici
ón pidiendo amparo contra los bandidos que, alentados por la impunidad, con creciente
audacia, amenazaban las vidas, empobrecían la agricultura y deshonraban a
España. Una circular del gobernador de Málaga deploraba los crímenes, secuestros,
etc., y terminaba cantando las excelencias de aquella tierra y haciendo un llamamiento
a la mujer malagueña que con «su discreta y avasalladora influencia podría regene26
- El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
rar al hombre perturbado por el vino o envilecido por el crimen».
Don Julián de Zugasti, hasta entonces gobernador de Toledo, llega a Córdoba, enviado
por Moret y Rivero, con poderes excepcionales para la represión del bandolerismo;
tanto que, al presentarse ante las Cortes pocos años después el asunto «bandolerismo
», se trató de dilucidar en más de una sesión si las cien muertes consumadas en
Córdoba, obedecieron a la justicia o a la venganza.
Zugasti presenta la situación lamentable de la provincia: gran número dé crímenes
impunes, protectores encubiertos, encubridores indirectos, temor de los hacendados,
bandoleros al servicio del cacique, decaimiento de la fuerza moral de la Guardia Civil,
inmoralidad de los funcionarios judiciales, inutilidad de una policía mal organizada y
desprestigiado en exceso, subversión de las masas, obstáculos patrocinados por la
Ley, crecimiento gigantesco de «un bandolerismo que adopta múltiples y diversas formas,
bajo la levita, bajo la chaqueta, en los campos y en las ciudades».
Por otra parte, ciertos hacendados no podían salir ni a visitar sus heredades por
riesgo de ser robados o secuestrados; otros recibían a diario anónimos amenazadores
después de permanecer en el más sagrado silencio por temor a las revanchas oportunas.
En seguida comenzó una investigación policial, recogida de datos, fotografías, revisi
ón de armas, creación de somatenes con amplias facilidades y confianza suma, máxima
autoridad a la Guardia Civil. A Zugasti se debe la implantación de la famosa «Ley
de fugas» y la facultad concedida a la Guardia Civil de «persecución y detención de
criminales aun fuera del territorio de su jurisdicción», para evitar la impunidad material
que les proporcionaba el paso de una provincia a otra.
Las primeras resistencias proceden de los alcaldes y propietarios, reacios a cambiar
la guardia municipal existente por otra de más eficacia y honradez, «por esa inveterada
costumbre del caciquismo político que gusta de remunerar a costa del presupuesto
los servicios particulares que recibe, desde las altas esferas del Gobierno
hasta los estrechos límites del más apartado municipio, por el repugnante egoísmo que
veía impasible los robos y perjuicios de que eran víctimas sus conciudadanos con tal de
que ellos tuviesen guardadas sus haciendas siquiera fuese por afamados criminales».
Toda la organización del robo, la división del trabajo en el mismo, la jerga y vocabulario
propios usados por estos hombres, la falsificación monetaria, son descritos con
profusión de detalles como recibidos de la misma boca de algunos bandoleros tras una
toma de confianza con ellos.
En la conferencia de Madrid, del 15 de junio de 1870, en el Ministerio de la Guerra,
con los gobernadores de las provincias afectadas, el general Prim, que presidía, dijo:
Y, sin embargo, la guerra, como el mismo Zugasti declaró, fue totalmente parcial e
interesada.
El rasgo característico de este bandolerismo fue «la complicidad de las clases elevadas
y de las personas que ocupaban posición y jerarquía social». A medida que se va
penetrando en las profundidad del mismo, desaparece la gente vulgar, el bandolero
feroz, sanguinario e ignorante, para dar paso al director de aquella fuerza, que a la
vez depende del verdadero autor del crimen, que, en el momento oportuno, con su
influencia, doblegará tribunales, atenuará delitos y obtendrá el indulto.
De nuevo el testimonio de Zugasti:
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 27
«El bandolerismo ha tomado en algunas provincias las proporciones de una verdadera
guerra social, y yo no entiendo que a la guerra se pueda responder de otro
modo que con la guerra... Nada de contemplaciones: a salvar el principio de
sociedad y de gobierno, que eso será salvar la honra del país y la revolución de
septiembre.>>
Los mismos escritos de Zugasti dan la impresión de cierta falta de lógica. Se esfuerza
en presentar el aspecto social y político del bandolerismo y los inconvenientes, tambi
én políticos, para su solución; y, al mismo tiempo, se queja de que en las Cortes «se
infunda a esta malhadado cuestión carácter político».
Diarios como «La Epoca», «República Ibérica», «El Universal», «La Correspondencia
», desde el primer momento se habían interesado por el bandolerismo. Se lanzaban
preguntas al Congreso sobre las causas del bandolerismo, la licitud y legalidad de los
sistemas empleados en su represión por los gobernadores del Sur.
Por aquellos mismos días y de los diversos pueblos de la provincia de Córdoba llegaban
cartas al ministro de Gobernación «agradeciendo la seguridad de vida y propiedad
para todos los vecinos honrados», que la actuación de don J. de Zugasti había procurado.
En la sesión de las Cortes del día 20 de diciembre, Francisco Silvela, oponiéndose a
una disposición de Romero Robledo, se manifestó contra la actuación de los gobernadores
de las provincias andaluzas en la represión del bandolerismo:
1. La cuestión del bandolerismo había surgido con todos los verdaderos caracteres
de cuestión social, largamente elaborada por infinitas concausas y complicados antecedentes.
2. No se niega al Gobierno el uso de medios extraordinarios para su combate.
3. ¿«Qué habéis hecho? No habéis querido confesar la necesidad de modificar la
legislación, dando más fuerza al poder, y habéis preferido pasar por encima de la ley.»
4. «La opinión pública es la que ha de juzgar esa serie de fugas y combates entre los
bandoleros y la Guardia Civil.»
Según datos sobre estos hechos, desde el 15 de septiembre al 15 de octubre, de
acuerdo con las columnas de «La Correspondencia», aparecían como muertos sesenta
y tantos al fugarse de manos de la Guardia Civil, siendo de notar que nunca figuraba en
estos hechos «muertos ni heridos de ese benemérito cuerpo, fiel cumplidor de sus
consignas.>>
Zugasti rebatió estos puntos en sus escritos.-
1. «La Gazeta» habla del agrado de la opinión pública.
2. De acuerdo con «La Correspondencia», no son tantos los muertos, que no pasan de
doce.
3. «¿Hubiese preferido el señor Silvela la serie de muertos en sentido inverso?»
4. Murieron también muchos guardias civiles, aunque no se señalen nombres.
28 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
Al día siguiente, en la sesión de las Cortes, el señor Figuerola contestaba al discurso
del 20 del señor Silvela, al que acusa de «cierto sentimentalismo bandolero, presentando
combates en que todos los bandoleros perecían».
Y es el momento en que Cánovas del Castillo interrumpe con un grito: «¡Asesinados!»
«Ya que se quiere oír la verdad entera, ¡asesinados!», continuando la disputa, con
ánimos exaltados, Silvela, Figuerola, Rivero, Gabriel Rodríguez, etc.
En la sesión del día 22 habla de nuevo Cánovas sobre el mismo tema:
«No tengo pruebas, sino indicios vehementes de que en aquellas fugas, nunca
vistas, y en las cuales por centenares morían los malhechores en sitios solitarios,
sin que nadie los viese, sin que nadie pudiese declarar por qué y cómo tenía lugar
su muerte a manos de la Guardia Civil; lo que había era un sistema de castigar
delitos que no estaba comprendido en las leyes vigentes.
»Digo y repito, además, que cuando eso nunca ha sucedido baste ahora, cuando
sería tan fácil evitarlo, tomando ciertas precauciones con los reos, cuando bastar
ía con atarlos bien para que no procuraran ni intentaran siquiera esas fugas
imposibles...
»... porque los bandidos intentaban fugarse y porque la Guardia Civil cumplía
lealmente sus deberes, preguntaba: «¿De quién es la culpa?» No lo sé; no
conozco más que el hecho desnudo, y no tengo más criterio ni más razón para
juzgar esto hasta ahora que el criterio y la razón que tienen los demás señores
diputados; no sé más que cuando hace dos años nadie se fugaba, desde entonces
acá todas los malhechores apelan a la fuga y todos mueren a manos de la Guardia
Civil.»
Resulta, pues, demasiado difícil determinar con acierto las infinitas concausas del
bandolerismo con los matices y problemas aludidos.
Hay autores que, buceando en la historia, ven brotes de bandolerismo a través de
toda ella y casi siempre localizados en el Sur. Ya conocían en Estepa, la Astapa de los
romanos, cierta predisposición natural al robo, «ingenium latrocinium laetum».
El testimonio del historiador Justino parece asentir a esta idea:
«El cuerpo del español es tan duro y sufrido para el hambre y la fatiga, como su
corazón está siempre dispuesto a la muerte. Todos son rigurosamente sobrios,
prefiriendo antes la guerra al reposo, y si el enemigo les falta fuera, ellos se lo
buscan dentro.»
No es cierto que tales dotes de espíritu descontentadizo y belicoso lleven inevitablemente
al bandolerismo; pero algo ayuda para romper los lazos de la sociedad e intentar
suprimir las deficiencias de un poder público que permitía y hasta alentaba
exclusivismos, privilegios y miserias sociales.
Las conclusiones de la antropología criminal, a las que largamente se refiere Constancio
Bernaldo de Quirós, para el estudio de las posibles relaciones entre bandolerismo,
delincuencia subversiva y actuaciones anarquistas en la Baja Andalucía pueden encerrar
verdad, pero no toda ni la más clara verdad.
Mientras un problema o fenómeno puede tener su raíz en causas externas, sociales o
políticas, no cabe, en buen sentido común, culpar a la psique, a los constitutivos bioló-
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 29
gicos, a la fuerza de la herencia, de ser las causas del mismo. Resueltos esos problemas,
puramente externos y tangibles, o removidas esas causas exteriores, si a pesar
de ello el problema permanece, cabrá entonces la búsqueda causal exclusivamente en
lo interno.
El bandolero, que se sitúa en rebeldía ante la ley y huye prácticamente, desobedeciendo
el «bando» que le llama, pasa a tomar parte de otra organización, de la «banda
» o partida, que nace por razones de afinidad o necesidad.
Zugasti, gobernador de Córdoba de 1870-73, en su obra extensa sobre el bandolerismo,
«El bandolerismo andaluz», analiza detenidamente y con orden estas causas sociales
y políticas, que brevemente se tratan de resumir.
1. EL POSITIVISMO: Entendido como doctrina, que, al suprimir espíritu y conciencia,
rompe la «unidad en la variedad», garantía del orden.
- Una filantropía que explota en favor de los desgraciados rifas, loterías, funciones
benéficas, que son el pago de las clases acomodadas a cambio de los placeres que les
proporcionan.
- Bandidos de «guante blanco», que hacinan rentas, realizan con regocijo venturosas y
fraudulentas operaciones bursátiles, siguen con imaginación complacida el rumbo de
sus buques destinados al contrabando..., pregonando en alta voz que la propiedad es un
robo y saturando al mismo pueblo de un materialismo grosero que enseñan con sus
palabras y ejemplos.
