28 abril, 2013

NACE ELEKA

Presentación de ELEKA, nuevo proyecto para impulsar la formación política e ideológica

Se ha presentado un nuevo proyecto, ELEKA, impulsado por militantes comunistas de la Izquierda Abertzale, que busca abrirse a las bases del movimiento de liberación nacional y social para impulsar la formación política e ideológica de las mismas. La iniciativa se ha presentado en la sede social de ELEKA en Portugalete (Bizkaia).
Según lo promotores, “ELEKA nace para abrir caminos, para romper viejos y grises prejuicios y leyendas de errores históricos, para conocer lo que hoy pensamos los comunistas vascos”
Desde ELEKA, “se trabajará por la formación y el trabajo ideológico, para reencontrar en el campo abierto de la izquierda, igual que ocurre con el socialismo, un comunismo rejuvenecido y vitalista “
ELEKA ha exigido la verdad de las ideas por las que tantos hombres y mujeres, en Euskal Herria y fuera de ella, han sido asesinados, torturados, encarcelados o desaparecidos; “que mantuvieron firme su causa y su lucha por una Euskal Herria libre, como pueblo y como clase”
Así mismo, los promotores de la iniciativa han hecho un llamamiento para acudir a las primeras jornadas que se celebraran durante los dias 2, 3 y 4 de mayo en Donostia y Bilbao. Donde se reflexionará sobre la relación existente entre la situación de opresión de Euskal Herria y la coyuntura sociopolitica internacional.
Se han acercado más de medio centenar de personas al acto de presentación que ha finalizado con un homenaje a la familia de Jesus Larrañaga “Goierri”, conocido militante comunista que fue asesinado durante la guerra de 1936 a manos de las hordas fascistas, que según la organización recién creada ha sido uno de los principales referentes a la hora de definir las bases ideológicas del proyecto. Ante un público visiblemente emocionado, se termino el acto de forma sublime, cantando la internacional y el eusko gudariak.
MANIFIESTO DE ELEKA
Hace 150 años, en los albores de la Revolución Industrial, millones de campesinos, desarraigados y empobrecidos eran desplazados del campo a la ciudad, donde fueron sometidos, por la naciente burguesía industrial, y convertidos en fuerza de trabajo de la recién creada industria, viviendo en una situación de explotación y miseria, percibiendo salarios de hambre y realizando jornadas interminables. Esta situación dio lugar a la aparición de una nueva ideología, el comunismo, que a diferencia de otras filosofías socialistas anteriores, no pretendía sólo la reforma de la realidad o la mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora y los campesinos, sino la destrucción del sistema de opresión capitalista y la toma del poder por la clase obrera.
Desde entonces, durante siglo y medio, la Historia ha caminado en la construcción de un falso progreso democrático, estructurando sus contradicciones de clase con las directrices que le ha marcado el capitalismo, siempre a la medida de sus intereses de poder. Las sucesivas crisis políticas y económicas, diseñadas para avanzar en el dominio del sistema, provocaron dos guerras mundiales que dieron lugar a periodos de estabilidad económica y bienestar social con el único fin de evitar intentos revolucionarios, (la Comuna de Paris en el XIX y la revolución del 17 en Rusia), que hicieran peligrar el desarrollo de un capitalismo cada vez más voraz. Con la crisis del petróleo, en la década de los 70, se inicia un descenso del estado de bienestar keynesiano, gestionado desde 1945 por la socialdemocracia, y con él la paulatina pérdida de derechos laborales y sociales, con legislaciones como las promovidas por Reagan y Margaret Tatcher, que limitaron el control de los gobiernos en la economía y regresaron al “laissez faire” del liberalismo económico del siglo XIX y a “restablecer la plena autoridad del patrón, igual que en los primeros tiempos de la industrialización”.
La crisis financiera del 2008, es decir la crisis sistémica que ahora se afianza de forma salvaje en el 2013, ha concluido con éxito la obra de desmantelamiento de todas las conquistas y derechos sociales, políticos y humanos, conseguidos con el esfuerzo y la lucha de los trabajadores, agudizando con ello la pobreza, la desigualdad, la explotación y la exclusión, las mismas causas por las que la filosofía de Marx de transformar la sociedad y el desarrollo de la ideología comunista adquirieron una importancia vital como instrumento ideológico y de acción, para luchar contra la alienación histórica de la clase obrera y crear otros modelos de vida liberadores y justos con la dignidad del ser humano.
