Diversas
tendencias demográficas vienen contribuyendo a las demandas que implican un
incremento del gasto en la asistencia médica de la seguridad social.
Generalmente se requiere un aumento del gasto para que nuevos servicios y
prestaciones hagan frente a unos riesgos de salud mayores en poblaciones que
envejecen. También ocurre con frecuencia que los incrementos en los costes de
la asistencia médica están relacionados con factores ajenos a la demografía,
como son los avances tecnológicos y el uso inapropiado de tecnologías y
tratamientos costosos. Independientemente de las causas, el alza actual de la
demanda no ha ido del todo pareja con un aumento de los ingresos provenientes
de la población asegurada. En muchos países, el impacto de tasas de fecundidad
menores ha dado lugar a una reducción del número de jóvenes que contribuyen de
forma activa a los programas sociales, incluidos los sistemas de asistencia
médica de la seguridad social. Y con una tendencia mundial hacia el aumento de
la longevidad, ahora son más las personas que solicitan esa asistencia. Cuando
se analizan cuestiones relativas al suministro de asistencia médica de la
seguridad social, el envejecimiento de la población se considera con frecuencia
como el más importante de los factores demográficos. Sin embargo, otros
factores que deben tenerse en cuenta son los cambios en la estructura familiar,
la urbanización y las migraciones.
El envejecimiento de las poblaciones. El aumento de la esperanza de vida es
un resultado muy positivo de la prevención y del tratamiento de las
enfermedades infecciosas. A su vez, han sido igualmente importantes las mejoras
generalizadas en las condiciones de vida y un aumento del valor de la inversión
en capital humano. El desarrollo de nuevas tecnologías médicas para detectar,
tratar o retrasar la progresión de enfermedades crónicas, así como los procedimientos
de rehabilitación postraumáticos más completos, han aumentado aun más la
esperanza de vida. Los primeros desarrollos tecnológicos que resultaron
eficaces para prolongar y mejorar la calidad de vida eran relativamente
económicos. Sin embargo, los desarrollos más recientes tienden a ser más caros
y suelen estar disponibles de manera más generalizada. Con frecuencia, las
mejoras en tecnología y el acceso a la atención no han ido acompañados por un
conocimiento suficiente sobre el uso apropiado de estos nuevos tratamientos.
Como la mayoría de las enfermedades crónicas se originan en la etapa tardía de
la vida, el envejecimiento de la población se ha convertido en sinónimo de
mayor gasto en la asistencia médica y de un suministro ineficiente de la misma.
Cambios en las estructuras familiares. Cuando las
tasas de mortalidad infantil y preescolar eran altas, las familias numerosas se
consideraban necesarias para garantizar ingresos familiares adecuados. Sin
embargo, ahora se desean familias pequeñas incluso en países donde las tasas de
mortalidad infantil y preescolar se mantienen relativamente elevadas. Esta tendencia a tener menos
hijos puede estar impulsada por las percepciones que los progenitores jóvenes
tienen sobre los costes de la crianza infantil,
al partir de la idea de dotar a los hijos de bienes de consumo y
oportunidades que ellos no tuvieron.
Otros dos
aspectos que hay que considerar son el matrimonio tardío y el aumento de las
solicitudes de fertilización in vitro
(asociada algunas veces al embarazo
tardío). Aunque las recompensas de la fertilización in vitro son muy apreciadas, el método tiene altos costes iniciales
y está vinculado a un aumento significativo de nacimientos prematuros y
múltiples entre mujeres de cierta edad, lo que significa costes de tratamiento aun más
elevados. Este proceso de cambio se está produciendo actualmente en países y
culturas en los que las familias numerosas y el cuidado en el hogar de los
miembros ancianos y discapacitados de la familia han seguido siendo la norma.
Vistos en
conjunto, estos factores demográficos dan lugar a que más personas vivan solas.
La mayoría de ellas son mayores con necesidades crecientes de asistencia para
la vida diaria y para la atención a domicilio por parte de profesionales
sanitarios. En muchos países se observa una tendencia hacia un mayor uso de los
cuidados asistenciales, con un incremento del papel que desempeñan en la
comunidad los centros de día para ancianos y discapacitados, y, por último, las
residencias permanentes.
Urbanización. El continuo
traslado de grandes poblaciones desde zonas rurales a zonas urbanas no implica
siempre un traslado de familias nucleares, sino de los miembros más jóvenes en
busca de oportunidades de empleo o de estudio. Más personas jóvenes viven
lejos de sus familias, con frecuencia están solos o en albergues, en entornos
con nuevos riesgos para la salud, como el hacinamiento y la contaminación.
Para muchos, el nuevo entorno urbano puede propiciar también el consumo de
sustancias, el tabaquismo, una alimentación desequilibrada e infecciones de
transmisión sexual, a lo que se añade el estrés resultante de la búsqueda de
empleo y el envío de dinero a sus familias. Al mismo tiempo, la urbanización y
la globalización han incrementado la exposición al conocimiento de nuevas
tecnologías médicas y el acceso a múltiples proveedores de asistencia médica,
elevando así la demanda que se ejerce en los sistemas de atención de la salud
de la seguridad social.
Migraciones. Los
migrantes internacionales representan actualmente más del 3% de la población
mundial y se prevé que su número aumente. A falta de una legislación nacional en
el país de acogida en función de una cobertura de seguridad social universal
para todos los residentes o de acuerdos bilaterales entre el país de acogida y
el país de origen, es posible que los migrantes no tengan cobertura de la seguridad
social, incluida la asistencia médica. Por regla general, los trabajadores
migrantes son adultos sanos, pero están expuestos a nuevos riesgos y tienen
familiares que también necesitan atención de la salud en el país de origen y en
el de acogida.
Acciones y Palabras.
Sociedad, Seguridad Social y Asistencia Sanitaria. (Planeta), 2013, págs.
53-55.
Fuente: Manuel Carmona Rodríguez