- Como el error engendra el error, el materialismo de arriba engendra el materialismo
de abajo..., el hecho de que las personas más encumbradas de una sociedad enseñar. a
las masas no lecciones de virtud y heroísmo que eleven su alma, sino lecciones de
inmundo libertinaje, de astucias y rapiñas, de refinado sibaritismo, de lujo deslumbrador.
2. LA LIBERTAD: Mal comprendida por la masa y por sus corifeos, no por su culpa,
sino por la de aquellos que, presumiendo de dirigir al pueblo, en vez de ilustrarlo y
conducirlo por las vías del bien público y general se han esforzado en engañarlo y
explotarlo en interés de su particular provecho...
- Lejos de haberse hecho la necesaria distinción entre la libertad como medio transitorio
y el destino y fin último y definitivo, se ha predicado sin cesar por los llamados
hombres políticos no sólo que el único fin era ser libres y que la libertad consistía en
que tal o cual partido conquistase el poder. Ha resultado que cada partido dominante,
en vez de preocuparse del bien general de la nación, sólo ha atendido a las mezquinas
y estrechas conveniencias de sus parciales, considerando además a todos los ciudadanos
como vencedores o vencidos.
- La consecuencia ha sido el famoso turno de advenimientos sucesivos de las diversas
parcialidades al poder, con la consiguiente revancha de cada partido:
a) Los gobernantes con este sistema pasan por el poder sin gobernar en provecho
común, sino en puro combate con sus adversarios y defendiéndose de las asechanzas
contrarias.
b) Los partidos pasan muy fugazmente por el poder, en combate con las demás agrupaciones,
produciéndose así el más repugnante de todos los bandolerismos, el bando30
- El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
lerismo político-social, a la sombra de la sagrada investidura de un pueblo al que defrauda
y daña.
c) De aquí la desmoralización pública, que lleva a los electores a colocarse en la
actitud más favorable al «sol naciente», volviendo la espalda con facilidad e inconstancia
al «sol puesto».
3. LAS INSTITUCIONES: El sensualismo dominante, la perversidad de los hombres,
puede falsear las más sabias instituciones o el cumplimiento de las mejores leyes.
La falta debe atribuirse en primer lugar a la sociedad, o por mejor decir, al gobierno
que la representa; pero en segundo lugar pertenece a los ciudadanos.
La inmoralidad individual es infinitamente menos peligrosa que la provocada por las
leyes o instituciones, pues aquélla, aun en la conciencia misma del agente, lleva el sello
de la reprobación o del remordimiento, mientras que ésta, además de su extensión
limitada, parece llevar consigo la autoridad, la disculpa y hasta la sanción de la sociedad
entera.
4. LA POLITICA Y LOS POLITICOS: Desgraciadamente, no hay en España una política
fija, una política que pueda llamarse española. Y nuestros partidos políticos desconocen
lastimosamente este ideal y este objetivo, supuesto que nunca se preocupan
sino de cuestiones personales y jamás, o muy rara vez, de cuestiones de importancia
general y colectiva.
- La política en nuestro país rarísima vez es considerada como el medio de hacer la
felicidad de los gobernados.
5. LOS MUNICIPIOS: En los pueblos de corto vecindario, los más acaudalados e
influyentes procuran excusarse de ser elegidos concejales, haciendo que elijan a individuos
que les sirvan de instrumentos y librarse de todo género de molestias y responsabilidades.
- Los electores obedecen a !as indicaciones de los más astutos y acaudalados, de
manera que no la opinión, sino el interés, decide las votaciones. Los alcaldes, en efecto,
hacen las listas electorales, reparten las cédulas, incluyen o excluyen electores a
su gusto y contentamiento, no obstante la severidad de las prescripciones legales.
- El gran factor de todos estos abusos es un personaje muy desestimado y hasta
desconocido bajo su verdadero aspecto, que en cada pueblo se ve obligado a dar cumplimiento
a cuantas disposiciones emanan de los diferentes departamentos de Gobernaci
ón, Hacienda, Fomento, Guerra, Gracia y Justicia. Un empleado «fac totum» a
quien además se le consultan y confían los negocios de toda especie que en los peque-
ños pueblos surgen entre los vecinos; en una palabra, se trata del secretario del ayuntamiento.
Cierto que la dotación de estos funcionarios es harto modesta. Viven con
una comodidad relativa y no pocos llegan a conseguir una posición desahogada. Saben
medir, deslindar, clasificar y apreciar las fincas sujetas a desamortización, de acuerdo
con los peritos, sin salir de la cocina de sus casas, invocando siempre el bien del
pueblo y del comisionado, sin olvidar el suyo, y a cuya sombra la inmoralidad y el
bandolerismo crecen a la par que los pueblos arden en disensiones, crímenes y muertes
por causa de estos señores, que medran a costa de la ignorancia, egoísmo, preocupaciones
y ruina de los desventurados vecinos. Se cometen injusticias de modo escanEl
movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 31
daloso, aumentando el presupuesto para atender a cargos que podrían no existir, con
frecuencia desastrosas para la salubridad pública por el falseamiento y corrupción de
los alimentos que se venden, cercenamiento y encarecimiento de productos, consecuencia
del monopolio exclusivo de asentadores, y el perjuicio diario, insufrible y desesperante,
de los esquilmados consumidores.
Además del ínfimo provecho, el acaparador, tratándose del sacrificio de animales
para el mercado, sólo paga el canal limpio, quedándose gratis con la cabeza, vientre,
asadura y piel de cada una de las reses, y en caso del «ganado cerdoso», además del
vientre y asadura, arrancan adheridas algunas libras de tocino y mantecas en presencia
del mismo ganadero, que no puede menos de sufrir con resignación por temor a
represalias escalofriantes.
6. EL GOBIERNO Y LOS REPRESENTANTES DEL PAIS: De modo semejante ocurre
en las Diputaciones provinciales, en que sólo se atiende a la comodidad o provecho de
caciques para la construcción de carreteras, cauces de riego, etc., poniendo al frente
de los suministros, para el establecimiento de la beneficencia, a sus favoritos y protegidos.
Injusticias en las quintas, confusión práctica de poderes, abuso de privilegios,
empleomanías, incremento burocrático, crecimiento del número de rentistas,
falseamiento de la justicia, tranquilidad de los caciques que olvidan el pago de los
plazos de fincas nacionales.
«Entre tanto aparecen algunos bandidos, cuya delincuencia es Infinitamente menor
y se pone el grito en el cielo, y se propaga por todas partes que no existe
seguridad para las personas, que la sociedad se desquicia y que es necesario
castigar tremendos atentados con la rapidez del rayo y con mano dura y fuerte,
sin advertir que acaso aquellos mismos ladrones han tenido en su mente por
modelo al nuevo personaje, que ahora grita como conservador propietario...
>>Es necesario desengañarse: el bandolerismo político y gubernamental contribuye
mucho más de lo que se piensa de ordinario, a producir el bandolerismo en los
campos y en vano se adoptarán contra éste las más severas medidas mientras se
deje impune aquél...
>>En una palabra, mientras no caiga el castigo inexorable sobre los bandidos de
frac y guante blanco, no esperen los españoles verse libres de los bandidos de
trabuco y chaqueta.»
7. LA ADMINISTRACION
- Nuestras indigestas y complicadas colecciones legislativas y los empleados que en
oficinas, etc., las sirven influyen en los negocios con sus respectivas tendencias, de tal
modo que resisten a todo cambio político sirviendo a quien sea o como sea con tal de
permanecer en el puesto conseguido, «mientras sigue cayendo sobre el peso de contribuciones
en demasía».
- Testigos presenciales de hechos delictuosos nada vieron ni oyeron por temor a represalias,
para evitarse la complicación burocrática y por el deseo individual de aplicar
la justicia por su mano, mientras la cárcel, técnicamente desorganizada, se convert
ía en escuela de vicios y aprendizaje profesional, donde no se daba la regeneraci
ón, sino la degeneración más increíble.
32 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
A estas causas, tan rápidamente esbozadas, se suman en Andalucía, donde el bandolerismo
reviste especiales características y se emparenta con movimientos socialistas y
anarquistas, al menos en su segunda época, otras dos más que se suceden en la historia:
8. Ya en tiempos de la Reconquista, con Fernando 111, se hicieron grandes repartos de
tierra a señores y a las órdenes militares.
Después se concedieron dilatadísimas extensiones a las órdenes religiosas y a los
magnates en virtud de Cartas Pueblas otorgadas por los monarcas, con la obligación
de colonizar y erigir villas.
Muy pocos cumplieron las condiciones impuestas, y de este hecho, como del reparto
por conquista, resultó el extraordinario acaparamiento en pocas manos de !a propiedad
rústica andaluza.
La inmensa mayoría de sus habitantes quedó reducida a una servidumbre de la gleba,
heredera de aquellos esclavos que explotaban los grandes latifundios de los antiguos
patricios.
El campesino andaluz comenzó a trabajar mantenido por su amo, que además le pagaba
un jornal incapaz de atender a las necesidades familiares más indispensables. Jamás
abrigaba la esperanza de salir de esta condición.
9. Se desaprovechó - cualesquiera que hayan sido las causas y los culpables- la ocasión
más oportuna del siglo, la desamortización, para realizar una auténtica, profunda,
radical retorna agraria, quedando el mal agravado, supuesto que los compradores de
aquellos bienes, ya de antemano terratenientes, acumularon tierras que debieron ser
objeto de una repartición más pensada y lógica, más previsora y beneficiosa para el
bien común.
Como consecuencia - y aunque algunos añadan también la influencia del clima, temperamento,
carácter aventurero, imaginación árabe, mitos de bandoleros célebres y
otras consideraciones más o menos utópicas -, emigración, mendicidad, bandolerismo,
contrabando, han sido las únicas salidas, auténticas válvulas de escape, hasta que
comenzó a penetrar, llegando a las más apartadas gañanías, el verbo ácrata, bien en la
figura de un iniciado propagandista, bien en la forma impersonal de la prensa de Madrid,
Barcelona, Sevilla, Málaga y Cádiz.
Muy recientemente, en Navidad de 1960, un campesino andaluz de unos cuarenta y
cinco años se expresaba de esta manera: «El mayor pecado del mundo no es la distribuci
ón del dinero; es la distribución del saber, de la cultura.»
En suma, si el bandolerismo se presentó como un fenómeno socia¡ es porque causas
también sociales lo engendraron y produjeron.
El anarquismo y su Ideología
BAKUNIN Y FANELLI
La doctrina y actividad de Machail A. Bakunin ha quedado perfectamente sintetizada
por Casimiro Martí en dos interesantes apartados:
1. De la filosofía a la revolución, en la que analiza las relaciones de Bakunin con la
filosofía alemana, Fichte y Hegel en concreto.
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 33
«Fuerza, autodecisión, independencia para marchar hacia los objetivos propuestos,
capacidad de abstracción, de alejamiento de la realidad empírica. Esto es lo
que admira Bakunin en Fichte.»
La afirmación del Yo, con sus secuelas de libertad, independencia, son una adquisición
valiosa. Pero la «realidad» terminará por imponerse en su pensamiento y ocupar ese
trono reservado al Yo absoluto. Es la influencia de Hegel.
