10 enero, 2007

EL NUEVO ESTATUTO: UN BRINDIS AL SOL

Para este viaje no necesitábamos llevar tantas alforjas pues la elaboración del nuevo Estatuto de autonomía para Andalucía ha sido el anuncio continuado de renuncias inadmisibles.
La primera renuncia se establece cuando no se emprende una reforma de la Constitución en sus títulos Preliminar, I, II, III, IV, VII. VIII, IX, y X que hubiera permitido caminar sin complejos hacia un Estado Federal desde la libre determinación de los distintos pueblos o naciones que constituyen el Estado español.
La segunda renuncia no es menos grave: la solidaridad. Al permitir, sobre todo, los que se llaman de izquierdas que la burguesía catalana y el señor Zapatero establecieran por la vía de los hechos consumados un modelo de financiación que consagra la desigualdad, legaliza un estado asimétrico y bendice que las naciones ricas sean cada vez más ricas y las pobres cada vez más pobres, y lo que es peor, más indefensas.
Cuando el Estado financia en función del PIB a Cataluña que además va a seguir creciendo, decreta inexorablemente la insolidaridad y descaradamente la desigualdad.
Desde esta renuncia es desde donde se comienza la elaboración del Estatuto Andaluz, como una coartada para justificar lo injustificable y poner papel de celofán a la cobardía y al disparate del gobierno.
Nace muerto el Estatuto Andaluz porque carece de empuje y personalidad propia, queriendo imitar al catalán (tarea imposible) pero sin contener nunca lo que necesita nuestra nación para ejercer su Soberanía en pie de igualdad con los demás territorios y naciones del Estado.
El intento esperpéntico de definir Andalucía “como realidad nacional” se ha convertido después de los arreglos PP-PSOE en Madrid en una mueca ridícula que es un desprecio para la identidad de este pueblo y para el más elemental sentido común.
¿Cómo es que el PSOE si pueda definir a Cataluña, al País Vasco y Galicia como nación y a Andalucía no?
El espíritu del 4 de diciembre y del 28 de febrero en el que el pueblo andaluz reclamó y consiguió mediante movilización situarse en pie de igualdad con el resto de las naciones del Estado se manda así directamente al estercolero.
Andalucía es tan nación como la que más, y desde luego, tiene la necesidad estructural e histórica de ejercer su soberanía más que nadie. No reconocer este hecho no es otra cosa más que una bajada integral de pantalones.
Pero además, resulta chocante que la vieja reivindicación de la Deuda Histórica se haya pactado sin cuantificación alguna y, sobre todo, renunciando a que se siga pagando mientras que la renta y el bienestar social no sea en Andalucía igual al del resto de naciones del Estado.
No se puede entender cómo se presenta como un triunfo y una conquista lo que es una claudicación en toda regla, a una reivindicación tan peleada a cambio tan solo de un plato de lentejas que permite una fotografía y que se pagará una sola vez y a plazo fijo como una puñetera limosna.
Se renuncia a la Soberanía Alimentaria y a la Reforma Agraria , precisamente ahora cuando es un clamor en todas las organizaciones campesinas progresistas del mundo, la necesidad de una alternativa radical frente al modelo agrícola capitalista que concentra la propiedad de la tierra, esquilma el suelo, fabrica paro, hambre y miseria, y destroza el mundo rural. La alternativa que plantea el movimiento campesino mundial significa que cada pueblo o nación recupere su capacidad para definir las políticas agrarias y agroindustriales frente al egoísmo depredador de unas pocas multinacionales.
No contiene el nuevo Estatuto capacidad alguna para que el parlamento andaluz pueda decidir en temas tan esenciales como son la presencia de bases militares en Morón y Rota. Ni siquiera se contempla el derecho a una consulta en caso de nuevo Tratado o en caso de agresión gratuita y criminal como ha sido la reciente invasión de Irak.
Andalucía puede convertirse en plataforma de agresión como de hecho está sucediendo sin que el órgano máximo de la soberanía de nuestro pueblo que es el Parlamento pueda decir absolutamente nada, lo que significa no sólo una renuncia vergonzosa a nuestra soberanía territorial, sino lo que es peor, la posibilidad de convertir a Andalucía en territorio de paz.
Tampoco se contempla en el nuevo Estatuto la posibilidad de otro modelo territorial en el que se apostara de una vez por las comarcas y el municipio e hiciera desaparecer las diputaciones y otros organismos provinciales por despilfarradores, lejanos, obsoletos e inútiles.
No se resuelve la financiación de los ayuntamientos en bancarrota. Tampoco se establece una filosofía que considere el suelo para edificar, no como una mercancía sino como un derecho y un patrimonio del pueblo andaluz. De esta forma no se aborda el gravísimo problema de la corrupción y la especulación urbanística que se enriquece con una necesidad humana tan vital como la de disponer de un techo digno.
Por no tener el nuevo Estatuto ni tan siquiera tiene respeto a la estética de prohibir por ley que coincidan las elecciones generales o europeas con las andaluzas, con lo que seguiremos repitiendo en el futuro el esperpento de utilizar los intereses de Andalucía como un juguete que se usa a conveniencia o a capricho del Sr. Chaves.
Por esto y muchas razones más no se entiende la euforia de quienes han pactado el nuevo Estatuto que es incapaz de declarar Andalucía territorio libre de transgénicos o de basuras nucleares.
No se entiende la alegría que manifiestan los partidos políticos que han pactado un Estatuto que significa pérdida de soberanía económica y política y nos manda directamente a segunda división… a no ser que el posibilismo político nos haya llevado a la esquizofrenia de considerar como victoria lo que es una clara derrota para nuestra nación.
Y es que algunos parece que necesitaban brindar, aunque su brindis fuera simplemente un brindis al sol.
Fuente: JUAN MANUEL SÁNCHEZ GORDILLO es Portavoz Nacional de CUT-BAI y Alcalde de Marinaleda.
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