La realidad electoral "Podemos" puede ser la imagen saneada de los tentáculos del M15, Iu, Cut, Sat, Frente Cívico, Republicanos de todos los tipos, Partido Comunista, Anticapitalistas, Soc, plataformas pro derechos, pro viviendas, plataformas pro Garzón, pro Chamizo y no olvidemos a los kikos, los masones y los jesuitas (fundamentalmente) que han salido a la calle a apoyar también . Puede contener matices del 5 Stelle italiano y otro tanto de movimientos ecologistas. También recoje vestigios de lo más progre del Psoe. Si esto es así que lo es, no sucede nada. Cambio sustancial es en tanto une lo que nosotros mismos hemos atomizado. El problema vendrá cuando se deleguen los equipos territoriales. También hay que cambiar los peones y no dejar los mismos. Ni deben ser los mismos (ni las mismas), ni todos tienen por qué ser politólogos.
De momento mucha suerte. Que no se os llene la boca de unidad popular y sí de poder popular, y no convertir a personajes como Torres o Téllez en los guevaras del mañana que os la dan a la salida desde cualquier patronato.
Se asume el anticapitalismo e internacionalismo. Se asume el europeísmo. ¿Pero y si "Podemos" pensara en Andalucía?.
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Podemos... ¿un nuevo refresco revoltoso?
El Paraninfo de la Universidad Pablo de
Olavide en Sevilla acogía el acto de presentación de Podemos en la
capital andaluza, con un público de cerca de un millar de personas, que
ha sorprendido a la propia organización. Algunos componentes de la
iniciativa, junto a activistas de la ciudad, han explicado los objetivos
del proyecto: convertir Podemos en una herramienta política que ayude a
la soberanía perdida por los pueblos, hacer un llamamiento a la unidad
popular y, sobre todo, buscar estrategias para forjar líneas de
participación democrática.
Durante la presentación / Redacción Andalucía
El paraninfo de la Universidad Pablo de Olavide fue cerrado a cal y
canto por los guardias de seguridad, cuando se completó el aforo del
auditorio. Centenares de personas se quedaban fuera de la sala, con la
expectación de escuchar a las personas que se sentaban en la mesa
central. Esa tarde, la del pasado jueves 13 de febrero, irrumpía en la UPO la presentación del proyecto político Podemos.
En pocos minutos, varias salas aledañas eran organizadas de manera que
el público asistente pudiese participar, pantallas y altavoces mediante,
en el contubernio que se cocía en el interior. Se sentaban en la mesa
Pablo Iglesias, conocido presentador de La Tuerka y Fort Apache; Mª
Teresa Rodríguez, profesora y activista de la Marea Verde; Juan Torres,
Catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla; Miguel Urbán,
gestor cultural; Iñigo Errejón, politólogo; Luis de los Santos, abogado y
activista social, y Carmen Yuste, activista social. La conductora del
acto fue la activista Ángela Lara.
Las luces se desvanecían para comenzar la charla con el vídeo
promocional de Podemos. El mensaje de la propuesta parece claro. Es la
hora de dar voz y respuestas a las personas que han sufrido la crisis, a
través de lo que el propio Pablo ha llamado la "unidad popular".
Presentan Podemos como el refresco para forjar nuevas estrategias
democráticas, un método para irrumpir en las instituciones del régimen.
"Nos han enseñado que democracia es elegir entre PP y PSOE, entre Coca
Cola y Pepsi". Esta crisis "evidencia la ruptura del pacto social del 78, por parte de una minoría",
la minoría política y financiera según Errejón. Los movimientos
sociales y obreros de los últimos tiempos de los que ha hablado Pablo,
como el 15M o las distintas mareas, son expresiones de este fracaso, de
"la mayoría social que reclama la democracia". El ejemplo más claro,
venía de la mano de Mª Teresa, la representante de los "4500 interinos
que la junta ha dejado en la calle". Es por eso que esta iniciativa se
presenta como un proyecto "para recuperar la soberanía",
una herramienta política "del pueblo, de los de abajo". Sin grandes
empresas ni lobbies que la respalden, sin tener que mostrar ningún carné
y realizada por la gente de a pie. Quieren estar en los comedores de la
gente corriente y "no hacer política en los grandes restaurantes". Como
la gaseosa La Revoltosa, la de sifón, la de toda la vida.
Fuente: Diagonal
Fuente: Diagonal