Hijo de un terrateniente ruso de opiniones liberales, su familia había pensado destinarlo
al ejército. Por negligencia, Bakunin fue expulsado de la escuela de artillería y
trasladado a un regimiento corriente en Polonia, del que sale definitivamente a los
veintiún años para dedicarse a la filosofía, primero en Moscú y después, desde 1840,
en Berlín, donde entra en contacto con la «izquierda hegeliana» de Feuerbach, Strauss,
Bauer.
Aquí se fragua el agitador revolucionario de un radicalismo intransigente e imperecedero,
exclusivamente interesado, y convencido con fe ciega, en una revolución
destructiva de la que nazca el mundo del espíritu.
Su único objetivo será preparar la revolución, forzar la caída de lo viejo. La revolución
será universal, y donde quiera que salte necesita la participación y el ardor más activos.
Marx y Proudhon quedarían impresionados de la fuerza de su personalidad turbulenta.
En su «Confesión al Zar», él mismo escribe las jornadas de la revolución de 1848 en
París:
«Me levanto a las cinco, o a las cuatro de la mañana; me acuesto a las dos,
permaneciendo en pie todo el día, participando en todas las asambleas, reuniones,
clubs, cortejos, paseos o desfiles; en una palabra, transmito por todos mis poros
y sentidos la embriaguez de la atmósfera revolucionarias
Sin otra aspiración que la destrucción y con la seguridad de que el mundo nacerá de sí
mismo.
2. La revolución organizada: Varía la táctica de Bakunin, aunque inalterado su espíritu
revolucionario.
La misma experiencia de trece años de destierro y prisión le hizo perder su fuerza
saludable y «sus dientes», pero no su genio, su pasión revolucionaria, su fe en la bondad
de los hombres, especialmente los campesinos rusos e italianos, bandidos y rebeldes;
su fluidez intelectual y literaria, compensada, desde luego, con su falta de regularidad,
de orden y de medios económicos.
Oposición a todo principio de autoridad, organización de la sociedad de abajo hacia
arriba, supresión del derecho de herencia, negación de un Dios que no reveló al hombre
desde el principio los caminos del orden y del bienestar, absurdo de una religión
que aplaza para el cielo la verdad, la libertad y la justicia.
En un intento de sistematizar con brevedad las posiciones fundamentales de Bakunin,
C. Martí las centra en las siguientes proposiciones:
1º. Afirmación incondicionada de la autonomía, de la Independencia y del hombre:
él es la medida del bien y de la justicia.
34 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
2º. Instauración de la justicia, restituyendo al hombre todo aquello
de que ha sido empollado (alienado) por la religión, por el Estado o
por los otros hombres. (De aquí la noción bakuniniana de «derecho
natural», anterior a todo «derecho jurídico».)
3º. Repudio violento de todo un sistema social basado en la desigualdad, en el
privilegio, en la tiranía de la religión sobre la humanidad, de la autoridad sobre el
súbdito, del capital sobre el trabajo, del hombre sobre la mujer; en una palabra,
oposición total a un sistema social basado sobre la injusticia de la expoliación del
hombre. Proclamación, en consecuencia, de la emancipación del hombre a través
de la «liquidación social».
4º. Inauguración de un sistema social que, por medio de la propiedad colectiva de
los bienes y de la abolición de la herencia, haga posible la igualdad postulada por
la justicia que exige al hombre independiente y autónomo. Es el igualitarismo de
raíz racionalístico-iluminista que hasta 1837 fue difundido por la corriente Babeuf-
Buonarroti.
Las dos primeras proposiciones reflejan la influencia de Fichte y Feuerbach. La tercera
indica la aportación de Proudhon, clara en Bakunin desde su estancia en Italia, en
1866, la crítica del sistema social, pero con la savia de una marcada tendencia revolucionaria:
«una completa y radical transformación de la sociedad no podrá efectuarse
naturalmente por medios pacíficos».
Para el afianzamiento de la paz general, según manifestación del mismo Bakunin, es
«indispensable la federación de municipios en provincias, de las provincias en la naci
ón, de las naciones en los Estados Unidos de Europa, realizándose de este modo el
profundo cambio de estructuras que él esperaba y perseguía en todo momento. De
esta manera, con la abolición del Estado, se logrará la abolición de la propiedad individual
y de la herencia, que son la creación y consecuencia del mismo principio del Estado
». Nótese que Bakunin no habla de estado, sino de nación. El concepto de estado, en
su mente, era idéntico al de abuso de poder.
Se declara, pues, antiautoritario y anticomunista:
«Porque me he declarado partidario de la propiedad colectiva, se me ha tildado
de comunista. Yo detesto el comunismo, porque es la negación de la libertad y no
puedo concebir nada humano sin libertad. No soy comunista porque el comunismo
concentra y absorbe todas las potencias de la sociedad en el Estado..., en tanto
que yo quiero la abolición del Estado, que, bajo el pretexto de moralizar y
civilizar a los hombres, los tiene avasallados, oprimidos, explotados y envilecidos.
Quiero la organización de la sociedad y de la propiedad colectiva o social de abajo
arriba, por el voto de la libre asociación, y no de arriba abajo por mediación de
la autoridad, cualquiera que ésta sea. Como consecuencia de la abolición del
Estado, quiero la abolición de la propiedad individualmente hereditaria, que no es
más que una institución del Estado y una consecuencia del principio fundamental
del Estado mismo.»
La ruptura con la «Liga de la Paz y de la Libertad» - de la que él quiso hacer una
especie de rama intelectual de la Internacional- y la separación de una minoría disidente
para formar la «Alianza de la Democracia. Socialista», irá precedida de la presentaci
ón a la misma de un programa de política social avanzada, en que se afirmaría la
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 35
imposibilidad de separar los tres aspectos del problema social: religioso, político y
económico:
1 . «Que la religión, siendo cuestión de conciencia individual, debe ser eliminada
de las instituciones políticas y también de la educación pública, a fin de que en
adelante las iglesias no puedan impedir el libre desarrollo de la sociedad.
2. »Que los Estados Unidos de Europa no pueden tener más organización que la
que descansa en instituciones populares que tienen como lazo la federación y como
principios la igualdad de los derechos individuales y la autonomía de comunes y
provincias para regulación de sus propios intereses.
3. »Que el presente sistema económico necesita un cambio radical si lo que se
persigue es llegar a una distribución equitativa de la riqueza, del trabajo, del ocio
y de la educación constituyendo esto una condición esencial para librar a los
trabajadores y para abolir el proletariado.»
La minoría disidente de la Liga forma la Alianza de la Democracia Socialista (A. D. S.)
como sociedad secreta de los revolucionarios más constantes y convencidos y a la
Alianza Internacional de la D. S. como rama de la Internacional fundada en 1864.
Desde ahora (1868) en el seno de la Internacional aparecerán de modo claro dos
fuerzas antagónicas: Bakunin y Marx, cuya influencia va avanzando lentamente.
Otro rasgo digno de tenerse en cuenta es su amistad con el joven Nechaiev, «el muchacho
», de veintiún años, prototipo del nihilismo ruso, terrorista, que le adula cuando
lo cree necesario, le libera de sus escrúpulos por el compromiso con Marx para la
traducción - cobrada por adelantado- de «Das Kapital», haciéndole perder su equilibrio
e interviniendo, según parece, en la publicación de una serie de folletos revolucionarios
que no concuerdan con su filosofía. Bakunin, en contra de las afirmaciones del
«Catecismo revolucionarlo», creía en una moralidad, producto de la civilización que
evoluciona, y en la superioridad de[ hombre moderno a pesar de la sujección a instituciones
injustas precedentes de Dios y del estado, enemigos netos de la libertad:
«No soy verdaderamente libre más que cuando todos los seres humanos que me
rodean, hombres y mujeres, son también libres. La libertad de los demás, lejos
de constituir un límite o la negación de mi libertad, es, por el contrario, la
condición y confirmación de mi misma libertad.»
Resulta de interés el resumen de los puntos de desacuerdo y discordia entre Marx y
Bakunin:
1. Conflicto de temperamentos: Marx se caracteriza por su fervor revolucionario,
pero con una mente ordenada, mientras a Bakunin - de modo más larvado en su segundo
período- únicamente importaba agitar a las masas para la destrucción revolucionaria,
dejando a su capacidad espontánea toda la tarea de crear un nuevo orden social.
2. Para Marx, la Internacional actuará bajo una dirección central y unificada; Bakunin
insiste en que cada movimiento nacional o local tenga libertad completa para formular
su política propia sin recibir instrucción alguna de un centro dominante. Este fue el
primer pleito entre «comunistas autoritarios» y «federalistas o autonomistas».
3. Para, Bakunin y sus grupos, Dios y Estado son los enemigos principales de la libertad
humana. Marx se decidirá por un «centralismo democráticos un «Volksstaat» - poder
36 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
de la clase trabajadora- ejercido con la ayuda de un grupo muy unido de jefes.
4. Cualquier forma de colaboración con Políticos radicales o movimientos burgueses no
hará - en el caso de Bakunin- más que debilitar los impulsos revolucionarios de los
trabajadores que quedarán sometidos al capitalismo y al Estado, mientras que Marx
consentía y aconsejaba su apoyo cuando tratasen de implantar reformas favorables a
los intereses de la clase trabajadora.
Esta idea de libertad obedece, en contra de lo que el mismo Bakunin decía confesar, a
un sentido idealista y armónico de la naturaleza:
«Los anarquistas que no hemos olvidado los intereses de la humanidad, ni la
solidaridad que ha de unir universalmente a los seres, creemos que en la naturaleza
todo es armonía y equilibrio, y que, por lo tanto, no puede existir un mundo
que no dé para vivir a los seres que él mismo produce. Buscamos la libertad del
individuo ante todo.» ( 1 )
¿POR QUE CUAJO EL ANARQUISMO EN ESPAÑA, MAS CONCRETAMENTE,
EN ANDALUCIA?
Nuevamente aquí se ha teorizado en exceso sobre el temperamento andaluz, la influencia
del clima, la influencia árabe, la predisposición del desorden, «la deliciosa
blandura de la vida» <
»Sabido es que las creencias religiosas que residen en la conciencia del hombre no
se destruyen si no se reemplazan con otras creencias, y la Internacional, que
viene a mejorar la condición humana, a dar al hombre elementos de vida y de
libertad, y que, por otra parte, encuentra a la religión vencida y reemplazada por
la ciencia, no tiene nada que hacer en este terreno, no necesita combatir con un
cadáver.»
«Convencidos de que la idea de Dios es la base fundamental del principio de
autoridad y el origen de ese sinnúmero de preocupaciones que tiende a perpetuar
la desigualdad entra los hombres; persuadidos de que la idea de eso que llaman
justicia divina sólo sirve para hacer que los hombres confiando en ésta no se
subleven contra el cúmulo de injusticias humanas; considerando que el Estado
autoritario es la completa destrucción del principio de libertad y de que este
principio sólo puede subsistir en toda su integridad en la Anarquía, haremos
cuantos esfuerzos nos sean necesarios para propagar el principio de la abolición
del Estado y de la Iglesia, en contraposición al principio de la clase media de la
separación de la Iglesia y del Estado.» (Cfr. «La Revista Blanca», 15 de enero
de 1926.)