Por primera vez, en décadas, los principios del comunismo parecen despertar del ostracismo político al que le ha querido condenar la socialdemocracia de las democracias burguesas y lo hace como un instrumento válido y real de cambio y práctica revolucionaria, capaz de establecer en el seno del pueblo trabajador las contradicciones necesarias para visibilizar la opresión de un sistema en crisis que, aunque agonizante y avanzado tecnológicamente, intenta sobrevivir, retrocediendo en las relaciones sociales de producción y, por lo tanto, en el camino hacia el progreso y la libertad del ser humano y de los pueblos.
Euskal Herria no se distancia ni se separa de esta realidad. Al contrario, se encuentra doblemente inmersa en ella, bajo dos Estados, español y francés, que legislan y gobiernan para afianzar las políticas del neoliberalismo actual, imperantes en Europa, para lo cual cuentan con la colaboración de una burguesía nacional con los mismos objetivos e intereses económicos que la UE.
Esta situación convierte la histórica lucha por la independencia de Euskal Herria en una necesidad política, social y de clase, capaz de otorgarle la soberanía y el poder de decidir para coger las riendas de un porvenir, alejado de la codicia capitalista y abierto a la construcción de nuestros propios sueños, en la que no debe de faltar, allí donde sea preciso, la mano de obra, nueva, solidaria, capaz, revolucionaria y militante de los hombres y mujeres que piensan y se sienten comunistas. Porque sentirse comunista no sólo es estructurar o teorizar el pensamiento revolucionario, en el discurso de transformación de la propia realidad, significa también y además, trabajar, organizarse y vivir, a pie de calle, en la práctica y la cultura revolucionaria de los valores de libertad, igualdad y solidaridad que fundamentan esa transformación y la superación de ser una clase en-sí para ser una clase para-sí. Allí donde exista una lucha por la dignidad y los derechos, enfrentada a los desmanes capitalistas y con la fuerza de organización popular, deben de resurgir el pensamiento y la cultura comunista, porque mientras caminemos hacia una utopía posible, significará que ya la estamos construyendo.
Por todo ello, ELEKA nace para abrir caminos, para romper viejos y grises prejuicios y leyendas de errores históricos, para conocer lo que hoy pensamos los comunistas vascos, lo que fuimos, lo que somos y lo que podremos ser y, sobre todo, para mostrar la posibilidad de otro porvenir, “donde el horizonte se agrande hasta recoger todas las sonrisas que nos han robado”, como deseó un poeta anónimo en las barricadas de la Comuna de Paris.
Desde ELEKA, se trabajará por la formación y el trabajo ideológico, para reencontrar en el campo abierto de la izquierda, igual que ocurre con el socialismo, un comunismo rejuvenecido y vitalista que obligue a enamorarse del futuro, porque, como escribió una compañera “enamorarse del futuro revitaliza el tiempo vivido. Nos hace jóvenes y nos devuelve la audacia”.
Desde ELEKA se romperá con el alejado silencio en el que, la globalizada cultura del ocio ha intentado enterrar a esa otra cultura cercana al pueblo y brillante intelectualmente, forjada en la belleza del sentimiento y en la fuerza del compromiso, una tarea que el poeta comunista Pablo Neruda, explicó muy claro en 1971, al recoger el Premio Nobel: “Comprendí que mi misión humana no era otra sino agregarme a la extensa fuerza del pueblo organizado, agregarme con sangre y alma, con pasión y esperanza, porque sólo de esa henchida torrentera pueden nacer los cambios necesarios a los escritores y a los pueblos”.
Frente al excesivo individualismo, vendido como un bien burgués de salvación, ELEKA recobrará, en la práctica diaria y en sus proyectos sociales, la solidaridad humana y revolucionaria, compartida desde y para el pueblo. Una solidaridad posible, enraizada en las causas del presente y arrancada de la memoria histórica para la que ELEKA exige justicia y verdad, la verdad de las ideas por las que tantos hombres y mujeres, en Euskal Herria y fuera de ella, han sido asesinados, torturados, encarcelados o desaparecidos; militantes, ellas y ellos, que mantuvieron firme su causa y su lucha por una Euskal Herria libre, como pueblo y como clase, allí donde combatieron o murieron mirando de frente a sus verdugos y comprendiendo que aquellos y no ellos, eran las únicas y verdaderas víctimas de la sinrazón.
En definitiva, ELEKA, nace para abrirse a la comunicación de quienes desean y sienten la inquietud de caminar en busca y hacia una Euskal Herria verdaderamente independiente y socialista, haciendo de la vida una militancia y una causa merecedora de ser vivida.