1. Imágenes de Santi Cirugeda
Unos lo llaman inversión en bienes inmuebles. Otros especulación. Pero lo cierto es que el mercado residencial de Sevilla, en el que los precios medios de los pisos se han encarecido de forma espectacular a lo largo de los últimos ocho años –al igual que ha ocurrido en otros muchos puntos del país–, está marcado por un factor que ha dejado de ser
llamativo para convertirse en esencial: el creciente número de pisos y
casas vacías. Sin uso cierto. Retenidas.* Los datos estadísticos no
dejan lugar a dudas: en apenas una década las viviendas que no tienen un
destino asignado por sus legítimos propietarios aumentaron un 88,5 por
ciento en la capital andaluza. Hasta el punto de que en esta situación,
que en teoría debería ser excepcional, se encuentran en estos momentos
casi una de cada cuatro residencias incluidas en los censos oficiales*.
Este factor es precisamente uno de los que, entre otras muchas causas,
vendrían a explicar por qué la norma básica del mercado libre en el que
vivimos –a mayor oferta de un producto en teoría debería corresponder
menor precio– no se cumple justo en el sector residencial, cuya
actividad principal se ha ido escorando en los últimos tiempos hacia los
procesos masivos de adquisición de viviendas para su posterior venta a
precios muy superiores, tras el correspondiente periodo táctico de
espera. Éste es mayor o menor en el tiempo, en cada caso concreto,
dependiendo del margen de maniobra financiero del comprador. O lo que es
lo mismo: sus ingresos, las deudas a las que tiene que hacer frente y,
sobre todo, los costes financieros que implican en su economía tener
algunas de las casas de su titularidad sin utilizar.
El censo oficial de población y vivienda que elabora el Estado –a través
del Instituto Nacional de Estadística– señala que en Sevilla, entre los
años 1991 y 2001, la cuota de casas fuera de mercado –vacías– ha pasado
ya del 15 por ciento al 22 por ciento. Siete puntos porcentuales de
diferencia en una década. En términos reales –y sólo hasta hace apenas
poco más de un lustro (no hay datos posteriores que sean fiables)– estos
números implican que *existen en la ciudad un total de 65.129 pisos sin
ocupar por nadie*. Hace diez años éstos no llegaban a los 35.000.
Esta pronunciada evolución al alza resulta ilustrativa si se tiene en
cuenta que, al mismo tiempo, la demanda de vivienda nunca ha dejado de
aumentar en este mismo tiempo. Un ejemplo: *en las listas de Emvisesa
están registrados en estos momentos 53.000 sevillanos que reclaman el
acceso a una vivienda de protección oficial*. Las promociones públicas
que ha puesto en marcha el Ayuntamiento durante los últimos años apenas
reducen el problema. Los responsables municipales se ven en la
obligación de sortear los pisos protegidos porque este tipo de oferta a
precio tasado es muy inferior a la demanda existente en la ciudad.
Para valorar realmente la magnitud del elevado número *viviendas vacías
que hay en la ciudad* hispalense basta saber que éstas *son ahora mismo
equivalentes, precisamente, al número de nuevas residencias que tiene
previsto autorizar el nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU)
durante los próximos 15 ó 20 años*. Hasta 2021 ó 2026. Dicho de otra
forma: en Sevilla, donde a lo largo de la última década se han
construido 55.639 nuevas viviendas, este parque de pisos sin utilizar
supone todo el crecimiento estimado de la ciudad para, como mínimo, una
década y media. Si todas estas viviendas salieran al mercado
inmobiliario municipal de forma progresiva, probablemente se invertiría
sustancialmente la sostenida tendencia al alza que sufren
periódicamente, desde hace ya casi diez años, los precios medios de la
vivienda.