Unido al problema religioso, aparece siempre – ya se trate de defensa o de presentaci
ón del pensamiento anarquista- el problema de la familia. Se dan únicamente dos
muestras de este pensamiento:
«Haciéndose cargo (el compañero Mesa) de la acusación según la cual la Internacional
quiere la destrucción de la familia, hizo notar la hipocresía de los acusadores,
admirándose de que se atrevan a hablar de la familia hombres tan corrompidos
como los moderados, que dieron el ejemplo de haber construido un ministerio en
que ni un solo ministro podía presentar su familia en público porque, aunque
casados y algunos con hijos, cada cual vivía en alegre concubinaje. «Nosotros,
dijo, queremos que la familia tenga por base el amor, y que en ellas, como en
todas partes, exista la libertad y la igualdad. En la sociedad presente la única
familia honrada es la del pobre, a no ser cuando el rico la prostituye.»
»Pero fieles o no a sus maridos, no los aman. ¿Cómo han de amar ellas a un ser
que por su educación religiosa han aprendido a depreciar, por su educación famiEl
movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 45
liar a temer, con el que se han casado por dinero o para ser libres, y que en sus
primeras intimidades revela apetitos violentos y groseros que pugnan con su
delicadeza, natural.» (De «La Revista blanca», 15 de julio de 1904.)
D) INSTRUCCION Y EDUCACION DEL PUEBLO
II. QUIERE (La Alianza) PARA TODOS LOS NIÑOS DE AMBOS SEXOS, DESDE
QUE NAZCAN, LA IGUALDAD DE LOS MEDIOS DE DESARROLLO, ES
DECIR, DE ALIMENTACION, DE INSTRUCCION Y DE EDUCACION EN TODOS
LOS GRADOS DE LA CIENCIA, DE LA INDUSTRIA Y DE LAS ARTES,
CONVENCIDA DE QUE ESTO DARA POR RESULTADO QUE LA IGUALDAD
SOLAMENTE ECONOMICA Y SOCIAL EN SU PRINCIPIO LLEGARA A SER
INTELECTUAL, HACIENDO DESAPARECER TODAS LAS DESIGUALDADES FICTICIAS,
PRODUCTOS HISTORICOS DE UNA ORGANIZACION TAN FALSA
COMO INICUA.» (Del Programa de la A. D. S.)
Sustancialmente en la propaganda anarquista estuvo el triunfo de la ideología, la intensidad
de la organizaci6n:
«Hasta las más apartadas gañanías de los campos llegaba el verbo ácrata bien en
la Figura de un iniciado propagandista, bien en la forma impersonal de la prensa
de Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga o Cádiz. «El Productor», de Barcelona,
circulaba más que ningún otro y era el preferido de los campesinos.»
El cambio profundo de mentalidad, el despegue de la sumisión tradicional al señor, la
actitud de lucha violenta contra las instituciones sociales, arrancan del ¡lecho de que
unos hombres ¡Hablasen por primera vez a los campesinos andaluces como otros hombres;
de su dignidad humana, de la necesidad de reformarse moralmente, de abandonar
el vicio, la prostitución, la taberna y el juego, de educarse individual y colectiva -
, mente para llegar a ser mejores... La realidad, como reconocen todos los tratadistas,
es la misión de apostolado que los internacionalistas realizaron en Andalucía a partir
de 1869, conviviendo con el pueblo, estimulando en cada individuo el sentido de dignidad
humana, llamándole a ser una pieza de la sociedad futura, sin opresores ni oprimidos,
una sociedad más justa para todos. En tales circunstancias puede comprenderse
el enorme impacto que causó entre los braceros andaluces la mística revolucionaria
del bakuninismo.
Las huelgas campesinas andaluzas de los años 80 y posteriores, son un ejemplo en este
sentido; el hombre en huelga no fuma, ni bebe, ni juega, ni visita casas públicas. La
seriedad y misticismo se nota hasta en las calles. El sentido de disciplina será una idea
constante junto al espíritu de sobriedad y sacrificio de que hizo gala el partido anarquista
en sus instituciones sindicales, en contra de la concepción socialista que se fue
desarrollando paralelamente.
En las gañanías de los cortijos y aldeas perdidas, a la luz de los candiles, los apóstoles
hablaban de libertad, de igualdad y de justicia. Se formaban pequeños grupos, se
creaban escuelas nocturnas en que muchos aprendían a leer; se hacía propaganda
antirreligiosa y con frecuencia se practicaba el vegetarianismo y la abstención del
alcohol.
Los libros más leídos eran:
46 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
-«La Conquista del Pan», de Kropotkin.
-«El Dolor Universal», de Sebastián Faure.
-«El Botón de Fuego» (novela), de López Montenegro
- «Novelitas cortas», de A. Lorenzo, a imitación de «Cándido».
- Las ruinas de Palmira», de Volney.
- Y otros autores: Eliseo Reclús, Charles Malato, Grave, Most, Federico Urales, Soledad
Gustavo, Ricardo Mella, Leopoldo Bonafulla, José Prat.
-«Tierra y Libertad».
-«La Revista Blanca y su Suplemento».
-«El Productor...»
Cuando en España hubo dificultad para la publicación de prensa ácrata, seguían llegando,
no se sabe cómo, pero sí en la abundancia necesaria, de los grupos anarquistas
de América del Sur.
Uno de los primeros apóstoles de la enseñanza, preocupado por la educación y cultura
del pueblo, fue Fernando Garrido. En 1845 pasa de Cádiz a Madrid, donde sigue la
propaganda socialista con la revista decena¡ «La Atracción» (1846). En 1847 publica
«La Organización del Trabajo», bisemanal, y que en 1848 suprime el gobierno de
Narváez. En 1849 Sixto Cámara dirige «La Reforma Económica» y Garrido «El Eco de
la Juventud». Ambos se funden en «La Asociación», que cuenta con 2.000 suscriptores
en el año 1850, y que fue suprimido gubernativamente por temor a las agitaciones
populares.
La propaganda se ensancha con la publicación de folletos. Uno de Fernando Garrido,
titulado «Propaganda democrática; Defensa del Socialismo; Cartas del apóstol socialista
a Juanón el Bueno, alias el pueblo español», costó a su autor 54.000 reales de
multa y un año de cárcel. La principal preocupación es conseguir asociaciones para el
remedio de las clases trabajadoras.
«Desde ahora el socialismo se hace republicano y el partido republicano se hace socialistas,
afirma F. Garrido. Ha quedado visto, y se confirmará posteriormente, que
los anarquistas españoles no participaron este juicio de Fernando Garrido.
Es doctrina muy sostenida que los anarquistas, antes de la revolución social, precisan
una transformación de los individuos, una revolución de las conciencias, cuya norma no
sea el derecho, sino el austero imperativo del deber.
Para ello es necesaria la formación cultura¡ y humana, la instrucción básica y completa,
lo que los anarquistas llamaban «ENSEÑANZA INTEGRAL».
A «La Asociación», de Fernando Garrido, sucedió «El Amigo del Pueblo», en el que
actúa en 1850 Antonio Ignacio Cervera - al que después se aludirá -, que en su juventud
escribió una «Memoria sobre la extensión del pauperismo».
Suprimido por orden gubernativa «El Amigo del Pueblo», sale con el nombre de «El
Trabajador», que, al ser igualmente suprimido, cambia de nuevo su nombre y sale
como «El Taller» (1852) y «La Voz del Pueblo» (1853) . Este desaparece igualmente,
para volver a aparecer en 1855. Llegó a sumar 14.000 suscriptores, y su gran idea fue
el fomento de la asociación de obreros en Barcelona, Fiqueras, Reus, Málaga Antequera,
Sevilla, Cádiz, Almería, Valencia, etc.
Era un periódico quincenal. De los dos reales que costaba sólo cobraba tres cuartos,
del.3ndo el resto en beneficio de la asociación. Muere definitivamente el 18 de septiembre
de 1860, dejando en los que lo conocieron un modelo de laboriosidad.
Había que dar la guerra a la miseria y a la ignoran-7,a, las dos plagas que sufría el
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 47
pueblo. «CONTRA LA IGNORANCIA, ESCUELAS, PERIODICOS, LIBROS; CONTRA
LA MISERIA, LA ASOCIACION.»
Contra la ignorancia fue preciso acudir a la escuela, y Cervera alquilo una a un profesor
de enseñanza primaria para servirse de ella en las primeras horas de la noche
como escuela de adultos, gratuita. Puso anuncios, y todas las noches, de siete a nueve,
el estudiante de Derecho, Cervera, acudía a la escuela, pagando él mismo, con sacrificio
personal de comida y ropa, las velas de sebo para el alumbrado. Pero los discípulos
no acudían; no había deseo de instrucción. Al cabo de un mes se presentó un anciano
trabajador de setenta años para que Cervera, con su paciencia, le enseñara «a leer,
escribir y cuentas».
Poco a poco se fue llenando el local, y en 1851 llegaron a 600 alumnos, que consiguieron
para sus clases un local más idóneo.
Entonces surgió un problema. La escuela no era legal, y en 1852 tuvo que cerrar.
«Bravo Murillo - dice Fernando Garrido - era ministro, y en mala hora acudieron a él.
-¿Que legalice la existencia de un escuela de adultos donde van seiscientos jóvenes y
hombres del pueblo a instruirse? No en mis días. Aquí no necesitamos hombres que
piensen, sino bueyes que trabajen.» Esto es fama que respondió el ministro.
Pero la suerte estaba echada, y la semilla no podía retrotraer su tallo. La preocupaci
ón por el saber, por la cultura, será idea constante, insistente, en el desarrollo del
pensamiento anarquista.
En el Fomento de las Artes, de Madrid, como en el Ateneo de la Clase Obrera, de
Barcelona, hubo una preocupación cultural, que también necesitaba de la asociación
para lograr mayor eficacia:
«... hemos procurado establecer relaciones con las sociedades de provincias,
hermanas por su espíritu a «El Fomento de las Artes debiendo anunciaras que
tenemos la satisfacción de hallarnos en buena armonía e inteligencia con la Filantrop
ía Artística, de Valladolid; El Porvenir, de Zaragoza; El Círculo de Artesanos,
de Alicante; el Círculo de Artesanos, de Cáceres, y el Casino Artístico, de
Albacete.
»Hemos, asimismo, hecho gestiones a fin de procurar el establecimiento de
sociedades en las capitales donde aún no existen..., a fin de procurar que llegue
un día en que el obrero, a cualquier parte donde la suerte le conduzca, pueda
continuar sus estudios y encuentre siempre una sociedad amiga que le reciba en su
seno y nuevos hermanos que le tiendan los brazos.» (De «El Obrero», 22 de
enero de 1865.)
Tenía el Fomento de las Artes clases de instrucción primaria para niños durante el
día, y por la noche, para los socios y sus hijos adultos, clases de instrucción primaria,
dibujo, aritmética, geometría y francés.
La preocupación cultural - urge insistir - fue continua a través de discursos, prensa,
manifestaciones, congresos, etc.