Sin embargo, nada hace pronosticar que esto vaya a ocurrir. Más bien, al
contrario. Muchos de estos pisos seguirán vacíos. Pese a que la oferta
residencial global no deja de crecer desde hace tiempo –especialmente en
el sector de la vivienda libre, que supone el 80 por ciento del mercado
local; incluso más–, los precios oficiales –de tasación bancaria– no
dejan de subir.
llamativo para convertirse en esencial: el creciente número de pisos y
casas vacías. Sin uso cierto. Retenidas.* Los datos estadísticos no
dejan lugar a dudas: en apenas una década las viviendas que no tienen un
destino asignado por sus legítimos propietarios aumentaron un 88,5 por
ciento en la capital andaluza. Hasta el punto de que en esta situación,
que en teoría debería ser excepcional, se encuentran en estos momentos
casi una de cada cuatro residencias incluidas en los censos oficiales*.
Este factor es precisamente uno de los que, entre otras muchas causas,
vendrían a explicar por qué la norma básica del mercado libre en el que
vivimos –a mayor oferta de un producto en teoría debería corresponder
menor precio– no se cumple justo en el sector residencial, cuya
actividad principal se ha ido escorando en los últimos tiempos hacia los
procesos masivos de adquisición de viviendas para su posterior venta a
precios muy superiores, tras el correspondiente periodo táctico de
espera. Éste es mayor o menor en el tiempo, en cada caso concreto,
dependiendo del margen de maniobra financiero del comprador. O lo que es
lo mismo: sus ingresos, las deudas a las que tiene que hacer frente y,
sobre todo, los costes financieros que implican en su economía tener
algunas de las casas de su titularidad sin utilizar.
El censo oficial de población y vivienda que elabora el Estado –a través
del Instituto Nacional de Estadística– señala que en Sevilla, entre los
años 1991 y 2001, la cuota de casas fuera de mercado –vacías– ha pasado
ya del 15 por ciento al 22 por ciento. Siete puntos porcentuales de
diferencia en una década. En términos reales –y sólo hasta hace apenas
poco más de un lustro (no hay datos posteriores que sean fiables)– estos
números implican que *existen en la ciudad un total de 65.129 pisos sin
ocupar por nadie*. Hace diez años éstos no llegaban a los 35.000.
Esta pronunciada evolución al alza resulta ilustrativa si se tiene en
cuenta que, al mismo tiempo, la demanda de vivienda nunca ha dejado de
aumentar en este mismo tiempo. Un ejemplo: *en las listas de Emvisesa
están registrados en estos momentos 53.000 sevillanos que reclaman el
acceso a una vivienda de protección oficial*. Las promociones públicas
que ha puesto en marcha el Ayuntamiento durante los últimos años apenas
reducen el problema. Los responsables municipales se ven en la
obligación de sortear los pisos protegidos porque este tipo de oferta a
precio tasado es muy inferior a la demanda existente en la ciudad.
Para valorar realmente la magnitud del elevado número *viviendas vacías
que hay en la ciudad* hispalense basta saber que éstas *son ahora mismo
equivalentes, precisamente, al número de nuevas residencias que tiene
previsto autorizar el nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU)
durante los próximos 15 ó 20 años*. Hasta 2021 ó 2026. Dicho de otra
forma: en Sevilla, donde a lo largo de la última década se han
construido 55.639 nuevas viviendas, este parque de pisos sin utilizar
supone todo el crecimiento estimado de la ciudad para, como mínimo, una
década y media. Si todas estas viviendas salieran al mercado
inmobiliario municipal de forma progresiva, probablemente se invertiría
sustancialmente la sostenida tendencia al alza que sufren
periódicamente, desde hace ya casi diez años, los precios medios de la
vivienda.
Sin embargo, nada hace pronosticar que esto vaya a ocurrir. Más bien, al
contrario. Muchos de estos pisos seguirán vacíos. Pese a que la oferta
residencial global no deja de crecer desde hace tiempo –especialmente en
el sector de la vivienda libre, que supone el 80 por ciento del mercado
local; incluso más–, los precios oficiales –de tasación bancaria– no
dejan de subir.
Fuente: Carlos Mármol. Diario de Sevilla (6/11/06). Desde: Daniel E.