«Quejóse - se refiere a A. Lorenzo, líder socialista, en una participación en el
Meeting de los Campos Elíseos— del monopolio ejercido por las clases privilegiadas
sobre la instrucción pública y de que el obrero, por las condiciones económicas a
que la sociedad le tiene relegado, esté desheredado de todo progreso científico,
siendo la ciencia que se adquiere en las universidades patrimonio exclusivo de los
que pueden costear una lujosa explicación... Hemos pedido rebaja en las horas
48 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
del trabajo porque necesitamos libertad para pensar, para estudiar, para aceptar
nuestra responsabilidad de ciudadanos.»
En el Congreso de Zaragoza, el estudiante sevillano Trinidad Soriano presentaba un
dictamen concreto sobre «Enseñanza lntegral».
Con estos someros datos finalizamos esta exposición deslabazada e incompleta. Sólo
se ha intentado recoger, sin interpretaciones subjetivas o de acomodación, la línea de
pensamiento de un anarquismo naciente, pero que refleja la madurez de sus apóstoles.
En honor de la verdad, conviene aclarar que no fue todo «triunfalismo» en el avance
del movimiento obrero.
Las divergencias en el seno de la Internacional fueron recogidas por A. Lorenzo, delegado
de la Federación Española de la A.I.T. en la conferencia de Londres de septiembre
de 1871, con una maestría y profundidad fuera de serie.
LA MAYOR TRAGEDIA DEL MOVIMIENTO OBRERO, LA MAS DIFICIL DE SUBSANAR,
ES LA QUE NACE DE SUS MISMAS LINEAS, LA TRAICION POR PARTE
DE SUS MISMOS ELEMENTOS Y MIEMBROS. He aquí las impresiones de Anselmo
Lorenzo sobre la Conferencia cíe Londres:
«De la semana empleada en aquella conferencia guardo triste recuerdo; el efecto
causado en mi ánimo fue desastroso; esperaba yo ver grandes pensadores, heroicos
defensores del trabajador; entusiastas propagadores de las nuevas ideas,
precursores de aquella sociedad transformada por la Revolución en que se practicar
á la justicia y se disfrutará de la felicidad, y en su lugar hallé grandes
rencillas y tremendas enemistades entre los que debían estar unidos en una
voluntad para alcanzar un mismo fin...
»Para llevar a cabo adelante el propósito había un capítulo de cargos contra
Bakunin - ausente y la A. D. S., apoyada en documentos, declaraciones y hechos
de cuya verdad y autenticidad no pudo convencerse nadie...
»Lo único de carácter, lo genuinamente obrero, lo puramente emancipador tuve
yo el alto honor de presentarlo en aquella Conferencia: la Memoria sobre la
organización formulada por la Conferencia de Valencia...
»En mis sentimientos y en mis pensamientos me vi solo, juzgué, acaso por rasgo
de soberbia, que yo era el único internacional al¡! presente, y me sentí incapaz de
hacer nada útil, y aunque algo dije como expresión de mi desilusión y disgusto, me
oyeron como quien oye llover y no produjo sensación ni efecto alguno...
»Volví a España poseído de la idea de que mi ideal estaba más lejos de lo que
había creído, y de que muchos de sus propagandistas eran enemigos.
»En carta particular dirigida a los amigos de Barcelona explicándoles lo de la
Conferencia, escribí esta frase: «SI LO QUE MARX HA DICHO DE BAKUNIN
ES CIERTO, ESTE ES UN INFAME; Y SE NO, LO ES AQUEL; NO HAY TERMINO
MEDIO: TAN GRAVES SON LAS CENSURAS Y ACUSACIONES QUE HE
OIDO».»
Contra este testimonio hubo una carta, perdida, según Anselmo Lorenzo, en que Bakunin
se defiende de tales acusaciones:
«Lo notable de aquel documento - la carta aludida -, según la impresión que
conservo, es que entre las acusaciones dirigidas por Bakunin contra Marx descueEl
movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 49
llan, como motivo especial de odio, la circunstancia de que Marx era judío. Esto,
que contrariaba nuestros principios, que imponen la fraternidad sin distinción de
razas ni de creencias, me produjo desastroso efecto y, dispuesto a decir la
verdad, consigno esto a pesar del respeto y de la consideración que por muchos
títulos merece la memoria de Bakunin.»
Congresos de la Federación Española de la A.I.T.
Barcelona-Zaragoza-Córdoba
ORIGENES DEL ANARQUISMO
En la madrugada del 18 de septiembre de 1868, en la bahía de Cádiz, y al grito de
«¡Viva la Soberanía Nacional!», Topete y Prim iniciaron la última jornada de la Revoluci
ón de septiembre, «La Gloriosa», y un nuevo ensayo de formas de gobierno: provisional,
regencia, monarquía democrática, república (que no llegó a ser tal por la irrupción
del general Pavía en la sede del Congreso cuando se fraguaba la nueva Constitución).
En el seno de la «Internacional», tras el Congreso obrero de Barcelona de diciembre
de 1865, nace una seria preocupación por España, que hasta el año 1868 no toma parte
en los Congresos. «Sarro Magallán» (Marsal Anglora) asiste al Congreso de Bruselas
de 6 de septiembre de 1868 como representante de la «Legión Ibérica», fundada en
Barcelona hacia el año 1860 por Fernando Garrido.
Lo cierto es que las noticias de la Revolución de Septiembre llegaron tan aumentadas
a oídos de Bakunin, que éste soñó con hacer desde España la «Revolución Universal».
Dos acontecimientos se dan ¡a mano en la Historia de España: ¡a caída del partido
moderado y la llegada de Fanelli, precedida de un mensaje de Bakunin, «llamando a los
obreros españoles», desde el Comité de la Internacional, de Ginebra: «QUE VUESTRA
REVOLUCION SEA LA SEÑAL Y EL PRINCIPIO DE LA LIBERACION DE TODOS
LOS OPRIMIDOS DEL MUNDO.» No era lícito ni conveniente contentarse con
una revolución meramente política, que, en definitiva, vendría a retardar la revolución
social, la igualdad.
La Revolución de Septiembre ha sido presentada y juzgada de modos diversos.
Díaz del Moral se esfuerza, una vez más, en afirmar que el pueblo vivió ajeno y con
aspiraciones ajenas: «La masa aspiraba, ante todo y sobre todo, al reparto de la tierra.
»
Leopoldo Alas resalta, sin embargo, el entusiasmo popular al conocer la victoria de los
sublevados. «No sólo fue de más trascendencia por la radical transformación política
que produjo, sino que llegó a todas las esferas de la vida social.»
La batalla de Alcolea, si así puede llamarse a la derrota de las tropas reales en aquel
puente, simplemente vino a rubricar la decisión tomada en Cádiz y Sevilla.
El partido democrático pudo ya salir a la calle con su apellido de republicano y «federal
», que era realmente su esencia y directriz; pero una nueva división obraba dentro
del mismo, aminorando su fuerza y eficacia.
Elíe Reclús y Fernando Garrido orientaron y condicionaron, en cierto modo, los primeros
pasos de Fanelli en España y quisieron atraerlo a la causa republicana. Pero Fanelli,
tanto en Madrid como en Barcelona, supo prescindir de todo compromiso con partidos
políticos y, fiel a la orientación de Bakunin, orientó y grabó en sus primeros discípulos
españoles la idea de una revolución ajena, contraria tanto a la república como a la
50 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
monarquía. La revolución social acabaría con ambas instituciones, acabaría con la polí-
tica.
Elíe Reclús, en correspondencia a su hermano Eliseo, afirmaba que el partido republicano
se enfadó porque un tal Caro había violado la consigna de aplazar la cuestión
social para después de implantada la República, y que fue expulsado por ello del partido.
Desde España, el mismo Elíe Reclús llegó a afirmar que en este país se convino corno
norma en postergar las cuestiones sociales hasta el establecimiento de la República,
ya que «un pueblo no puede acometer dos grandes empresas a la vez».
El movimiento republicano estalló potente en Cádiz, Málaga, Sevilla y Córdoba- en los
años 1868 y 1869. En Cádiz concretamente, Fermín Salvochea fue el hombre de confianza
en la conspiración contra Isabel II y miembro del Comité Provincial del Gobierno
Provisional.
Con la llegada de Prim a Madrid se formó un gobierno de coalición, en el que unionistas,
progresistas y demócratas pretendieron acabar con la actuación despótica de los
moderados.
En todas las ciudades se constituyeron Juntas Revolucionarias, se organizaron las
milicias ciudadanas, y el nuevo régimen proclamaba o prometía el sufragio universal,
las libertades de imprenta, religión, asociación y enseñanza.
A los pocos meses, el Gobierno provisional disolvió las Juntas y desarmó las milicias.
Las Juntas habían prometido suprimir los impuestos de consumo, rebajar las contribuciones
y abolir las quintas. Con su eliminación, los consumos se transformaron en un
sistema de capitalización, y en noviembre se restauró el impuesto sobre la sal y el
tabaco. En Cádiz y en el Puerto de Santa María se unió a esto la supresión del trabajo
municipal para los obreros en paro.
Las consecuencias fueron lucha y derramamiento de sangre. En la aduana y en algunos
edificios de Cádiz se enarboló la bandera negra. Motines semejantes ocurrieron en
pueblos de Sevilla, Jerez, San Fernando, Almería y otros muchos distritos rurales.
En los primeros días de diciembre se levantaron Málaga, Cádiz, Sevilla y Montoro
(Córdoba).
El 3 de Diciembre, una manifestación republicana dirigida por Francisco Leiva recorr
ía las calles de Montoro y se dirigía a una plaza pública para oír el discurso del jefe
republicano de Córdoba.
Desde los balcones del Ayuntamiento se disparó contra la multitud, cayendo dos muertos
y ocho heridos. Fue el comienzo de una insurrección total. Al día siguiente, 4 de diciembre,
estalló otro motín en el Puerto de Santa María, y el día 5, en Cádiz, con
Fermín Salvochea al frente, como protesta al desarme de las milicias y a los sucesos
ocurridos. Comenzó una resistencia de quince días, que fue aplastada por el ejército
regular.
Salvochea disolvió la milicia y afrontó las consecuencias, declarándose único responsable,
lo que le valió el envío a las fortalezas militares de Santa Catalina y San Sebastián.
El consiguiente alboroto e indignación del pueblo de Cádiz, que lo eligió entonces diputado
a Cortes, puso al Parlamento en la necesidad de legislar una amnistía para los
presos políticos en febrero de 1869. Así recuperó Salvochea la libertad.
En uno de los calabozos de la fortaleza conoció a Eduardo Benot, republicano federal.
A los sucesos del 5 de diciembre en Cádiz se unió la lucha sangrienta de las barricadas
de Málaga contra las fuerzas de la Armada y tropas de Infantería y Artillería.
Los mismos desórdenes se repiten, en el mismo día en que es vencida la sublevación de
Cádiz, en el valle de Abdalajís (Málaga), entre Málaga y Antequera, «promovidos - son
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 51
palabras de Guichot- por algunos ilusos que pedían con las armas en la mano el
repartimiento de tierras».
El federalismo en España es otro fenómeno digno de estudio. ¿Fue provocado por los
hechos o encontraba sus raíces en la idiosincrasia de nuestras gentes?
La Revolución francesa, que tanto eco tuvo en España, logró eliminar intereses y privilegios
locales en nombre de la igualdad y proporcionó a Francia una administración
poderosa, centralizada y organizada técnicamente.
En España - de no haber sido por el movimiento carlista, que también en el fondo fue
federalista, defendiendo fueros y privilegios en contra de su profesión de absolutismo-
hubiese ocurrido lo mismo. Sin embargo, la lucha contra los seguidores de don
Carlos mantuvo en principio unidos a los partidos de izquierdas, obrando como aglutinante;
degeneró después en un culto excesivo a la «patria chica» y en protesta contra
la política centralizadora del régimen liberal.
—«El federalismo - según Pi y Margall en «Las Nacionalidades» constituyo la
forma de organización más adecuada al carácter de nuestra noción, formada por
provincias que en otros tiempos fueron reinos independientes y que incluso hoy día
se encuentran profundamente divididas por sus diferentes leyes y costumbres. En
las grandes crisis que la nación ha atravesado desde el comienzo del presente
siglo, la primera cosa que ha ocurrido ha sido que las provincias han buscado su
seguridad y sus fuerzas dentro de sí mismas, sin perder de vista la unidad
esencial de todo el país.»
La idea federal fue tomando cuerpo como protesta al fracaso de la revolución de
1854. En el «Programa de Manzanares», el general O’Donnell había pedido la descentralizaci
ón del gobierno, la reforma electoral, una prensa libre y una milicia nacional
que salvaguardara estos derechos contra el abuso de los potentados.
La supresión de la milicia nacional y demás represiones de 1856 acentuaron los deseos
de federación y cantonalismo.
Entonces es cuando aparece el primer libro de Pi y Margall, al que. la lectura de
Proudhom había decidido por la vocación social y política: «La Reacción y la Revoluci
ón».
Su idea clave es la iniquidad del poder: «Todo hombre que tiene poder sobre otro
hombre es un tirano.»
«El verdadero orden no ha existido nunca ni existirá mientras tengas que hacer
tales esfuerzos para obtenerlo, porque el verdadero orden supone cohesión, pero
no una cohesión obtenida por la presencia de causas exteriores, sino una cohesión
íntima y espontánea.»
Las ideas de Pi constituían un anarquismo puro, con una sola diferencia, fundamental,
desde luego: no será la revolución, sino la persuasión, el único medio para conseguir, de
modo gradual, la anarquía y el colectivismo: «Dividiré y subdividiré el poder, lo haré
cambiable, y conseguiré destruirlos
El libro de Proudhom «Le principe federatif», traducido por Pi en 1868, terminó de
dar a los federalistas españoles el programa ideológico que necesitaban.
Un problema doble se planteaba a los primeros internacionalistas españoles, prescindir
de toda vinculación política, aun la federal, y difundir, con celo netamente apostó-
lico, aquellas ideas de redención.
52 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
De hecho, el fruto, aunque costoso, fue rápido. Mil internacionalistas pidieron votar la
candidatura de los cuatro delegados de Madrid al Congreso obrero de Barcelona, en
junio de 1870. Fanelli, en Madrid - según declaración de A. Lorenzo -, fundó un verdadero
apostolado, «definiendo las ideas y destruyendo preocupaciones», con periódicos
sostenidos casi sin interrupción, desde «La Solidaridad», en 1870, pasando por
«La Emancipación, «El Condenado», «El Orden», «La Razón», «El Obrero», «La Federaci
ón», «La Revista Social», «La Bandera Roja», «La Anarquía», «La Idea Libre»,
«La Revista Blanca» y su «Suplemento», bajo la dirección de los «buenos anarquistas»
Juan Montseny (Federico Urales) y Teresa Manñé (Soledad Gustavo).
«- Así éramos entonces - comenta A. Lorenzo ; no contentos con ser machacones,
hablando siempre de lo mismo, en casa, en el taller...., improvisábamos hasta
medios risibles la exposición de nuestro apostolado.
»El entusiasmo se extendió, pues, rápidamente y al principio causó mayor impresi
ón en aquellos debates públicos desafiantes y victoriosos contra la intelectualidad
contemporánea.>>
El barón de Layelde, teórico del socialismo, ha descrito así una de estas asambleas:
«Cuando visité España en 1869 me encontré presente en varias reuniones de
estos centros socialistas. Generalmente las celebraban en iglesias abandonadas.
Desde el púlpito, los oradores atacaban a todo lo que en otros tiempos había sido
exaltado allí: Dios, la religión, los sacerdotes, los ricos.»
Fanelli regresó a Ginebra a finales de febrero e informó a Bakunin y a los aliancistas
de su viaje y actividad. Fanelli había presentado como una misma cosa la Internacional
y la Alianza, y los primeros afiliados creyeron que los estatutos y programas de la A.
D. S. eran los principios básicos que regían la Internacional.
En carta de Bakunin a González Morago de 21 de mayo de 1872 se escribía:
«Al ayudarnos a echar los cimientos de la A.I.T. como de la I (Alianza) en 1896,
Fanelli ha cometido una falta de organización de la cual sentía ahora sus defectos.
Ha confundido la Internacional con la Alianza y por eso ha invitado a los
amigos de 3.521 (Madrid) a fundar la Internacional con el programa de la Alianza.
Al principio esto ha podido parecer un triunfo, pero en realidad se convierte
en causa de confusión y desorganización, tanto para una como para la otra.»
De este modo, seguía comentando Bakunin, se hubiesen perdido para el movimiento de
la Internacional muchos obreros no interesados en ser aliancistas en los diversos
países.
En Cataluña, la Internacional había nacido en el seno del partido republicano, y los
primeros internacionalistas, a pesar de la visita de Fanelli, no habían asimilado la
ideología revolucionaria de Bakunin.
Así lo testifica una carta de Farga Pellicer a Bakunin:
«Aquí el socialismo no está tan desarrollado corno fuera de desear. Hasta ahora
sólo se ha preocupado el control federal de - organizar asociaciones obreras de
todos los oficios y artes y propagar para que la República federal triunfo en la
gran lucha que sostenemos con los monárquicos y demás conservadores de todas
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 53
las tiranías.»
«La Federación», órgano de las sociedades obreras de Barcelona, declaraba que la
república democrática federal era la forma de gobierno más conveniente a los intereses
de las clases trabajadoras, forma política necesaria para obtener su emancipaci
ón.
Bakunin y los aliancistas habían actuado larga y profundamente sobre Farga Pellicer y
Gaspar Santiñón, asistentes al Congreso Internacional celebrado en Basilea en septiembre
de 1869, que se desarrolló bajo el signo de un colectivismo revolucionario y
de una ruptura con el sistema imperante de convivencia social.
En resumen, la Internacional, en Cataluña y en Andalucía, nació en la cuna del
republicanismo federal.
La abolición de las quintas figuraba en e ‘ 1 programa del partido demócrata, y Prim se
había comprometido a cumplirlo. Pero en marzo de 1869 se había olvidado de sus
promesas e hizo llamar a filas a 25.000 hombres, una nueva quinta que debía ser
llevada a Cuba.
Se formó una verdadera literatura popular y no faltaron los alborotos y manifestaciones
de mujeres frente a las Cortes, junto con disturbios en pueblos del Sur, como en
Alcalá del Valle, Medina Sidonia, Paterna y Jerez.
Costó trabajo desvincular a la Internacional del republicanismo. Unos programas que
coincidían en apariencia y pudieron ir de la mano, mostraban en la aplicación de medios,
sobre todo tras el fracaso de la República en 1873, que sus metas eran diversas.
«Una de las glorias de la Internacional, desde 1869.73, según afirma Max
Nottiau, fue el mantenerse apartada del mercado político, permanente abismo
que fue tragando uno tras otro a los partidos políticos, de los avanzados a los
moderados... No perdió la Internacional ocasión de mantenerse ajena. Precisamente
esto es lo que caracterizaba la actividad y continuidad del movimiento
obrero en España.»
El movimiento obrero se vio cargado de una triple misión: la lucha diaria del proletariado,
la de conservar y perfeccionar su complicado mecanismo con vistas a la sociedad
libre del porvenir y la de llegar a esta finalidad por la liquidación social, «una
transformación por vía revolucionarias.
En el mismo año 1869, el Gobierno provisional, con Prim al frente, ante la necesidad de
mantener el régimen monárquico, busca un candidato al trono de España en las diversas
cortes, europeas.
Esta decisión produjo insurrecciones de tinte liberal republicano en Cataluña, Zaragoza
y Andalucía.
Fermín Salvochea reunió en Cádiz 600 hombres armados , y el 30 de septiembre se
sublevó, vínculándose a otros contingentes armados de Jerez de la Frontera, Ubrique,
Arcos y otros pueblos. Se entabló de nuevo una guerra de guerrillas que dio lugar a
encarnizados combates contra las tropas leales al gobierno, muriendo por parte de los
sublevados Bohórquez y Rafael Guillén. Finalmente fueron dispersados y vencidos, y
Salvochea, con sus amigos, pudo llegar a Gibraltar. No regresaría a España hasta
1871, gracias a una amnistía y al pueblo de Cádiz, que lo eligió alcalde «como expresión
de cariño y simpatía para el hombre más perseguidor.
Por entonces ya abundaban los contactos entre Cataluña y Andalucía, especialmente
en los puertos de Cádiz y Málaga, gracias al grupo fourierista de Fernando Garrido, al
54 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
viaje de Reclús, del que se ha hablado, y a la política de «extrañamiento forzoso» en
Andalucía, adoptada frecuentemente, desde aquella del General Zapatero, con los
más activos federalistas y societarios de aquella región.
En septiembre de 1869 circulaban por Andalucía con regularidad ejemplares del peri
ódico «La Federación» y el «Manifiesto Madríleño», del 24 de diciembre.
Se crearon por entonces las sociedades obreras anarquistas de Cádiz, Málaga, Arahal,
Arcos de la Frontera, Lora del Río, Jerez, Córdoba, Ayamonte, Linares y Andújar. A
fines de 1873 eran 48 sociedades, y el 13 de enero de 1874 quedaban sólo 34, a
consecuencia de la persecución.
Los fracasos del federalismo republicano, la falta de honradez en el cumplimiento de
sus promesas, la política de llamada a quintas, contribuyeron a la despolitización de la
clase obrera. La predicación anarquista pudo contar con un fondo previo de escepticismo
y desconfianza.
La Primera República cayó sin que se disparase ni un tiro en su defensa. Ya no se
contaba con una clase obrera y campesina dispuesta a ser «carne de cañón».
EL CONGRESO DE BARCELONA
Aquel núcleo provisional de la Internacional en Madrid se transformó en Sección de la
A. ¡.T. el 21 de diciembre de 1869, y el día 24 publicaba su «Primer manifiesto de los
trabajadores de España». Inmediatamente, el 15 de enero de 1870, iniciaron la
publicaci6n del semanario «La Solidaridad». Duró sólo un año y una semana, y siempre
mantuvo como subtítulo el lema de la Internacional: «NO MAS DEBERES SIN DERECHOS,
NO MAS DERECHOS SIN DEBERES». Su marcha resultaba difícil, según
palabras de A. Lorenzo:
«Ibamos marchando como podíamos, huyendo siempre como del mal más grave, de
la inacción: ardillas o cangrejos, es decir, siempre en movimiento, hacia atrás o
en dirección variable; eso era lo de menos, pero quietos jamas.>>
El apogeo inicial, «aquel hormigueo de actividad que nos bullía en la masa de la sangre
», llevó a Francisco Mora a proponer la celebración de un Congreso obrero nacional
en Madrid para el primer domingo de mayo, al que quedaban invitadas «todas las
sociedades de trabajadores adheridas o no a la Internacional, pero conformes con los
Estatutos generales».
«La Federación» reprodujo la convocatoria citada, proponiendo se sometiese a votaci
ón «la fijación del lugar» donde había de celebrarse el Congreso. Los votos recibidos
en «La Federación», «El Obrero» y «La Solidaridad» designaron a Barcelona para la
celebración del Congreso, y su Fecha, el 19 de junio.
Tomás González Morago y Francisco Mora, Enrique Borrel y Anselmo Lorenzo fueron
designados como delegados de la Sección de Madrid para el Congreso. Una ayuda
oportuna de «los compañeros» de Barcelona vino a solucionar el problema económico
acuciante del traslado a Cataluña.
El 19 de junio se iniciaron las sesiones en el Teatro del Circo, «con asistencia de un
centenar de delegados de Andalucía, Valencia, Aragón, ambas Castillas y una gran
mayoría de Cataluña, y decidieron tratar cuatro cuestiones fundamentales:
- Resistencia al capital.
- Cooperación.
- Organización social de los trabajadores.
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 55
- Actitud obrera en relación con la política.
«La política, la religión y los gobiernos han sido creados por nuestros amos,
burgueses, curas y reyes, para dominarnos, para mejor sojuzgarnos, para debilitarnos,
dividiéndonos en partidos.»
El grupo aliancista había logrado imponerse, y aunque el colectivismo no había sido
declarado oficialmente, la abstención política, la lucha contra el capital y el esbozo de
una sociedad futura, ya en germen en la A.I.T., sí habían tomado calidad de dogmas.
En el primer Congreso obrero tomaron parte 149 sociedades, con más de 15.000 miembros.
Casimiro Martí hace una comparación con los datos que aporta Fernando Garrido en su
«Historia de las clases trabajadoras» sobre el número de obreros de la industria
lanera y algodonero en 1861: 78.044 individuos. Sólo un 9 por 100 había recibido
propaganda internacionalista.
Esto justifica en cierto modo la queja de Anselmo Lorenzo y su preocupación constante
y certera:
«¡Cuánto más beneficioso hubiese sido que, en vez de arrancar acuerdos y soluciones
por sorpresa, se hubiese propuesto la Alianza una obra de educación e
instrucción, encaminada a obtener acuerdos y soluciones como sumas de voluntades
conscientes!»
Conviene no olvidar que el anarquismo, a pesar de que parte de hechos concretos y, en
cuanto está de su parte, va a solucionar problemas igualmente concretos, vive para un
ideal. Toda la vida y aun la muerte es capaz de ponerla el apóstol anarquista a disposici
ón de esa sociedad futura. Ello le llevará a entablar discusiones con hombres de
ciencia en los patios del Instituto de San Isidro; a pasar a Portugal ante el peligro de
una confiscación de documentos; a que las secciones de resistencia de Lisboa y Oporto,
después de un año de lucha, contasen con 18.000 asociados. «SI LA INTERNACIONAL
VIENE A REALIZAR LA JUSTICIA Y LA LEY SE OPONE, LA INTERNACIONAL
ESTA POR ENCIMA DE LA LEY.»
LA CONFERENCIA DE VALENCIA Y EL CONGRESO DE ZARAGOZA
Después del Congreso de Barcelona, una serie de acontecimientos externos e internos
influyeron en la marcha de la Internacional.
El 3 de noviembre de 1870 es aceptada en las Cortes la candidatura del duque de
Aosta para rey de España por 191 votos contra 63 que optaron por la República.
El día 2 de enero de 1871 llega don Amadeo a España, y se encuentra con el cadáver de
Prim, que acababa de ser asesinado en la calle del Turco. Las divisiones partidistas, la
derrota de la «Commune», el temor que la misma revolución parisina había creado en
los altos mandos de nuestro gobierno, fueron concausas en la debilitación de la Internacional.
A ellas se unieron disensiones internas que impidieron igualmente la celebraci
ón del Congreso proyectado. El Consejo federal convocó, pues, una Conferencia secreta
de delegados, que se celebró en Valencia del 10 al 18 de septiembre.
La marcha a Lisboa, la retirada de Borre¡ a raíz de los sucesos del 2 de mayo, las
dificultades económicas, hacían ineficaces los esfuerzos de Anselmo Lorenzo.
Sagasta había enviado instrucciones a los gobernadores de provincias con poderes
56 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
plenos para perseguir a la Internacional. Sentiñón fue detenido en Barcelona a primeros
de junio; hubo, pues, que repentizar un exilio provisional a Lisboa, pensando sobre
todo en poner a salvo los documentos, peligrosos de caer en manos de la policía.
A pesa, de ello, pudo en junio aparecer «La Emancipación», sustituyendo a «La Solidaridad
», que había sido suprimida el 21 de enero último.
La «Commune» de París había terminado de seccionar aquella inteligencia entre
obrerismo y republicanismo. La República burguesa aparecía tan enemiga del obrero
como la monarquía.
La Conferencia de Valencia pareció infundir ánimos con la aplicación de una serie de
reformas y el contacto mutuo. Terminó con un «meeting» de controversia en la misma
Universidad entre los delegados de la conferencia y caos catedráticos. De nuevo se
presentó el programa de la Internacional, la crítica negativa y destructivo de «una
religión revelada, una familia legislada, agrupación forzada o Estado y representación
delegada o herencia», propias de esta sociedad que tiene «la compasión en la lengua,
el egoísmo en el corazón y el tanto por ciento en la cabeza».
Quedó designada Zaragoza como sede del segundo Congreso de la Federación Regional
Española de la A.I.T.
A primeros de octubre se reunieron las Cortes, y en ellas se trató ampliamente de la
Internacional, de su legitimidad, cuya defensa costó el cargo al fiscal del Tribunal
Supremo.
Una nueva Circular de Sagasta -17 de enero de 1872- a los gobernadores civiles,
autorizándoles para disolver toda clase de asociaciones, llamó a la Internacional «utopía
filosofar del crimen».
Fue necesaria una activación propagandística para dar fuerza a las federaciones locales.
Se crearon grupos secretos de «Defensores de la internacional» para que continuasen
la labor de la misma, eludiesen las persecuciones y lograsen una consolidación
interna.
A. Lorenzo y Francisco Mora recorrieron las comarcas del Sur y Este para fomentar
la creación de grupos de defensores.
A. Lorenzo visitó en Andalucía las federaciones de Sevilla -donde charló con Trinidad
Soriano, Marselau, Miguel Rubio-, Carmona, Utrera, Jerez, Cádiz —donde conoció a
Fermín Salvochea-, San Fernando, Puerto Real, Málaga -«ilustración, buen juicio y
mucho entusiasmo eran las características de aquellos jóvenes», Deomarco, Guilino,
Ojeda y Pino-, Loja, Granada y Linares.
La llegada de Lafargue a Madrid en diciembre de 1871 y su astuta intervención, la
rivalidad acentuada entre Morago y Mora, el desacuerdo entre el Consejo Federal y la
Federación madrileña, la dimisión de Anselmo Lorenzo como miembro del Consejo, las
intromisiones políticas del diario «La Emancipación», el flirteo con el partido republicano
federal, la intervención excesivamente molesta de las autoridades, todos son
factores que hicieron notar su influencia en el Congreso de Zaragoza del mes de abril.
Las resoluciones doctrinales no diferían de las adoptadas en Barcelona y Valencia.
En el mes de junio se produjo la ruptura entre las dos facciones internacionalistas. El
pretexto presentado por los marxistas fue la existencia de la Alianza, que, aunque
disuelta días antes de iniciarse el Congreso, continuaba existiendo.
Los disidentes marxistas fundaron e: 8 de julio la «NUEVA FEDERACION MADRILE-
ÑA» oficialmente constituida. El Consejo General de Londres la admitió el 16 de agosto.
Pablo Iglesias, Mesa, Pagés y Lafargue fueron expulsados de la sección de oficios
varios de Madrid. La lucha era dirigida desde Londres por Federico Engels a través de
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 57
Lafargue y José Mesa.
LA NUEVA FEDERACION MADRILEÑA, donde ya comenzaba a tomar cuerpo la actitud
dinámica del joven Pablo Iglesias, y la federación de Lisboa enviaron como representantes
en el Congreso de La Haya a Lafargue y a José Mesa. Lafargue ya no volvió
a España.
En el Congreso de La Haya de septiembre de 1872, con la expulsión de Bakunin y
Guillaume, había triunfado una mayoría que deseaba la conquista del poder político
contra la minoría que buscaba la destrucción del mismo.
En el Congreso de Saint-Imier, el 15 de septiembre de 1872, se declaró:
1. «Que la destrucción de todo poder político es el primer deber
del proletariado.»
2. «Que la organización de un poder político supuesto provisional
para llegar a esta destrucción, no puede ser sino un engaño más, y
seria tan peligroso para el proletariado como todos los gobiernos que existen en
la actualidad.»
3. «Que rechazando todo compromiso para llegar al cumplimiento de la Revolución
social, los proletarios de todos los países deben establecer, fuera de toda polí-
tica burguesa, la solidaridad de la acción revolucionaria.>>
Las federaciones locales españolas decidieron su adhesión teórica y práctica al Pacto
de Saint-lmier.
Aquella escisión del 8 de julio alteró muy superficialmente el desarrollo anarquista de
la Internacional en España, pues la inmensa mayoría de sus hombres y federaciones
siguieron el programa de la Alianza. Las teorías de Bakunin eran de conclusiones sencillas
y claras, y el proletariado español no tuvo grandes dificultades para asimilarlas
y difundirlas. La influencia de Lafargue, de momento, no fue apenas efectiva, y menos
aún espectacular. Sólo consiguió cambiar el criterio de un reducido grupo de dirigentes
madrileños residentes en la capital. Sólo militantes de unas doce o quince federaciones
locales entre ellas de Cádiz y Puerto de Santa María- siguieron a la NUEVA
FEDERACION MADRILEÑA, mientras que los miembros pertenecientes a las trescientas
federaciones restantes se mantuvieron fieles a los principios predicados:
apoliticismo, federalismo, colectivismo. Seguían pensando sus dirigentes, influidos por
ideas personales de Bakunin, que la sociedad secreta era más útil que el partido polí-
tico para preparar a las masas y realiza r la revolución social.
La NUEVA FEDERACION MADRILEÑA constituyó en Valencia su Consejo Federal,
tras el Congreso de Córdoba.
Falta de líderes y sin portavoz para sus doctrinas -LA EMANCIPACION había desaparecido
a primeros de abril de 1873- se encerró en su propio silencio. Celebró su
primero y último congreso en - Toledo, del 15 al 18 de marzo de 1873, con asistencia
de los delegados de cinco federaciones locales, disolviéndose a mediados de 1873.
EL CONGRESO DE CORDOBA
El 24 de diciembre de 1872, por la noche, se celebró la reunión preparatoria. Cuarenta
y nueve delegados, representantes de las diversas secciones y federaciones tomaron
parte en los trabajos, y continuamente se hicieron adhesiones a la Conferencia de
Saint-lmier. En la sesión de inauguración del Congreso, en la tarde del 25 de diciembre,
se repitió literalmente el Pacto y el repudio de las conclusiones tomadas en La
58 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
Haya.
«¡Estaban presenciando la celebración del primer Congreso anarquista del mundo!»
Es curiosa, en contraposición, la nota de «La Crónica de Córdoba» dando referencia,
casi anodina, de la reunión del día 25:
«Como hace tiempo anunciamos, mañana se verificará en el Teatro Moratin de
esta capital la gran reunión del Congreso Regional de Andalucía de la Internacional,
para lo que ha llegado un gran número de asociados, que tienen casi llenas las
fondas y las casas de pupilos.»
Aquellos reporteros no conocían el sentido de la palabra «regional» en el argot anarquista
y lo asimilaban a la región natural en que se desarrollaba.
«La organización que dieron a la hueste proletaria respondía exactamente a los
principios capitales del credo bakuniniano y al genio federalista de la gens espa-
ñola. La federación de secciones y de localidad se reducía, en realidad, en una
alianza, denunciable en todo tiempo, mantenida por el intermedio de una Comisión
de Correspondencia y Estadística, que sustituyó al centralista Consejo Federal;
las secciones, absolutamente soberanas, podían revocar en cualquier memento tus
delegaciones, pero sabían de abstenerse, con escrupuloso respeto, de coaccionar
las opiniones individuales de sus afiliados. Se trataba, ante todo, de reunir en un
ambiente profesional a los obreros del mismo oficio, sin exigirles ni imponerles
profesión de fe política ni social, ni siquiera la de los conspiradores del Congreso;
se procuraba aunar a los trabajadores mediante la eliminación de las diferencias
doctrinales y con el engrudo del interés profesional que encomienda su triunfo el
moderno es, en suma, la panacea a que encomienda su triunfo el moderno sindicalismos
«... el anarquismo mundial debe también al español la táctica organizadora federalista,
iniciada en el Congreso de Córdoba...
»Cuantas veces ha seguido estos rumbos, ejerciendo sobre el capitalismo las
presiones conjuntas de sus grandes masas obreras, ha realizado positivos avances
por los caminos de su ascensión hacia una sociedad más perfecta; cuando se
despeñaba por los estériles derroteros de la acción individual y del terrorismo,
infería irreparable daño al ejército proletario, haciéndole retroceder o impidiéndole
avanzar ... »
Así lo resume Díaz del Moral en su citada obra.
El 2 de enero de 1873 celebró el Congreso su clausura con el consabido RETO A LOS
DEFENSORES DEL PRIVILEGIO.
«A pesar de tanto hablar, los defensores de la autoridad y de la propiedad no aceptaron
el reto», según testimonio del diario «La Federación».
Urge poner fin a estos ligeros escarceos en el origen del movimiento obrero en Andaluc
ía.
El movimiento cantonalista de junio y julio de 1873, los sucesos de Alcoy de la misma
fecha, los años de clandestinidad y represión del movimiento obrero, los congresos
clandestinos y conferencias comarcales, las partidas de ladrones, en cuadrilla, dando
golpes de mano; el fracaso de la República y de sus promesas, los atentados contra el
El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia - 59
rey, los incendios de plantaciones y cosechas, las huelgas, el proceso de la Mano Negra,
etcétera, son acontecimientos de una riqueza y profundidad imponderables y que
viven hoy, por diversos motivos, en una oscuridad inaplazable.
«Sé que moriré y que los gusanos me comerán, pero quiero que triunfe nuestra
idea. Quiero que las masas de la humanidad se emancipen verdaderamente de
toda autoridad y de todos los héroes presentes y futuros» (Bakunin).
En el fondo y en la forma hacia ahí se caminaba.
«El hecho es - son palabras de Ortega y Gasset, en el diario «El Sol», de 20 de
marzo de 1919- que ni siquiera el problema agrario andaluz puede reducirse a
política de pan y salarios... el problema agrario andaluz no es esencialmente
económico, sino jurídico...
»Una tarde conversaba en el hotel con algunos amigos, cuando se Presentó
agitado, encendido, un rico labrador de Pedro Abad (Córdoba), Por cierto, diputado
a Cortes. Nos dijo que había venido el pueblo para pedir al Gobernador
Guardia Civil que guarneciese su casa y la de otros grandes Propietarios. Anunciaba
además que Pedro Abad iba a quedar sin alcalde, porque nadie se atrevía a
ocupar este cargo. Los obreros han llegado al extremo de las exigencias irritadas.
Ayer, añadió, se presentó un patrono a ellos y les dijo: «Tengo un cortijo de
150 fanegas a disposición del Sindicato».
»Entonces un obrero replicó: «Perfectamente, el Sindicato tiene en azadón a
disposición de usted».»
Los obreros llegaron a negarse a aceptar parcelas de terrenos comunales para su
roturación y cultivo. La tierra que pretendían era la ya - trabajada y regada con el
sudor de pasadas generaciones, como derecho del obrero al producto íntegro de su
trabajo.
ANDALUCES EN LA PRIMERA INTERNACIONAL
Sería injusto terminar este trabajo sin una referencia concreta, casi biográfica, a los
hombres del Sur que sobresalieron en el desarrollo de la Internacional desde 1868-
72.
«Si no hubieran estado - comenta A. Lorenzo en Barcelona Viñas, Soriano,
Meneses y Forrán, andaluces y privilegiados todos; si Rafael Farga no hubiera ido
al Congreso de Basilea..., si no hubiera estado presente Gaspar Sentiñón..., los
obreros catalanes no hubieran sido jamás internacionales.»
NICOLAS ALONSO MARSELAU
Anselmo Lorenzo le muestra una indiferencia casi repulsiva desde que le conoció en la
Conferencia de Valencia:
« Lo vi por primera vez en la Conferencia de Valencia a la que fue delegado por
la Federación local de Sevilla. Procedía directamente del partido republicano, en
el que se refugió después de haber abandonado el estudio de la Teología, colgar
60 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
los hábitos, renunciar a la carrera eclesiástica y pasar una temporada en Londres.
»
Su actuación excesivamente radical comprometía al partido republicano; con la fundaci
ón del periódico «La Razón>> exponía sus ideas librepensadoras, negando las interpretaciones
católicas de la Biblia, «alternando asuntos antirreligiosos con los sociales
y llegando, por último, a declararse socialistas. Con su palabra sugestiva y fácil
atraía a los trabajadores que admiraban su arrojo, creían en las soluciones que promet
ía y llegaron a nombrarle delegado para la Conferencia de Valencia.
Afirma A. Lorenzo que el «periódico llegó a convertirse en órgano de la Internacional
». La afirmación no parece exacta. El periódico estuvo al servicio de la Federación
local, pero nunca llegó a ser órgano de la misma.
Entre los sevillanos fue un oráculo. Ello hizo que en la excursión de A. Lorenzo por
Andalucía la reunión de internacionales se celebrase en la cárcel, donde Marselau se
hallaba, procesado por delito de prensa. Fue igualmente uno de los cuatro españoles
delegados al Congreso de La Haya y que luego tomó parte en el Congreso de Saint-
Imier.
Menéndez y Pelayo lo presenta:
«... y así un seminarista de Granada, Nicolás Alonso, que después de la Septembrina
se hizo conspicuo en Sevilla con el apellido Marselau (se salva de la cárcel
huyendo a Gibraltar en la persecución de Matamoros)..., comenzó a publicar un
periódico, subvencionado por un centro protestante de Estados Unidos <<>>
En 1890 era catedrático del Instituto de Sevilla.
TRINIDAD SORIANO
Estudiante técnico al comienzo de la Internacional y doctor en Ciencias cuando se
celebraba el Congreso de Zaragoza. Formó parte de la Alianza en Barcelona, donde
hacía sus estudios. Hija de un propietario andaluz, en su infancia se inclinó por las
ideas democráticas-revolucionarias dominantes en su ciudad. Después al contacto con
burgueses librepensadores, la asistencia al Ateneo obrero y la amistad con Farga
Pellicer y Gaspar Sentiñón, le llevarían a tomar parte en la A. D. S.
«El método de Enseñanza íntegral - comenta A. Lorenzo -, presentado por
Soriano al Congreso de Zaragoza, era un trabajo precursor de la enseñanza
racionalista de la Escuela moderna; con la única diferencia de que en aquél era
una idea fugaz expuesta en un medio circunstancial, mientras que ésta ha constituido
el pensamiento y la voluntad de un propagandista enérgico, como Ferrer,
que ha dado su vida por el ideal y ha dejado muchos continuadores.>>
JOSE GARCIA VIÑAS
Médico, como Gaspar Sentiñón; nació en Málaga el 3 de diciembre de 1848. «El último
español que conoció a Bakunin y que hospedó en su casa de Barcelona a Kropotkin, en
1878.»
Entusiasta de las ideas de emancipación liberadora, elemento de vanguardia, colaborador,
como principal redactor, desde su fundación en 1 de agosto de 1869, de «La
Federación». Los ataques que el joven periódico recibía de «El Nivel» aumentaron su
fe en la entrega a la Internacional.
Dice de él J. J. Morato:
«En enero de 1872 escribía Sentiñón a Liebneckt: «El verdadero engranaje de la
asociación estriba en Farga Pellicer, Alerini, García Viñas y Emilio Hugas. Diríjase
al joven José García Viñas que, por su inteligencia, es el alma de la Internacional
en Barcelona».»
Estuvo en el primer congreso obrero de 1870. Abogó por un desentendimiento de la
política, pues «la clase obrera debe tener como única política la inmediata mejora de
las condiciones de trabajo».
Fue delegado en varios Congresos Internacionales y Regionales hasta la declaración
64 - El movimiento obrero y sus origenes en Andalucia
intemperante de Francisco Tomás, secretario de la Comisión federal, que hizo correr
la voz de que no debían fiarse de los militantes que no tuviesen callos en las manos.
García Viñas, como Sentiñón, Meneses, Soriano, lo abandonó todo y se retiró al seno
de su familia en Málaga.
En 1872 había fundado en Manresa «La Revista Social», órgano de la Unión Manufacturera,
y que en 1874 pasó a Barcelona representando toda la Asociación. En 1881
entregó la dirección de la misma a Serrano Oteiza, que comenzó a publicarla en Madrid.
En 1902 fue nombrado médico titular por la Junta de Arbitrios de Melilla, director de
la Casa de Socorro, Decano del Cuerpo de Médicos de Beneficencia y director del
Centro de Higiene de aquella Plaza.
Se jubiló en 1927 y murió el 7 de septiembre de 1937 a los 84 años de edad.
A pesar de su retiro, tuvo sus preocupaciones y pensamientos en la sociedad futura.
Mostró su desacuerdo con la subida de salarios y del coste de vida del año 1930 y
criticó la miopía obrera ante estas medidas, insistiendo una vez más en la necesidad
de una instrucción en todos sus grados.
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